Por Diác. Eddie Morales Piña.
Confieso que durante años fui un lector frecuente de las obras del Cardenal Carlo María Martín, arzobispo de Milán del 1980 al 2002, especialmente de sus aproximaciones a los textos bíblicos. El propio Benedicto XVI lo ha elogiado como “un verdadero maestro de la lectio divina, que ayuda entrar en lo vivo de la Sagrada Escritura”. Hace algunos años le leí un libro en que dialogaba sobre diversos tópicos con el escritor y semiótico italiano Umberto Eco, titulado “En qué creen lo que no creen”.
Ahora nos sorprende con un libro del que sólo tengo referencias que lleva por título: “Coloquios nocturnos en Jerusalén. Sobre el riesgo de la fe”, escrito en forma de entrevista con el jesuita alemán G. Sporchill. Cuando uso el verbo sorprender, lo estoy utilizando para indicar la sorpresa que nos vamos a llevar al enterarnos que el Cardenal Martini acusa a la Iglesia de una constante “involución” y juzga los actos de gobierno y de magisterio de los último Papas, desde Pablo VI en adelante.
De acuerdo a lo sostenido por Sandro Magíster hay varios puntos controvertidos en el análisis del cardenal jesuita, como por ejemplo, que realiza un ataque frontal a la encíclica “Humanae vitae”, precisamente del Siervo de Dios Pablo VI, y que la imagen que presenta de Jesús está ligada a un ideal de justicia muy terreno. Respecto a esto último, Magíster argumenta que la distancia entre este Jesús y el “Jesús de Nazareth” del libro de Benedicto XVI es impresionante.
Por otra parte, Pietro de Marco, en la misma página de Sandro Magíster, contradice a Martini, en relación a los juicios que emite en torno a la encíclica recién citada, poniendo en relieve el papel que le cupo a Pablo VI en los años sesenta al publicar el documento: “El valor de Pablo VI, fundado en su conciencia del rol de Pedro, fue enorme y –en la larga duración de la solicitud de la Iglesia por el hombre- saludable, como se puede valorar hoy, después de décadas de desorientación y presunción modernizante”. El análisis de De Marco sobre el libro de Martini es altamente esclarecedor, pues disecciona y refuta las opiniones más radicales del ex arzobispo de Milán, como las reducciones que el jesuita hace de las grandes festividades del año litúrgico a “simples usanzas”. Para De Marco el mensaje del cardenal parece “reticente en cuanto a la totalidad de la confesión de fe”. Hay en éste muchas referencias a la Sagrada Escritura, pero los artículos del Credo “viven escondidos como si fuese superfluo mencionarlos”.En el día de ayer en la primera lectura de la Sancta Missa (Novus Ordo), San Pablo exhortaba a Tito diciéndole: “Debes enseñar todo lo que es conforme a la sana doctrina”. Qué triste es saber que un cardenal de la Santa Madre Iglesia adopte actitudes que contradicen o son contestarias, precisamente con la sana doctrina. Y más triste aún saber que provienen de un cardenal que pertenece a la Compañía de Jesús, que como bien sabemos, agregó un cuarto voto: aquel de la fidelidad y obediencia al Sumo Pontífice. En verdad, un Martini irreconocible...
Ahora nos sorprende con un libro del que sólo tengo referencias que lleva por título: “Coloquios nocturnos en Jerusalén. Sobre el riesgo de la fe”, escrito en forma de entrevista con el jesuita alemán G. Sporchill. Cuando uso el verbo sorprender, lo estoy utilizando para indicar la sorpresa que nos vamos a llevar al enterarnos que el Cardenal Martini acusa a la Iglesia de una constante “involución” y juzga los actos de gobierno y de magisterio de los último Papas, desde Pablo VI en adelante.
De acuerdo a lo sostenido por Sandro Magíster hay varios puntos controvertidos en el análisis del cardenal jesuita, como por ejemplo, que realiza un ataque frontal a la encíclica “Humanae vitae”, precisamente del Siervo de Dios Pablo VI, y que la imagen que presenta de Jesús está ligada a un ideal de justicia muy terreno. Respecto a esto último, Magíster argumenta que la distancia entre este Jesús y el “Jesús de Nazareth” del libro de Benedicto XVI es impresionante.
Por otra parte, Pietro de Marco, en la misma página de Sandro Magíster, contradice a Martini, en relación a los juicios que emite en torno a la encíclica recién citada, poniendo en relieve el papel que le cupo a Pablo VI en los años sesenta al publicar el documento: “El valor de Pablo VI, fundado en su conciencia del rol de Pedro, fue enorme y –en la larga duración de la solicitud de la Iglesia por el hombre- saludable, como se puede valorar hoy, después de décadas de desorientación y presunción modernizante”. El análisis de De Marco sobre el libro de Martini es altamente esclarecedor, pues disecciona y refuta las opiniones más radicales del ex arzobispo de Milán, como las reducciones que el jesuita hace de las grandes festividades del año litúrgico a “simples usanzas”. Para De Marco el mensaje del cardenal parece “reticente en cuanto a la totalidad de la confesión de fe”. Hay en éste muchas referencias a la Sagrada Escritura, pero los artículos del Credo “viven escondidos como si fuese superfluo mencionarlos”.En el día de ayer en la primera lectura de la Sancta Missa (Novus Ordo), San Pablo exhortaba a Tito diciéndole: “Debes enseñar todo lo que es conforme a la sana doctrina”. Qué triste es saber que un cardenal de la Santa Madre Iglesia adopte actitudes que contradicen o son contestarias, precisamente con la sana doctrina. Y más triste aún saber que provienen de un cardenal que pertenece a la Compañía de Jesús, que como bien sabemos, agregó un cuarto voto: aquel de la fidelidad y obediencia al Sumo Pontífice. En verdad, un Martini irreconocible...
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