viernes, 31 de diciembre de 2010

El último día del año.

Y llegamos al último día, al último momento del año. No todos los que comenzaron este año han podido terminarlo.
De los que lo terminan, no todos lo terminan con la felicidad y con la salud con las que nosotros tal vez lo terminamos.
Indudablemente, esto nos debe mover a un acto de gratitud a Dios, que nos ha concedido otro año más.
En estos 365 días hemos vivido más de 8.000 horas, y más de medio millón de minutos. ¿Podremos afirmar con verdad, delante de Dios y de nuestra conciencia, que todas esas horas y todos esos minutos han sido vividos con honestidad, buscando el bien y la verdad? ¿No habremos perdido lamentablemente algunos de esos minutos en actos que nos han rebajado; en violencias, en odios, en torcidas intenciones, en actos de pereza, de soberbia, en egoísmos?
Al terminar este año, no está mal arrepentirnos con sinceridad de todo lo malo que hayamos hecho y de todo lo bueno que hayamos dejado de hacer.
“El Señor creó al hombre de la tierra y o hace volver de nuevo a ella; le señaló un número de días y un tiempo determinado” (Eclo 17, 1-2). Cada uno de los días del año que ha pasado ha sido una responsabilidad para nosotros: ¿lo habremos hecho fructificar? ¿lo habremos dejado perder?.
(R.P. Alfonso Milagro, claretiano, 1915-1981).

jueves, 30 de diciembre de 2010

Carta de la Pontificia Comisión "Ecclesia Dei" para FIUV.


Miembros y simpatizantes de Una Voce Casablanca nos es grato enterarnos que una carta del Secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, monseñor Guido Pozzo, ha sido recibida por nuestro Presidente Ejecutivo de la FIUV don Leo Darroch, el texto de la misiva trata sobre el informe presentado por la FIUV a la Comisión con motivo del tercer aniversario de Summorum Pontificum. Una Voce Casablanca contribuyó a la elaboración de dicho informe. Mas información en el enlace de la FIUV

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Amén.

Expresión que no puede ser más breve ni más rica de significación. Puede significar alabanza, acto de fe en la palabra o en la acción divina, confirmación, aquiescencia. Al final de las oraciones pronunciadas sólo por el sacerdote, el Amén respondido por los fieles tiene el sentido de una aprobación, de un compromiso aceptado. Al final de una doxología, es como la prolongación de la expresión: in saecula saeculorum, la expresión de la alabanza que no acaba nunca.
Hace ya mucho tiempo que los hombres repiten esa breve palabra que nos viene de los antiguos patriarcas, esa palabrita que en los tiempos de la promesa los israelitas repitieron reiteradamente, esa palabra con la que Cristo comenzaba sus discursos decisivos, la palabra que se encuentra en los escritos de los apóstoles; la palabra que resonará en el cielo, resumiendo la adoración de los elegidos.
Yo no he reflexionado sobre ella; no he aprendido a amarla; ni he tratado de aplicarla como una lección a mis rebeldías, ni como un vendaje a mis heridas. No he pensado que venía de tan lejos, conducida por Dios, hacia mi oración; y bastaría con introducir en ella todos mis quereres para estar al resguardo de todo ataque enemigo, para librarme de la dispersión, del pesar y de la muerte.
Cuando el sacerdote dice la misa, lee en su misal oraciones latinas que los fieles no entienden, y el pequeño acólito, en nombre de todos los asistentes, responde con confianza: Amén, sí, así es, todo eso es lo que deseamos, eso es lo que pedimos. Lo aceptamos de antemano, todo lo ratificamos y queremos que Dios acepte los votos que ese sacerdote acaba de formular. Los espíritus paganos pueden sonreírse; de hecho nada hay tan hermoso como esa confianza absoluta en nuestra Madre la Iglesia. Los discípulos de Cristo están tan seguros de que el sacerdote no puede pedir para ellos más que cosas saludables, están tan acostumbrados a poner en manos del Padre celestial la preocupación por los resultados; han comprendido tan bien el significado del Sermón de la Montaña, y que Dios se ocupa de sus necesidades más que de alimentar a los pajarillos; tienen tan absoluta confianza en su Salvador, que basta un simple amén para expresar su docilidad confiada, y sancionar anticipadamente todo lo que la Sabiduría quiere para ellos.
Mi vida podría ser un amén continuado y total. La perfección no consiste en ser raro, sino en ser recto, y para ser recto, no hay que seguir con rigidez sus propias ideas, sino acomodarse a todos los deseos divinos, y no obrar más que para colaborar con el Maestro. –Unus est Magister vester (Uno solo es vuestro Maestro: Mt. 23, 8).
Un amén que nunca se rompa, como un hilo interminable que retorcido diez mil veces sobre sí mismo cruzado y recruzado, siempre flexible y fuerte, llega a convertirse en el maravilloso tejido de la túnica inconsútil –inconsutilis. Sin un nudo, ni resistencia, ni rigidez, pero tampoco con flojedad e inconsistencia, ni bruscas fantasías. No puede tejer con granos de arena, ni formar cordeles con agua.
¡Si tratase de encerrar toda mi vida en un amén!
(Fuente: La oración de las horas de Pedro Charles, s.j. (1957).

martes, 28 de diciembre de 2010

Santos Inocentes, mártires.

“Vox in Rama audita est, plorátus et ululates: Rachel plorant filios suos, et nóluit consolári, quia non sunt” (“Una voz fue oída en Ramá, muchos lloros y alaridos: es Raquel que llora sus hijos, sin querer consolarse, porque ya no existen”, Mt. 2, 18), reza la antífona de Communio en la Sancta Missa de los Santos Inocentes, mártires, que dieron sus pequeñas vidas por el Cordero inmaculado, Nuestro Señor Jesucristo. ¡Cuán dignos de compasión son estos pobres niños, considerados desde un punto de vista natural! Y sin embargo, ¡cuán feliz fue su suerte, si la consideramos desde el punto de vista sobrenatural!
Y ante todo ocurre preguntar: ¿qué habría sido de estos niños a no morir a tan tierna edad? Tal vez se habrían manchado con placeres deshonestos, y más tarde habrían sido enemigos del Salvador y acaso cooperadores de su muerte… En todo caso, no habrían llegado a ceñir su frente con una corona, y su felicidad no habrá dejado de naufragar en la ruina que más tarde sobrevino a todo el pueblo judío.
Preguntémonos ahora qué es lo que ha sido de aquellas inocentes víctimas. Son santos, y santos poderosos, que, según se dice, han recibido de Dios especial poder de intercesión para la hora de la muerte. Son almas inocentes que en el cielo ostentan la aureola de la virginidad. Por eso en la Sancta Missa de hoy, la Iglesia les aplica aquel hermoso pasaje del Apocalipsis, en donde San Juan pinta la felicidad y la gloria de las almas inocentes en el cielo. Son finalmente, santos mártires. La Iglesia los reconoce como tales, porque perdieron su vida por Cristo, y celebra su fiesta de un modo especialmente solemne, aun cuando cae en días de júbilo dentro de la Octava de Navidad. Ellos fueron objeto de una profecía de Jeremías. Jeremías presentó a Raquel, una de las madres primitivas de Israel, llorando con los mismos lamentos sobre el cautiverio del pueblo de Dios en Babilonia, y sobre su reprobación final, hacia lo que la matanza de los inocentes fue el primer paso, con el fin de matar entre ellos al Mesías. El destino de aquellos niños está ligado con el de todo un pueblo, su muerte es profecía y principio de la perdición de toda la nación.
Los niños inocentes encontraron, pues, su felicidad en su martirio. Al trasponer los umbrales de la vida, dice la Iglesia, en un himno a ellos dedicado, habían llenado ya su misión. Rápidamente y sin dolor, al menos sin dolor consciente. En un instante, sin más tiempo que el preciso para cortarles el cuello. Cerraron sus ojos al mundo terrenal y a sus padres carnales, y los abrieron para contemplar eternamente la hermosa faz de Dios.
Ellos fueron la salvaguardia del Salvador, y a ellos les debemos todo lo que por nosotros hizo en los treinta y tres años de su vida. Por esta íntima relación de los Inocentes con Jesús, los ama y festeja tanto la Iglesia, así como también María les debió guardar una compasiva ternura en su corazón. En una encantadora visión, el cantor eclesiástico ve a los pequeños mártires en la gloria jugando alrededor de la Virgen con su Hijo divino: “Vos prima Christi víctima, Grex immolatórum tener, Aram sub ipsam símplices Palma et corónis lúditis” (“Vosotros sois las primeras víctimas de Cristo, los tiernos corderos inmolados por Él; y jugáis, inocentes, ante su altar con vuestras palmas y coronas”). Amén.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Domingo de la Infraoctava de Navidad.

Día santo de la Natividad del Señor.
*
“Puer natus est nobis, et fílius datus est nobis: cujus impérium super húmerum ejus: et vocábitur nomen ejus, magni consilii Angelus” (“Un Niño nos ha nacido, y un Hijo se nos ha dado; el cual lleva sobre sus hombros el principado; y será su nombre: Ángel del gran Consejo”), rezamos en el Introito a la Sancta Missa del día de la Natividad del Señor. Nuestro Salvador ha nacido hoy: alegrémonos. No puede darse tristeza en el día en que nace la vida, el cual, disipando el temor de la muerte baña en la alegría a nuestras almas, por la promesa certera de la eternidad. Nadie hay que no tenga su parte en esta alegría. Nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, al vernos a todos sujetos al pecado, ha venido para libertarnos.
“El Hijo de Dios se hizo carne y es perfectus Deus, perfectus homo, perfecto Dios y perfecto hombre. En este misterio hay algo que debería remover a los cristianos”, nos recuerda San Josemaría en un sermón pronunciado el 24 de diciembre de 1963, y consignada ahora en su obra: “Es Cristo que pasa”. “Iesus Christus, Deus Homo, Jesucristo Dios-Hombre. Una de las magnalia Dei, de las maravillas de Dios, que hemos de meditar y que hemos de agradecer a este Señor que ha venido a traer la paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad. A todos los hombres que quieren unir su voluntad a la Voluntad buena de Dios: ¡no sólo a los ricos, ni sólo a los pobres!, ¡a todos los hombres, a todos los hermanos! Que hermanos somos todos en Jesús, hijos de Dios, hermanos de Cristo: su Madre es nuestra Madre”.
“No hay más que una raza en la tierra: la raza de los hijos de Dios. Todos hemos de hablar la misma lengua, la que nos enseña nuestro Padre que está en los cielos: la lengua del diálogo de Jesús con su Padre, la lengua que se habla con el corazón y con la cabeza, la que empleáis ahora vosotros en vuestra oración. La lengua de las almas contemplativas, la de los hombres que son espirituales, porque se han dado cuenta de su filiación divina. Una lengua que se manifiesta en mil mociones de la voluntad, en luces claras del entendimiento, en afectos del corazón, en decisiones de vida recta, de bien, de contento, de paz”.
“Es preciso mirar al Niño, Amor nuestro, en la cuna. Hemos de mirarlo sabiendo que estamos delante de un misterio. Necesitamos aceptar el misterio por la fe y, también por la fe, ahondar en su contenido. Para esto nos hacen falta las disposiciones humildes del alma cristiana: no querer reducir la grandeza de Dios a nuestros pobres conceptos, a nuestras explicaciones humanas, sino comprender que ese misterio, en su oscuridad, es una luz que guía la vida de los hombres”.
¡Ora pro nobis Sancta Dei Genetrix. Ut digni efficiamur promissiónibus Christi! Amén.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Natividad del Señor.

“Et péperit Filium suum primogénitum, et pannis eum invólvit, et reclinávit eum in praesépio: quia non erat eis locus in diversório…” (“Y dio a luz a su Hijo primogenito, y lo envolvió en pañales, y lo recostó en un pesebre; porque no quedaba lugar para ellos en el albergue…”). De este modo narra el Santo Evangelio de la Noche de Navidad el Nacimiento del Divino Redentor pobre y humilde en un pesebre de Belén. Si todos los nacimientos revisten importancia, ¡cuánta mayor importancia debe concederse al nacimiento y aparición del Redentor!
En el acontecimiento fundamental que celebramos hoy hay dos clases de caracteres que meditar: los externos y los internos. Entre los primeros, cabe consignar que apareció Cristo en el lugar y tiempo profetizados (Mich., V, 2), en el plazo prefijado en las semanas de Daniel (Dan., IX, 24 y sig) y en Bethlehem , la ciudad de David (Mich., V, I). Aparece, en segundo lugar, revestido de los más amables encantos: como un niño. El Divino Niño aparece inconsciente de nuestros pecados y de la suerte que éstos le preparan, y así nada se interpone entre El y nosotros que pueda disminuir nuestra feliz confianza. En tercer lugar, aparece el Salvador, pobre, humilde, abandonado. Su pobreza no puede ser mayor. Todo le falta: la comodidad, el gozo, los amigos, y hasta lo más indispensable. Es una pobreza voluntaria, pero parece hija de la fatalidad… Viene al mundo fuera de la ciudad, a medianoche, e ignorado de todos. ¡Cuán importante era aquel momento para Israel y para toda la humanidad, y hasta para la gloria y el conocimiento de Dios! Y todo permanece en el más absoluto silencio. Sólo María y José forman toda la corte humana del Divino Rey y Señor; y unos cuantos animales, el frío y las tinieblas, y la dura paja del pesebre forman todo su séquito…
Y a pesar de todo, la aparición de Cristo no deja de ser gloriosa, pues el Salvador hace su entrada en el mundo poniéndolo en movimiento; El es el centro de este movimiento y la persona de más influencia a pesar de la oscuridad y la soledad. Así el nacimiento del Salvador aparece rodeado de una nube preñada de tinieblas y de destellos de luz.
Si de la parte externa pasamos a los caracteres internos del Nacimiento de Jesús, entonces penetraremos en la vida interior del divino recién nacido. Aquí ya no hay que hablar para nada de debilidad ni de inconsciencia; no se encuentra más que fuerza y vida; vida magnífica, expansiva, divina. Esta mano diminuta es la diestra poderosa de Dios que lanza el rayo, sostiene el globo terrestre y maneja las riendas del gobierno del mundo y del cielo; este ligero soplo de su respiración es más fuerte que el oleaje del mar; estos labios que aún no balbucean, juzgan las almas en este mismo momento; y esta vista escudriña hasta el más recóndito rincón del universo; y de este pequeño corazón sube un constante sacrificio de olorosos perfumes para honra y gloria infinitas de Dios.
El Divino Niño toma posesión visible de esta tierra, en nombre de su Padre celestial a quien glorifica, para edificarse en ella una casa y fundar un reino en el cual su gloria no tendrá fin. Y luego, el Salvador vuelve los ojos a su Madre. Por primera vez sus ojos carnales ven la bella y amable fisonomía de María, y a esta vista, se dibuja en sus labios una graciosa sonrisa, extendiendo los brazos hacia ella con un grande amor filial. Seguidamente, los fija en su padre nutricio, San José y, a todos nosotros, nos dedica sus primeros pensamientos y afectos, pues ha venido al mundo como Hijo de Dios para salvarnos y revelarnos al Padre de los cielos. En efecto, El tenía también hermanos menores, no carnales, pero sí espirituales, y estos hermanos somos nosotros. A todos nosotros nos abrazó con el pensamiento en aquel precioso instante de su divino nacimiento. ¡Cuán querido debe sernos, entonces, el Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, por esta última circunstancia!
Por eso que en esta noche santa, unimos nuestra alabanza a la milicia celestial, diciendo: “Glória in altíssimis Deo, et in terra pax homínibus bonae voluntátis” (¡”Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!”).
*
¡Feliz Navidad a todos nuestros lectores y amigos de la Tradición católica!

viernes, 24 de diciembre de 2010

Feliz Navidad!!!

Puer natus est nobis,
Et filius datus est nobis:
Cujus imperium super humerum ejus:
Et vocabitur nomen ejus,
Magni consilii Angelus.

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Les desea



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jueves, 23 de diciembre de 2010

El desprendimiento y pobreza cristiana.

El desprendimiento efectivo de lo que somos y poseemos es necesario para seguir a Jesús, para abrir nuestra alma al Señor, que pasa y llama. Por el contrario, el apegamiento a los bienes de la tierra cierras las puertas a Cristo, y nos cierra las puertas al amor y al entendimiento de lo más esencial en nuestra vida: si alguno no renuncia a todo lo que posee no puede ser mi discípulo.
El nacimiento de Jesús, y toda su vida, es una invitación para que nosotros examinemos en estos días la actitud de nuestro corazón hacia los bienes de la tierra. El Señor, Unigénito del Padre, Redentor del mundo, no nace en un palacio, sino en una cueva; no en una gran ciudad, sino en una aldea perdida, en Belén. Ni siquiera tuvo una cuna, sino un pesebre. La precipitada huida a Egipto fue para la Sagrada Familia la experiencia del exilio en tierra extraña, con pocos más medios de subsistencia que los brazos de José acostumbrados al trabajo. Durante su vida pública Jesús pasará hambre, no dispondrá de dos pequeñas monedas de escaso valor para pagar el tributo del templo. El mismo dirá que el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza. La muerte en la cruz es la muestra del supremo desprendimiento.
El Señor quiso conocer el rigor de la pobreza extrema –falta de lo necesario- especialmente en las horas más señaladas de su vida.
La pobreza que ha de vivir el cristiano ha de ser una pobreza real, ligada al trabajo, a la limpieza, al cuidado de la casa, de los instrumentos de trabajo, a la ayuda a los demás, a la sobriedad de vida. Por eso se ha dicho que “el mejor modelo de pobreza han sido siempre esos padres y esas madres de familia numerosa y pobre, que se desviven por sus hijos, y que con su esfuerzo y su constancia –muchas veces sin voz para decir a nadie que sufren necesidades- sacan adelante a los suyos, creando un hogar alegre en el que todos aprenden a amar, a servir, a trabajar”.
Si llegan los bienes, siempre será posible vivir como “esos padres y esas madres de familia numerosa y pobre” y hacer con ellos el bien, porque “la pobreza que Jesús declaró bienaventurada es aquella hecha a base de desprendimiento, de confianza en Dios, de sobriedad y disposición a compartir con otros”.
La pobreza que nos pide a todos el Señor no es suciedad, ni miseria, ni dejadez, ni pereza. Estas cosas no son virtud. Para aprender a vivir el desprendimiento de los bienes, en medio de esta ola de materialismo que parece envolver a la humanidad, hemos de mirar a nuestro Modelo, Jesucristo, que se hizo pobre por amor nuestro, para que vosotros fueseis ricos por su pobreza. (R. P. Francisco Fernández Carvajal).

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Generosidad y espíritu de servicio.

Por aquellos días, María se levantó, y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
La Virgen se da del todo a lo que Dios le pide. En un momento sus planes personales –los tendría- quedan en un rincón para hacer lo que Dios le propone. No puso excusas. Desde el primer momento, Jesús es el ideal único y grandioso para el que vive.
Nuestra Señora manifestó una generosidad a lo largo de toda su existencia aquí en la tierra. De los pocos pasajes del Evangelio que se refieren a su vida, dos de ellos nos hablan directamente de su atención a los demás: fue generosa con su tiempo para atender a su prima Santa Isabel hasta que nació Juan; estuvo preocupada por el bienestar de los demás, como nos muestra su intervención en las bodas de Caná: Fueron actitudes habituales en Ella. Mucho tendría que decirnos sus paisanos de Nazareth de los incontables detalles de María con ellos en la convivencia diaria.
La Virgen no piensa en sí misma, sino en los demás. Trabaja en las faenas de la casa con la mayor sencillez y con mucha alegría; también con gran recogimiento interior, porque sabe que el Señor está en Ella. Todo queda santificado en la casa de Isabel por la presencia de la Virgen y del Niño que va en su seno.
En María comprobamos que la generosidad es la virtud de las almas grandes, que saben encontrar la mejor retribución en el haber dado: habéis recibido gratis, dad gratis. La persona generosa sabe dar cariño, comprensión, ayudas materiales… y no exige que la quieran, la comprendan, la ayuden. Da, y se olvida de que ha dado. Ahí está toda su riqueza. Ha comprendido que es mejor dar que recibir. Descubre que amar “es esencialmente entregarse a los demás. Lejos de ser una inclinación instintiva, el amor es una decisión consciente de la voluntad de ir hacia los otros. Para poder amar de verdad conviene desprenderse de todas las cosas y, sobre todo, de uno mismo, dar gratuitamente… Esta desposesión de uno mismo (…) es fuente de equilibrio. Es el secreto de la felicidad”.
El dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con más capacidad de amar. El egoísmo empobrece, hace el propio horizonte más pequeño. Cuanto más damos, más nos enriquecemos..
A la Virgen le suplicamos hoy que nos enseñe a ser generosos, en primer lugar con Dios, y luego con los demás, con quienes conviven o trabajan junto a nosotros, con quienes nos encontramos en las diversas circunstancias de la vida. Que sepamos darnos en el servicio a los demás, en la vida ordinaria de cada día. (R.P. Francisco Fernández Carvajal).

lunes, 20 de diciembre de 2010

Actualización de la Galería de Fotos.


Hemos actualizado la Galería de Fotos con la Santa Misa Tridentina celebrada este domingo 19 de diciembre de 2010, correspondiente al Cuarto Domingo de Adviento. La Santa Misa fue celebrada por nuestro capellán Msr Jaime Astorga Paulsen. Las fotos se pueden ver linkeando sobre la imagen.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Sermón del Cuarto Domingo de Adviento.

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
“Vox clamántis in desérto: Paráte viam Dómini: rectas fácite semitas ejus…” (“Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus senderos…”), se proclama en este último domingo de Adviento ad portas ya de la Navidad. Y nuevamente la figura de Juan el Bautista se nos hace presente. El lugar donde apareció él no fue ninguna ciudad, ni siquiera ningún país habitado, sino el desierto, las vastas praderas y estepas del bajo Jordán. Juan no abandonó nunca el desierto; antes bien atrajo las muchedumbres hacia el Jordán para recibir el bautismo de penitencia en preparación de la venida del Salvador. Siguiendo la inspiración de Dios, Juan se trasladó a la orilla del viejo Jordán, de tantas implicancias vivenciales para los hebreos, pues por el entraron en la tierra de promisión; por él fueron conducidos al cautiverio, y por el Jordán regresaron de él; y del Jordán debía venir también el Mesías prometido.
El fin de la misión del Precursor fue, como ya lo hemos recordado, preparar los caminos para la venida del Señor. Esta preparación debía hacerse principalmente por la predicación de la penitencia y de la fe en el Cristo. Juan el Bautista vivió en plenitud su vocación de ser el pregonero del Divino Redentor. Para ello centró su predicación en la llamada a la penitencia; al igual que el más severo de los profetas, vivió en la más extrema pobreza y mortificación. Y lo hizo, además, con su palabra: “Vox clamántis in desérto…”. Para despertar este espíritu de conversión y de penitencia en las muchedumbres que lo escuchaban, Juan lo simbolizó en una ceremonia extraordinaria: en el bautismo de agua, que se convirtió en el signo visible de su apostolado; por eso se le llamó también el Bautista.
Juan prepara también los caminos al Cristo, “paráte viam Dómini…”, predicando la fe en El, en su próxima llegada y en su gloria y magnificencia. La primera ocasión para esto se la dio a Juan la opinión del pueblo que le tomó a él por el mismo Mesías. Juan niega que sea él el Mesías, dando un testimonio al Cristo verdadero. Este testimonio tiene tres objetivos. Primeramente, la venida de Cristo. Cristo, el Mesías, está cerca. Seguidamente, el testimonio de Juan apunta a la grandeza y excelencias del Cristo. Juan dice que no puede compararse con El; en general, porque Jesús es más fuerte y más alto, tanto que él (Juan) no es digno de llevar sus sandalias, o, postrándose, de desatar la correa de sus zapatos; y, en especial, atestigua la mayor grandeza del apostolado y de la vocación de Cristo. Juan califica también esta vocación como administración de un bautismo, pero de un bautismo de naturaleza mucho más elevada; y en tercer lugar, Juan da testimonio de la relación del Cristo con el Antiguo Testamento, y de su naturaleza divina. Cristo es Juez, o, mejor aún, el Señor “de la era” (símbolo del reino de Dios, que no sólo abarca Israel, sino el universo entero), el trigo, es “suyo”; El lo purifica, y, como Juez, lo separa de la paja, la cual hace echar al “fuego inextinguible”. El es el mismo Dios, porque comunica el Espíritu Santo. Así preparaba Juan los caminos a Cristo.
La misma aparición de Juan era en sí una preparación al Cristo, porque en su persona, en su ministerio y en sus discípulos, vemos ya prefigurado al Cristo y todo el desarrollo del reino de Cristo. En Juan brilla la buena nueva y la sana orientación del Antiguo Testamento, en la severidad de sus virtudes, en su absoluto aislamiento, en el sentimiento de su propia insuficiencia, en sus anhelosos deseos hacia el Cristo cuyos caminos había de preparar. Pero también se manifiesta aquí la degeneración del mismo Antiguo Testamento. En los fariseos y saduceos se descubre el cáncer que lo corrompe, y en su pertinacia contra el Precursor y los profetas del Cristo, ya se adivina la tenaz oposición que debe conducir a la muerte al mismo Bautista y a Cristo, y conducirles a ellos a su propia ruina, como se lo profetiza el Bautista. También se descubren aquí importantes rasgos del ministerio y apostolado de Cristo. Ante todo es importante el testimonio de la llegada de Cristo y de su significación, de su dignidad de Mesías y de su divinidad. En segundo lugar, tenemos aquí la introducción del Bautismo que, si aun no es más que una figura, será luego el principal Sacramento de la Iglesia. La principal importancia del bautismo de Juan consiste en haber sido la figura del bautismo cristiano. Finalmente, la afectuosa acogida a los pecadores, a los publicanos y a los gentiles, constituye uno de los más notables y salientes rasgos de la semejanza entre Juan y Cristo; este rasgo de la fisonomía moral de Juan, es como una profecía de las futuras misericordias reservadas al mundo de los gentiles. Así iba cumpliéndose la palabra del ángel: Juan será grande ante el Señor, irá delante de El, para aparejarle un pueblo perfecto (“erit enim magnus coram Dómino”, “et ipse praecédet ante illum”, “paráre Dómino plebem perféctam” (Lc 1, 15. 17).
Queridos fieles, en vísperas de la Natividad del Señor, el Cristo, anunciado por Juan el Bautista, permítanme desearles a cada uno de ustedes y a sus familias, amigos y bienhechores, mucha paz y bien en el Señor Jesús que llega.
¡Que la Santísima Virgen, nuestra Buena Madre, nos enseñe a acoger de verdad a Quien predicó Juan el Bautista, preparando nuestra alma convenientemente y a no estar distraídos y dispersos cuando tenemos tan cerca a Jesús, el Señor. Amén!
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Palabras de Cardenal Ratzinger/Benedicto XVI (III).

“Los que sí lo reconocieron –a diferencia de toda esa gente de renombre- fueron “el buey y el asno”: los pastores, los magos, María y José. ¿Es que acaso podría ser de otro modo? En el establo donde está el Niño Jesús no vive la gente fina: allí viven, justamente, el buey y el asno. ¿Pero qué es lo que ocurre con nosotros? ¿Nos hallamos tan alejados del establo porque somos demasiado finos y demasiado sesudos para ello? ¿No nos enredamos también nosotros en sabihondas interpretaciones de la Biblia, en pruebas de la autenticidad o inautenticidad, de forma que nos hemos hecho ciegos para el Niño y no percibimos ya nada de él? ¿No estamos demasiado en “Jerusalén”, en el palacio, encasillados en nosotros mismos, en nuestra propia gloria, en nuestras manías persecutorias para que podamos oír en seguida la voz de los ángeles, acudir al pesebre y ponernos a adorar? Así, pues, esta noche los rostros del buey y del asno nos miran con ojos interrogativos: mi pueblo no entiende; ¿entiendes tú la voz de tu Señor?” (La bendición de la Navidad).
“Podemos imaginar el asombro de los Magos ante el Niño en pañales. Sólo la fe les permitió reconocer en la figura de aquel niño al Rey que buscaban, al Dios al que la estrella los había guiado. En él, cubriendo el abismo entre lo finito y lo infinito, entre lo visible y lo invisible, el Eterno a entrado en el tiempo, el Misterio se ha dado a conocer, mostrándose ante nosotros en los frágiles miembros de un niño recién nacido. “Los Magos están asombrados ante lo que allí contemplan: el cielo en la tierra y la tierra en el cielo; el hombre en Dios y Dios en el hombre; ven encerrado en un pequeñísimo cuerpo aquello que no puede ser contenido en todo el mundo” (san Pedro Crisólogo, Sermón 160, 2). Durante estas jornadas contemplaremos con el mismo asombro a Cristo presente en el tabernáculo de la misericordia, en el sacramento del altar” (18/8/2005).
“Aquí comenzó su camino interior. Comenzó en el mismo momento en que se postraron ante este Niño y lo reconocieron como el Rey prometido. Pero debían aún interiorizar estos gozosos gestos. Debían cambiar su idea sobre el poder; sobre Dios y sobre el hombre y así cambiar ellos mismos… Dios es diverso; ahora se dan cuenta de ello. Y eso significa que ahora ellos mismos tienen que ser diferentes, han de aprender el estilo de Dios”.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Exercitium Nouemdiale ad praeparandum festum Natiuitatis D.N.I.C.


INVITATORIVM
Cantores antiphonam canunt :
CANTORES
Regem venturum Dóminum: * Venite adoremus.
Chorus antiphonam iterat:
CHORVS
Regem venturum Dóminum: * Venite adoremus.
Cantores sequentes canunt prophetias alternantes eas cum antiphona a choro iterata. Dum prophetiae cantantur et ad Canticum necnon ad Hymnum omnes stant, etiamsi Sanctissimum Sacramentum exponatur.
CANTORES
Jucundare, filia Sion, et exulta satis, filia Jerusalem: ecce Dominus veniet, et erit in die illa lux magnam et stillabunt montes dulcedinem, et colles fluent lac et mel, quia veniet Propheta magnus, et ipse renovabit Jerusalem.
CHORVS
Regem venturum Dóminum: * Venite adoremus.
CANTORES
Ecce veniet Deus, et homo de domo David sedere in throno, et videbitis, et gaudebit cor vestrum.
CHORVS
Regem venturum Dóminum: * Venite adoremus.
CANTORES
Ecce veniet Dominus protector noster, Sanctus Israël, coronam regni habens in capite suo, et dominabitur a mari usque ad mare, et a flumine usque ad terminos orbis terrarum.
CHORVS
Regem venturum Dóminum: * Venite adoremus.
CANTORES
Ecce apparebit Dominus, et non mentietur: si moram fecerit expecta eum, quia veniet et non tardabit.
CHORVS
Regem venturum Dóminum: * Venite adoremus.
CANTORES
Descendet Dominus sicut pluvia in vellus: orietur in diebus ejus justitia, et abundantia pacis, et adorabunt eum omnes reges terræ, omnes gentes servient ei.
CHORVS
Regem venturum Dóminum: * Venite adoremus.
CANTORES
Nascetur nobis parvulus, et vocabitur Deus fortis, ipse sedebit super thronum David patris sui, et imperabit, cujus potestas super humerum ejus.
CHORVS
Regem venturum Dóminum: * Venite adoremus.
CANTORES
Bethlehem, civitas Dei summi, ex te exiet Dominator Israël, et egressus ejus sicut a principio dierum æternitatis, et magnificabitur in medio universæ terræ, et pax erit in terra nostra dum venerit.
CHORVS
Regem venturum Dóminum: * Venite adoremus.
In vigilia Nativitatis cantores addunt:
CANTORES
Crastina die delebitur iniquitas terræ, et regnabit super nos Salvator mundi.
CHORVS
Regem venturum Dóminum: * Venite adoremus.
CANTORES
Prope est jam Dominus.
CHORVS:
Venite, adoremus.
*
CANTICVM
*
Lætentur cæli et exultet terra* jubilate montes laudem.
Erumpant montes jucunditatem* et colles justitiam.
Quia Dominus noster veniet* et pauperum suorum miserebitur.
Rorate cæli desuper et nubes pluant justum* aperiatur terra, et germinet Salvatorem.
Memento nostri Domine* et visita nos in salutari tuo.
Ostende nobis Domine miseericordiam tuam* et salutare tuum da nobis.
Emitte Agnum Domine dominatorem terræ* de petra deserti ad montem filiæ Sion.
Veni ad liberandum nos Domine Deus virtutum* ostende faciem tuam, et salvi erimus.
Veni Domine visitare nos in pace* ut lætemur coram te corde perfecto.
Ut cognoscamus Domine in terra viam tuam,* in omnibus gentibus salutare tuum.
Excita Domine potentiam tuam et veni* ut salvos facias nos.
Veni Domine et noli tardare* relaxa facinora plebis tuæ.
Utinam dirumperes cælos et descenderes* a facie tua montes defluerent.
Veni et ostende nobis faciem tuam Domine* qui sedes super Cherubim.
Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto.
Sicut erat in principio et nunc et semper et in sæcula sæculorum. Amen.
*
Deinde celebrans recitat in tonu capituli:
*
CELEBRANS
Præcursor pro nobis ingreditur Agnus sine macula, secundum ordinem Melchisedech, Pontifex factus in æternum, et in sæculum sæculi. Ipse est Rex justitiæ cujus generatio non habet finem.
CHORVS
Deo gratias.
*

HYMNVS
*
En clara vox redarguit
Obscura quæque personans:
Procul fugentur somnia,
Ab alto Jesus promicat.
En Agnus ad nos mittitur
Laxare gratis debitum:
Omnes simul cum lacrymis
Precemur indulgentiam.
Beatus Auctor sæculi
Servile corpus induit:
Ut carne carnem liberans,
Ne perderet quos condidit.
Castæ Parentis viscera
Cælestis intrat gratia:
Venter puellæ bajulat
Secreta quæ non noverat.
Domus pudici pectoris
Templum repente fit Dei,
Intacta nesciens virum
Concepit alvo Filium.
Deo Patri sit gloria,
Ejusque soli Filio,
Cum Spiritu Paraclito
In sæculorum sæcula. Amen.
*

MAGNIFICAT
*
Ad Magnificat cantatur antiphona competentis diei iuxta sequentem ordinem:
Dies 16.- Ecce veniet Rex, * Dominus terræ, et ipse auferet jugum captivitatis nostræ.
Dies 17.- O Sapientia, * quæ ex ore Altissimi prodiisti, attingens a fine usque ad finem fortiter, suaviterque disponens omnia: veni ad docendum nos viam prudentiæ.
Dies 18.- O Adonai et Dux domus Israël, * qui Moysi in igne flammæ rubi apparuisti, et ei in Sina legem dedisti: veni ad redimendum nos in brachio extento.
Dies 19.- O radix Jesse, * qui stas in signum populorum, super quem continebunt reges os suum, quem gentes deprecabuntur: veni ad liberandum nos, jam noli tardare.
Dies 20.- O clavis David, * et sceptrum domus Israël; qui aperis et nemo claudit, claudis et nemo aperit: veni et educ vinctum de domo carceris, sedentem in tenebris et umbra mortis.
Dies 21.- O Oriens, * splendor lucis æternæ, et sol justitiæ: veni et illumina sedentes in tenebris et umbra mortis.
Dies 22.- O Rex gentium, * et desideratus earum: lapisque angularis, qui facis utraque unum: veni, et salva hominem, quem de limo formasti.
Dies 23.- O Emmanuel, * Rex et legifer noster, exspectatio gentium, et Salvator earum: veni ad salvandum nos, Domine Deus noster.
Dies 24.- Cum ortus fuerit sol de cælo, * videbitis Regem regum procedentem a Patre, tamquam sponsum de thalamo suo.

Magníficat sequitur:

Magnificat * anima mea Dominum,
et exsultavit spiritus meus * in Deo salutari meo.
Quia respexit humilitatem ancillae suae, * ecce enim ex hoc beatam me dicent omnes generationes.
Quia fecit mihi magna qui potens est: * et sanctum nomen ejus,
et misericordia ejus a progenie in progenies * timentibus eum.
Fecit potentiam in brachio suo, * dispersit superbos mente cordis sui,
deposuit potentes de sede, * et exaltavit humiles,
esurientes implevit bonis, * et divites dimisit inanes.
Suscepit Israel puerum suum, * recordatus misericordiae suae,
sicut locutus est ad patres nostros, * Abraham et semini ejus in saecula.
Gloria Patri, et Filio, * et Spiritui Sancto.
Sicut erat in principio, et nun et semper, * et in saecula saeculorum. Amen.

Antiphona iteratur et celebrans cantat orationem:

V. Dominus vobiscum.
R. Et cum spiritu tuo.

(Si non sit sacerdos seu priuatim recitatur, loco Dominus vobiscum dicatur:

V. Domine, exaudi orationem meam.
R. Et clamor meus ad Te veniat.)

Oremus. Festina, quaesumus, Domine, ne tardaveris et auxilium nobis supernae virtutis impende ut adventus tui consolationibus subleventur qui in tua pietate confidunt. Qui vivis et regnas cum Deo Patre in unitate Spiritus Sancti Deus, per omnia saecula saeculorum. R. Amen.

ANTIPHONA FINALIS B.M.V.

Alma Redemptoris Mater, quae pervia caeli
Porta manes, et stella maris, succurre cadenti,
Surgere qui curat, populo: tu quae genuisti,
Natura mirante, tuum sanctum Genitorem
Virgo prius ac posterius, Gabrielis ab ore
Sumens illud Ave, peccatorum miserere.

V. Angelus Domini nuntiavit Mariae
R. Et concepit de Spiritu Sancto.

Oremus. Gratiam tuam, quaesumus, Dómine, méntibus nostris infúnde: ut qui, Angelo nuntiánte, Christi Fílii tui Incarnatiónen cognóvimus, per passiónem ejus et crucem ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum. R. Amen.

V. Nos cum prole pia.
R. Benedicat (†) Virgo Maria.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Ejemplo a seguir.

Arzobispado de Guadalajara.
Decreto de erecciòn de Cuasiparroquia de San Pedro en Cadenas.
Teniendo en cuenta que hay Sacerdotes y fieles que quieren seguir la sana Tradiciòn de la Liturgia del Misal Romano del Papa Juan XXIII de 1962, sin oponerse a la reforma que se ha tenido en el Concilio Vaticano II y que ha quedado plasmada en el Misal Romano del Papa Paulo VI de 1970, y sabiendo que hay algunos que se han excluído de la comunión por no ser fieles y que el Obispo tiene "por misión pastoral el grave deber de ejercer una vigilancia clarividente, llena de caridad y fortaleza, de modo que en todas partes se guarde esa fidelidad” (ED no. 5)

Además, para que todos los Pastores, y los demás cristianos tomen nuevamente conciencia, no solo de la legitimidad sino también de la riqueza que representa para la Iglesia la diversidad de carismas y tradiciones de espiritualidad, la cual constituye la belleza de la unidad en la diversidad: Esa sintonía que, bajo el impulso del Espíritu Santo, eleva la Iglesia terrestre al cielo.

Siguiendo la llamada del Papa, de respetar en todas partes, la sensibilidad de todos aquellos que se sienten unidos a la Tradiciòn Litúrgica Latina, por medio de una amplia y generosa aplicaciòn de las normas emanadas hace algun tiempo por la Sede Apostólica, para el uso de la ediciòn tìpica del Misal de 1962. (ED. no 6c). Y puesto que el artìculo 10 del motu proprio "Summorum Pontificum cura" permite que el Ordinario del lugar, si lo considera oportuno, pueda erigir una Parroquia personal segun la norma del c. 518 para las celebraciones con la forma del rito antiguo
POR EL PRESENTE DECRETO SE ERIGE LA CUASIPARROQUIA DE SAN PEDRO EN CADENAS, a tenor de los canones 515, 516, y los demás concernientes a la Cuasiparroquia.
Guadalajara, Jalisco a 6 de Diciembre del 2010.
Juan Card. Sandoval Iñiguez.
Arzobispo Metropolitano de Guadalajara.
Juan Pablo Preciado Ramírez.
Canciller Secretario.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Palabras de Cardenal Ratzinger/Benedicto XVI (II)

El Niño Dios.
*
“(…) al ver las calles y las plazas de nuestras ciudades adornadas con luces resplandecientes, recordemos que estas luces evocan otra luz, invisible para nuestros ojos, pero no para nuestro corazón. Al contemplarlas, al encender las velas de las iglesias o las luces del Nacimiento y del árbol de Navidad en nuestras casas, que nuestro espíritu se abra a la verdadera luz espiritual traída a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. ¡El Dios con nosotros, nacido en Belén de la Virgen María, es la Estrella de nuestra vida!” (21/12/2005).
“El misterio de Belén nos revela al Dios-con-nosotros, al Dios cercano a nosotros, no sencillamente en sentido espacial y temporal; Él está cerca de nosotros porque ha “desposado”, por así decirlo, nuestra humanidad; ha tomado sobre sí nuestra condición, eligiendo ser en todo como nosotros, menos en el pecado, para hacer que nos convirtamos como Él. La alegría cristiana brota, por lo tanto, de esta certeza: Dios está próximo, está conmigo, está con nosotros, en la alegría y en la tristeza, en la salud y en la enfermedad, como amigo y esposo fiel. Y esta alegría permanece también en la prueba, en el sufrimiento mismo, y permanece no superficialmente, sino en lo profundo de la persona que se entrega a Dios y confía en Él”. (16/12/2007).
“El buey y la mula no son un mero producto de la imaginación piadosa, sino que se han convertido en acompañantes del acontecimiento de la Navidad en virtud de la fe de la Iglesia en la unidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En efecto, en Isaías 1, 3 dice: “Conoce el buey a su dueño y el asno el pesebre de su amo; Israel no conoce, mi pueblo no entiende”. Los Padres de la Iglesia vieron en esas palabras un discurso profético que preanuncia el nuevo pueblo de Dios, la Iglesia formada por los judíos y los gentiles. Ante Dios, todos los hombres, judíos y paganos, eran como bueyes y asnos, sin razón ni entendimiento. Pero el Niño del pesebre les abrió los ojos de modo que, ahora, entienden la voz del dueño, la voz de su Señor” (La bendición de la Navidad).

martes, 14 de diciembre de 2010

Palabras de Cardenal Ratzinger/Benedicto XVI (I)

El Niño Dios.
*
“La luz de Cristo quiere iluminar la noche del mundo a través de la luz que somos nosotros; su presencia ya iniciada ha de seguir creciendo por medio de nosotros. Cuando en la Noche Santa suene una y otra vez el himno Hodie Christus natus est, debemos recordar que el inicio que se produjo en Belén ha de ser en nosotros inicio permanente, que aquella Noche Santa es nuevamente un “hoy” cada vez que un hombre permite que la luz del bien haga desaparecer en él las tinieblas del egoísmo (…) El niño Dios nace allí donde se obra por inspiración del amor del Señor, donde se hace algo más que intercambiar regalos” (Homilía Adviento 2002).
“Jesús se hizo niño. ¿Qué es eso de ser niño? Significa, ante todo, que se depende, que se recurre, que se necesita, que se remite uno a otro. En cuanto niño, Jesús procede no sólo de Dios, sino de otro ser humano. Se ha gestado en el seno de una mujer de la que ha recibido su carne, su sangre, su latido, su garbo, su habla. Ha recibido vida de la vida de otro ser humano. Lo propio, que procede así de lo ajeno, no es meramente biológico (…) Podemos, pues, decir que la niñez ocupa un lugar tan destacado en la predicación de Jesús porque está en la más profunda correspondencia con su más personal misterio, con su filiación. Su dignidad más alta, la que remite a su divinidad, no es en último término un poder del que él disfruta, sino que se funda en su referencia al otro, a Dios, al Padre” (El Dios de los cristianos).
“Este es el misterio de Navidad, que podemos comprender mejor a través de tantos símbolos. Entre estos símbolos está el de la luz, que es uno de los más ricos de significado espiritual y sobre el que querría reflexionar brevemente. La fiesta de Navidad coincide, en nuestro hemisferio con la época del año en que el sol termina su parábola descendente y empieza la fase en la que se amplía gradualmente el tiempo de luz diurna, según el recorrido sucesivo de las estaciones. Esto nos ayuda a comprender mejor el tema de la luz que prevalece sobre las tinieblas. Es un símbolo que evoca una realidad que afecta a lo íntimo del hombre: me refiero a la luz del bien que vence al mal, del amor que supera al odio, de la vida que vence a la muerte. Navidad hace pensar en esta luz interior, en la luz divina, que nos vuelve a presentar el anuncio de la victoria definitiva del amor de Dios sobre el pecado y la muerte (…) El Salvador esperado por las gentes es saludado como “Astro naciente”, la estrella que indica el camino y la guía de los hombres, viandantes entre las oscuridades y los peligros del mundo hacia la salvación prometida por Dios y realizada en Jesucristo” (21/12/2005).
Fuente: Benedicto XVI-Joseph Ratzinger: Orar. Planeta. 2009.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Pbro. Jaime Ringeling Leigh, in memoriam.

Este domingo, Día del Señor, y en que recordamos a Nuestra Señora de Guadalupe, dejó de existir en Santiago, el reverendo padre Jaime Ringeling Leigh, a la edad de 88 años y 63 de ordenación sacerdotal, y que fuera cura párroco de Casablanca por casi quince años. El padre Jaime llegó a la Parroquia de Santa Bárbara procedente de la ciudad de Maullín, perteneciente a la Arquidiócesis de Puerto Montt, aunque él era del clero de Valparaíso, a fines de los años 80 y, prontamente, comenzó a desarrollar una intensa labor pastoral que muchos casablanquinos y feligreses recuerdan.
El padre Jaime demostró una predilección especial por la pastoral juvenil y la pastoral familiar, asentadas ambas en la catequesis que para él era fundamental. Su preocupación por extender el servicio litúrgico hacia las zonas rurales, lo llevó a fundar diversas capillas, como la de La Viñilla, que atendía con gran celo sacerdotal en conjunto con un equipo de catequistas que fue consolidando.
También quiso que el templo parroquial fuera hermoseado, y al poco tiempo con la ayuda de benefactores se efectuaron importantes reparaciones en el mismo, como el cambio de piso y la habilitación de nuevas bancas y confesionarios.
Una característica esencial de su personalidad sacerdotal era su cercanía. Del mismo modo, muchos lo recuerdan como un cura al que le gustaba el ministerio de la confesión sacramental.
El padre Jaime logró entrar en el corazón de los casablanquinos literalmente, pues mantuvo durante mucho tiempo un programa en un canal de cable de esta ciudad; allí cada sábado comentaba la palabra de Dios e iluminaba con ella el quehacer cotidiano. Fiel a su personalidad sacerdotal, protegió, cobijó y educó a varios jóvenes, algunos de los cuales son sacerdotes.
Al poco tiempo de acercarse su alejamiento como párroco y con ocasión de su 50 aniversario sacerdotal, la ciudad de Casablanca le otorgó la distinción de Hijo Ilustre en una hermosa ceremonia a la que asistió el entonces Nuncio de Su Santidad el Papa Juan Pablo II, Monseñor Piero Biggio, así como varios obispos compañeros suyos de seminario, como Mons. Bernardino Piñera.
Cuando dejó la parroquia, siempre estuvo dispuesto a colaborar en lo que se le pidiera. Se puede decir que el Padre Jaime hasta el final quiso servir a Dios y a la Iglesia. Su figura cansina era visible a los casablanquinos para los cuales siempre tenía un saludo amable. Por lo que a mí respecta, al querido P. Jaime le debo lo que soy: Diácono de la Santa Madre Iglesia, Iglesia a la que él sirvió con creces hasta desgartarse; por eso, mi gratitud para con él siempre será inmensa e inolvidable.
Padre Jaime Ringeling, descansa en la paz de Cristo y en el regazo de la Buena Madre.
Diácono Eddie Morales Piña.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Gaudete!!!

Domingo III de Adviento.
1ª clase, ornamentos rosados.
*
*
"El Señor está cerca". He aquí el anuncio que nos hace hoy la Iglesia, he aquí por qué nos incita hoy a la alegría y por qué se viste Ella misma hoy de fiesta, con ornamentos rosados, con flores en los altares, con acordes del órgano. Está la Iglesia como impaciente por recibir al Señor, y nos contagia a nosotros de esta santa ansiedad. ¡El señor está cerca! Más aún:"Entre nosotros está Uno a quien muchos no conocen". Esta queja amarga del Bautista desgraciadamente es también hoy verdadera.
¡Un año más, la luz que esperamos pasa al lado de muchos sin iluminarlos; un año más llamará a nuestras puertas el que puede remediar nuestras necesidades. Y muchos estarán dormidos! Las exhortaciones de San Juan Bautista conservan aún toda su importancia, pues el Salvador, que ya ha venido, debe "venir" aún para muchas almas que permanecen sumidas en la ignorancia, y nosotros mismos tenemos que recoger cada vez más perfectamente los frutos de su venida, en nuestras almas. Y el fruto primario que trae consigo la fiesta de Navidad es la realización cada vez más perfecta, de la filiación divina en nosotros, filiación divina por la gracia traducida en la santidad de vida.
Sentimos gran júbilo al acercarse las fiestas de Navidad, que nos recuerdan la venida del humilde Niño del pesebre. Por eso escribe San Pablo: "Gaudete, regocijaos en el Señor, porque el Señor está para llegar"; por eso los sacerdotes celebran hoy con ornamentos rosados; por donde se simboliza la alegría de la celestial Jerusalén, en que Jesús nos ha de introducir al fin de los tiempos.

viernes, 10 de diciembre de 2010

La foto del día: Misa de Campaña.


Misa a los pies del Santo Cristo Redentor, ubicado en la frontera chileno-argentina a 3854 msnm. Celebra el Reverendo Padre Manuel Sirot, superior de los Asuncionistas, acompañado por la comunidad de los Hermanos Maristas de la ciudad de Los Andes. Inicios de la década de 1940. Tomado de "Ceremonia y Rúbrica de la Iglesia Española".

jueves, 9 de diciembre de 2010

Reunión Centros de Misa Tradicional.


El pasado domingo 5 de diciembre, Segundo de Adviento, se llevó a efecto una reunión de algunos Centros de Misa Tradicional, dicho encuentro fue organizado y coordinado por la Agrupación "Magnificat" o Una Voce Chile. Este se llevó a efecto en la ciudad de Santiago, donde se participó del Santo Sacrificio, celebrado por don Milan Tisma y para posteriormente reunirnos a compartir impresiones y estatus de los diferentes grupos que nos encontrabamos presentes. Participaron de esta primera reunión, Una Voce Casablanca, Grupo de Concepción, Grupo de San Felipe, Una Voce Chile, también se invitó a otras agrupaciones, Valparaíso, Viña del Mar, San Bernardo quienes no participaron por diferentes motivos. Proximamente publicaremos los compromisos y tareas que se pretenden realizar para el año venidero. Más fotos aquí.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

La Purísima.

Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios; porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas. Son palabras que la Liturgia pone en labios de Nuestra Señora en esta Solemnidad, y expresan el cumplimiento de la antigua profecía de Isaías.
Todo cuanto de hermoso y bello se puede decir de una criatura, se lo cantamos hoy a nuestra Madre del Cielo. “Exulte hoy toda la creación y se estremezca de gozo la naturaleza. Alégrese el cielo en las alturas y las nubes esparzan su justicia. Destilen los montes dulzura de miel y júbilo las colinas, porque el Señor ha tenido misericordia de su pueblo y nos ha suscitado un poderoso salvador en la casa de David su siervo, es decir, en esta inmaculadísima y purísima Virgen, por quien llega la salud y la esperanza a los pueblos”, canta un antiguo Padre de la Iglesia (San Andrés de Creta).
La Trinidad Santa, queriendo salvar a la humanidad, determinó la elección de María para Madre del Hijo de Dios hecho Hombre. Más aún: quiso Dios que María fuera unida con un solo vínculo indisoluble, no solo al nacimiento humano y terrenal del Verbo, sino también a toda la obra de la Redención que El llevaría a cabo. En el plan salvífico de Dios, María está siempre unida a Jesús, perfecto Dios y hombre perfecto, Mediador único y Redentor del género humano. “Fue predestinada desde toda la eternidad como Madre de Dios juntamente con la encarnación del Verbo, por disposición de la Divina Providencia” Conc. Vat. II).
Por esta elección admirable y del todo singular, María, desde el primer instante de su ser natural, quedó asociada a su Hijo en la Redención de la humanidad. Ella es la mujer de que nos habla el Génesis. Después de cometido el pecado de origen, dijo Dios a la serpiente: Pongo enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. María es la nueva Eva de la que nacerá un nuevo linaje, que es la Iglesia. En razón de esta elección, la Virgen Santísima recibió una plenitud de gracia mayor que la concedida a todos los ángeles y santos juntos, como correspondía a la Madre del Salvador. María está en un lugar singular y único entre Dios y los hombres. Ella es la que en la Iglesia ocupa después de Cristo el lugar más alto y el más cercano a nosotros, es el ejemplar acabado de la Iglesia, modelo de todas las virtudes, a la que hemos de mirar para tratar de ser mejores. Es tan grande su poder salvador y santificador que, por gracia de Cristo, cuanto más se difunde su devoción, más atrae a los creyentes hacia su Hijo y hacia el Padre.
En Ella, purísima resplandeciente, fijamos nuestros ojos, “como en la Estrella que nos guía por el cielo oscuro de las expectativas e incertidumbres humanas, particularmente en este día, cuando sobre el fondo de la Liturgia del Adviento brilla esta solemnidad anual de tu Inmaculada Concepción y te contemplamos en la eterna economía divina como la Puerta Abierta, a través de la cual debe venir el Redentor del Mundo” (Venerable Juan Pablo II).
(R. P. Francisco Fernández Carvajal).

martes, 7 de diciembre de 2010

San Ambrosio, Obispo, Confesor y Doctor.

San Ambrosio era magistrado romano y ejercía el cargo de gobernador de Milán, cuando lo escogió el pueblo para obispo de la ciudad. Bella estampa de prelado, san Ambrosio ejerció un papel considerable. Como consejero de la corte imperial, hizo frente a la herejía, y con su serena energía indujo al emperador Teodosio a hacer penitencia pública por la odiosa matanza perpetrada en Tesalónica. Cúpole la gloria de ganar para Dios, y de bautizar a san Agustín, cuya conversión había de ser tan preciosa para la Iglesia. Con san Agustín, san Jerónimo y san Gregorio Magno, forma el grupo de los cuatro grandes doctores de la Iglesia latina. Murió el 4 de abril del 397; el 7 de diciembre es el aniversario de su consagración episcopal.
San Ambrosio es autor de varios himnos litúrgicos y el que introdujo en Occidente el canto de los salmos a dos coros, alternando los versículos.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Reflexión: II Domingo de Adviento.

La llegada del Mesías fue precedida de profetas que anunciaban la llegada de un gran rey. “Juan aparece como la línea divisoria entre ambos Testamentos: el Antiguo y el Nuevo. El Señor mismo enseña de algún modo lo que es Juan, cuando dice: La Ley y los Profetas hasta Juan Bautista. Es personificación de la antigüedad y anuncio de los tiempos nuevos. Como representante de la antigüedad, nace de padres ancianos; como quien anuncia los tiempos nuevos, se muestra ya profeta en el seno de su madre. Aún no había nacido cuando, a la llegada de Santa María, salta de gozo dentro de su madre. Juan se llamó el profeta del Altísimo, porque su misión fue ir delante del Señor para preparar sus caminos, enseñando la ciencia de salvación a su pueblo”.
Toda la esencia de la vida de Juan estuvo determinada por esta misión, desde el mismo seno materno. Está será su vocación; tendrá como fin preparar a Jesús un pueblo capaz de recibir el reino de Dios y, por otra parte, dar testimonio público de El. Juan no hará su labor buscando una realización personal, sino para preparar al Señor un pueblo perfecto. No lo hará por gusto, sino porque para eso fue concebido. Así es todo apostolado: olvido de uno mismo y preocupación sincera por los demás.
Juan realizará acabadamente su cometido, hasta dar la vida en el cumplimiento de su vocación. Muchos conocieron a Jesús gracias a la labor apostólica del Bautista. Los primeros discípulos siguieron a Jesús por indicación expresa suya, y otros muchos estuvieron preparados interiormente gracias a su predicación.
La vocación abraza la vida entera y todo se pone en función de la misión divina. (…) Cada hombre, en su sitio y en sus propias circunstancias, tiene una vocación dada por Dios; de su cumplimiento dependen otras muchas cosas querida por la voluntad divina… ¿Acercamos al Señor a quienes nos rodean? ¿Somos ejemplares en la realización de nuestro trabajo, en la familia, en nuestras relaciones sociales? ¿Hablamos del Señor a nuestros compañeros de trabajo o de estudio?
(…)
El Precursor señala también ahora el sendero que hemos de seguir. En el apostolado personal –cuando vamos preparando a otros para que encuentren a Cristo-, debemos procurar no ser el centro. Lo importante es que Cristo sea anunciado, conocido y amado. Sólo El tiene palabras de vida eterna, sólo en El se encuentra la salvación. La actitud de Juan es una enérgica advertencia contra el desordenado amor propio, que siempre nos empuja a ponernos indebidamente en primer plano. Un afán de singularidad no dejaría sitio a Jesús.
El Señor nos pide también que vivamos sin alardes, sin afanes de protagonismo, que llevemos una vida sencilla, corriente, procurando hacer el bien a todos y cumpliendo nuestras obligaciones con honradez. Sin humildad no podríamos acercar a nuestros amigos al Señor. Y entonces nuestra vida quedaría vacía.
Nosotros, sin embargo, no somos sólo precursores; somos también testigos de Cristo. Hemos recibido con la gracia bautismal y la Confirmación el honroso deber de confesar, con las obras y de palabra, la fe en Cristo. Para cumplir esta misión recibimos frecuentemente, y aun a diario, el alimento divino del Cuerpo de Jesús; los sacerdotes prodigan la gracia sacramental e instruyen con la enseñanza de la Palabra divina.
Todo lo que poseemos es tan superior a lo que Juan tenía, que Jesús mismo pudo decir que el más pequeño en el reino de Dios es mayor que Juan. Sin embargo, ¡qué diferencia! Jesús está a punto de llegar, y Juan vive fundamentalmente para ser el Precursor. Nosotros somos testigos; pero ¿qué clase de testigos somos? ¿Cómo es nuestro testimonio cristianos entre nuestros colegas, en la familia, entre nuestros amigos? ¿Tiene suficiente fuerza para persuadir a los que no creen todavía en El, a quienes no le aman, a los que tienen una idea falsa acerca de Jesús? ¿Es nuestra vida una prueba, al menos una presunción, a favor de la verdad del cristianismo? Son preguntas que podrían servirnos para vivir este Adviento, en el que no puede faltar un sentido apostólico.
Mira al Señor que viene… Juan sabe que Dios prepara algo muy grande, de lo cual él debe ser instrumento, y se coloca en la dirección que le señala el Espíritu Santo. Nosotros sabemos mucho más acerca de lo que Dios tenía preparado para la humanidad. Nosotros conocemos a Cristo y a su Iglesia, tenemos los sacramentos, la doctrina salvadora perfectamente señalada… Sabemos que el mundo necesita que Cristo reine, sabemos que la felicidad y la salvación de los hombres dependen de El. Tenemos al mismo Cristo, al mismo que conoció y anunció Juan.
La Reina de los Apóstoles aumentará nuestra ilusión y esfuerzo por acercar almas a su Hijo, con la seguridad de que ningún esfuerzo es vano ante El.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Misa Tridentina "Festividad de Santa Bárbara".


Fiesta de Santa Bárbara, virgen y mártir.

La virginidad es el privilegio que por excelencia da derecho a un premio especial en el Paraíso: "De seguir al Cordero Jesús por donde quiera que vaya"; es la virtud que más nos asemeja al divino Salvador. La gloria de la virginidad adquiere un fulgor especial si va unida con el martirio.
*
S. Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthaeum. (Matth. 25, 1-13).
M. Glória tibi, Dómine.

En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo y a la esposa. De las cuales cinco eran necias y cinco prudentes; pero las cinco necias, al coger sus lámparas, no se proveyeron de aceite. Al contrario, las prudentes, junto con las lámparas, llevaron aceite en sus vasijas. Como el esposo tardase en venir, se adormecieron todas, y `al fin se´quedaron dormidas. Mas llegada la medianoche se oyó una voz que gritaba: Mirad que viene el esposo, salidle al encuentro. Al punto se levantaron todas aquellas vírgenes y aderezaron sus lámparas. Entonces las necias dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan. Respondieron las prudentes diciendo: No sea que ´este que tenemos´no baste para nosotras y para vosotras; mejor es que vayáis a los que le venden, y compréis el que os falta. Mientras iban éstas a comprarle, vino el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. Al cabo vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, Señor!, ábrenos. Pero él respondió, y dijo: En verdad os digo que yo no os conozco. Así que, velad vosotros, ya que no sabéis ni el día ni la hora.

M. Laus tibi, Christe.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Santa Bárbara.

Con motivo de celebrarse mañana sábado 4 de diciembre la Festividad de Santa Bárbara, Vírgen y Mártir, Patrona de nuestra Parroquia y del Nuevo Movimiento Litúrgico, se invita cordialmente a Ud. y Familia a la:
*
SANTA MISA TRIDENTINA
(En latín y con canto gregoriano)
*
Sábado 4 de diciembre de 2010
12:00 hrs
*
Oratorio Parroquia
Santa Bárbara de Casablanca
*
Celebra el Rev. Msr. Jaime Astorga Paulsen
*
Casablanca, Chile, diciembre de 2010.
--

jueves, 2 de diciembre de 2010

Meditación de Adviento (I).

El Mesías, príncipe de la paz.
*
La paz es uno de los grandes bienes constantemente implorados en el Antiguo Testamento. Se promete este don al pueblo de Israel como recompensa a su fidelidad, y aparece como una obra de Dios de la que se siguen incontables beneficios. Pero la verdadera paz llegará a la tierra con la venida del Mesías. Por eso los ángeles anuncian cantando: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad. El Adviento y la Navidad son tiempos especialmente oportunos para aumentar la paz en nuestros corazones; son tiempos también para pedir la paz de este mundo lleno de conflictos e insatisfacciones.
Mirad: Nuestro Señor llega con fuerza. Para visitar a su pueblo con la paz y darle la vida eterna. Isaías nos recuerda que en la era mesiánica habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos. Con el Mesías se renueva la paz y la armonía del comienzo de la Creación y se inaugura un orden nuevo.
El Señor es el Príncipe de la Paz, y desde el mismo momento en que nace nos trae un mensaje de paz y de alegría, de la única paz verdadera y de la única alegría cierta. Después las irá sembrando a su paso por todos los caminos: La paz sea con vosotros; soy yo, no temáis. La presencia de Cristo en nuestras vidas es, en toda circunstancia, la fuente de una paz serena e inalterable: Soy yo, no temáis, nos dice.
Las enseñanzas del Señor constituyen la buena nueva de la paz. Y este es también el tesoro que nos ha dejado en herencia a sus discípulos de todos los tiempos: la paz os dejo, mi paz os doy, no os la doy yo como la da el mundo. (…) La paz del Señor trasciende por completo la paz del mundo, que puede ser superficial y aparente, quizá resultado del egoísmo y compatible con la injusticia.
Cristo es nuestra paz y nuestra alegría; el pecado por el contrario, siembra soledad, inquietud y tristeza en el alma. La paz del cristiano, tan necesaria para el apostolado y para la convivencia, es orden interior, conocimiento de las propias miserias y virtudes, respeto a los demás y una plena confianza en el Señor, que nunca nos deja. Es consecuencia de la humildad, de la filiación divina y de la lucha contra las propias pasiones, siempre dispuestas al desorden.
Intentemos, pues, en estos días de Adviento, fomentar la paz y la alegría, superando los obstáculos; aprendamos a encontrar al Señor en todas las cosas; también los momentos difíciles.
Santa María, Reina de la Paz, nos ayudará a tener paz en nuestros corazones, a recuperarla si la hubiéramos perdido, y a comunicarla a quienes nos rodean.
(R. P. Francisco Fernández Carvajal).

miércoles, 1 de diciembre de 2010

!Importante¡: Reporte de la FIUV con ocasión del Tercer Aniversario del Motu Proprio Summorum Pontificum.

Estimados miembros de la FIUV:
Mis agradecimiento a los miembros por proporcionar informes detallados acerca de la aplicación del Motu Proprio Summorum Pontificum en sus países. Este informe ha sido de particular importancia debido a que la Santa Sede había pedido a los obispos de la Iglesia presentar sus informes sobre la aplicación del motu proprio, después de tres años. Era esencial que la FIUV presentara nuestras cuentas de los éxitos y dificultades a nivel parroquial y diocesano durante este período de tres años para que Roma llegara a una verdadera evaluación del motu proprio.

He compilado estos informes individuales en un gran expediente viajando a Roma el 16 de noviembre con Jason King (vicepresidente), y Rodolfo Vargas Rubio (Secretario). Tenía la esperanza de organizar una breve reunión con el Santo Padre Benedicto XVI para presentar una copia personal, como hicimos el año pasado. Sin embargo, no fue posible en esta visita ya que el nuevo Consistorio de Cardenales se llevaba a cabo al final de la semana y los lugares en la audiencia papal del miércoles 17 de noviembre fueron muy limitados.

El informe FIUV es muy amplio y detallado, que se ejecuta a 262 páginas y pesa casi un kilo. Consta de cinco partes. Parte 3 incluye todos los informes individuales de los miembros y contiene la mayor cantidad de información sensible. Por esta razón, esta parte se ha reservado a la Santa Sede y no se hará público. Los miembros encontrarán un archivo adjunto a este correo electrónico que incluye todas las demás partes del informe.

A pesar de la decepción en esta ocasión de no presentar nuestro informe directamente al Papa Benedicto XVI, los seis días en Roma fueron muy importantes para la Federación Internacional Una Voce.

En la mañana del miércoles 17 de noviembre se presentó copia de la memoria a Monseñor Pozzo en la Pontificia Comisión Ecclesia Dei. Nuestros informes son vistos en la Comisión como documentos de gran importancia ya que proporcionan información de los laicos, tanto positivas como negativas, en la forma en que el motu proprio se está aplicando. Más tarde esa mañana asistieron a la audiencia pública del Papa en la Plaza de San Pedro.

El jueves 18 de noviembre se presentó copias del informe a la Congregación para el Culto Divino (donde fuimos recibidos por el cardenal Cañizares), la Congregación para el Clero, la Congregación para los Obispos, y en la Signatura Apostólica (donde fuimos recibidos por el arzobispo Raymond Leo Burke).

En la mañana del viernes 19 de noviembre, tuvimos otra reunión en la Comisión Ecclesia Dei y después de una larga reunión en la Congregación para la Educación Católica donde se debatieron, entre otras cosas, la formación de los seminaristas en nuestros seminarios. Ese mismo día yo había asistido a las 07,00 horas a la Misa del Arzobispo Malcolm Ranjith en la Basílica de San Pedro.

En la mañana del sábado 20 de noviembre, tuvimos el gran privilegio de asistir al Consistorio de Cardenales durante el cual los arzobispos Burke y Ranjith fueron elevados al Sacro Colegio de Cardenales. Hemos recibido invitaciones personales del Arzobispo Burke para asistir no sólo al Consistorio, sino también a la recepción al final del día en el Colegio de América del Norte, y también una recepción aún más la noche siguiente en su oficina en la Cancillería. En la noche del sábado asistí a la "Visite de Colore" en el Salón Papa Pablo VI y se ofreció las felicitaciones de la Federación para el recién elevado Cardenal Ranjith.

Nuestro compromiso final fue a las 10.00 horas del lunes 22 en la Secretaría de Estado en el que se presentó una copia de nuestro informe para el Santo Padre a los "Assessore", Monseñor Peter Wells. Monseñor Wells dijo que se aseguraría de que nuestro informe se colocaría en el apartamento del Santo Padre. Aprovechamos la oportunidad para plantear una serie de cuestiones que son importantes para la labor de la Federación y el tono de la reunión fue cordial y positiva.

Desde la promulgación de Summorum Pontificum la atmósfera de la Federación en Roma ha sido muy acogedor. Se nos ha dicho que estos informes de nuestros miembros han demostrado ser muy importante para dar una voz de los laicos y proporciona a Roma la información que no se reciben a través de los canales habituales de comunicación.

Una copia de este informe se ha colocado en nuestro sitio web www.fiuv.org con fotografías.

Con mis mejores deseos en Domino.

Darroch Leo.

Presidente - Foederatio Una Voce Internationalis.