Domingo y fiesta de 1ª clase con octava de 1ª clase. Rojo.
La Pascua de Pentecostés festeja la bajada del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, y corresponde a la fiesta judía de los Tabernáculos, en la que se conmemoraba la entrega de las Tablas de la Ley a Moisés. Pentecostés es la fiesta predilecta de las almas espirituales y contemplativas, porque es la fiesta de los carismas, de las nobles inspiraciones, de las íntimas consolaciones, la fiesta del huésped divino del alma cristiana, el Espíritu Santo. Los Oficios litúrgicos de este día cantan con elocuencia sin igual las maravillas ocultas del Paráclito en la Iglesia y en las almas. Llámanle"don del Altísimo, fuente viva, fuego, caridad, espiritual unción, dedo de la diestra de Dios, padre de los pobres, repartidor de los dones del cielo, luz de los corazones, Consolador regrigerador de las pasiones, solaz en el llanto, artífice de los artífices, depositario de las virtudes, nuestro mejor amigo, nuestro más íntimo confidente, etc.". Entre las piezas más clásicas merecen citarse el himno "Veni Creator Spíritus",que algunos han atribuido a Carlomagno, aunque con poco fundamento y la secuencia de la Misa "Veni Sancte Spíritus", obra tal vez del Papa Inocencio III, que reemplazó, en el siglo XVI, a la famosísima del monje Notker "Sancti Spíritus adsit nobis gratia". Todas estas piezas están realzadas por sabrosísimas melodías, al oír las cuales se persuade uno de que realmente son inspiradas por este Espíritu vivificador. "Primitivamente en Roma, la fiesta de Pentecostés terminaba la quincuagésima pascual e inauguraba los ayunos de las Cuatro Témporas de estío. Luego la solemnidad comenzó a prolongarse por dos días más, el lunes y el martes, y finalmente, desde San León Magno, abarcó la semana entera, a imitación de la de Pascua de Resurrección". Esta Octava sobreañadida, inseparable ya de la fiesta de Pentecostés, tiene el inconveniente de desmentir dicho nombre pues Pentecostés significa el espacio de 50 días transcurridos desde la Resurrección de Jesucristo hasta la bajada del Espíritu Santo, y además el de mezclar los regocijos pascuales con los ayunos y dejos de tristeza propios de las Cuatro Témporas. Para disimular, o por lo menos para atenuar estos efectos, la liturgia prescribe para toda la semana aún para el miércoles, viernes y sábado de las Témporas, los ornamentos rojos y el incesante empleo del aleluya.
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INTROITUS
Sap. 1, 7; Ps. 67, 2
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Spíritus Dómini replévit orbem
terrárum, allelúia: et
hoc quod cóntinet ómnia,
sciéntiam habet vocis,
allelúia, allelúia, allelúia.
Ps. Exsúrgat Deus,
et dissipéntur inimíci ejus:
et fúgiant, qui odérunt eum,
a fácie ejus. V/. Glória Patri...
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