“¿Qué es exactamente el Escapulario? En sentido material, es una de las piezas del hábito religioso. Pero, en sentido formal, es un signo externo de devoción mariana, sobre todo de dedicación o consagración que uno hace de sí mismo a María y de la esperanza en su protección maternal. Este signo externo es el pequeño escapulario de paño de lana, marrón o negro, por todos conocidos; un hábito o vestido que se halla reducido a su mínima expresión.
Concretamente, la imposición y el uso del Escapulario es un sacramental. Es decir, un signo sagrado según el modelo de los sacramentos, por medio del cual se significan afectos, sobre todo espirituales, que se obtienen por intercesión de la Iglesia y según las disposiciones interiores. Lo propio de un signo, algo sensible, es significar una realidad invisible. Lo invisible del Escapulario es la devoción a la Madre de Dios. Esta, como toda devoción, para que sea auténtica, debe conformarse a la definición de Santo Tomás:“Una sincera voluntad para seguir todo lo que conduce a la gloria de Dios y a su agrado”. Sincera voluntad, disposición pronta… La devoción reside, por tanto, en la voluntad. Lo externo: palabras, gestos, ejercicios devotos, medallas, imágenes, hábitos, etc., valen en tanto en cuanto son manifestación externa de una voluntad sincera de servir a Dios, en este caso por María y en María”. (Iglesia de San Bernardo, julio 2011).
El Escapulario de Nuestra Señora del Monte Carmelo consiste en dos pedacitos de tela lanosa, unidos por cuerdecitas. Este Escapulario es bendecido e impuesto por un sacerdote con una oración de la Iglesia. Se lleva de día y noche como señal de verdadera consagración a la Santísima Virgen María.
En el año 1215 Nuestra Señora del Monte Carmelo regaló, durante una aparición, este Escapulario a Santo Simón Stock, carmelita, con esta promesa:
“El que muera devotamente mientras lleve esta vestidura, será salvado del fuego del infierno. Es una protección contra todos los peligros. Esta vestidura es una señal de consagración continua a mí. Es también señal de paz”.
Este Escapulario debe ser bendecido e impuesto por un sacerdote, se debe llevar esta vestidura con devoción, y vivir una vida ejemplar (según las palabras del Papa Pío XI).
Entonces Nuestra Señora nos otorga gracias especiales e incluso la gracia de la perseverancia final. La persona que fuera tan astuta que llevara el Escapulario para poder vivir en pecado sin ser castigado, cometería un pecado contra el Espíritu Santo, y perdería la protección de la Santísima Virgen.
Otros Escapularios reconocidos por la Iglesia son: el Escapulario de la Santísima Trinidad, el de Los Siete Dolores de María, el de la Inmaculada Concepción, el de la Cruz y Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, el de la Preciosísima Sangre, el de los Santos Corazones de Jesús y de María, el de Nuestra Señora del Buen Consejo, el de Nuestra Señora Salvación de los Enfermos, el del Arcángel San Miguel, el de San José y otros.
Todos los Escapularios son para los católicos fieles y sinceros, una ayuda especial para obtener gracias insignes para su santificación y salvación.
El Escapulario-medalla fue introducido por el Papa San Pío X en el año 1910. Esta medalla tiene en un lado el Sagrado Corazón y en el otro lado una imagen de Nuestra Señora.
“¡Llevemos el Escapulario! ¡Difundámoslo entre la gente!, sabiendo explicar que su imposición y su uso piadoso –el que libra de la condenación eterna- requiere de una disposición, aunque sea mínima, de abandonarse a la protección maternal de la Madre de Dios, la que Cristo nos dio por Madre nuestra en el árbol de la Cruz”.
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