Eco y presagio de la salmodia celeste, es la oración oficial con que la Iglesia alaba a Dios en las diversas horas del día. El Oficio Divino no es una oración privada, sino una oración pública y social, hecha en nombre de toda la humanidad.
Fin del Oficio Divino.
La Iglesia, al prescribir la recitación del Oficio Divino, ha querido presentar a Dios el homenaje que toda la sociedad humana debe rendirle a El, Supremo Señor de toda la Creación; por tanto, el fin último de esta plegaria pública es la gloria de Dios.
Eficacia del Oficio Divino.
Esta oración tiene una eficacia especial por ser la voz de la Santa Iglesia, la Esposa muy amada de Jesucristo, y porque contiene, en gran parte, las palabras inspiradas por el Espíritu Santo. De aquí se sigue, naturalmente, que esta oración es escuchada por el Señor y que hace descender sobre su Santa Iglesia sus bendiciones y sus misericordias.
Sus enseñanzas dogmáticas y morales son asimismo eficaces, porque son las enseñanzas de la Iglesia y del mismo Dios.
El Oficio Divino, bien recitado, es una gran escuela de santificación: se enseñan las virtudes, se ponen a nuestra vista los ejemplos de Nuestro Señor Jesucristo y de los Santos.
División del Oficio Divino.
El Oficio Divino abarca todo el año litúrgico son todas sus fiestas y misterios. Está dispuesto de modo que el Señor sea alabado de día y de noche con las preces litúrgicas. Se divide en Oficio diurno y Oficio nocturno. El Oficio nocturno, a su vez, se divide en cuatro partes o vigilias: tres Nocturnos que forman los Maitines, y que deben rezarse durante la noche, y el Oficio de Laudes, al amanecer. El Oficio diurno consta de las Horas menores y de Vísperas y Completas. Las Horas menores son: Prima, Tercia,Sexta y Nona, que se recitan a las seis, nueve, doce y quince horas; las Vísperas, a las dieciocho horas, y finalmente las Completasal anochecer. La Misa solemne se canta después de Tercia.
Composición del Oficio Divino.
El Oficio Divino está compuesto de alabanzas, de lecturas y oraciones.
“En la alabanza la Esposa habla al Esposo y se complace en decirle toda clase de elogios. En la lectura es el Esposo quien la habla y la regocija con su voz; y, finalmente, en la oración la Esposa que ha encontrado al Esposo, a quien había requerido mediante la alabanza, y que lo ha reconocido y escuchado su voz, háblale y le confía sus anhelos, sus dolores y sus gozos, sus necesidades y sus sentimientos de gratitud” (Dom Gréa).
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