Hoy la Iglesia celebra la fiesta de la Cátedra de San Pedro. La palabra cátedra materialmente hablando es la silla desde la que enseña el maestro. Desde el punto de vista eclesial es el lugar desde el que enseña el obispo. Los Santos Padres utilizaban la palabra como símbolo de autoridad de los obispos, especialmente el obispo de Roma, es decir, el Papa, desde la cátedra de San Pedro. San Cipriano (siglo III) decía: “Se da a Pedro el primado para mostrar que es una la Iglesia de Cristo y una la Cátedra”
Históricamente, en los calendarios anteriores al siglo IV, se nombraba entre las primeras fiestas de la Iglesia esta de la Cátedra de San Pedro con el nombre de Natale Petri de Cathedra, es decir, “el día de la institución del Pontificado de Pedro, Con esta fiesta se quiso realzar y señalar el episcopado del Príncipe de los Apóstoles, su potestad jerárquica y magisterio en la urbe de Roma y en todo el orbe”. Por la tradición de la Iglesia, sabemos que Pedro residió en Antioquía antes de trasladarse a Roma el año 43 después de Cristo. San Pedro llegó a la ciudad capital del Imperio Romano “para que la luz de la verdad, revelada para la salvación de todas las naciones, se derramase más eficazmente desde la misma cabeza por todo el cuerpo del mundo (…) Este era el lugar apropiado para refutar las teorías de la falsa filosofía, para deshacer las necedades de la sabiduría terrena, para destruir la impiedad de los sacrificios, allí con suma diligencia se había ido reuniendo todo cuanto habían inventado los diferentes errores” (San León Magno).
Pedro -de quien el Señor dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo- se convirtió en el fundamento y roca de la Iglesia, estableciendo su sede en Roma. Y desde la Cátedra de Roma gobernó a la iglesia universal, adoctrinó a sus hermanos y derramó su sangre al igual que su Señor. Todos los sucesores de San Pedro, los diversos papas que han gobernado la Iglesia, han cumplido y cumplirán hasta el final de los tiempos, el mandato de su Señor, de “dirigir y cuidar de los demás pastores que rigen a la grey del Señor, confirmar en la fe al Pueblo de Dios, velar por la pureza de la doctrina y de las costumbres, interpretar –con la asistencia del Espíritu Santo- las verdades contenidas en el depósito de la Revelación.
En este día, pues, los católicos romanos manifestemos nuestra filial adhesión al Sumo Pontífice Benedicto XVI y a su magisterio para que el Señor lo cuide y proteja de los lobos que merodean en torno a su Cátedra. “El amor al Papa es señal de nuestro amor a Cristo”: Dominus conservet eum et vivificet eum beatum faciam eum in terra… El Señor lo conserve y lo vivifique y le haga feliz en la tierra, y no permita que caiga en manos de sus enemigos”. Amén.
Históricamente, en los calendarios anteriores al siglo IV, se nombraba entre las primeras fiestas de la Iglesia esta de la Cátedra de San Pedro con el nombre de Natale Petri de Cathedra, es decir, “el día de la institución del Pontificado de Pedro, Con esta fiesta se quiso realzar y señalar el episcopado del Príncipe de los Apóstoles, su potestad jerárquica y magisterio en la urbe de Roma y en todo el orbe”. Por la tradición de la Iglesia, sabemos que Pedro residió en Antioquía antes de trasladarse a Roma el año 43 después de Cristo. San Pedro llegó a la ciudad capital del Imperio Romano “para que la luz de la verdad, revelada para la salvación de todas las naciones, se derramase más eficazmente desde la misma cabeza por todo el cuerpo del mundo (…) Este era el lugar apropiado para refutar las teorías de la falsa filosofía, para deshacer las necedades de la sabiduría terrena, para destruir la impiedad de los sacrificios, allí con suma diligencia se había ido reuniendo todo cuanto habían inventado los diferentes errores” (San León Magno).
Pedro -de quien el Señor dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo- se convirtió en el fundamento y roca de la Iglesia, estableciendo su sede en Roma. Y desde la Cátedra de Roma gobernó a la iglesia universal, adoctrinó a sus hermanos y derramó su sangre al igual que su Señor. Todos los sucesores de San Pedro, los diversos papas que han gobernado la Iglesia, han cumplido y cumplirán hasta el final de los tiempos, el mandato de su Señor, de “dirigir y cuidar de los demás pastores que rigen a la grey del Señor, confirmar en la fe al Pueblo de Dios, velar por la pureza de la doctrina y de las costumbres, interpretar –con la asistencia del Espíritu Santo- las verdades contenidas en el depósito de la Revelación.
En este día, pues, los católicos romanos manifestemos nuestra filial adhesión al Sumo Pontífice Benedicto XVI y a su magisterio para que el Señor lo cuide y proteja de los lobos que merodean en torno a su Cátedra. “El amor al Papa es señal de nuestro amor a Cristo”: Dominus conservet eum et vivificet eum beatum faciam eum in terra… El Señor lo conserve y lo vivifique y le haga feliz en la tierra, y no permita que caiga en manos de sus enemigos”. Amén.
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