domingo, 17 de julio de 2011

V Domingo después de Pentecostés.

Evangelio (San Mateo V, 20-24)
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EN AQUEL TIEMPO, dijo Jesús a sus discípulos: “Si vuestra justicia no es más cumplida que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a vuestros mayores: “No matarás;” Y quien matare, será condenado en juicio*. Yo os digo aún más: quienquiera que tome ojeriza con su hermano, merecerá que el juez le condene. Y el que le llamare “raca”**, merecerá que le condene la asamblea. Mas, quien le llamare “fatuo”, reo será del fuego del infierno. Por tanto, si al tiempo de presentar tu ofrenda en el altar, allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí mismo tu ofrenda ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y después volverás a presentar tu ofrenda”***.
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*Los escribas y fariseos se contentaban con observar la letra de la ley, no el espíritu; los cristianos, en cambio, debemos atender ante todo a su espíritu. Ellos se contentaban con no matar corporalmente; nosotros, debemos, además, no molestar ni hacer daño alguno a los demás.
**“Raca” significa mentecato, imbecil, cabeza vacía.
***Dios no acepta gustoso las ofrendas, por ricas y santas que sean, si quien las presenta esta lleno de saña y de rencor contra el prójimo, o sabe que tiene a alguno ofendido o justamente resentido.
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