miércoles, 25 de marzo de 2009

Los reclinatorios itinerantes.


Desde hace mucho tiempo atiendo pastoralmente una capilla rural dedicada a la Virgen del Carmen en la localidad de Las Dichas, distante unos dieciocho kilómetros de la ciudad de Casablanca. Pues bien, allí no había reclinatorios, así que un día le plantee a la comunidad la necesidad de construirlos. Prestamente, un feligrés los hizo con sus propias manos, los barnizó y otro se encargó de colocarles las almohadillas cubiertas con una tela color granate para posar los antebrazos y las rodillas.
Cuando pensamos en los reclinatorios, lo hicimos para que cumplieran el fin que ahora, regularmente, tienen: servir para que los novios arrodillados reciban la bendición nupcial, ya que después de la reforma litúrgica, efectivamente para eso quedaron; pues la mayor parte del tiempo están escondidos en una bodega parroquial. Pero estábamos equivocados.
El Papa Benedicto XVI con sus catequesis litúrgicas puestas en acto en las celebraciones por él presididas nos ha mostrado la importancia que tienen los reclinatorios en la liturgia eucarística al momento de la comunión; el Papa nos enseña que “doblar las rodillas en presencia del Dios vivo es algo irrenunciable”, y que “quien aprende a creer aprende también a arrodillarse”. Así, hemos visto cómo los comulgantes se arrodillan ante la Sagrada Forma cuando el Santo Padre da la comunión; con este gesto, Benedicto XVI nos está indicando cuál es la actitud correcta y que debemos imitar.
Pues bien, los reclinatorios de Las Dichas son itinerantes porque cada treinta días los trasladamos hacia Casablanca donde se celebra –privadamente, aún-, en otra capilla, la Santa Misa en su Forma Extraordinaria. El sacerdote ante el comulgante arrodillado en el reclinatorio muestra la Sagrada Forma y dice: “Corpus Dómini nostri Jesu Christi custódiat ánima tuam in vitam aetérnam”. Al día siguiente, los reclinatorios retornan a su casa.
Pero no podemos dejar de señalar que cada vez que celebramos en la localidad rural, al momento de recibir la comunión los fieles lo hacen… ¡arrodillados en los reclinatorios! Y esto se consiguió muy fácilmente, previa una catequesis explicativa del sentido del arrodillarse al momento de recibir la comunión. El pueblo fiel entiende a cabalidad el gesto físico que expresa y es portador de un sentido espiritual de profunda adoración. Como lo enseña el Papa, allí donde el gesto (de arrodillarse) se haya perdido, hay que volver a aprenderlo…” Felizmente, los feligreses de esa capilla, así como los que asisten a la misa tradicional cuando los reclinatorios itinerantes viajan a Casablanca, lo han recuperado en plenitud.

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