miércoles, 31 de diciembre de 2008

Las reliquias sagradas.

Es sabido que el período medieval se caracterizó por ser una época impregnada por el espíritu religioso, de tal como que todos los aspectos de la realidad fueron vistos mediante una cosmovisión teocéntrica del mundo, todo lo cual ha quedado impreso en el registro cultural de la época que hasta el día de hoy perdura. Fue la época de la Unidad de la Verdad, como la denomina Julio Retamal F. Dentro de estos registros encontramos la denominada forma escritural de la hagiografía, es decir las historias de santos y santas, cuya finalidad era mostrar a los héroes y heroínas de la fe como modelos de ser imitados, ya que ellos, a su vez, habían imitado heroicamente la persona de Cristo.
Entre los elementos considerados en la hagiografía figuraban las llamadas reliquias sagradas, fundamentalmente los huesos de los santos. Así, “en todas las abadías de Europa se exhibían reliquias en relicarios públicos para que los pudieran visitar cientos de peregrinos con la esperanza, gracias a la proximidad de esos restos, de poder ser ayudados, curados o aconsejados”. Dentro de este contexto es que hay que entender el interés y el prestigio que adquirió el llamado Santo Grial en el imaginario medieval. En la Edad Media creer en la existencia del Santo Grial -la copa que Cristo usó en la Última Cena para convertir el vino en Su Sangre-, era una actitud ligada íntimamente a la fe.
Ya en los primeros tiempos de la Iglesia se celebraron los santos misterios sobre los sepulcros de los mártires en las catacumbas, indicando así cómo habían mezclado su sangre con la Sangre de la Víctima del Calvario. Más tarde, se levantaron en Roma templos grandiosos, a manera de vastos relicarios, para cobijar la tumba de los mártires célebres. De ahí la traslación de las sagradas reliquias, parte esencial de la ceremonia de dedicación de una iglesia, así como el uso de encerrar reliquias de mártires en un hueco de la piedra del altar, llamado sepulcro.
Durante la Edad Media las reliquias que más veneración recibían fueron aquéllas que estaban relacionadas a la persona del Señor Jesús; y así se sostuvo que varias astillas de la cruz eran auténticas. Otra reliquia que viene illo témpore es la famosa Túnica de Turín, la Sábana Santa que cubrió el Cuerpo de Cristo, que hasta el día de hoy veneramos con especial reverencia, pues “no cabe duda de que si Cristo es Dios, tuvo conciencia de dejarnos una huella suya” en este humilde trozo de tela.
Las reliquias de los santos y santas de Dios, por otra parte, son verdaderos sacramentales que elevan nuestro espíritu hacia el Único que merece adoración y gloria: Dios Uno y Trino; y, por eso, se les rinde el culto debido. De allí que es sorprendente encontrar, de vez en cuando, donde los anticuarios algunas de ellas, como una de San Juan Bosco (un trocito de tela). Para la canonización de Santa Teresa de Los Andes logramos conseguir también un trocito de la tela en que se pusieron sus restos mortales y un pequeño huesito de la Santa chilena que guardamos como lo que es: una santa reliquia. También tenemos en nuestro poder una reliquia de San José María de Yermo y Parres, religioso mexicano (1851-1904), fundador de la Congregación de “Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los pobres”, religiosas presentes en Casablanca atendiendo un Hogar de Ancianos. Es un pedacito de tela. Y recientemente, un amigo marista nos regaló una estampa con la imagen del ahora San Marcelino Champagnat, que también tiene un pedacito de tela.
El calendario tradicional de las celebraciones litúrgicas de la Iglesia, consagra el día 5 de noviembre la Fiesta de las Sagradas Reliquias.

martes, 30 de diciembre de 2008

Sermón Misa de los Santos Inocentes, mártires.

“Vox in Rama audita est, plorátus et ululates: Rachel plorant filios suos, et nóluit consolári, quia non sunt” (“Una voz fue oída en Ramá, muchos lloros y alaridos: es Raquel que llora sus hijos, sin querer consolarse, porque ya no existen”, Mt. 2, 18), reza la antífona de Communio en la Sancta Missa de los Santos Inocentes, mártires, que dieron sus pequeñas vidas por el Cordero inmaculado, Nuestro Señor Jesucristo. ¡Cuán dignos de compasión son estos pobres niños, considerados desde un punto de vista natural! Y sin embargo, ¡cuán feliz fue su suerte, si la consideramos desde el punto de vista sobrenatural!
Y ante todo ocurre preguntar: ¿qué habría sido de estos niños a no morir a tan tierna edad? Tal vez se habrían manchado con placeres deshonestos, y más tarde habrían sido enemigos del Salvador y acaso cooperadores de su muerte… En todo caso, no habrían llegado a ceñir su frente con una corona, y su felicidad no habrá dejado de naufragar en la ruina que más tarde sobrevino a todo el pueblo judío.
Preguntémonos ahora qué es lo que ha sido de aquellas inocentes víctimas. Son santos, y santos poderosos, que, según se dice, han recibido de Dios especial poder de intercesión para la hora de la muerte. Son almas inocentes que en el cielo ostentan la aureola de la virginidad. Por eso en la Sancta Missa de hoy, la Iglesia les aplica aquel hermoso pasaje del Apocalipsis, en donde San Juan pinta la felicidad y la gloria de las almas inocentes en el cielo. Son finalmente, santos mártires. La Iglesia los reconoce como tales, porque perdieron su vida por Cristo, y celebra su fiesta de un modo especialmente solemne, aun cuando cae en días de júbilo dentro de la Octava de Navidad. Ellos fueron objeto de una profecía de Jeremías. Jeremías presentó a Raquel, una de las madres primitivas de Israel, llorando con los mismos lamentos sobre el cautiverio del pueblo de Dios en Babilonia, y sobre su reprobación final, hacia lo que la matanza de los inocentes fue el primer paso, con el fin de matar entre ellos al Mesías. El destino de aquellos niños está ligado con el de todo un pueblo, su muerte es profecía y principio de la perdición de toda la nación.
Los niños inocentes encontraron, pues, su felicidad en su martirio. Al trasponer los umbrales de la vida, dice la Iglesia, en un himno a ellos dedicado, habían llenado ya su misión. Rápidamente y sin dolor, al menos sin dolor consciente. En un instante, sin más tiempo que el preciso para cortarles el cuello. Cerraron sus ojos al mundo terrenal y a sus padres carnales, y los abrieron para contemplar eternamente la hermosa faz de Dios. Ellos fueron la salvaguardia del Salvador, y a ellos les debemos todo lo que por nosotros hizo en los treinta y tres años de su vida. Por esta íntima relación de los Inocentes con Jesús, los ama y festeja tanto la Iglesia, así como también María les debió guardar una compasiva ternura en su corazón. En una encantadora visión, el cantor eclesiástico ve a los pequeños mártires en la gloria jugando alrededor de la Virgen con su Hijo divino: “Vos prima Christi víctima, Grex immolatórum tener, Aram sub ipsam símplices Palma et corónis lúditis” (“Vosotros sois las primeras víctimas de Cristo, los tiernos corderos inmolados por Él; y jugáis, inocentes, ante su altar con vuestras palmas y coronas”). Amén

lunes, 29 de diciembre de 2008

Libro Sancta Ecclesia Dei

Recientemente nuestro amigo Jorge Enrique García Nieto ha publicado en la red un interesante libro y que puedes conocer en su web, este libro compendia las más relevantes verdades de nuestra fe católica y apostólica. El texto está dividido en seis capítulos; el primero de ellos, lleva por título: "Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana" y es el relato de la historia de la Iglesia, que abarca desde Pentecostés hasta las edades de la Iglesia. Un capítulo que deja al lector con una visión panorámica y completísima de la historia de la Iglesia romana. El segundo capítulo, por su parte, está centrado en los Sacramentos, los que son descritos y explicados teológicamente, con gran detención, por el autor. Seguidamente, en el capítulo III, se nos ilustra acerca del Santo Sacrificio de la Misa, especialmente en sus diversos aspectos que la componen, y especialmente la Forma Extraordinaria de la misma. En el capítulo IV, el autor centra su mirada en la Fe y en el Credo, cuyos artículos son explicados detalladamente; mientras que el siguiente capítulo se refiere a la Oración del Señor: el Pater Noster. También aquí el autor se detiene en el Santo Rosario. Finalmente, el capítulo VI explica los Mandamientos y la Ley de Dios.
El libro contiene, además, dos enjundiosos apéndices referidos a la Fe, la Esperanza y la Caridad, el primero de ellos; mientras que el segundo, aborda el tema de la Santa Iglesia frente al tercer milenio. De este apartado son destacables los aspectos referidos al examen crítico del Novus Ordo Missae y lo relativo a Ecclesia Dei.En síntesis, se trata de un completo compendio de la fe católica. Indispensable para todo católico que quiera dar testimonio fundado de la fe. Lo recomendamos vivamente. El libro se titula: Sancta Ecclesia Dei y su autor Petrus Romanus, que es el seudónimo de nuestro amigo Jorge García Nieto.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Domingo Infraoctava de Navidad.



La Iglesia Hermanas de la Providencia, en Santiago de Chile, volvió a llenarse a medio día de hoy para asistir a la Sancta Missa según la forma extraordinaria, está Missa es celebrada por el sacerdote diocesano Rvdo. D. Milan Tisma cada domingo a las 12 hrs y corresponde a la Asociación Magníficat, miembro de Una Voce. Particularmente hoy asistimos en peregrinación 13 fieles de la Parroquia de Casablanca, amigos del blog e invitados por este, todo en el marco de promoción de la Sancta Missa Tradicional uno de nuestros principales objetivos. Ad maiorem Dei Gloriam.

Domingo Infraoctava de Navidad y Conmemoración de los Santos Inocentes.

S. Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam. (Luc. 2, 33-40).
M. Glória tibi, Dómine.
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En aquel tiempo: José y María, madre de Jesús, estaba maravillados de aquellas cosas que de Él se decían. Y los bendijo Simeón y dijo a María su madre: He aquí que Este ha sido puesto para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y como una señal de contradicción; y a ti, una espada traspasará tu alma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones. Había allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, la cual era ya muy anciana, y había vivido siete años con su marido desde su virginidad. Y esta viuda, que tenía ochenta y cuatro años, no se apartaba del templo, sirviendo dia y noche con ayunos y oraciones. Y como llegase ella en la misma hora, alababa al Señor y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención de Israel. Y cuando hubieron cumplido todas las cosas conforme a la ley del Señor, se volvieron a Galilea y a su ciudad de Nazaret. Y el Niño crecía y se robustecía, lleno de sabiduría: y la gracia de Dios era con Él.
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M. Laus tibi, Christe.
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Los Propios de la Sancta Missa de Domingo Infraoctava de Navidad se pueden encontrar aquí y de Santos Inocentes aquí.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Monseñor Albert Malcolm Ranjith.


Revisando el material que tenemos para publicar en este blog, hemos encontrado en la edición Nº 51, año XIII, Invierno 2008 de "Humanitas. Revista de Antropología y Cultura Cristiana”, Pontificia Universidad Católica de Chile, los siguientes párrafos de una entrevista a Monseñor Albert Malcolm Ranjith, Secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, impresiones que compartimos en su totalidad:

1. A propósito del Motu Proprio Summorum Pontificum promulgado por Benedicto XVI el 7 de julio de 2007: "Veo en esta decisión no sólo la solicitud del Santo Padre de abrir el camino para la vuelta en la plena comunión de la Iglesia, de los seguidores de Monseñor Lefebre, sino tambien un signo para toda la Iglesia sobre algunos principios teológicos-disciplinales que se deben salvaguardar para una profunda renovación, tan deseada por el Concilio. Me parece que hay un fuerte deseo del Papa de corregir esas tentaciones visibles en algunos ambientes que ven el Concilio como un momento de ruptura con el pasado y un nuevo inicio".

2. A propósito de la enseñanza de la Liturgia: " La Liturgia no parece que figure todavía lo suficiente en la lista de las prioridades de los cursos de formación continua de los eclesiásticos".

3. A propósito del Sagrario, Tabernáculo: "En algunas iglesias el Santísimo Sacramento está prácticamente escondido y abandonado en una pequeña capilla poco visible y poco decorada. Todo esto oscurece la fe, tan central de la Iglesia, en la presencia real de Cristo. Para nosotros católicos la Iglesia es esencialmente la morada del Eterno".

4. A propósito de la celebración litúrgica: "Otro serio error es confundir los papeles específicos del clero y los laicos en el altar haciendo del presbiterio un lugar confuso, con demasiado movimiento y no ciertamente "el lugar" donde el cristiano percibe el sentido del estupor y resplandor ante la presencia y la acción salvífica de Dios. El uso de las danzas, de instrumentos musicales y cantos que tiene más bien poco de litúrgico, no está en absoluto conforme con el entorno sagrado de la Iglesia y de la liturgia... Todo esto desnaturaliza la celebración de la S. Misa y hace de ella una coreografía y una manifestación de teatralidad, pero no de fe".

5. A propósito de la comunión recibida en la mano: "Eso ha contribuido de algún modo a una cierta disminución de la fe en la Presencia real de Cristo en la Eucaristía. Esta praxis y la abolición de las balaustradas del presbiterio, de los reclinatorios de las iglesias y la introducción de prácticas que obligan a los fieles a estar sentados o de pie durante la elevación del Santísimo Sacramento reducen el genuino significado de la Eucaristía y el sentido de la profunda adoración que debe dirigir la Iglesia al Señor, el Unigénito Hijo de Dios".

6. A propósito del Novus Ordo: "También hay otros aspectos poco coherentes con la belleza y el estupor por lo que se celebra en el altar. No todo va mal con el Novus ordo, pero hay muchas cosas todavía que deben ser puestas en orden evitando ulteriores daños a la vida de la Iglesia".

viernes, 26 de diciembre de 2008

Virgen de Andacollo y San Esteban Protomártir.

Hoy 26 de diciembre el calendario litúrgico tradicional celebra a la Santísima Virgen María de Andacollo en Chile y a San Esteban en la Iglesia universal. Ambos fiestas son para mí motivo de gran alegría por las razones que explico brevemente a continuación.
Mis padres me llevaron desde pequeño a la Fiesta de la Virgen de Andacollo. Esta es una localidad que está ubicada en la cuarta región del país, cerca de la ciudad de La Serena, que fuera fundada por el conquistador Pedro de Valdivia. Nosotros íbamos a la Fiesta Grande, es decir, en la que hoy celebramos, porque también existe tradicionalmente la “Fiesta Chica” que es el 1 de octubre. Creo que allí nació mi devoción mariana y nuestro profundo amor a la Santísima Virgen, que se acrecentó con el correr del tiempo, toda vez que uno de los Santuarios más grande de Chile dedicado a la Virgen está a escasos ocho quilómetros de Casablanca; me refiero al Santuario de Lo Vásquez. Pues bien, en día de la Virgen de Andacollo se saca en procesión la imagen de la Virgen desde la Iglesia chica y se la conduce en procesión hasta la Basílica. En la foto tomada por mi padre de la procesión, hay un vínculo a una breve reseña de esta fiesta.
Procesión de la Virgen de Andacollo.

Basílica de Andacollo.

Respecto a San Esteban, diácono y protomártir de la Santa Iglesia. Aparte de de San Lorenzo que es el Patrono de los diáconos, pues me encomiendo a Esteban, el primero que dio testimonio de Cristo. “Apenas hemos celebrado el Nacimiento del Señor y ya la liturgia nos propone la fiesta del primero que dio su vida por ese Niño que acaba de nacer. “Ayer, Cristo fue envuelto en pañales por nosotros; hoy, cubre El a Esteban con vestiduras de inmortalidad. Ayer la estrechez de un pesebre tuvo a Cristo niño; hoy, la inmensidad del cielo ha recibido a Esteban triunfante”.

San Esteban, Protomártir.

Día santo de la Natividad del Señor.

“Puer natus est nobis, et fílius datus est nobis: cujus impérium super húmerum ejus: et vocábitur nomen ejus, magni consilii Angelus” (“Un Niño nos ha nacido, y un Hijo se nos ha dado; el cual lleva sobre sus hombros el principado; y será su nombre: Ángel del gran Consejo”), rezamos en el Introito a la Sancta Missa del día de la Natividad del Señor. Nuestro Salvador ha nacido hoy: alegrémonos. No puede darse tristeza en el día en que nace la vida, el cual, disipando el temor de la muerte baña en la alegría a nuestras almas, por la promesa certera de la eternidad. Nadie hay que no tenga su parte en esta alegría. Nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, al vernos a todos sujetos al pecado, ha venido para libertarnos.
“El Hijo de Dios se hizo carne y es perfectus Deus, perfectus homo, perfecto Dios y perfecto hombre. En este misterio hay algo que debería remover a los cristianos”, nos recuerda San Josemaría en un sermón pronunciado el 24 de diciembre de 1963, y consignada ahora en su obra: “Es Cristo que pasa”. “Iesus Christus, Deus Homo, Jesucristo Dios-Hombre. Una de las magnalia Dei, de las maravillas de Dios, que hemos de meditar y que hemos de agradecer a este Señor que ha venido a traer la paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad. A todos los hombres que quieren unir su voluntad a la Voluntad buena de Dios: ¡no sólo a los ricos, ni sólo a los pobres!, ¡a todos los hombres, a todos los hermanos! Que hermanos somos todos en Jesús, hijos de Dios, hermanos de Cristo: su Madre es nuestra Madre”.
“No hay más que una raza en la tierra: la raza de los hijos de Dios. Todos hemos de hablar la misma lengua, la que nos enseña nuestro Padre que está en los cielos: la lengua del diálogo de Jesús con su Padre, la lengua que se habla con el corazón y con la cabeza, la que empleáis ahora vosotros en vuestra oración. La lengua de las almas contemplativas, la de los hombres que son espirituales, porque se han dado cuenta de su filiación divina. Una lengua que se manifiesta en mil mociones de la voluntad, en luces claras del entendimiento, en afectos del corazón, en decisiones de vida recta, de bien, de contento, de paz”.
“Es preciso mirar al Niño, Amor nuestro, en la cuna. Hemos de mirarlo sabiendo que estamos delante de un misterio. Necesitamos aceptar el misterio por la fe y, también ahondar en su contenido. Para esto nos hacen falta las disposiciones humildes del alma cristiana: no querer reducir la grandeza de Dios a nuestros pobres conceptos, a nuestras explicaciones humanas, sino comprender que ese misterio, en su oscuridad, es una luz que guía la vida de los hombres”.
¡Ora pro nobis Sancta Dei Genetrix. Ut digni efficiamur promissiónibus Christi! Amén.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Sermones de la Natividad del Señor.

Natividad del Señor. Misa de la Aurora.

“El venérunt festinántes: et invenérunt Mariam et Joseph, et infántem pósitum in praesépio” (“Y fueron gozosos, y encontraron a María, a José y al Niño recostado en un pesebre”), leemos en el Santo Evangelio de la Misa de la Aurora en la Natividad de Nuestro Señor. La aurora que la Iglesia nos manda celebrar en este día, es el principio de ese día de salvación que comenzado ya en la tierra, se prolonga hasta la eternidad para no tener ocaso.
La primera revelación del Nacimiento del Señor se hizo a unos pastores, gente sencilla, indocta, cándida y obscura, que en las inmediaciones de Belén cuidaban sus rebaños. Y dicha revelación se hizo por medio de los ángeles, que son los mensajeros de Dios y del Salvador. La manera como los ángeles hicieron la revelación fue extraordinariamente familiar, amable y llena de atención honrosa a los pastores. La aparición de un ángel revestido de la Gloria de Dios, deslumbró con la luz celestial a los pastores, y la razón de haber aparecido con la Gloria de Dios, fue porque venía a anunciar la venida de Dios mismo, para compensar con su esplendor la pobreza y desamparo del Señor y para preparar y excitar la fe los pastores con su mensaje, según el cual debían encontrar al Señor como “niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre”. Este Niño, cuyo embajador es el ángel y de cuya luz se viste éste, no es otro que el Mesías, el Señor.
Pero aún no fue esto bastante. Para el mismo fin, para dar idea de la grandeza del Niño recién nacido y garantir las palabras del primer ángel, apareció luego un gran número de ellos y, rodeando a los pastores, entonaron un magnífico himno de alabanza: “Glória in altíssimis Deo et in terra pax homínibus bonae voluntátis”, es decir, los que son objeto del afecto de Dios. Pero aún les esperaba algo mucho más hermoso y encantador, cuando, siguiendo las indicaciones del ángel, fueron y encontraron al Niño, tal como se les había anunciado. Seguramente fueron recibidos por José y María, con gran bondad, con respetuosa atención y con alegría, y les fue permitido contemplar, adorar, y tal vez acariciar al Niño Dios.
¡Felices pastores! Ellos vieron no sólo un rayo de la gloria del Señor y a los santos ángeles, sino también a María y a José y al mismo Señor. Ellos son los felices herederos de todas las promesas. Lo que David y Abraham se perecían por ver, esto tenían ellos en sus manos como una hermosa realidad y verdad. Por ellos debía ser dada a conocer por primera vez la venida del Señor. Los pastores, a su regreso de la gruta del pesebre, contaron lo visto por todas partes y su narración producía gran admiración.
Sin duda, la sencillez era lo que distinguía a los pastores; y, al parecer, fue esta sencillez la que les valió el honor y la dicha de encontrar y ver al Salvador. La sencillez todo lo cree, todo lo acepta y practica, sin pensar en sí misma, como fue este el caso de los pastores. Tal vez no había en Israel otros santos tan sencillos como aquellos pastores, y por esto son los más apropiados oyentes del concierto angélico y los más apropiados adoradores de la humildad y sencillez del Niño-Dios. Amén.
*
Natividad del Señor. Misa del Gallo.

“Et péperit Filium suum primogénitum, et pannis eum invólvit, et reclinávit eum in praesépio: quia non erat eis locus in diversório…” (“Y dio a luz a su Hijo primogenito, y lo envolvió en pañales, y lo recostó en un pesebre; porque no quedaba lugar para ellos en el albergue…”). De este modo narra el Santo Evangelio de la Noche de Navidad el Nacimiento del Divino Redentor pobre y humilde en un pesebre de Belén. Si todos los nacimientos revisten importancia, ¡cuánta mayor importancia debe concederse al nacimiento y aparición del Redentor!
En el acontecimiento fundamental que celebramos hoy hay dos clases de caracteres que meditar: los externos y los internos. Entre los primeros, cabe consignar que apareció Cristo en el lugar y tiempo profetizados (Mich., V, 2), en el plazo prefijado en las semanas de Daniel (Dan., IX, 24 y sig) y en Bethlehem , la ciudad de David (Mich., V, I). Aparece, en segundo lugar, revestido de los más amables encantos: como un niño. El Divino Niño aparece inconsciente de nuestros pecados y de la suerte que éstos le preparan, y así nada se interpone entre El y nosotros que pueda disminuir nuestra feliz confianza. En tercer lugar, aparece el Salvador, pobre, humilde, abandonado. Su pobreza no puede ser mayor. Todo le falta: la comodidad, el gozo, los amigos, y hasta lo más indispensable. Es una pobreza voluntaria, pero parece hija de la fatalidad… Viene al mundo fuera de la ciudad, a medianoche, e ignorado de todos. ¡Cuán importante era aquel momento para Israel y para toda la humanidad, y hasta para la gloria y el conocimiento de Dios! Y todo permanece en el más absoluto silencio. Sólo María y José forman toda la corte humana del Divino Rey y Señor; y unos cuantos animales, el frío y las tinieblas, y la dura paja del pesebre forman todo su séquito…
Y a pesar de todo, la aparición de Cristo no deja de ser gloriosa, pues el Salvador hace su entrada en el mundo poniéndolo en movimiento; El es el centro de este movimiento y la persona de más influencia a pesar de la oscuridad y la soledad. Así el nacimiento del Salvador aparece rodeado de una nube preñada de tinieblas y de destellos de luz.
Si de la parte externa pasamos a los caracteres internos del Nacimiento de Jesús, entonces penetraremos en la vida interior del divino recién nacido. Aquí ya no hay que hablar para nada de debilidad ni de inconsciencia; no se encuentra más que fuerza y vida; vida magnífica, expansiva, divina. Esta mano diminuta es la diestra poderosa de Dios que lanza el rayo, sostiene el globo terrestre y maneja las riendas del gobierno del mundo y del cielo; este ligero soplo de su respiración es más fuerte que el oleaje del mar; estos labios que aún no balbucean, juzgan las almas en este mismo momento; y esta vista escudriña hasta el más recóndito rincón del universo; y de este pequeño corazón sube un constante sacrificio de olorosos perfumes para honra y gloria infinitas de Dios.
El Divino Niño toma posesión visible de esta tierra, en nombre de su Padre celestial a quien glorifica, para edificarse en ella una casa y fundar un reino en el cual su gloria no tendrá fin. Y luego, el Salvador vuelve los ojos a su Madre. Por primera vez sus ojos carnales ven la bella y amable fisonomía de María, y a esta vista, se dibuja en sus labios una graciosa sonrisa, extendiendo los brazos hacia ella con un grande amor filial. Seguidamente, los fija en su padre nutricio, San José y, a todos nosotros, nos dedica sus primeros pensamientos y afectos, pues ha venido al mundo como Hijo de Dios para salvarnos y revelarnos al Padre de los cielos. En efecto, El tenía también hermanos menores, no carnales, pero sí espirituales, y estos hermanos somos nosotros. A todos nosotros nos abrazó con el pensamiento en aquel precioso instante de su divino nacimiento. ¡Cuán querido debe sernos, entonces, el Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, por esta última circunstancia!
Por eso que en esta noche santa, unimos nuestra alabanza a la milicia celestial, diciendo: “Glória in altíssimis Deo, et in terra pax homínibus bonae voluntátis” (¡”Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!”).
¡Feliz Navidad a todos nuestros lectores y amigos de la Tradición católica!
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Vigilia de la Natividad del Señor.

“Hodie sciétis, quia véniet Dóminus el salvávit nos: et mane vibébitis glóriam ejus” (“Hoy sabréis que el Señor vendrá y nos salvará; y mañana veréis su gloria”), reza el Introito de la Sancta Missa en la Vigilia de la Natividad del Señor. La Iglesia está expectante y espera con júbilo el doble advenimiento del Redentor, que salva a su pueblo de los pecados y es el pastor de Israel, o sea de la Iglesia, en que entran todos los que creen en Jesucristo.
En el Evangelio de la Missa se nos narra la dura y amarga prueba por la que debieron pasar la Virgen María y San José cuando este se entera que está esperando un hijo. María no había participado nada a su esposo sobre la concepción sobrenatural del Salvador, y entretanto los indicios naturales se hacían cada día más evidentes. Fue precisamente amarga la cruz, que sin querer y sin culpa alguna ellos dos se la preparaban y agravaban mutuamente. El uno era la cruz del otro. Probablemente, José y María se habían desposado con el mutuo compromiso de guardar eterna virginidad; y he aquí a María puesta en circunstancias que fatalmente la delatan como perjura e infiel a su compromiso, lo cual no podía menos de herir a José en su honor, de escarnecerle en su confianza y en alto aprecio que hasta entonces había profesado a María.
Pero, ¿cómo Dios soluciona el conflicto y recompensa a los castos esposos? Dios, envía a José un ángel que se le apareció en un sueño profético, quien le consuela y recompensa: “Joseph, fili David, noli tímere accípere Maríam conjúgem tuam: quod enimin ea natum est, de Spíritu sancto est. Páriet autem fílium, et vocábis nomen ejus Jesum: ipse enim salvum fáciet pópulum suum a peccátis eórum” (“José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer; porque lo que en ella ha nacido, del Espíritu Santo es. Así que parirá un Hijo; y le darás el nombre de Jesús, pues El ha de salvar a su pueblo de sus pecados”).
El ángel del Señor revela a José el misterio de la Encarnación y la maravillosa concepción del Salvador, el cumplimiento de las promesas hechas a la casa de David, el nombre del Niño y la misión que ha de cumplir. Despeja, además, todas las dudas y le anima tomar a María como esposa. El será, pues, el padre legal de Jesús, le dará el nombre y Jesús y María le estarán sujetos. María, por su parte, ¡cuán exaltada queda a los ojos de San José! Este verá en ella desde ahora a la Santísima Madre del Mesías.
Entremos, pues, en la ya cercana Navidad de la mano del Glorioso Patriarca San José, para que nos conduzca a contemplar al Niño de Belén junto a María, su Madre, en la pequeña gruta de Belén. Y unamos nuestras voces al coro de los ángeles: “¡Glória in altissímis Deo, et in terra pax homínibus bonae voluntátis!” Amén.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Anuncio de Navidad.

La "Kalenda".

En los Coros de las Catedrales y de los Monasterios, se canta hoy con pompa inusitada, en el Oficio de Prima, el anuncio oficial de la Navidad del Señor, que trae el Martirologio y que textualmente dice así:

Anno a creatione mundi, quando in principio Deus creavit caelum et terram, quinquies millesimo centesimo nonagesimo nono; a diluvio autem, anno bis millesimo nongentesimo quinquagesimo septimo; a nativitate Abrahae, anno bis millesimo quintodecimo; a Moyse et egressu populi Israel de Aegypto, anno millesimo quingentesimo decimo; ab unctione David in Regem, anno millesimo trigesimo secundo; Hebdomada sexagesima quinta, juxta Danielis prophetiam; Olympiade centesima nonagesima quarta; ab urbe Roma condita, anno septingentesimo quinquagesimo secundo; anno Imperii Octaviani Augusti quadragesimo secundo, toto Orbe in pace composito, sexta mundi aetate, Jesus Christus, aeternus Deus aeternique Patris Filius, mundum volens adventu suo piissimo consecrare, de Spiritu Sancto conceptus, novemque post conceptionem decursis mensibus (Hic vox elevatur, et omnes genua flectunt), in Bethlehem Judae nascitur ex Maria Virgine factus Homo.

En el año 5.199 de la Creación del Mundo, cuando al principio creó Dios el cielo y la tierra; en el 2.957 del diluvio; en el 2.015 del nacimiento de Abraham; en el 1.510 de Moisés y la salida del Pueblo de Israel de Egipto; en el 1.031 de la unción del Rey David; en la semana 65 de la profesía de Daniel; en la Olimpiada 194; en el año 752 de la fundación de Roma; en el 42 del imperio de Octavio Augusto; estando todo el orbe en paz; en la sexta edad del mundo: Jesucristo, Dios Eterno e Hijo del Eterno Padre, queriendo consagrar al mundo con su misericordiosísimo advenimiento, concebido por el Espíritu Santo, y pasados nueve meses después de su concepción, nació "Hecho hombre, de la Virgen María, en Belén de Judá".

martes, 23 de diciembre de 2008

SALUDO DE NAVIDAD.


Queridos amigos y amigas de la Tradición Católica y de nuestro blog creado al amparo de Santa Bárbara, virgen y mártir, les ofrecemos este saludo y regalo de Navidad haciendo nuestras las palabras del Rvdo. Padre Alfonso Milagro (1915-1981):

"Hace muchos, muchos años,
en un pesebre nació
un Niño pobre, muy pobre:
ese niño es Niño y Dios.
*
El hizo todas las cosas, cielos y tierra creó;
de los tesoros del mundo El es Dueño y Señor.
El se construyó un palacio de incalculable valor,
superior en hermosura a los del rey Salomón,
y ha nacido en un pesebre, impregnado del olor
de las bestias que lo ocupan: estas bestias eran dos.
*
Su Santa Madre María llora de gozo y dolor
al contemplar a su Hijo dormidito en un cajón.
Su cuerpecito mal cubierto, de frío se estremeció
y en llanto desconsolado rompió su divina voz.
*
Al oírlo se arrodilla la Madre del Niño Dios
y le ofrece su cariño, su vida, su inmenso amor.
Como la Virgen María, quiero yo darte, Señor,
lo que de Ti he recibido: alma, vida y corazón".
*
¡Glória in altíssimis Deo et in terra pax homínibus bonae voluntátis!
¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!
*
¡Feliz Navidad y que la Paz de Cristo reine en vuestros corazones en el Año del Señor 2009!

Fraternalmente en Cristo con nuestras oraciones y bendiciones
Santa Bárbara de la Reina de Casablanca

lunes, 22 de diciembre de 2008

Pastor Angelicus.


El 9 de octubre se cumplieron 50 años de la ida a la Casa del Padre del Siervo de Dios, el Papa Pío XII, quien guió a la Iglesia Católica hasta 1958. Cuando uno observa las imágenes que han quedado de su paso por esta vida, tanto en fotografías como en películas, no deja de sorprenderse del halo de santidad que se desprendía de su persona, especialmente en aquellos momentos en que se recogía en oración. Parecía distante y heriático, pero prodigaba humanidad y paternidad para todos los hombres y mujeres puestos a su cuidado como fiel reflejo del Divino Pastor y Maestro. Por eso que es incomprensible que durante muchas décadas, precisamente se ha tratado de enlodar su memoria, presentándolo como un pontífice todo lo contrario de lo que acabo de decir, esto es, que Pío XII fue un ser alejado, distante y frío en los años de la Segunda Guerra Mundial.
Hoy, transcurridos ya el medio siglo de su Pascua, la memoria histórica de Pío XII, el Pastor Angelicus, comienza a ser valorada en su integridad desde la perspectiva de los métodos de investigación históricos objetivos y bien documentados. Empieza a develarse la verdadera imagen del pontífice, oculta por los prejuicios, pues desde siempre se ha tenido la certeza de su santidad y de su honda preocupación por la humanidad en los años de la guerra y, especialmente, sus desvelos por el pueblo hebreo. Como dice Margherita Marchione: “En realidad, Pío XII salvó la vida a miles y miles de hebreos y perseguidos. Muchos edificios eclesiásticos, incluida su residencia en Castel Gandolfo, fueron transformados en lugares de acogida y de refugio. Todo se desarrolló no sólo gracias a su consenso sino, sobre todo, según las órdenes de Pío XII”. Hoy, promediando ya la primera década del siglo XXI, principia a hacerse justicia con el Pastor Angelicus, lo que sólo podrá terminar cuando Pío XII sea elevado a la gloria de los altares.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Sermón del Cuarto Domingo de Adviento.

“Vox clamántis in desérto: Paráte viam Dómini: rectas fácite semitas ejus…” (“Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus senderos…”), se proclama en este último domingo de Adviento ad portas ya de la Navidad. Y nuevamente la figura de Juan el Bautista se nos hace presente. El lugar donde apareció él no fue ninguna ciudad, ni siquiera ningún país habitado, sino el desierto, las vastas praderas y estepas del bajo Jordán. Juan no abandonó nunca el desierto; antes bien atrajo las muchedumbres hacia el Jordán para recibir el bautismo de penitencia en preparación de la venida del Salvador. Siguiendo la inspiración de Dios, Juan se trasladó a la orilla del viejo Jordán, de tantas implicancias vivenciales para los hebreos, pues por el entraron en la tierra de promisión; por él fueron conducidos al cautiverio, y por el Jordán regresaron de él; y del Jordán debía venir también el Mesías prometido.
El fin de la misión del Precursor fue, como ya lo hemos recordado, preparar los caminos para la venida del Señor. Esta preparación debía hacerse principalmente por la predicación de la penitencia y de la fe en el Cristo. Juan el Bautista vivió en plenitud su vocación de ser el pregonero del Divino Redentor. Para ello centró su predicación en la llamada a la penitencia; al igual que el más severo de los profetas, vivió en la más extrema pobreza y mortificación. Y lo hizo, además, con su palabra: “Vox clamántis in desérto…”. Para despertar este espíritu de conversión y de penitencia en las muchedumbres que lo escuchaban, Juan lo simbolizó en una ceremonia extraordinaria: en el bautismo de agua, que se convirtió en el signo visible de su apostolado; por eso se le llamó también el Bautista.
Juan prepara también los caminos al Cristo, “paráte viam Dómini…”, predicando la fe en El, en su próxima llegada y en su gloria y magnificencia. Juan niega que sea él el Mesías, dando un testimonio al Cristo verdadero. Este testimonio tiene tres objetivos. Primeramente, la venida de Cristo. Cristo, el Mesías, está cerca. Seguidamente, el testimonio de Juan apunta a la grandeza y excelencias del Cristo; y en tercer lugar, Juan da testimonio de la relación del Cristo con el Antiguo Testamento, y de su naturaleza divina. El es el mismo Dios, porque comunica el Espíritu Santo.
La misma aparición de Juan era en sí una preparación al Cristo, porque en su persona, en su ministerio y en sus discípulos, vemos ya prefigurado al Cristo y todo el desarrollo del reino de Cristo. Así iba cumpliéndose la palabra del ángel: Juan será grande ante el Señor, irá delante de El, para aparejarle un pueblo perfecto (“erit enim magnus coram Dómino”, “et ipse praecédet ante illum”, “paráre Dómino plebem perféctam” (Lc 1, 15. 17). ¡Que la Santísima Virgen, nuestra Buena Madre, nos enseñe a acoger de verdad a Quien predicó Juan el Bautista, preparando nuestra alma convenientemente y a no estar distraídos y dispersos cuando tenemos tan cerca a Jesús, el Señor. Amén!

Cuarto Domingo de Adviento (Semidoble de 2ª clase - Ornamentos morados)

ESTACIÓN EN LOS DOCE SANTOS APÓSTOLES.

La misa del 4º Domingo de Adviento, como toda la liturgia de este tiempo, tiende a disponernos al doble advenimiento de Cristo, advenimiento de misericordia en Navidad, y de justicia al fin de los siglos. El Introíto, Evangelio, Ofertorio y Comunión se refiere al primero, la Epístola al segundo, la Colecta, Gradual y Aleluya conciernen tanto al uno como al otro.
¡Examínate, cristiano, si tú estás ya preparado para salir al encuentro del Salvador!.

S. Sequéntia sancti Evangélii secúndum Lucam. (Luc. 3, 1-6).
M. Glória tibi, Dómine.

En aquel tiempo: El año decimoquinto del imperio de Tiberio César, gobernando Poncio Pilatos la Judea, siendo Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de Judea y de la provincia de Traconítide, y Lisanías tetrarca de Abilina; hallándose de sumos sacerdotes Anás y Caifás, el Señor hizo entender su palabra a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. El cual obedeciendo al instante vino por toda la ribera del Jordán, predicando un bautismo de penitencia para la remisión de los pecados: como está escrito en el libro de las palabras o vaticinios del profeta Isaías: Se oirá la voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas: todo valle será terraplenado, todo monte y cerro, allanado, los caminos torcidos serán enderezados y los escabrosos igualados. Y verán todos los hombres al Salvador enviado de Dios.
M. Laus tibi, Christe.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Un recuerdo de la Ordenación Sacerdotal de San Pío X.


Revisando el archivo histórico de nuestro blog, hemos encontrado la portada de la Revista Católica publicada en la ciudad de Valparaíso en 1908 y en que se rendía homenaje al Sumo Pontífice Pío X, puesto que ese año se cumplían las Bodas de Oro de la Ordenación Sacerdotal del santo varón. Pues bien, han transcurrido cien años desde la edición de esa revista, por lo que este año 2008 recordamos el ciento cincuenta aniversario desde que el obispo de Treviso lo consagró sacerdote en la Iglesia de Castelfranco.
Lo que el Señor había comenzado, habrá de culminar en el año 1903 cuando sea electo papa. A la pregunta de que nombre adoptaría, el cardenal Sarto respondió: “Será Pío, como los que sufrieron mucho”. Adoptó como lema de su pontificado: “Instaurare omnia in Christo”. Murió en olor de santidad el 20 de agosto de 1914, siendo proclamado santo el 29 de mayo de 1954 por el Siervo de Dios Pío XII.
*
“Dios todopoderoso y eterno –le rogamos con una oración de la Misa-, que para defender la fe católica e instaurar todas las cosas en Cristo, colmaste al Papa San Pío X de sabiduría divina y de fortaleza apostólica, concédenos que, dóciles a sus instrucciones y ejemplos, consigamos la recompensa eterna”. Per Dominum.

ALTARES DEL AYER.


Altares del ayer, donde la gloria
de Cristo revelaba su esplendor
en cada misa. Hoy sois sólo el motor
de mi amarga y febril jaculatoria.
*
Han arrasado con la iglesia. El culto
al hombre encomia la herejía
y suman a Tu pan de cada día
desolación e insulto tras insulto.
*
Pero aquí estoy Señor. Si de consuelo
te sirve, fiel a nuestra tradición.
Entre santos, retablos y un cristiano
*
amor a tu sagrario que es el cielo
donde te hallo tras cada confesión,
católico, apostólico, romano.

Jorge Antonio Doré
*
Nota: El Altar de la foto, corresponde al que se encontraba ubicado en el Templo del Santuario de Lo Vasquez, ese Altar fue desmantelado y el Sagrario colocado a un costado.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Mensaje de Navidad 2008


Extraído del buzón de nuestro correo, les hacemos extensivo el siguiente Mensaje de Navidad:

A los queridos Presbíteros, Diáconos y Catequistas de todo el mundo.

Mis gozosos y fraternales augurios de una santa y festiva Navidad y de un Año 2009 lleno de luz, de gracia y de servicio en favor de Jesucristo y de los hermanos, especialmente de los pobres y de aquellos que sufren: La Navidad no se cierra en la sola conmemoración de un extraordinario acontecimiento del pasado, que recordamos con amor y gratitud, sino que es un avenimiento que hoy se actualiza en medio de nosotros.

Jesucristo viene porque nos ama y quiere salvarnos del mal, de todos los males y hasta de la muerte. Viene para acogernos, hacernos experimentar su amor, trasformarnos en discípulos suyos, verdaderos hijos del Padre celeste, para invitarnos a anunciar en todo el mundo que Dios es amor y que nos ama sin medida e incondicionalmente. ¡Jesús viene! Se hace nuestro compañero en el camino de la vida. Dejémonos alcanzar por El. Dejemos que habite en nosotros. El cenará con nosotros en una comunión inimaginable, en la que nos hará probar la profundidad misteriosa y eficaz de su amistad y de su salvación. Iluminados y transformados por este encuentro con El iremos a anunciarlo a cada hombre y a cada mujer de nuestro tiempo. ¡Esta es la Navidad!

Cardinal Cláudio Hummes
Arzobispo Emérito de San Pablo (Brasil)
Prefecto de la Congregación para el Clero

jueves, 18 de diciembre de 2008

Expectación del Parto de la B. V. María. (ornamentos blancos)

El calendario litúrgico tradicional celebra hoy la Expectación del Parto de la B. V. María.
Como la Anunciación cae dentro de Cuaresma y en este santo tiempo no solían celebrarse antiguamente fiestas de Santos, decretaron los Padres españoles en el X Concilio Toledano (año de 650) que la solemnidad de la Anunciación de María fuese trasladada al 18 de diciembre. Esta y la Asunción eran las dos únicas fiestas mariales.
Llamóse después Expectación del Parto, y más tarde Nuestra Señora de la O, sin duda por coincidir ese día 18 con el comienzo de las grandes Antífonas O, que caracterizan esta última semana del santo tiempo de Adviento.
La misa es del todo parecida a la votiva de la Virgen en Adviento, y nos dispone admirablemente a las santas alegrías de Navidad, haciendo más ferviente nuestra expectación y los deseos que venga a nuestras almas el Redentor del mundo.
Pidamos, pues, a la Virgen sin mancilla nos haga participar de los sentimientos que a ella misma le animaban en los días que precedieron a su santo alumbramiento.
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Allelúja, allelúja.
V. (Luc. 1, 31.) Ecce virgo concípiet, et páriet fílium Jesum Christum. Allelúja.
*
Aleluya, aleluya.
V. (Luc. 1, 31.) He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Jesucristo. Aleluya.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

A propósito del “pro multis”.


La famosa frase “traductore, traditore” a lo largo de la historia de la cultura siempre se ha cumplido. Es decir, muchas veces quienes han traducido a otros idiomas textos han tergiversado o alterado el espíritu y la letra del original. Por eso que ser traductor es una tarea muy delicada, pues implica no sólo conocer los procedimientos técnicos propios de la traducción, sino de algún modo captar el espíritu del creador del texto primario. Esto especialmente ocurre cuando se traducen textos literarios, pues no es lo mismo leer a Shakespeare en inglés que hacerlo en castellano, o leer a Cervantes en inglés que hacerlo en el castellano en que fue escrito el Quijote de 1605 y 1615; de allí el aserto de la famosa frase: "Traductore, traditore", es decir, el traductor es un traidor.Pero no siempre es así, pues hay traducciones realmente muy cercanas al espíritu del original. Ustedes se preguntarán hacia dónde va este escribidor. El 17 de octubre de 2006 el entonces Prefecto de la Congregatio de Cultu Divino et Disciplina Sacramentorum, el Cardenal Francis Arinze, solicitó que en el transcurso de dos años, es decir, hasta 2008, los fieles de la Sancta Ecclesiae fueran catequizados en torno a la verdadera traducción de la frase "pro multis" que se dice en la consagración del caliz y que ha sido traducida erróneamente "por todos", siendo que la traducción exacta del latín al castellano, en este caso, es "por muchos".
La diferencia filológica implica, además, una diferencia substancial desde el punto de vista teológico. No es lo mismo, "pro multis" que "pro omnibus".
Pues bien, han pasado los dos años, y aún se sigue escuchando en castellano "por todos", así como "for all", "per tutti", y equivalentes... de la catequesis sugerida por el cardenal Arinze que yo sepa nunca se llevó a cabo. Ahora la Congregatio de Cultu Divino et Disciplina Sacramentorum tiene otro Prefecto, el Cardenal Antonio Cañizares, "el pequeño Ratzinger"; a él, probablemente, le corresponderá ver cómo se traduce ahora en el nuevo misal romano el famoso "pro multis".
En la carta del Cardenal Arinze, se hace la aclaración de la frase “por muchos”: “la expresión por muchos, mientras permanece abierta a la inclusión de cada uno de los seres humanos, refleja, además, el hecho de que esta salvación no es algo mecánico, sin el deseo o la participación voluntaria de cada uno; por el contrario, el creyente es invitado a aceptar por la fe el don que le es ofrecido y a recibir la vida sobrenatural que es dada a los que participan del misterio, viviéndolo en sus vidas de modo tal que sean parte del número de los “muchos” a los que se refiere el texto” (nº 3, e).

martes, 16 de diciembre de 2008

Mi Misalito

Cuando cada uno de nosotros hizo su Primera Comunión, se nos regaló un librito de oraciones que se conoció con el nombre de Misalito. Con el tiempo, este librito se convirtió en un adorno más con que los padres presentan a sus hijos aquél día en el templo. Sin embargo, hasta antes de la reforma conciliar del Vaticano II, el Misalito cumplía efectivamente lo que su nombre indicaba: ser el primer auxiliar que tenía el niño para participar en la Sancta Missa, y donde uno aprendía las primeras oraciones, las diversas devociones y la doctrina cristiana. Esos misalitos eran una verdadera joya como libro desde el punto de vista de su materialidad. A Dios gracias, conservo el que me acompañó el día de mi primera comunión; fue publicado en Barcelona en 1961 por el Rvdo. Padre Bernardo de la Cruz y lleva por título “Horas místicas. Devocionario que contiene la misa y principales prácticas y oraciones del fiel cristiano”. Pues bien, ese misalito me acompañó por años, y probablemente a muchos de nuestros lectores le habrá ocurrido lo mismo con el suyo. Lo más hermoso del librito era el modo con que se nos introducía en la participación de la misa y en el cultivo de las devociones cristianas y en la práctica de la confesión. Con el misalito aprendimos a vivir nuestra fe católica y por eso que para nosotros es un auténtico sacramental.
Con el advenimiento de la reforma litúrgica, el misalito desapareció, como también el uso de los Misales. La reforma conciliar desechó los misales de uso de los fieles y estos fueron a dar a los estantes donde se llenaron de polvo, a las bodegas como textos “inservibles”, y lo que es peor, misteriosamente, donde los anticuarios que los ofrecen como objetos antiguos. Comentaba anteriormente que he visto varios ejemplares a la venta en la Plaza O´Higgins en Valparaíso en la feria de antigüedades. Sin embargo, en varias casas el misal diario se conservó, como ocurrió en la mía. Se trata del “Misal completo para los fieles” del sacerdote jesuita Vicente Molina, editado en Valencia en 1959.
Con el tiempo, mis amigos me han obsequiado otros como el “Misal diario y vesperal” de Dom Gaspar Lefebvre, OSB de la abadía de San Andrés, Brujas, Bélgica, editado en Bruselas en 1953, y cuyo contenido abarca la Sancta Missa, los sacramentos y el oficio divino. Con este misal, uno de los más completos que existen recuperé la costumbre de participar en la Misa Gregoriana, llamada ahora Forma Extraordinaria del Rito Romano, gracias al querer de nuestro querido Sumo Pontífice Benedicto XVI. En este Misal se sostiene en el prólogo que “si la Misa es la mejor devoción, siguese naturalmente que el Misal es el mejor devocionario”… Y otro amigo me regaló para una reciente navidad -¡qué mejor obsequio!- el “Misal completo latino-español para los fieles” del Padre Valentín Sánchez Ruiz, también sacerdote jesuita, publicado en Madrid en 1957.
Cuando ahora veo en la celebración de la Santa Misa en la Forma Ordinaria a algunos fieles siguiendo el oficio litúrgico en esa gran obra de Mrs. Eladio Vicuña que es el “Oremus”, me recuerdo de mi misalito con el que aprendí a vivir cristianamente y que me ha acompañado a lo largo de los años como fiel testimonio de la Tradición Católica. Como reza en la portada del Misal Lefebvre, el Misal es fuente primaria e indispensable del verdadero espíritu cristiano” (S. Pío X).
¡Omnis honor et gloria!

lunes, 15 de diciembre de 2008

Sermón del Tercer Domingo de Adviento.

“Gaudete in Dómino Semper: íterum dico, gaudéte. Modéstia vestra nota sit ómnibus homínibus: Dóminus enim prope est” (“Gozaos siempre en el Señor; otra vez digo: gozaos. Vuestra modestia sea patente a todos los hombres; porque el Señor está cerca”). Así reza el celebrante en el introito a la Sancta Missa de este domingo de adviento, llamado de Gaudéte, porque precisamente hoy la liturgia nos convoca a perseverar en esta alegría que sólo Dios nos puede dar. La recomendación del apóstol Pablo a los filipenses debe resonar fuerte en nuestros oídos porque el Señor está cerca.
La alegría del adviento, y la de cada día, es saber que el Señor está muy cerca de nosotros y que, por eso, la alegría cristiana proviene de un corazón animado por el Espíritu Santo alejado de toda aflicción. Hoy en día el común de las personas cree que la alegría tiene que ver con el pasarlo bien, con el gozar el momento, el famoso carpe diem… de la cultura clásica. Pero bien sabemos, que esos momentos de aparente alegría no son más que dichas pasajeras que así como vienen terminan abruptamente dejando muchas veces el corazón desolado y entristecido. La alegría cristiana, por el contrario, está sustentada en Aquel que es el principio de toda dicha y bienaventuranza: Nuestro Señor Jesucristo. Por eso que la alegría es poseer a Jesús, y la tristeza es perderlo.
El apóstol Pablo nos da la clave para entender la razón de nuestras tristezas y abatimientos: nuestro alejamiento de Dios, por nuestros pecados, o por la tibieza. Por eso que manteniéndose unido al Divino Maestro es imposible sentir tristeza, pues sólo en El es posible encontrar la verdadera felicidad, aun en los momentos más difíciles y complejos de nuestra condición humana. La frase de San Alberto Hurtado, “¡Contento, Señor, contento!”, sólo podemos entenderla a cabalidad en el contexto de la exhortación paulina puesta al principio de este sermón.
“Nosotros podremos estar alegres si el Señor está verdaderamente presente en nuestra vida, si no lo hemos perdido, si no se han empañado nuestros ojos por la tibieza o la falta de generosidad. Cuando para encontrar la felicidad se ensayan otros caminos fuera del que lleva a Dios, al final sólo se halla infelicidad y tristeza. La experiencia de todos los que, de una forma u otra, volvieron la cara hacia otro lado (donde no estaba Dios), ha sido siempre la misma: han comprobado que fuera de Dios no hay alegría verdadera. No puede haberla. Encontrar a Cristo, y volverlo a encontrar, supone una alegría profunda siempre nueva” (Francisco Fernández Carvajal).
En este domingo de Gaudéte no podemos dejar de mencionar a Paulus VI, Servus Dei, quien durante su pontificado nos legó la hermosa exhortación apostólica “Gaudéte in Domino” (1975). Pablo VI dio este documento magisterial para que la alegría de ser cristiano jamás falte en la atmósfera vital de los discípulos de Jesucristo: “La alegría cristiana es por esencia una participación espiritual de la alegría insondable, a la vez divina y humana, del Corazón de Jesucristo glorificado”, escribió este Sumo Pontífice.
“Ave María gratia plena, Dominus tecum…”, le dice el Ángel a María. “Alégrate, llena de gracias, porque el Señor está contigo…”. Que esa alegría que siempre estuvo en el Corazón Inmaculado de Nuestra Buena Madre, esté también presente en el nuestro para que así podamos difundirlo en el corazón de los demás con el Espíritu Santo que se nos ha dado. Amén.

domingo, 14 de diciembre de 2008

1854 - 1904

El pasado 7 de diciembre invitabamos a leer la Encíclica "Ad Diem Illud Laetissimum", escrita por San Pio X anunciando al Orbe Cristiano el Jubileo extraordinario a propósito del 50º aniversario del Dogma de la Inmaculada Concepción, la devoción a la Sma. Virgen, el día 2 de febrero de 1904 y comentábamos también el aniversario de los 95 años de la bendición de la Iglesia Parroquial de Casablanca, presentándoles una breve historia de mi Parroquia. La siguiente foto mezcla ambas situaciones, primero la salida de la Sma. Virgen en procesión a propósito de los 50 años del Dogma y segundo, el sacerdote que preside don José Miguel Galaz, párroco en aquella fecha de 1904.

Tercer Domingo de Adviento (Semidoble de 2ª clase - Ornamentos Morados o Color Rosa).

Estación en San Pedro.

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S. Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem. (Joann. 1, 19-28).
M. Glória tibi, Dómine.
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En aquel tiempo: Enviaron los judíos, sacerdotes y levitas de Jerusalén, a preguntar a Juan: ¿Tú, quién eres? Y confesó y no negó; y confesó: Que yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: ¿Pues quién eres? ¿Eres tú Elías? Y dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. Y le dijeron: Pues, ¿quién eres, para que podamos dar respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo? Él dijo: Yo soy la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo Isaías profeta. Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. Y le preguntaron y le dijeron: Pues, ¿por que bautizas, si tu no eres el Cristo, ni Elías, ni Profeta? Juan les respondió y dijo: Yo bautizo con agua: mas en medio de vosotros está Aquél a quien vosotros no conocéis. Este es el que ha de venir en pos de mí.: el cual es antes que yo: y al cual yo no soy digno de desatar la correa de su zapato. Esto aconteció en Betania de la otra parte del Jordán, en donde estaba Juan bautizando.
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M. Laus tibi, Christe.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Adviento "Ad Orientem"


No quiero dejar pasar estas interesantes aclaraciones realizadas por el Padre Pedro Stravinskas y que han sido publicadas por el blog "La Buhardilla de Jerónimo", tomen nota:

"Al llegar a la Capilla esta mañana, y si estaban despiertos, habrán notado que hay un pequeño cambio en la disposición del santuario. Esta disposición diferente busca sugerir un diferente foco de atención.
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En el lenguaje teológico o litúrgico, esto se llama orientación litúgica, la liturgia celebrada mirando a Oriente, que no siempre puede ser un oriente geográfico. Pero sí significa que tanto el sacerdote como el pueblo, juntos, miran hacia Cristo, hacia la venida del Alba, que llega hasta ellos desde el Este.
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Y hay algunas implicaciones muy prácticas de todo esto: la atención recae mucho menos en el sacerdote, y mucho más en Cristo. Juan el Bautista, la voz y figura por excelencia del tiempo de Adviento, decía: “Es preciso que Él crezca y que yo disminuya”. Así, hay un culto menos centrado en el sacerdote, hay menos distracciones para el sacerdote que debiera mirar a Dios y no a la congregación, y hay menos distracción para el pueblo – que no se distrae por las idiosincrasias de los sacerdotes.
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Y déjenme hacer algunas pocas aclaraciones:

Primero, que no hay nada en el Concilio Vaticano II que haya siquiera llamado a dar vuelta los altares, así como no hay nada en el Vaticano II que haya pedido deshacerse del latín en la liturgia. Jamás imaginaron cosas como la comunión en la mano, o ministros extraordinarios de la Santa Comunión, o mujeres en el altar. Todas estas cosas sucedieron muchos años después del Concilio, y los mismos Padres Conciliares se habrían escandalizado bastante al descubrir esto.
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Segundo, que el actual Misal Romano reformado, incluso en inglés, presume que el sacerdote no está mirando a la congregación, y así, las rúbricas (que son las directivas para la celebración de la liturgia) dicen constantemente cosas como: “El sacerdote se da vuelta, y de cara al pueblo dice ‘El Señor esté con vosotros’”.
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Tercero, que para las partes de la Misa en que se dirige al Pueblo, el sacerdote continúa mirando al Pueblo, por ejemplo, en la Liturgia de la Palabra. No tiene sentido, para mí, leer el Evangelio mirando a la pared, o predicar en esa dirección (aunque a veces uno tenga la impresión de obtener la misma reacción).
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Cuarto, que por años, el Cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, escribió repetidamente acerca de la importancia de retornar a la antigua práctica de mirar hacia Oriente. ¿Por qué? Para restaurar un sano sentido de lo sagrado, de lo trascendente. Para que esto no se perciba como una hora social, o como un “entretenimiento”, sino como el culto de la Iglesia al Dios Trino.
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Quinto, que muchos sacerdotes (especialmente los más jóvenes, lo que es muy interesante), están tomando en serio la admonición del entonces Cardenal y actual Papa. La semana pasada, estuve en Greenville, South Carolina, donde todas las Misas de la parroquia se han estado celebrando “ad orientem”, mirando al Este, todo el presente año. El miércoles visité la Iglesia de la Sagrada Familia en Columbus, donde desde el inicio del Adviento, tres de las cuatro Misas dominicales se celebran mirando al Este.
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Como he indicado el otro día, el Adviento es un tiempo de nuevos comienzos. Así, es un buen tiempo para que nosotros hagamos este acto de restauración aquí en el Monasterio, y oportunamente durante el retiro anual de las hermanas. Esto puede significar para algunas de vosotras, un poco de reajuste, pero creo que encontrarán un gran beneficio espiritual en un tiempo razonablemente corto."
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El texto completo lo pueden leer en http://la-buhardilla-de-jeronimo.blogspot.com/

viernes, 12 de diciembre de 2008

Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América.

El calendario litúrgico tradicional como también el de la forma ordinaria celebra en el día de hoy a Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América. La venerada imagen de la Madre de Dios que quedó estampada en el manto del indiecito Juan Diego, hoy concita la atención de miles de fieles que no sólo en México le rinden homenaje, sino también en el mundo entero, y en forma muy especial desde la América del Norte hasta el extremo sur del continente donde se ubica nuestra patria.
La evangelización de América la llevaron a cabo los frailes y sacerdotes que acompañaron a conquistadores españoles, trayendo la luz de Cristo al continente. Entre los miles de indígenas que se convirtieron al evangelio estuvo el que se llamaría Juan Diego. A él, la Virgen María se le apareció en reiteradas oportunidades en el monte Tepeyac, solicitándole que se le construyera un santuario donde se venerara su Santo Nombre. Sin embargo, como es bien sabido, el obispo no le creyó al indiecito Juan Diego hasta que este le presentara una prueba de la señal sobrenatural. Y la Virgen, no sólo le dio a Juan Diego que recogiera rosas de Castilla en una zona y época en que estas no se daban y las pusiera en su regazo, sino que cuando las depositó a los pies del incrédulo obispo, en el manto estaba estampada la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. El indiecito es el primer indígena elevado al honor de los altares por el Siervo de Dios Juan Pablo II en uno de sus varios viajes apostólicos a la nación mexicana, mientras que el nombre del obispo sólo quedó como aquel dignatario eclesiástico que sólo puso los obstáculos al querer de Dios.

Hoy el templo erigido en su honor, es el centro de las miradas y de los corazones de todos los mexicanos que han amado siempre con filial devoción a su Virgen de Guadalupe, correspondiendo ella con una protección nunca desmentida a tan sinceras muestras de veneración y de cariño.
Ha querido la providencia divina que en estas tierras de Casablanca estén varias religiosas venidas de México a evangelizar y a atender a los más pobres. Hoy en el templo parroquial de nuestra ciudad en la Sancta Missa se orará por ellas en el día de La Guadalupana.
Ante la imagen milagrosa de la Virgen de Guadalupe exclamó Benedicto XIV: “Non fecit táliter omni natióni”: no hizo cosa igual con ninguna otra nación.
Virgen bendita de Guadalupe, mira por todos lo pueblos de América, dales la paz religiosa y la prosperidad; y haz que conserven aquel riquísimo patrimonio de religiosidad que le diste por medio de España.
Protege sobre todo al pueblo mexicano, que tanto ha sufrido con las persecuciones, acércalo más a tu Hijo, para que comprenda el precio de la Redención y obtenga la salvación eterna, como también a toda América que ha sido puesta bajo tu manto protector. Protege al soberano pontífice Benedicto XVI de sus enemigos y a la Tradición Católica, al apostolado de la FSSP, a los amigos de Una Voce y de Creer en México.
¡Viva Cristo Rey!

jueves, 11 de diciembre de 2008

BREVÍSIMA HISTORIA DE LA PARROQUIA DE CASABLANCA (2ª parte y final)

En el libro de inventarios y copias de escrituras, el presbítero Galaz escribió en 1908: “Al costado de la Casa Parroquial se encuentra un sitio ocupado por los escombros de la que fue iglesia destruida totalmente por el terremoto de 1906, en 16 de agosto, actualmente se demuelen los muros aún en pie que eran de ladrillo con barro, dentro se guarda el altar mayor de mármol, enteramente estropeado por la caída de la techumbre y muralla encima”. En el mismo libro, se encuentra la relación redactada con fecha 29 de noviembre de 1911 en que se da cuenta de la nueva construcción de la Iglesia Parroquial actual:

“La iglesia ha sido edificada sobre los antiguos cimientos y se la ha agregado el ábside del fondo. La construcción es de fierro y cemento armado. Mide cuarenta y siete metros de largo; diez metros de ancho; el alto general diez metros en los muros; dos capillas a los costados del presbiterio formando cruz de seis metros de ancho por seis de largo y siete de alto; a la entrada de la puerta principal hay dos capillas; una sirve de baptisterio y en la otra está la escala de subida al coro con tres descansos y plataforma arriba, toda de madera de pino y varanda (sic).

“El encielado de la Iglesia es de tabla de pino compuesta con tijerales armados al descubierto y consolas, formando arquería, estilo inglés. El piso del presbiterio, pórtico, capillas del frontis, pasillo del centro y de las puertas laterales, que forman cruz es de ladrillo de composición, negro y blanco, quedando cuatro cuadros, cuyo piso es entablado con raulí sobre durmientes de roble y soleras de cemento y con ventiladores; las dos capillas cabezales están entabladas con pino, como asimismo el cielo con tablas y soleras (...) de pino descubierto”.

En este mismo inventario el cura Galaz se refiere al altar mayor con estos términos: “El altar mayor es el mismo de precioso y rico mármol que existía antes, destruido por el terremoto y restaurado totalmente, imitando con yeso, cemento y pintura los pedazos de molduras o mármoles perdidos en los escombros”. Entre los católicos de Casablanca siempre ha sido una certeza, la tradición de que el altar de mármol de Carrara iba destinado a la catedral de Santiago; sin embargo, la carreta que lo llevaba quedó detenida en el valle de Acuyo y el altar fue a dar a la parroquia. Como dato significativo, en el nº 39 del inventario se indica de la existencia de “dos ángeles adoradores grandes de yeso pintados y /alas/ doradas de yeso, nuevos”. Pues bien, estos ángeles permanecieron en el templo hasta el terremoto del 3 de marzo de 1985, el que finalmente los destruyó. El presbítero José Miguel Galaz anotó el 9 de julio de 1915: “Con esta fecha hice entrega del presente libro de inventarios de la Parroquia de Casablanca y sus capillas de Lo Vásquez, Peñuelas, San José y Las Dichas a mi sucesor Pbro. Don Jerónimo Ordóñez”.

Monseñor Eladio Lazcano levantó la torre, que hasta hace poco era el único referente en altura de la ciudad. Los últimos grandes arreglos al interior del templo los efectuó el padre Jaime Ringeling. Este párroco dejó establecidas durante sus funciones varias capillas como la de la Villa Santa Bárbara en la ciudad, y las de Melosilla y La Vinilla, entre otras en la zona rural. En los últimos años, el templo se ha visto enriquecido, además, con dos hermosos vitrales laterales, uno dedicado a Santa Teresa de Los Andes, y el otro a San Alberto Hurtado.

Otro dato histórico interesante de consignar es que el 9 de junio de 1993 al tomar posesión de la diócesis de Valparaíso, monseñor Jorge Medina Estévez hizo su ingreso oficial a la misma a través de nuestra parroquia. Ese día fue recibido por el Obispo auxiliar de Valparaíso, monseñor Javier Prado Aránguiz y por el entonces cura párroco, Jaime Ringeling Leigh y el diácono Eddie Morales en una sobria ceremonia en el templo parroquial, en que el cardenal Medina oró ante el Santísimo y procedió a autentificar una nota testimonial. Terminado este acto, el cardenal se dirigió al Santuario de Virgen de Lo Vásquez y desde allí a la toma de posesión en la Catedral de Valparaíso. Al cardenal Medina le cupo el honor de anunciar al mundo la elección del Papa Benedicto XVI.

El Cardenal Medina, Pbro. Don Jaime Ringeling y el Diác. Eddie Morales. Al fondo Msr. Javier Prado.

También desde el punto de vista histórico, nuestra parroquia y la ciudad misma están indisolublemente unidas a la figura de San Alberto Hurtado Cruchaga, pues como es bien sabido en los Perales de Tapihue pasó parte de su infancia el sacerdote jesuita. “Los cuatro años en Casablanca, más los largos períodos que pasaría luego en fundos de sus parientes, mantuvieron a Alberto Hurtado muy próximo a la vida campesina... Su costumbre de llamar patroncito a la gente en forma familiar /.../ tiene un obvio origen campesino”. Lo más probable es que, en más de una oportunidad, haya pasado a orar al templo parroquial en sus habituales visitas a casa de sus parientes en los campos de Casablanca.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Cuando las pilas se agrietaron...

Me ha sucedido en más de una oportunidad que al poner mis dedos en las pilas ubicadas a la entrada de nuestros templos, mi mano ha chocado en la dureza de la piedra o el mármol... ¡La pila estaba seca! Me ocurrió hace poco en un principal templo de Valparaíso y en ...¡mi parroquia!, aunque en esta es habitual que esté en esta condición de sequedad. Una vez le hice la observación al encargado, y me manifestaba que no le ponía agua porque los niños jugaban con ella...
La costumbre de persignarse al entrar al templo para saludar al Santísimo con la respectiva genuflexión, nos la enseñaron desde pequeño, más aún si iba unida con una jaculatoria como : “Que esta agua nos recuerde nuestro nacimiento en Cristo”. Efectivamente, cada vez que hago la señal de la cruz habiendo untado mis dedos en la pila de agua bendita recuerdo el día en que nací a la vida nueva de los hijos de Dios por medio de las aguas del bautismo...
Nuestra hermana el agua desde siempre estuvo unidad por el querer de Dios a la Historia de la Salvación, y su presencia es constante a lo largo de las páginas de la Sagrada Escritura, desde el Génesis al Apocalipsis.
En la liturgia tradicional antes del inicio de la Sancta Missa el sacerdote realiza el rito del asperges del pueblo fiel, rezando esta oración: “Aspérges me, Domine, hisopo, et mundábor: lavábis me, et super nivem dealbábor” (Me rociarás con tu hisopo, Señor, y seré limpio; me lavarás y quedaré más blanco que la nieve”). Y cada año en la vigilia pascual se bendice el agua de la pila bautismal en que recibirán el sacramento los nuevos catecúmenos..., y al final de nuestros días, el último rito que realiza el celebrante sobre el cuerpo mortal es la aspersión de este con el hisopo...
Las pilas para hacer la señal de la cruz estén secas... y la sequedad lleva al agrietamiento, al resquebrajamiento... Mutatis mutandi, a la sequedad de nuestros espíritus al resquebrajamiento de nuestra vida espiritual... Esta siempre la hemos fortalecido con pequeños detalles, como el persignarse con agua bendita al salir por la mañana de nuestras casas, pidiendo e implorando los auxilios divinos, pues en las casas había cerca de la puerta una piletita que nos servía para consagrarle al Señor nuestro día... Y recordando que de la cruz de Cristo desciende esa agua que sacia la sed del espíritu y purifica el corazón...“Vidi aquam egrediéntam de templo a látere dextro, allelúia; et omnes ad quos pervénit aqua ista salvi facti sunt et dicent: allelúia, allelúia! (Vi el agua que salía del Templo, del lado derecho, aleluya, y todos los que tocó esta agua se han salvado y cantan: aleluya, aleluya)”.

martes, 9 de diciembre de 2008

“El pequeño Ratzinger"

"Este particular apodo, que causa gracia al mismo Santo Padre, ha sido explicado en unas palabras que demuestran también la inquebrantable fidelidad del nuevo Prefecto del Culto Divino a Cristo, a la Iglesia y al Papa : “…creo que se debe al parecido por el pelo blanco y por haber estado antes de obispo secretario de la Comisión Doctrinal en España y a esa sintonía que Dios me ha concedido con el pensamiento del entonces cardenal Ratzinger, sintonía y comunión en la misma fe y en las grandes preocupaciones por el hombre al que si le falta Dios, le falta todo. También es sintonía y comunión en el gran amor y pasión por la Iglesia, en la búsqueda de la verdad que nos hace libres, una Verdad que nos llega por la Tradición y por lo mismo es sintonía en la fidelidad a la Tradición que es la única manera de abrirse al futuro y hacer posible que surja una renovación de la Iglesia y la sociedad".
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CIUDAD DEL VATICANO, 9 DIC 2008 (VIS).-El Santo Padre nombró al cardenal Antonio Cañizares Llovera, hasta ahora arzobispo de Toledo (España), prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Sucede al cardenal Francis Arinze, cuya renuncia fue aceptada por límite de edad.
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lunes, 8 de diciembre de 2008

Sermón del Segundo Domingo de Adviento.

“Quid exístis in desértum vidére?” (“Qué salisteis a ver al desierto?”) pregunta el Divino Maestro en el Evangelio de este Segundo Domingo de Adviento, donde la figura de Juan el Bautista, el precursor, es enaltecida por las palabras del Señor. Efectivamente, en este domingo, la Iglesia nos pide que centremos nuestra atención en estas palabras del Redentor porque Juan será de entre los profetas quien cierre y abra, a la vez, como una verdadera bisagra, ambos Testamentos: el Antiguo y el Nuevo. Bien sabemos que la llegada del Mesías, estuvo precedida de profetas que anunciaron cual verdaderos heraldos esta noticia, y al hijo de Isabel le cupo ser el último de aquellos anunciadores. Juan es la personificación de la antigüedad y los tiempos nuevos, pues nace de padres ancianos y salta de gozo en el seno de su madre, mostrándose ya profeta. Juan se llamó el profeta del Altísimo, porque su misión fue ir delante del Señor para preparar sus caminos, enseñando la ciencia de salvación a su pueblo (San Agustín).
“Ecce ego mitto ángelum meum ante fáciem tuam qui praeparábit viam tuam ante te” (“He aquí Yo envío mi Ángel ante tu faz, que preparará tu camino ante ti”), dice el Señor citando los textos bíblicos y adjudicándole las palabras a Juan. La vida de este estuvo marcada como lo señalamos recién por la misión que el Altísimo le encomendó: ser el pregonero de la gracia. El allanó los caminos y enderezó los senderos para que el Hijo del Altísimo anduviera por ellos; por eso es que el Señor le dio esta formidable alabanza: “En verdad os digo que no ha salido de entre los hijos de mujer nadie mayor que Juan”. La humildad de Juan de disminuir para que Él crezca nos lo muestra como un modelo del discípulo que sigue a su Señor, evitando así en transformarse él en un centro de atención. La frase suya para indicar que ante Cristo no es ni siquiera digno de llevarle las sandalias, indica fundamentalmente que él no es nada más que la voz que anuncia a Jesús. Esa es su misión, y por añadidura, es la misión de todos aquellos que nos profesamos cristianos y católicos: lo importante de nuestra vida es Jesús.
“Laetátus sum in his quae dicta sunt mihi: in domum Dómini íbimus” (“Me he alegrado en esto que se me ha dicho: A la casa del Señor iremos”), reza el celebrante en la misa de hoy, expresando de este modo que vamos al encuentro del Señor que viene a traernos su paz, porque El es verdaderamente el Camino, la Verdad y la Vida. Y el Adviento nos llena de gozo porque sabemos que los tiempos se han cumplido en plenitud en el Hijo de María de Nazareth, Nuestro Señor Jesucristo, el verdadero Cordero de Dios, como lo señaló Juan el Bautista: “Agnus Dei, qui tollis peccata mundi”, y que nosotros como hijos de la Santa Madre Iglesia tenemos la dicha de repetir en cada Sancta Missa.
“El Precursor señala también ahora el sendero que hemos de seguir. En el apostolado personal –cuando vamos preparando a otros para que encuentren a Cristo-, debemos procurar no ser el centro. Lo importante es que Cristo sea anunciado, conocido y amado: Sólo Él tiene palabras de vida eterna, sólo en Él se encuentra la salvación” (Francisco Fernández Carvajal).
Por último, en este día domingo de Adviento pensemos y meditemos que nosotros además de ser precursores somos testigos de Cristo, pues por nuestra condición bautismal y la Confirmación que hemos recibido debemos estar siempre prontos a confesar con las obras y de la palabra la fe en Cristo.A Él sea el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

A la Inmaculada Concepción

¿A qué con frases pretender, Señora,
Tu hermosura pintar, si aún las más bellas
Pálidas son, porque a despecho de ellas
El cielo te retrata hora tras hora?

Los festones del iris son tus huellas:
besa tus pies la luna; el sol te adora;
Fulguran en tus ojos las estrellas
Y hay en tus labios rosicler de aurora.

Así, al cruzar el ancho firmamento,
tus manos son jazmín, rosa tu planta,
Miel tu sonrisa y azahar tu aliento.

Amor tu égida, música tu nombre
A cuyo blando son Luzbel se espanta,
Dios se recrea, y te bendice el hombre.

San Pío X

domingo, 7 de diciembre de 2008

Segundo domingo de Adviento. (Semidoble de 2ª clase - Ornamentos morados)

(Estación en Santa Cruz de Jerusalén).


Toda la liturgia de hoy está embebida en el pensamiento de Isaías, por ser él por excelencia el profeta que anunció la venida del reinado del Cristo Redentor. Predice siete siglos antes “que una Virgen había de concebir y dar a luz al Emmanuel”. Que Dios había de enviar a su Ángel o sea a Juan Bautista para preparar el camino ante él; y que el Mesías vendría revestido del poder del mismo Dios para librar a todos los pueblos de la tiranía de Satanás. “El buey, dice Isaías hablando de los gentiles, conoce a su amo, y el asno el pesebre de su Señor, pero Israel no me ha conocido y mi pueblo no me ha comprendido”. El tallo de Jesé se levantará para reinar sobre los pueblos y “los sordos y ciegos que yacen en tinieblas (o sea los paganos) oirán las palabras del libro y verán”. Entonces es cuando la verdadera Jerusalen, o sea la Iglesia, “saltará de gozo”, porque afluirán a ella los pueblos santificados por Cristo. El Mesías, añade Isaías, “establecerá en Sión la salvación y la gloria en Jerusalén”; “Sión será fuerte, porque el Salvador será su muro y su parapeto”, es decir, su poderoso protector.

Misal Diario de Dom Gaspar Lefebvre O.S.B.

S. Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthæum. (Matth. 11, 2-10)
M. Glória tibi, Dómine.

En aquel tiempo: Habiendo oído Juan en la prisión de las obras maravillosas de Cristo, envió dos de sus discípulos a preguntarle: ¿Eres tú el Mesías que ha de venir, o debemos esperar a otro?. A lo que Jesús les respondió: Id y contad a Juan lo que habéis oído y visto. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia el evangelio a los pobres; y bienaventurado aquel que no tomare de Mí ocasión de escándalo. Luego que se fueron éstos, empezó Jesús a hablar de Juan, y dijo al pueblo: ¿Qué es lo que salisteis a ver en el desierto? ¿alguna caña que a todo viento se mueve?. Decidme sino ¿qué salisteis a ver? , ¿a un hombre vestido con ropas delicadas? Ya sabéis que los que visten así, están en palacios de los reyes. En fin, ¿qué salisteis a ver?, ¿a algún profeta?. Eso sí, yo os lo aseguro, y aún mucho más que profeta. Pues él es de quien está escrito: Mira que yo envío mi ángel ante su presencia, el cual irá delante de ti disponiéndote el camino.

M. Laus tibi, Christe.

En el siguiente link podrás encontrar el Propio de la Sancta Missa correspondiente a este segundo domingo de Adviento. http://unavocemx.org/blog/wp-content/uploads/2008/12/dominica_2.pdf

7 de diciembre de 1913.

Hoy 7 de diciembre se cumplen 95 años de la Bendición de la Iglesia Parroquial de Casablanca, siendo el Párroco en aquella época el Pbro. Don José Miguel Galaz. Probablemente ya se encontraban terminadas las obras de reconstrucción del templo, el que había quedado destruído producto del terremoto que asoló la zona central del país el año 1906. A continuación entonces y a modo de celebración de esta efeméride local, publicamos una breve historia en dos capítulos de esta Parroquia.

BREVÍSIMA HISTORIA DE LA PARROQUIA DE CASABLANCA (1ª parte)

La historia de la Parroquia de Casablanca se remonta a los tiempos de la Conquista de Chile cuando los españoles empezaron a buscar una ruta hacia el mar que les permitiera recibir los pertrechos indispensables para el proceso de la conquista desde el Virreinato del Perú, y enviar, además, relación de los acontecimientos a los Reyes de España, con el fin de que estos prosiguieran apoyando las incursiones por los territorios descubiertos. Es así como buscando hacia el poniente siguieron el curso del Valle de Curacaví, desembocando luego en un fértil valle que los naturales llamaban de Acuyo y que es la geografía en que actualmente se asienta la ciudad de Casablanca. Como es por todos sabido, los conquistadores desde un principio se hicieron acompañar por sacerdotes pertenecientes a órdenes religiosas, por cuanto uno de los propósitos de la conquista era la evangelización de las gentes que habitaban las tierras descubiertas. Los religiosos se encargaron de enseñar la doctrina cristiana a los naturales del lugar, esto es, los indios; por esto, el lugar donde se establecía este sacerdote o religioso se llamaba “doctrina” y el que lo atendía era el “doctrinero”.

La Parroquia de Casablanca fue fundada o erigida el 28 de mayo de 1680 por el Obispo de Santiago, Fray Bernardo Carrasco Saavedra, separándola de la Parroquia de El Salvador de Valparaíso, más conocida como La Matriz y que se ubica en el sector de la aduana de Valparaíso, y con la que limitaba el Cerro Alegre. Por otra parte, abarcaba lo que es hoy la Parroquia de Viña del Mar y la de Quilpué; por el sur, llegaba hasta Lo Abarca y Lo Zárate. Cabe hacer notar que la Parroquia de Casablanca se fundó antes que la ciudad. Esta fue fundada el 23 de octubre de 1753 por Don Domingo Ortiz de Rozas, Conde Poblaciones, con el nombre de Villa de Casablanca de Santa Bárbara de la Reina, en honor de la reina de España, doña Bárbara de Braganza, mujer de Fernando VI. Al parecer, luego de esta fundación, la Parroquia pasó a llamarse Parroquia de Santa Bárbara de Casablanca. En el primer libro de bautismos que comienza en 1697, en el encabezamiento de las partidas se dice: “En la Parroquia de Acuyo puse óleo y crisma...”, o “en la Iglesia Parroquial de Casablanca...” A partir de enero de 1757, las partidas de bautismos se encabezan del modo siguiente: “En Santa Bárbara de la Reina de Casablanca, en la Iglesia parroquial...”, o “En la Villa de Santa Bárbara de Casablanca...” Como dato curioso de carácter histórico cabe consignar que en los márgenes de las partidas de bautismo y en los libros de matrimonios, se identifica a “indio”, “español”, “mestizo” o “mulato”.

Desde 1680 con su primer párroco, don Pedro de Burgao y Véliz, hasta el presente, han sido curas párrocos de Casablanca una cincuentena de sacerdotes.
Respecto de la Iglesia parroquial, Casablanca, ha tenido varias; una de las más antiguas la levantó don Antonio de la Huerta (1748-1762). En su “relación de méritos y servicios” (Madrid, 8 de julio de 1762) se lee: “El Dr. Huerta sirvió durante dieciséis años el curato de Casablanca. Construyó allí una capilla, y cuando se fundó la Villa de santa Bárbara de la Reina, contribuyendo con dinero de su peculio, hizo la Iglesia Matriz que estuvo terminada antes de 1762...” El cura Ambrosi (1829-1834) hizo importantes reparaciones en el templo. Otra iglesia fue edificada por Fray Fernando López de Heredia (1851-1869). Probablemente, fue esta la que destruyó el terremoto de 1906. La actual fue construida después de este gran sismo que echó por tierra a Valparaíso y sus alrededores, comenzándose los trabajos de su edificación en 1908 aproximadamente, siendo párroco don José Miguel Galaz, tío del poeta casablanquino Alejandro Galaz Jiménez.

sábado, 6 de diciembre de 2008

AD DIEM ILLUD LAETISSIMUM

Estamos próximos a celebrar la Festividad de La Inmaculada Concepción de la B. V. María, y por ello les invito a leer está Encíclica "Ad Diem Illud Laetissimum", escrita por San Pio X anunciando al Orbe Cristiano el Jubileo extraordinario a propósito del 50º aniversario del Dogma de la Inmaculada Concepción, la devoción a la Sma. Virgen, el día 2 de febrero de 1904.

"Habiendo Dios decretado desde toda la eternidad que María fuese Madre del Verbo encarnado, quiso también que ya desde el primer instante de su concepción quebrantase la cabeza del dragón infernal y así "la vistió galas de santidad", y "preservando su alma de toda mancha, hizo de ella una digna morada para su Hijo"."

viernes, 5 de diciembre de 2008

"Conversi ad Dominum "

Recomendamos el siguiente libro “¡VUELTOS HACIA EL SEÑOR!” escrito por Monseñor Klaus Gamber, Fundador del Instituto Litúrgico de Ratisbona, el que podrás leer en http://cruxetlibris.blogspot.com/2008/01/vueltos-hacia-el-seor-monseor-kaus.html

“Después de habernos entregado una edición francesa de "Die Reform der Rómischen Liturgie", los monjes de Barroux publican ahora en francés una segunda obra del gran liturgista alemán Klaus Gamber, "Zum Herrn hin", sobre la orientación de la Iglesia y del Altar. Los argumentos históricos aportados por el autor, se fundamentan en un profundo estudio de las fuentes, que él mismo efectuó; concuerdan con los resultados de grandes sabios, como F. J. Dólger, J. Braun, J. A. Jungmann, Erik Peterson, Cyrille Vogel, el Rev. Padre Bouyer, por citar tan sólo algunos nombres eminentes.

Pero lo que da importancia a este libro es sobre todo el substrato teológico, puesto al día por estos sabios investigadores. La orientación de la oración común a sacerdotes y fieles (cuya forma simbólica era generalmente en dirección al este, es decir, al sol que se eleva), era concebida como una mirada hacia el Señor, hacia el verdadero sol. Hay en la liturgia una anticipación de su regreso; sacerdotes y fieles van a su encuentro. Esta orientación de la oración expresa el carácter teocéntrico de la liturgia; obedece a la monición: "Volvámonos hacia el Señor".

Esta llamada se dirige a todos nosotros, y muestra, por encima de su aspecto litúrgico, cómo hace falta que toda la Iglesia viva y actúe para corresponder al mensaje del Señor.”

Roma 18 de noviembre de 1992
Joseph Cardenal Ratzinger
El Altar Mayor de mi Parroquia,
a la izquierda Santa Bárbara.