Nuestro blog tiene por nombre Santa Bárbara de la Reina que es el título que recibió la ciudad chilena de Casablanca, desde la que creamos, redactamos y ponemos a disposición de los cibernautas este espacio dedicado a la Tradición Católica. A continuación se explicita para los interesados la razón del nombre, que históricamente es el nombre colonial de la ciudad.
Casablanca está emplazada en la actual comuna del mismo nombre que fuera fundada oficialmente el 23 de octubre de 1753, “en cumplimiento al plan trazado por el rey y recomendado a los capitanes generales del reino. Don Domingo Ortiz de Rozas, conde de Poblaciones, dispuso en aquella fecha la fundación y púsole por nombre Santa Bárbara de la Reina, en honor a la señora Doña Bárbara de Braganza, reina de España, mujer de don Fernando VI, la que muriera en 1758 llevando a la tumba, un año más tarde, a su desconsolado esposo” (De Ramón, José A.).
Antes de la llegada de los conquistadores, el valle era denominado como valle de Acuyo por la etnia que vivía en este lugar. Según el historiador De Ramón los principales colonizadores del valle fueron Alonso de Córdova, en el siglo XVI; Jerónimo Zapata de Mayorga, en el XVII y José de Montt y Cabrera en el siglo XVIII. Agrega que este último fue el gran colonizador durante la dominación española, quien no sólo se limitó al progreso de sus tierras, sino también su labor tendió hacia la fundación y establecimiento de la villa de Casablanca.
Como se dijo, la fecha de fundación de una villa en los llanos de Casablanca, se llevó a efecto luego que Montt y Cabrera donara los terrenos. De Ramón argumenta que “esta fecha no consta en ningún documento conocido, sino que ha sido consignada por algunos historiadores quienes tampoco indican el origen del dato”.
Con el transcurrir del tiempo, la villa fue perdiendo su nombre original siendo conocida por el de Casablanca, a partir del siglo XVI, “cuando se levantó al poniente del actual pueblo /.../ una casa de muros blanqueados, en tierras que fueron de Gonzalo de Toledo /.../ Pudo ser la casa en que habitaron los dueños de esas tierras, o bien, como dice Vicuña Mackenna, ser la morada del cura que iba a ejercer su ministerio sacerdotal en esa zona”.
El historiador De Ramón a quien seguimos en estas líneas, consigna que desde el siglo XVI se tiene noticias acerca de la labor de la Iglesia entre los feligreses de las haciendas de la época. “Consta que 1585, el clérigo Joan Riquel servía la doctrina de las minas de Quillota y, además, Cerén, Curaoma y El Álamo. Curaoma, es el nombre indígena de la actual Las Dichas y El Álamo o Ráramo, corresponde a las tierras de Tapigüe. O sea, el buen clérigo recorría el valle de Acuyo de un extremo a otro, fuera de su labor en Carén y Quillota. Su salario fue de cuatrocientos pesos de oro al año. El trabajo era abrumador y así lo reconoce el señor Obispo de Santiago don Fray Diego de Medellín cuando dice: “las doctrinas se sirven con mucho trabajo, porque cada sacerdote de los que las sirven, tiene a su cargo muchos lugarillos y apartados unos de los otros en mucha distancia” (Carta al rey don Felipe II de 18 de febrero de 1585)”.
En la “Guía Turística de Casablanca” (1993), sus autores señalan que “si bien es cierto, no existió un plano original de la fundación, se prosiguió el procedimiento normal para la época, que debía existir una plaza al centro geométrico de la traza. A los costados de la plaza mayor, se situaban invariablemente los edificios más representativos de la población, los cuales por razones funcionales, convenían que se ubicaran en el centro de la actividad ciudadana. El Cabildo, la sede del gobierno local, la Iglesia, la Casa Parroquial, son las instituciones más destacadas”. También informan que el terremoto de 1906 causó gran destrucción “en la vieja villa de carácter español, pero su planta continuó de forma invariable”, agregando que en la década del 30,”el crecimiento urbano va más allá de su original traza” (Flores, Mansilla-Villena).
Casablanca tiene los límites siguientes: Por el noroeste limita con la comuna de Valparaíso, por el noreste, con la comuna de Quilpue, por el sur y por el este con la Región Metropolitana y por el oeste, limita con Algarrobo y el Océano Pacífico.
Antes de la llegada de los conquistadores, el valle era denominado como valle de Acuyo por la etnia que vivía en este lugar. Según el historiador De Ramón los principales colonizadores del valle fueron Alonso de Córdova, en el siglo XVI; Jerónimo Zapata de Mayorga, en el XVII y José de Montt y Cabrera en el siglo XVIII. Agrega que este último fue el gran colonizador durante la dominación española, quien no sólo se limitó al progreso de sus tierras, sino también su labor tendió hacia la fundación y establecimiento de la villa de Casablanca.
Como se dijo, la fecha de fundación de una villa en los llanos de Casablanca, se llevó a efecto luego que Montt y Cabrera donara los terrenos. De Ramón argumenta que “esta fecha no consta en ningún documento conocido, sino que ha sido consignada por algunos historiadores quienes tampoco indican el origen del dato”.
Con el transcurrir del tiempo, la villa fue perdiendo su nombre original siendo conocida por el de Casablanca, a partir del siglo XVI, “cuando se levantó al poniente del actual pueblo /.../ una casa de muros blanqueados, en tierras que fueron de Gonzalo de Toledo /.../ Pudo ser la casa en que habitaron los dueños de esas tierras, o bien, como dice Vicuña Mackenna, ser la morada del cura que iba a ejercer su ministerio sacerdotal en esa zona”.
El historiador De Ramón a quien seguimos en estas líneas, consigna que desde el siglo XVI se tiene noticias acerca de la labor de la Iglesia entre los feligreses de las haciendas de la época. “Consta que 1585, el clérigo Joan Riquel servía la doctrina de las minas de Quillota y, además, Cerén, Curaoma y El Álamo. Curaoma, es el nombre indígena de la actual Las Dichas y El Álamo o Ráramo, corresponde a las tierras de Tapigüe. O sea, el buen clérigo recorría el valle de Acuyo de un extremo a otro, fuera de su labor en Carén y Quillota. Su salario fue de cuatrocientos pesos de oro al año. El trabajo era abrumador y así lo reconoce el señor Obispo de Santiago don Fray Diego de Medellín cuando dice: “las doctrinas se sirven con mucho trabajo, porque cada sacerdote de los que las sirven, tiene a su cargo muchos lugarillos y apartados unos de los otros en mucha distancia” (Carta al rey don Felipe II de 18 de febrero de 1585)”.
En la “Guía Turística de Casablanca” (1993), sus autores señalan que “si bien es cierto, no existió un plano original de la fundación, se prosiguió el procedimiento normal para la época, que debía existir una plaza al centro geométrico de la traza. A los costados de la plaza mayor, se situaban invariablemente los edificios más representativos de la población, los cuales por razones funcionales, convenían que se ubicaran en el centro de la actividad ciudadana. El Cabildo, la sede del gobierno local, la Iglesia, la Casa Parroquial, son las instituciones más destacadas”. También informan que el terremoto de 1906 causó gran destrucción “en la vieja villa de carácter español, pero su planta continuó de forma invariable”, agregando que en la década del 30,”el crecimiento urbano va más allá de su original traza” (Flores, Mansilla-Villena).
Casablanca tiene los límites siguientes: Por el noroeste limita con la comuna de Valparaíso, por el noreste, con la comuna de Quilpue, por el sur y por el este con la Región Metropolitana y por el oeste, limita con Algarrobo y el Océano Pacífico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario