domingo, 23 de noviembre de 2008

Ultimo domingo después de Pentecostés.

Hoy termina el Año Litúrgico. "La Iglesia, escribe Dom Guéranger, acaba el año eclesiástico como lo comenzó: con el recuerdo del juicio universal, que será la última y más solemne manifestación del Hijo del hombre; todas sus acciones, desde su primera venida a la tierra hasta la segunda, al fin del mundo, se han desarrollado ante nuestros ojos en el curso del año. Portémonos todos los días como si el fin del mundo hubiera de ser mañana, porque puede realmente sobrevenirnos con la muerte, que para nosotros señala el fin del mundo y nos lleva al tribunal de Dios, en el cual solamente la fe y nuestras buenas obras nos salvaran."
Al acercarse el Juicio de Dios, nuestra alma siente la necesidad de pedir la gracia de ser movida siempre más y más a ejecutar las buenas obras para encontrarse preparada a recibir el premio.

S. Sequéntia sancti Evangélii secundum Matthæum. (Matth. 24, 15-35).
M. Glória tibi, Dómine.

En aquel tiempo: dijo Jesús a sus discípulos: Cuando viereis que la abominación desoladora anunciada por el profeta Daniel, está en el lugar santo (el que esto lee que entienda); en aquel trance, los que moran en la Judea huyan a los montes; y el que está en la terraza, no baje a tomar cosa alguna de su casa; y el que en el campo, no vuelva a buscar su vestido. Mas ¡ay de las mujeres que estén encinta o criando, en aquellos días! Rogad por lo tanto, que vuestra huída no suceda en invierno o en sábado. Porque habrá entonces grande tribulación, cual no la hubo semejante desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y a no acortarse aquellos días, ningún hombre se salvará; mas serán abreviados en atención a los escogidos. Entonces, si alguno os dijese: mirad, el Cristo está aquí o allí, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos Profetas, y obrarán grandes maravillas y prodigios, de modo que (si pudiera ser), caigan en error aún los escogidos. Ya estáis prevenidos. De modo que si os dijeren: Mirad que el Mesías está en el desierto, no salgáis; mirad que está en lo más escondido de la casa, no lo creáis. Porque, como el relámpago sale del Oriente y se deja ver hasta el Occidente, así será también la venida del Hijo del hombre. Donde quiera que estuviese el cadáver, allí también se juntarán las águilas. Y luego, después de la tribulación de aquellos días, el so se oscurecerá; la luna no dará su luz, las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos se bambolearán,y entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre: y entonces plañirán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con gran poder y majestad. Y enviará sus Ángeles, que, a la voz de trompeta sonora, reunirán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde lo sumo de los cielos hasta su extremidad. Escuchad una comparación tomada de la higuera: cuando sus tallos estarán ya tiernos, y las hojas han brotado, sabéis que está cerca el verano: pues del mismo modo, cuando vosotros viereis todo esto, sabed que el Hijo del hombre está cerca, a las puertas mismas. En verdad os digo, que no pasará esta generación sin que se sucedan todas estas cosas. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no fallarán.

M. Laus tibi, Christe.

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