Nació en Roma de ilustre familia, y consagró, siendo aun muy joven, su virginidad al Esposo celestial. Obligada a casarse con el pagano Valeriano, le dijo la noche de bodas: "Valeriano, yo estoy bajo la tutela de un Angel que guarda mi virginidad; no te acerques a mí, de otra suerte acarrearás contra ti la cólera divina". Valeriano dijo que le daría crédito en el momento que viese a su Angel. Entonces Cecilia lo encaminó adonde se hallaba el Papa Urbano, que se encontraba oculto en las catacumbas por miedo a la persecución, a fin de que le bautizase y viese a su Angel; a punto lo vió tan pronto como recibió el agua saludable. Cecilia instruyó también a Tiburcio, hermano de Valeriano, en la fe cristiana, y también Tiburcio vió al Angel de Cecilia resplandeciente de una luz celestial. Poco después, Tiburcio y Valeriano fueron martirizados por el prefecto Almaquio, que hizo también matar a Cecilia.
ORACIÓN
Oh Dios, que todos los años nos regocijáis con la solemnidad de la bienaventurada Cecilia, vuestra virgen y mártir, haced que al ofrecerle el tributo de nuestros homenajes, imitemos la santidad de su vida. Por J. C. N. S. Amén.
Oh Dios, que todos los años nos regocijáis con la solemnidad de la bienaventurada Cecilia, vuestra virgen y mártir, haced que al ofrecerle el tributo de nuestros homenajes, imitemos la santidad de su vida. Por J. C. N. S. Amén.
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