viernes, 30 de septiembre de 2011

Actividades Parroquiales San José de Algarrobito.


Don Carlos Bolelli, cura párroco de la Parroquia San José de Algarrobito, La Serena, Chile, nos envía el calendario de actividades litúrgicas de aquí a fines de año 2011. Don Carlos Bolelli es una gran amigo de la liturgia tradicional.

Actualización de la Galería de Fotos.


Hemos actualizado la Galería de Fotos con la Santa Misa Tridentina celebrada el pasado domingo 25 de septiembre correspondiente al XV domingo después de Pentecostés, hemos celebrado también los 54 años de ordenación sacerdotal de nuestro Capellán Msr Jaime Astorga Paulsen. Para ver las fotos pueden linkear AQUI.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Un compendio de la Historia Sagrada (IX).

Lección IX

De David y del Mesías.

Los israelitas, luego de su entrada en la tierra de Canaán, fueron gobernados largo tiempo por Jueces, y después quisieron tener Reyes, de los cuales Saúl fue el primero, David el segundo, que era de la tribu de Judá, de la que había de nacer el Redentor del mundo, según la predicción de Jacob. David fue consagrado por orden de Dios con óleo santo: todos los demás reyes fueron consagrados de la misma manera, y por esta razón se les llamaba Cristos, que significa ungidos. David fue perseguido mucho tiempo por Saúl y mantuvo grandes guerras contra los infieles. En fin, Dios le hizo vencer a todos sus enemigos, y le colmó de riquezas y de gloria. Su ciudad capital era Jerusalén, en donde fabricó un palacio sobre el monte Sión, al que hizo llevar el Arca de la Alianza. Quiso fabricar un templo, pero Dios le declaró que esta gloria estaba reservada a su hijo; que su posteridad había de reinar eternamente sobre el pueblo fiel, y que de él descendería el Salvador prometido desde el principio del mundo; el cual no solamente había de reinar sobre el pueblo de Israel, sino también sobre las naciones de la tierra. Que aquel Salvador sería Hijo de Dios, y juntamente hijo de David; que sería despreciado y perseguido por los hombres, pero que después traería a todas las naciones el conocimiento y servicio del verdadero Dios. Desde aquel tiempo los israelitas llamaron al Salvador que esperaban, el rey hijo de David; o de otro modo,Mesías o Cristo.

P. ¿De qué modo fueron los israelitas gobernados luego de su entrada en la tierra prometida?

R. Por Jueces y después por Reyes.

P. ¿Quién fue el primer rey?

R. Saúl.

P. ¿Quién fue el segundo rey?

R. David.

P. ¿De qué tribu era David?

R. De la de Judá.

P. ¿En dónde vivían ordinariamente?

R. En el monte Sión, en la ciudad de Jerusalén.

P. ¿A dónde hizo llevar el Arca de la Alianza?

R. A Sión.

P. ¿Qué le prometió Dios?

R. Que su posteridad reinaría eternamente sobre el pueblo de Dios.

P. ¿Qué más le prometió?

R. Que el Salvador del mundo descendería de él.

P. ¿Qué es el Cristo o el Mesías?

R. Este mismo Salvador.

P. ¿Qué significa el nombre de Cristo?

R. Ungido o consagrado.

P. ¿Por qué?

R. Porque David y los otros Reyes fueron consagrados con óleo santo.


miércoles, 28 de septiembre de 2011

Un compendio de la Historia Sagrada (VIII).

Lección VIII.

De la idolatría.

Dios no era conocido ni adorado sino entre los israelitas, y la idolatría reinaba en todas las demás naciones. Los hombres no cuidaban sino de su cuerpo, y no pensaban ni en su alma ni en Dios, puro espíritu, criador del cielo y de la tierra. Se forjaban una infinidad de dioses, a los cuales daban diversos nombres según sus países, y referían de ellos mil fábulas ridículas. Representaban a los unos como hombres, y a los otros como mujeres, a los que llamaban diosas, y de todos ellos hacían ídolos de palo, de piedra, de oro o de plata, y adoraban las obras de sus manos, fabricándoles templos, erigiéndoles altares y ofreciéndoles sacrificios. De este modo los griegos y los romanos adoraban a Júpiter, que decían ser el mayor de los dioses; a Juno, que fingía ser su mujer; a Marte, a Venus, a Baco y a otros muchos. Asimismo los egipcios adoraban a Isis bajo la figura de una mujer con cabeza de vaca, y otros monstruos semejantes. De esta manera les engañaba el demonio para hacerse adorar bajo estos nombres, y hacerles cometer todo género de delitos con pretexto de religión, pues sus fiestas no eran otra cosa que disolución y liviandades. Estos idólatras son los que se llaman gentiles opaganos. Los israelitas se dejaron arrastrar muchas veces de los malos ejemplos. Siempre que dejaron a Dios por los ídolos, los entregó el Señor a sus enemigos, que los redujeron a la esclavitud; y siempre que se convertían al Señor, suscitaba este en su favor hombres extraordinarios que los sacaron de ella.

P. El verdadero Dios, ¿era conocido de otros que de los israelitas?

R. No; sólo ellos le conocían.

P. ¿Pues a qué adoraban las demás naciones?

R. A los ídolos que forjaban según su gusto.

P. ¿Qué representaban aquellos ídolos?

R. Hombres, mujeres y animales, que se llamaban dioses y diosas.

P. ¿De qué modo los honraban?

R. Haciéndoles oraciones y sacrificios.

P. ¿De dónde procedía esta ceguedad?

R. De que habían olvidado a su Creador.

P. ¿De qué modo le habían olvidado?

R. No cuidando más que de sus cuerpos.

P. ¿Quién mantenía este error?

R. El demonio, que se hacía adorar bajo el nombre de los falsos dioses.

P. ¿Qué producía la idolatría?

R. Los inducía a toda clase de vicios.

P. ¿Qué nombre se da a los idólatras?

R. Llámanse también gentiles o paganos.

martes, 27 de septiembre de 2011

Un compendio de la Historia Sagrada (VII).

Lección VII.

De la alianza de Dios con los israelitas.

Mandó Dios poner las tablas de la ley en el Arca de la Alianza, la cual era como un cofre de madera preciosa, forrada de oro. Esta arca esta guardada en un Tabernáculo (esto es, en una como tienda de campaña hecha de ricas telas), y delante de ella había un altar para los sacrificios, que se hacían degollando bueyes y carneros, y se quemaban después sobre el altar. Este era el medio de honrar a Dios en aquel tiempo. Aarón y sus hijos fueron consagrados sacerdotes para ofrecer estos sacrificios, y los demás de latribu de Leví fueron destinados al servicio del Tabernáculo. El Arca y el Tabernáculo eran la señal de la alianza de Dios con los israelitas; y esta Alianza, que se llama también Testamento, era la misma que hizo con Abraham, pues renovó en su favor todas las promesas que había hecho a sus padres. Prometió recibirlos por su pueblo querido, establecerlos en la tierra de Canaán, y colmarlos en ella de beneficios. Esta tierra prometida era la figura del cielo y de la morada de los bienaventurados. El pueblo prometió de su parte no reconocer otro Dios que el Señor, amarle con todo su corazón y observar todos sus mandamientos, so pena de ser echado de la tierra prometida y oprimido de miserias. Esta alianza fue confirmada con la sangre de las víctimas, y Dios la cumplió fidelísimamente, pues hizo retroceder el Jordán hacia su origen, detuvo el curso del sol y de la luna, y obró otros muchos grandes milagros para poner a los israelitas en posesión de la tierra de Canaán, la cual fue dividida en doce partes, una para cada una de las doce tribus. Pero los israelitas no cumplieron nada de lo que habían prometido a Dios, pues se rebelaron más de diez veces durante el viaje, y habiendo entrado en la tierra prometida, hicieron alianza con los antiguos moradores que Dios les había mandado a exterminar, y adoraron sus ídolos.

P. ¿Cómo se hacían los sacrificios de la ley antigua?

R. Degollando una res y quemándola después sobre el altar.

P. ¿Dónde estaba el altar?

R. Delante del Tabernáculo.

P. ¿Qué había dentro del Tabernáculo?

R. El arca de la alianza.

P. ¿Qué cosa era esta arca?

R. Como un cofre forrado de oro.

P. ¿Y qué tenía dentro?

R. Las tablas de la ley.

P. ¿Quiénes eran los sacrificadores?

R. Aarón y sus hijos.

P. ¿Quiénes eran los levitas?

R. Todos los demás de la tribu de Leví, destinados al servicio del Tabernáculo.

P. ¿Cuál fue la alianza de Dios con los israelitas?

R. La misma que había hecho con Abraham.

P. ¿Qué les prometió?

R. Recibirlos por su pueblo, establecerlos en la tierra de Canaán, y colmarlos de beneficios.

P. ¿Qué significa aquella tierra?

R. Era la imagen del cielo.

P. ¿Qué prometió el pueblo?

R. Amar a Dios de todo corazón y observar sus mandamientos con fidelidad.

P. ¿Bajo qué pena?

R. So pena de ser arrojado de ella y oprimido de miserias.

P. Esta alianza, ¿fue fielmente cumplida?

R. De parte de Dios, sí.

P. ¿Qué milagro obró para poner a su pueblo en posesión de la tierra prometida?

R. Mandó retroceder las aguas del Jordán para dar paso franco a los israelitas, y detuvo el curso del sol.

P. ¿Cómo fue cumplida la alianza por parte del pueblo?

R. Muy mal.

P. ¿Cuántas veces se rebelaron en el desierto?

R. Más de diez veces.

P. ¿Qué hizo después de establecerse en la tierra prometida?

R. Olvidó a Dios muchas veces y adoró los ídolos de sus enemigos.

lunes, 26 de septiembre de 2011

LA REFORMA LITÚRGICA DEL VATICANO II (VIII)

PABLO VI LE DIO LA RAZÓN AL CARDENAL OTTAVIANI EN SUS CRÍTICAS A LA PRIMERA EDICIÓN DEL "NOVUS ORDO"

No vale la pena recoger las piedras que se lanzaron contra el cardenal Ottaviani cuando se le ocurrió dirigirse por escrito al Papa en 1969, a raíz de la promulgación del Nuevo Misal, para pedirle con amor filial una reconsideración del mismo, sobre todo de algunos números concernientes a la "Ordenación general del Misal romano". Los medios de comunicación y no pocos eclesiásticos trataron a dicho cardenal como si se tratara del más encarnizado enemigo de la Santa Iglesia católica. Pero en realidad todo se explica sabiendo la ojeriza que le guardaban los que estaban siempre prontos a acoger cualquier novedad y a darla por buena, o mejor, por la sola razón de ser nueva.

Es un acto de justicia recordar los titulares de protesta y de rechifla contra el gran cardenal, aparecidos en uno de los rotativos de Madrid, a cuenta de uno de estos clérigos "progresistas" que acusaba a Ottaviani de haber dado al Papa el mayor disgusto de su vida. Y hasta revista tan oficiosa como nuestra Ecclesia dio cabida en sus páginas a una crónica de Roma que rezumaba ira y casi desprecio para el cardenal. Su toma de posición acerca del Nuevo Misal se presentaba como exponente máximo de la corriente mas "ultra" del grupo tradicionalista, en un intento de bloquear, "aunque con ninguna posibilidad de éxito, el lento y gradual impulso de reforma en la Iglesia", patrocinado por Pablo VI. Y se recogían juicios y apreciaciones acerca de la postura del cardenal que no miraban a otra cosa sino a dejarle en mal lugar frente al Papa, tachándole, cuando menos, de indiscreto y reaccionario.

No faltaron otros que a cara descubierta le dijeron "soberbio y desobediente". Tampoco faltaron los que señalaron su distinto comportamiento cuando se trató de intervenciones pontificias en otra línea más tradicional, v. gr., la de la Mysterium fidei, Sacerdotalis coelibatus, Catecismo Holandés y Humanae vitae, como si no pudiera estar justificada la distinta toma de posición de una misma persona sobre problemas diversos y hasta sobre distintas decisiones de una misma autoridad, cuando lo que se discute no es la autoridad, sino la oportunidad o el acierto de lo que se ordena, que por lo demás se esta dispuesto a acatar.

Sin embargo, Ottaviani no estaba solo: Aparte que su carta al Pontífice iba apoyada también por el cardenal Bacci, y un escrito adjunto de gran numero de teólogos de valía, otras muchas personalidades, de una forma u otra, expresaron también reservas o reparos. Sin ir más lejos, el mismo arzobispo de Madrid-Alcalá (en la foto) hizo, en una entrevista periodística, algunas puntualizaciones en este sentido. Y monseñor Guerra Campos, secretario del Episcopado español, en unas declaraciones concedidas al diario Ya, de Madrid, a raíz de la publicación en L'Osservatore Romano del comunicado de la Comisión de la Santa Sede, en que se apuntaba la posibilidad o conveniencia de corregir algunas redacciones del Nuevo Misal, vistos los reparos puestos por algunos, dijo entre otras cosas: La Ordenación o "Institución del Misal", no debe confundirse con el texto del Misal. Aquella son la instrucción y norma reguladora del uso de este. Generalmente no es doctrinal. De hecho, el mismo secretario de la Congregación, Bugnini, reafirmo que tal Ordenación no es un texto dogmático, sino mera y simple exposición de normas o ritos.

Pero lo que importa es saber ahora que, sin embargo, Ottaviani tenía razón, y no la tenían en absoluto los que arremetieron contra su escrito al Pontífice, metiéndose no solo con lo que en el se decía, sino también con quién lo decía y la intención con que lo decía. Sí, tenía razón y el Papa Pablo VI se dio cuenta: acogió la sustancia de las reservas de Ottaviani sobre el Nuevo Misal y exigió que en la nueva edición se hicieran los cambios necesarios.

Notaba nuestro obispo secretario que en la Ordenación había una veintena de números que innegablemente contenían materia doctrinal acerca de la Misa. Sobre todo los números 7 y 8. Y lo que ellos decían sería tornado por más de uno como síntesis doctrinal del misterio eucarístico. Y aunque era verdad que, bien leída, toda la Ordenación contenía recogida y dispersa a la vez toda la doctrina tradicional sobre la Misa, no obstante, había que reconocer que, si estos números (los 7 y 8 especialmente) se leían desligados de los demás, resultaban defectuosos, tanto por lo que tocaba al sentido de la memoria y presencia, como al carácter sacrificial de la santa Misa.

Si el equivoco hubiese sido buscado a propósito, no podría formularse mejor: era todo un monumento de ambigüedad. Y en aquella situación de la Iglesia era de temer la utilización parcial de estos textos, de buena o de mala fe; por ello la ocasión ofrecida a la ambigüedad era lamentable y no fácil de explicar. Palabras estas bien graves y significativas las del secretario de los obispos españoles, y que, desgraciadamente tuvieron, muy luego, comprobación práctica, pues protestantes hubo que dijeron poder hacer ya suya la doctrina católica sobre la Misa, y hasta decir nuestra Misa,
Sobre dos puntos fundamentalmente recayeron las objeciones contra la Ordenación del Nuevo Misal: el de la doctrina acerca de la significación de la Misa, cuya definición o descripción, dada por el Nuevo Misal, no parecía fiel a la tradicional doctrina católica ni a lo definido por Trento; y el de lo que es y supone el sacerdote celebrante en orden a la celebración eucarística, tanto respecto a Cristo como respecto a la asamblea o pueblo. Quien conoce la fidelidad insobornable del cardenal Ottaviani a la tradición católica y sabe de la virtud personal que le adornaba (a la cual dedicaremos otro artículo), así como de la lealtad a toda prueba que tenía al Vicario de Cristo, en quien veía, como él mismo dijo, “la estrella salvadora que nos alumbra en esta noche que atraviesa la Iglesia”, comprenderá sin dificultad lo amargo que seria para él tener que dirigirse al Santo Padre para pedirle una reconsideración de la Ordenación del Nuevo Misal.

Este, sin decir herejías, parecía preferir el lenguaje de que gusta a la herejía al otro que se había elegido cuidadosa e intencionadamente a la hora del Concilio de Trento para cerrar de modo definitivo el paso a una inteligencia herética de la Misa. Las palabras textuales de la famosa carta dirigida a Pablo VI por Ottaviani decía textualmente: "... el nuevo Ordo Missae, si uno considera los elementos nuevos, susceptibles de muy diversas apreciaciones, que en él aparecen sobreentendidos o implicados, se aleja de manera impresionante, en el conjunto y en el detalle, de la teología católica de la santa Misa, tal como fue formulada en la sesión XX del Concilio de Trento, que fijó definitivamente los 'cánones' del rito, levantando una barrera infranqueable contra toda herejía que pudiera poner en peligro la integridad del Misterio."

Y como prueba se referían al examen crítico que acompañaban, preparado por un grupo escogido de teólogos, los que comenzaban, en efecto, diciendo que el Nuevo Misal venia redactado de manera que "puede, en muchos puntos, contentar a los protestantes más modernistas". Y, puestos a señalar estos puntos, censuraban, en primer lugar, la definición de la Misa contenida en el n. 7 del Ordo, donde la palabra "Cena" jugaba con un exclusivismo o preponderancia sospechosos, sin que la presencia real, la realidad del sacrificio, la sacramentalidad del sacerdote (que mas que como presidente de la asamblea hay que ver como actuando en la persona y con la representación de Cristo mismo) y la identidad del sacrificio del altar con el sacrificio del Calvario que no venían debidamente expresados.

Como ya hemos dicho, Pablo VI prestó buena atención a las palabras de Ottaviani y las oportunas correcciones fueron hechas en la segunda edición típica vaticana del Novus Ordo, destacándose debidamente todos esos elementos antes en baja en la definición de la Misa. Así, por ejemplo, donde antes ponía:

La Cena del Señor, o Misa, es la asamblea sagrada o congregación del pueblo de Dios, reunido bajo la presidencia del sacerdote para celebrar el memorial del Señor. De ahí que sea eminentemente valida, cuando se habla de la asamblea local de la Santa Iglesia, aquella promesa de Cristo: ‘Donde están reunidos dos o tres en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos" (Mt. 18,20).’”

Después de la carta de Ottaviani y la revisión que mandó hacer Pablo VI, se cambió el tono y las expresiones y se puso:

El pueblo de Dios, bajo la presidencia del sacerdote que representa la persona de Cristo, es convocado y reunido en la Misa o Cena del Señor, para celebrar el memorial del Señor o sacrificio eucarístico. En consecuencia vale de un modo eminente para esta reunión local de la Iglesia santa la promesa de Cristo: "Cuando dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos" (Mt. 18,20). En la celebración de la Misa, en efecto, en la que se perpetúa el sacrificio de la Cruz, Cristo esta realmente presente en la misma asamblea reunida en su nombre, en la persona del ministro, en su palabra, y de modo sustancial y continuo bajo las especies eucarísticas.

Y podríamos poner otros ejemplos similares. Dijeran, pues, lo que dijeran algunos hipercríticos del cardenal Ottaviani, que se atrevieron a tildarle de ignaro de la teología viéndole poner peros a la redacción del Novus Ordo, tenía toda la razon su examen critico y Pablo VI quiso insistir en la audiencia del 19 de noviembre de 1969, que aunque cambien gestos y expresiones en la Misa, la significación y realidad de esta no cambia: "La Misa del nuevo Ordo es, pues, y seguirá siendo, incluso con mayor evidencia en alguno de sus aspectos, la misma de siempre. La unidad entre la Cena del Señor, el sacrificio de la Cruz y la renovación representativa de ambos acontecimientos en la Misa es inviolablemente afirmada y celebrada en el nuevo orden, al igual que lo era en el precedente. La Misa es y seguirá siendo el memorial de la ultima Cena de Cristo, en la cual el Señor, convirtiendo el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre, instituyó el sacrificio del Nuevo Testamento, y quiso, que en virtud de su sacerdocio, conferido a los Apóstoles, fuera repetido en su identidad, aunque ofrecido en modo diverso; es decir, en modo incruento y sacramental, en memoria perenne de El hasta el día de su venida final" (L'Osservatore Romano, 20-11-69).
Tomado de "Historia de la Iglesia"

domingo, 25 de septiembre de 2011

XV Domingo después de Pentecostés.

Las lágrimas de la madre-Iglesia, simbolizadas en las de la pobre viuda de Naín, obtienen de Dios todos los días la resurrección de numerosos hijos, muertos por el pecado, a la vida sobrenatural de la gracia.
*
Evangelio (San Lucas VII, 11-16)
*
EN AQUEL TIEMPO: Iba Jesús a una ciudad llamada Naín he iban con Él sus discípulos y una gran muchedumbre. Y cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda e iba con ella gran acompañamiento de gente de la ciudad. Luego que la vio el Señor, movido a compasión por ella, le dijo:
“No llores. Y acercóse, y tocó el féretro. Y los que lo llevaban se detuvieron. Dijo entonces: “Mancebo, a ti te digo, levántate.” Y se sentó el que había estado muerto, y comenzó a hablar. Y lo entregó a su madre. Con esto, sobrecogióles a todos gran miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: ¡Un gran profeta ha surgido entre nosotros y Dios ha visitado a su pueblo!
*

sábado, 24 de septiembre de 2011

Un compendio de la Historia Sagrada (VI).

Lección VI.

Del viaje por el desierto y de la ley escrita.

Habiendo rescatado Dios a los israelitas de la esclavitud de Egipto, los llevó a la tierra de Canaán, según las promesas hechas a sus padres. Hizo grandes milagros en aquel viaje, pues les abrió un camino para que pasaran a pie enjuto por medio del mar Rojo, para librarlos de Faraón, que los perseguía. Llevólos por un gran desierto, donde los mantuvo por cuarenta días con el maná que llovía del cielo, e hizo salir agua de un peñasco. Al principio de su viaje llegaron al monte Sinaí, donde Dios les dio su ley. A los cincuenta días después de la Pascua vieron la montaña ardiendo y cubierta de una nube densa, de la cual salían relámpagos, truenos y un ruido como de clarines, y oyeron una voz que dijo:

I. Yo soy el Señor, tu Dios, que te ha sacado de la esclavitud de Egipto. No tendrás otros dioses delante de mí. No harás ídolo ni figura alguna para adorarla.

II. No tomarás el nombre del Señor, tu Dios, en vano.

III. Acuérdate de santificar el día del sábado, es decir, el descanso del día séptimo.

IV. Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas largo tiempo en la tierra prometida.

V. No matarás.

VI. No fornicarás.

VII. No hurtarás.

VIII. No dirás falso testimonio contra tu prójimo.

IX. No desearás la mujer de tu prójimo.

X. No codiciarás los bienes de tu prójimo.

Dios dio a Moisés estos diez mandamientos escritos en dos tablas de piedra, los cuales no contenían más que la ley natural; pero Dios entonces la quiso dar por escrito, porque era tanta la malicia de los hombres, que se olvidaban de ella.

P. ¿A dónde fueron los israelitas después que salieron de Egipto?

R. A la tierra de Canaán, adonde Dios los llevó.

P. ¿Para qué los llevó allá?

R. Para cumplir sus promesas.

P. ¿Cómo pasaron el mar Rojo?

R. Dios les abrió camino seco por medio de las aguas.

P. ¿Por dónde pasaron después?

R. Por un desierto dilatado.

P. ¿Con qué se mantuvieron en él?

R. Con el maná que Dios les enviaba del cielo.

P. Cuando carecieron de agua, ¿de dónde la sacaron?

R. De un peñasco, del cual Dios la hizo brotar.

P. ¿Cuándo les dio Dios su ley?

R. A los cincuenta días después de su salida.

P. ¿En qué lugar?

R. En el monte Sinaí.

P. ¿Cómo apareció la montaña?

R. Encendida y fulminando relámpagos y truenos.

P. Dime los mandamientos que Dios le dio.

R. Yo soy el Señor, tu Dios, que te sacado de Egipto, etc.

P. ¿Fueron escritos estos diez mandamientos?

R. Sí, en dos tablas de piedra.

P. ¿Eran nuevos?

R. No, pues no contenían más que la ley natural.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Un compendio de la Historia Sagrada (V).

Lección V.

Del cautiverio de Egipto y de la Pascua.

Los hermanos de José le vendieron por envidia, y fue llevado a Egipto, en donde estuvo esclavo mucho tiempo; pero se mantuvo fiel a Dios, quien le libró e hizo que llegara a ser privado del rey. José perdonó a sus hermanos y les hizo pasar a Egipto con su padre y toda la familia, en donde murieron, y sus hijos se multiplicaron maravillosamente en aquella tierra. Otro rey de Egipto, temiendo que se hicieran demasiado poderosos, los cargó de penosos trabajos y aun mandó matar a todos los hijos varones. Mas Dios tuvo compasión de su pueblo, y para rescatarle envió a Moisés, descendiente de Leví, con su hermano Aarón, los cuales se presentaron a Faraón (este era el nombre común de los reyes de Egipto), y le mandaron de parte de Dios que dejara marchar a su pueblo, lo que rehusó repetidas veces; y para obligarle, Moisés hizo muchos milagros espantosos, que se llaman las plagas de Egipto. Por fin los israelitas salieron de allí, pero antes celebraron la Pascua de orden de Dios, comiendo cada familia un cordero asado, después de haber señalado con su sangre la puerta de cada casa. Pascua significa paso, y Dios les mandó hacer este sacrificio y una comida semejante cada año en memoria de su rescate; que era señal de que todos los hombres serían rescatados algún día del pecado y de la esclavitud del demonio.

P. Referidme la historia de José.

R. Sus hermanos le vendieron por envidia; estuvo mucho tiempo cautivo en Egipto, y después llegó a ser privado del rey.

P. ¿Qué le hizo a sus hermanos, valido de su grande autoridad?

R. Los perdonó y les hizo ir a Egipto con toda su familia.

P. ¿Qué sucedió en Egipto a los hijos de Israel?

R. Se multiplicaron extraordinariamente.

P. Y el rey de Egipto, ¿qué hizo?

R. Quiso quitarles la vida.

P. ¿Quién los socorrió?

R. Dios.

P. ¿De quién se valió para rescatarlos?

R. De Moisés.

P. ¿Qué hizo Moisés?

R. Grandes milagros para precisar a Faraón a que obedeciese a Dios.

P. ¿Qué cosa es Pascua?

R. Es un cordero que fue sacrificado y comido en la noche de su rescate.

P. ¿Qué se hizo con su sangre?

R. Señalar con ella las casas de los israelitas.

P. ¿Qué significa el rescate de los israelitas?

R. Que Dios rescataría algún día a todos los hombres de la esclavitud del demonio.


miércoles, 21 de septiembre de 2011

Un compendio de la Historia Sagrada (IV).

Lección IV.

De Abraham y demás Patriarcas.

La religión verdadera y la ley natural se conservaron entre algunas personas santas, principalmente del linaje de Sem. Una de ellas fue Abraham, al cual escogió Dios para hacer la alianza con él. Mandóle que dejara su patria, y le prometió que le haría padre de un pueblo innumerable, al que daría la tierra de Canaán, y bendeciría en su descendencia a todas las naciones de la tierra, lo cual manifestaba que el Redentor del mundo había de nacer de su posteridad. Abraham creyó las promesas de Dios, quien le prescribió la circuncisión en señal de su alianza, y le dio un hijo llamado Isaac. Queriendo Dios probar la fe de Abraham, le mandó sacrificar a aquel hijo querido; pero el Señor le detuvo al punto que le iba a degollar. Isaac fue padre de Jacob (por otro nombre llamado Israel), el cual tuvo doce hijos, que fueron: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín. Estos son los doce Patriarcas, padres de las doce tribus que compusieron el pueblo de Israel. También se llaman Patriarcas todos los Santos que vivieron en la ley natural.

P. ¿En quién se conservo la ley natural después del diluvio?

R. En la familia de Noé.

P. ¿Quién fue el justo con quien Dios hizo alianza?

R. Abraham.

P. ¿Qué le mandó Dios?

R. Que dejara su familia y su patria.

P. ¿Y qué le prometió?

R. Hacerle padre de un gran pueblo.

P. ¿Qué otra cosa le prometió?

R. Darle la tierra de Canaán.

P. ¿Cuál fue la mayor cosa que le prometió?

R. Bendecir en su posteridad a todas las naciones de la tierra.

P. ¿Qué quería decir eso?

R. Que el Redentor del mundo había de nacer de la familia de Abraham.

P. ¿Cuál fue la señal de la alianza de Dios con Abraham?

R. La Circuncisión.

P. ¿Quién fue el hijo de Abraham?

R. Isaac.

P. ¿Por qué le quiso sacrificar?

R. Para obedecer a Dios.

P. ¿Por qué le mandó Dios hacer este sacrificio?

R. Para probar su fe.

P. ¿Quién fue Jacob?

R. El hijo de Isaac.

P. ¿Tuvo otro nombre Jacob?

R. Sí, también se llamó Israel.

P. ¿Cuántos hijos tuvo?

R. Doce.

P. ¿Cómo se llamaron?

R. Los Patriarcas y cabezas de las doce tribus, que son los siguientes: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín.

P. ¿De quiénes tomó el nombre la tribu que correspondía al patriarca José?

R. De sus dos hijos Manasés y Efraín.


martes, 20 de septiembre de 2011

Un compendio de la Historia Sagrada (III).

Lección III

Del diluvio y de la ley natural.

Los primeros hijos de Adán y Eva fueron Caín y Abel. Caín mató a su hermano por envidia de su virtud, y los descendientes de Caín fueron perversos. Adán tuvo otro hijo, llamado Set, cuyos hijos se conservaron en el temor de Dios; pero se coligaron después con los malos, y se pervirtieron; de manera que estando todos los hombres entregados ya al mal, resolvió Dios destruirlos con un diluvio universal. Sólo Noé, descendiente de Set, halló gracias delante del Señor. Comunicolé Dios el designio que tenía, y le mando que fabricase un arca, esto es, una nave cuadrada y cubierta en forma de arca, bastante grande para que cupiese en ella un par de cada especie de bestias y de aves. Apenas hubo entrado en ella, cuando Dios hizo que cayese por cuarenta días y cuarenta noches una lluvia espantosa, acompañada de inundaciones del mar, de modo que toda la tierra se cubrió de agua. Todos los hombres y todos los animales se ahogaron, a excepción de ocho personas que se salvaron, a saber: Noé, su mujer, sus tres hijos y sus mujeres, y los animales que tenía dentro del arca. Después del diluvio se pobló de nuevo el mundo por los tres hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, de que resulta que todos somos hermanos. Pero los hombres pronto se hicieron peores que antes, pues en vez de adorar a Dios, la mayor parte de ellos adoraban al sol, a la luna y a otras criaturas. No honraban a sus padres, eran deshonestos, se mataban unos con otros, se robaban, se calumniaban, no decían verdad, y seguían sus deseos desordenados, obrando en todo contra su corazón y su conciencia, que es la ley de la naturaleza.

P. ¿Quién fue el primer homicida del mundo?

R. Caín, el cual mató a su hermano Abel.

P. ¿Por qué le mató?

R. Por envidia de su virtud.

P. ¿Fueron malos como él todos los hombres?

R. La mayor parte de ellos lo fueron.

P. ¿No quedó algún hombre que fuera agradable a Dios?

R. El único fue Noé.

P. ¿Qué hizo Dios para castigar a los hombres?

R. Envió el diluvio.

P. ¿Qué fue el diluvio?

R. Una inundación grande, que cubrió de agua toda la tierra.

P. ¿Qué sucedió a los hombres?

R. Todos se ahogaron.

P. ¿Y los animales?

R. También se ahogaron.

P. ¿Qué se hizo de Noé?

R. Conservóle Dios dentro del arca.

P. ¿Qué era el arca de Noé?

R. Una nave grande, cuadrada y cubierta como un arca.

P. ¿Quién se salvó en ella?

R. Noé con su familia.

P. ¿Y quién más?

R. Un par de bestias y de aves de cada especie.

P. ¿Son todos los hombres nuestros hermanos?

R. Sí, porque todos descendemos de Adán y Eva.

P. ¿Qué cosa es la ley natural?

R. La razón y la conciencia.

P. ¿Qué es lo que nos enseña tocante a Dios?

R. Que a El sólo debemos adorar.

P. ¿Y tocante a los hombres?

R. Que no hagamos a nadie sino lo que quisiéramos que nos hiciesen a nosotros mismos.

P. ¿Y tocante a nosotros mismos?

R. Que moderemos nuestras pasiones y nuestros deseos.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Un compendio de la Historia Sagrada (II).

Del pecado del primer hombre.

Lección Segunda

Algunos ángeles se rebelaron contra Dios, por lo cual los arrojó al infierno, o sea al fuego eterno. Estos son los demonios, o los ángeles del diablo, que se emplean en tentar a los hombres y hacer que se rebelen contra Dios. Uno de esos espíritus malignos se valió de la serpiente, y persuadió a la mujer a que comiese de la fruta del árbol que Dios le había prohibido. Esta la comió y dio a comer de ella a su marido, por lo cual maldijo Dios a la serpiente, y declaró que de la mujer había de nacer el que le quebrantaría la cabeza; es decir, el Redentor del mundo, que había de venir a destruir el poder del demonio. Echó del Paraíso a Adán y a Eva, los cuales se hallaron en un estado miserabilísimo; perdieron la gracia de Dios; quedaron esclavos del diablo y sujetos a la muerte y a todas las incomodidades del cuerpo, además de estarlo también a la ignorancia y a la concupiscencia. La concupiscencia es el amor de nosotros mismos, que nos aparta de amar a Dios, nuestro Criador; y así de ella dimanan todos los pecados que conducen a la muerte eterna. Como Adán y Eva no tuvieron hijos hasta después de haber pecado, nacieron estos sujetos a las mismas miserias que sus padre, y las transmitieron a sus descendientes; de manera que todos los hombres nacen en pecado, enemigos de Dios y destinados al infierno; este es el mal que llamamos pecado original.

P. ¿Quién es el demonio?

R. Es un ángel rebelde a Dios.

P. ¿A qué le condenó Dios?

R. Al fuego eterno.

P. ¿En qué se emplea?

R. En tentar a los hombres y hacerles ofender a Dios.

P. ¿Cómo tentó al primer hombre?

R. Entrando en la serpiente y persuadiendo a la mujer a que comiese de la fruta prohibida.

P. ¿Qué hizo ella después?

R. Dio a comer de la misma fruta a su marido.

P. ¿Y Dios que hizo?

R. Maldijo la serpiente.

P. ¿De qué modo castigó Dios a Adán y a Eva?

R. Los echó del Paraíso terrenal.

P. ¿Qué les prometió?

R. Que la mujer quebrantaría la cabeza de la serpiente.

P. Esto, ¿qué quiere decir?

R. Que el Redentor de los hombres nacería de una mujer para arruinar el poder del demonio.

P. ¿En qué estado se halló el hombre después de su pecado?

R. En el más miserable, así en el alma como en el cuerpo.

P. ¿Qué males sobrevinieron en el cuerpo?

R. Todo género de incomodidades, las enfermedades y la muerte.

P. ¿Y en el alma?

R. La ignorancia y la concupiscencia.

P. ¿Qué cosa es la concupiscencia?

R. La propensión que tenemos a no amar sino a nosotros mismos.

P. ¿Qué produce la concupiscencia?

R. El pecado.

P. ¿Qué proviene del pecado?

R. La muerte eterna.

P. ¿En qué tiempo tuvieron hijos Adán y Eva?

R. Después de su pecado.

P. Su pecado, ¿pasó a sus hijos?

R. Sí, y también a los hijos de sus hijos.

P. ¿Dura todavía ese mal?

R. Sí; todos los hombres nacen con aquel pecado.

P. ¿Cómo se llama este pecado?

R. El pecado original.

(Catecismo Histórico del Abate Fleury, 1897).

domingo, 18 de septiembre de 2011

XIV Domingo después de Pentecostés.

El cristiano debe ser un hombre entero y enemigo declarado de las medias tintas, cuando se trata de proceder según conciencia: no puede estar con Dios y contra Dios, con la Iglesia y contra la Iglesia, con el mundo y contra el mundo. Si se echa confiado en los brazos de la divina Providencia, ella cuidará de él, mientras sea fiel a sus deberes y busque ante todo la gloria de Dios.
*
Evangelio (San Mateo VI, 24-33)
*
EN AQUEL TIEMPO: dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede servir a dos señores, porque, o aborrecerá al uno, y amará al otro o al uno sufrirá, y al otro despreciará. No podéis servir a Dios, y a las riquezas. Por tanto, os digo: no os inquietéis por hallar que comer para sustentar vuestra vida, o por los vestidos para vuestro cuerpo. ¿No es más el alma que la comida, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo como no siembran, ni siegan, ni tienen graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. Pues, ¿no valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros, a fuerza de discurrir, puede añadir un codo a su estatura? ¿Y por qué andáis solícitos por el vestido? Considerad como crecen los lirios del campo: ellos no trabajan, ni hilan. Y sin embargo, yo os digo, que ni Salomón, en el apogeo de su gloria, llegó a vestirse como uno de estos lirios.
Pues, si el heno del campo, que hoy es, y mañana es echado al horno, así viste, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? No os preocupéis, pues, diciendo: “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos?”
Porque los gentiles se afanan por estas cosas. Ya sabe vuestro Padre que habéis menester de todas ellas. Buscad, pues, primeramente* el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas se os darán por añadidura.

*Al aconsejarnos Jesús que busquemos primeramente los bienes del alma, que son los que nos dan derecho al Reino de Dios, nos indica que no debemos descuidar tampoco los bienes honestos del cuerpo, como necesarios que nos son para la vida. La previsión y el ahorro prudentes y moderados no van contra la Providencia, antes bien son virtudes que Dios premia con una tranquilidad optimista respecto al porvenir.
*

sábado, 17 de septiembre de 2011

Conmemoración de la Impresión de las llagas de San Francisco de Asís.

POR LAS LLAGAS SE CONVIRTIÓ FRANCISCO

EN IMAGEN DEL CRUCIFICADO

San Buenaventura, "Leyenda menor" 6,1-4

Francisco, fiel siervo y ministro de Cristo, dos años antes de entregar su espíritu a Dios, habiendo iniciado en un lugar elevado y solitario, llamado monte Alverna, la cuaresma de ayuno en honor del arcángel san Miguel -inundado más abundantemente que de ordinario por la dulzura de la suprema contemplación y abrasado en una llama más ardiente de deseos celestiales-, comenzó a experimentar un mayor cúmulo de dones y gracias divinas.

Elevándose, pues, a Dios a impulsos del ardor seráfico de sus deseos y transformado, por el afecto de su tierna compasión, en aquel que, en aras de su extremada caridad, aceptó ser crucificado, una mañana próxima a la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, mientras oraba en uno de los flancos del monte, vio bajar de lo más alto del cielo así como la figura de un serafín, que tenía seis alas tan ígneas como resplandecientes. En vuelo rapidísimo avanzó hacia el lugar donde se hallaba el varón de Dios, deteniéndose en el aire. Y apareció no sólo alado, sino también crucificado: tenía las manos y los pies extendidos y clavados a la cruz, y las alas dispuestas, de una parte a otra, en forma tan maravillosa, que dos de ellas se alzaban sobre su cabeza, las otras dos estaban extendidas para volar, y las dos restantes rodeaban y cubrían todo el cuerpo.

Ante tal visión quedó lleno de estupor y experimentó en su corazón un gozo mezclado de dolor. En efecto, el aspecto gracioso de Cristo, que se le presentaba de forma tan misteriosa como familiar, le producía una intensa alegría, al par que la contemplación de la terrible crucifixión atravesaba su alma con la espada de un dolor compasivo.

Al desaparecer la visión después de un arcano y familiar coloquio, quedó su alma interiormente inflamada en ardores seráficos y exteriormente se le grabó en su carne la efigie conforme al Crucificado, como si a la previa virtud licuefactiva del fuego le hubiera seguido una cierta grabación configurativa.

Al instante comenzaron a aparecer en sus manos y pies las señales de los clavos, viéndose las cabezas de los mismos en la parte interior de las manos y en la superior de los pies, mientras que sus puntas se hallaban al lado contrario.

Asimismo, el costado derecho -como si hubiera sido traspasado por una lanza- llevaba una roja cicatriz, que derramaba con frecuencia sangre sagrada.

Y, luego que este hombre nuevo Francisco fue marcado con este nuevo y portentoso milagro -singular privilegio no concedido en los siglos pretéritos-, descendió del monte el angélico varón llevando consigo la efigie del Crucificado, no esculpida por mano de algún artífice en tablas de piedra o de madera, sino impresa por el dedo de Dios vivo en los miembros de su carne.


viernes, 16 de septiembre de 2011

Un compendio de la Historia Sagrada.

Lección Primera

De la creación.

Hizo Dios el mundo de la nada, por su palabra, por su voluntad y para su gloria. Le hizo en seis días. El día primero creó el cielo y la tierra; en seguida la luz; el segundo creó el firmamento, al cual llamó cielo: el tercero separó el agua y la tierra, e hizo producir a esta toda especie de plantas; el cuarto creó el sol, la luna y las estrellas; el quinto formó las aves del aire y los peces del mar: el sexto hizo los animales terrestres, y formó al hombre a su imagen: el día séptimo descansó Dios. Para hacer al hombre, formó primero de tierra su cuerpo, y luego infundió en él un alma hecha a su semejanza. El hombre es imagen de Dios, porque es capaz de conocerle y amarle, y este es el fin para que Dios le hizo. El primer hombre se llamó Adán. Dios le dio por compañera a la mujer, que formó de una de sus costillas para que la amase como una porción de sí mismo, y de esta suerte instituyó el matrimonio. La primera mujer se llamó Eva. Puso Dios a Adán y a Eva en el Paraíso terrenal, que era un jardín delicioso, en el cual vivían felices, teniendo licencia de comer de todo género de frutas, menos la del árbol de la ciencia del bien y del mal, que Dios les había prohibido. Andaban desnudos enteramente, y no tenían rubor, porque no tenían malicia. Estaban libres de incomodidades y exentos de la muerte. Creó Dios también ciertos espíritus puros, que son los ángeles.

Pregunta. ¿Quién ha hecho el mundo?

Respuesta. Dios.

P. ¿De qué le hizo?

R. De la nada.

P. ¿Cómo le hizo?

R. Con su palabra.

P. ¿Para qué le hizo?

R. Para su gloria.

P. ¿En cuántos días creó Dios al mundo?

R. En seis.

P. ¿Qué hizo el día primero?

R. El cielo, la tierra, y en seguida la luz.

P. ¿Y el día segundo?

R. El firmamento, al cual llamó cielo.

P. ¿Qué hizo el día tercero?

R. Separó el agua de la tierra y a esta la hizo producir toda especie de plantas.

P. ¿Y el cuarto?

R. Creó el sol, la luna y las estrellas.

P. ¿Y el quinto?

R. Formó en el aire a las aves y a los peces en el mar.

P. ¿Y el sexto?

R. Hizo todos los animales terrestres, y formó al hombre a su imagen.

P. ¿Qué hizo por último, el día séptimo?

R. Después de haber creado todas las cosas, descansó.

P. ¿De qué hizo al primer hombre?

R. El cuerpo lo hizo de la tierra.

P. ¿Y el alma?

R. La creó de la nada.

P. El alma, ¿de quién es imagen?

R. Del mismo Dios.

P. ¿Para que hizo Dios al hombre?

R. Para que le conociese y le amase.

P. ¿De qué hizo a la primera mujer?

R. De una costilla del hombre.

P. ¿Para qué?

R. Para manifestar que ambos eran de una misma carne.

P. ¿Qué era el Paraíso terrenal?

R. Un jardín amenísimo, en el cual puso Dios a Adán y a Eva.

P. ¿En qué estado vivían en él?

R. Vivían dichosos.

P. ¿Cuándo habían de morir?

R. Nunca.

P. ¿Quiénes son los ángeles?

R. Unos espíritus puros que no tienen cuerpo.

(De Catecismo Histórico por el abate Claudio Fleury, 1897).