El Orden es un sacramento que hace al que lo recibe partícipe del sacerdocio de Jesucristo, y le da potestad y gracias para desempeñar dignamente las funciones sagradas.
Se prueba que el orden es verdadero sacramento por la Sagrada Escritura, por la enseñanza de la Iglesia y por el testimonio unánime de la tradición.
Por la Sagrada Escritura vemos que el orden sagrado reúne todas las condiciones que requiere un verdadero sacramento: es signo sensible (Hechos VI, 6; XIII, 3); tiene virtud para producir la gracia (S. Pablo II Tim. I , 6); es de institución divina (Hechos XIII, 2; XX, 28).
El Orden Sagrado obliga a vivir santamente; y desde el subdiaconado impone el rezo cotidiano del oficio divino y el celibato en la Iglesia latina.
El sacerdote es un mediador entre el cielo y la tierra, el cual lleva todos nuestros mensajes y representa todas nuestras necesidades y nuestras buenas obras y aún malas ante Dios para que las vea, las acepte, las premie o las perdone; y también trae del cielo todas las bendiciones y gracias celestiales que Dios reparte a sus fieles. Media, suplica, intercede, propicia, reconcilia, aplaca, amiga, atrae al Señor para los hombres. Aviva, conforta, eleva, conduce, presenta, recomienda, introduce al hombre en la presencia de Dios.
Es la escala de Jacob por quien Dios baja a los hombres y los hombres suben a Dios. Como que el sacerdote es el Jesucristo ministerial en la tierra, que hace los oficios que haría nuestro Divino Redentor. Gran dignidad y merecedora de extraordinario respeto, no por la persona que pueda ser el sacerdote, sino por su altísima elevación.
Es por lo tanto, como se ve, necesario el sacerdote en la Iglesia porque sin él no se harían en ella muchas cosas que son absolutamente necesarias. Y no podría subsistir l Iglesia. Por lo cual también el sacerdocio es perdurable, y no dejará de haber sacerdotes hasta que deje de haber Iglesia, que es decir hasta el fin del mundo.
Ejemplos bíblicos: Elección de los Apóstoles (S. Marcos III, 13-19). Elección de S. Matías (Hechos I, 15-26). Elección de los siete diáconos (Hechos VI, 1-6). Jesucristo instituyó el sacerdocio en la Última Cena. Los Apóstoles confieren el orden sacerdotal por la imposición de las manos (Hechos XIII, 3).
(1939).
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