sábado, 9 de julio de 2011

El Oficio Divino (II).

Composición del Oficio Divino.

La alabanza Divina está compuesta de los salmos, de los cánticos del Antiguo y del Nuevo Testamento, y de los himnos debidos a la inspiración de los autores eclesiásticos.

Son los salmos pequeños poemas líricos, inspirados por el Espíritu Santo: “Dios se alabó a sí mismo, dice San Agustín, para que los hombres pudieran alabarlo dignamente”. El fondo de los salmos lo constituyen las verdades dogmáticas y morales y la providencia divina manifestada en la historia del pueblo de Israel. El alma piadosa descansa y se sacia con la recitación de estos poemas divino-humanos.

Forman la lectura los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, los escritos de los Santos Padres, las Actas de los Mártires, las Vidas de los Santos y otros grandes documentos eclesiásticos. La lectura de libros tan santos no sólo instruye a los que digna y atentamente recitan el Oficio, sino que los estimula al bien y a la virtud.

En el Oficio hay una inmensa variedad de hermosas y sustanciosas oraciones, acomodadas a todas las necesidades de la vida del hombre.

Entre los salmos se rezan las antífonas; después de cada lección, los responsorios, que generalmente son breves trozos entresacados de los libros santos.

Los ministros del Oficio Divino.

Esta plegaria litúrgica es deber necesario, actividad imperiosa y manifestación de la Iglesia; pero un deber tan alto y sagrado, que debe ella llenar, no puede cumplirlo por medio de la comunidad de los fieles: deberá tener sus ministros especiales que serán “la boca de toda la Iglesia”, y su voz será “la de Cristo y su Iglesia”.

Estos ministros destinados por la Iglesia para el rezo del Oficio Divino son los clérigos ordenados in sacris, es decir, subdiáconos, diáconos, presbíteros y obispos, los religiosos y religiosas de Coro y los canónigos.

Los canónigos, religiosos y religiosas de Coro deben rezar el Oficio Divino en común.

Estos ministros oficiales de la Iglesia constituyen la escuela del divino servicio, según la frase de San Benito.

El Breviario, monumento de la literatura cristiana.

“El Breviario Romano es un fruto maravilloso de la tradición católica; en su forma, en su esencia… representa y recuerda los trabajos penosos, bendecidos de Dios, que ejecutaron los Papas y todos aquellos que, en el curso de los siglos, vivieron de la vida de la Iglesia, experimentaron su influencia y sostuvieron sus luchas. Contiene el meollo de los escritos del Antiguo y Nuevo Testamento, los formularios de preces que Moisés, David, Cristo Nuestro Señor, los Apóstoles y los Santos nos han transmitido, del siglo I al XX. Nos cuenta los destinos del mismo Dios, desde la creación del mundo hasta la venida del Divino Redentor; hace pasar ante nuestros ojos el sacrificio de Cristo, los dolores de los mártires, los combates de los confesores, las penas y cuidados de los Papas y Obispos, las obras de caridad de los santos y santas, las virtudes de las castas vírgenes y puros donceles, las lágrimas de contrición de los penitentes” (Baumer).

Unión de los fieles al Oficio Divino.

Para que los fieles reciban gracias especiales de esta oración oficial y solemne de la Iglesia, es menester que no sólo tengan la intención general de unirse a las oraciones de la Iglesia, sino que hagan la intención particular de unirse al Oficio Divino.

En algunas iglesias suelen cantarse solemnemente la Vísperas, el domingo. Ojalá que los fieles asistan a estas ceremonias a fin de que se aumente entre nosotros la vida litúrgica.

(1935).

No hay comentarios: