domingo, 17 de mayo de 2009

5º Domingo después de Pascua.

Los misterios de Pascua y la Ascensión son dos temas que aparecen íntimamente unidos en la liturgia de hoy. Unos días más, y el tiempo pascual, en el más riguroso sentido de la palabra, habrá concluido. En el Introito de la Misa sigue dominando el claro júbilo pascual. No nos cansamos de ensalzar al Señor por las grandezas que ha obrado en nosotros, al redimir nuestras almas. Pero nuestro canto no basta; tenemos que comprender la grandeza de nuestro estado de cristianos y debemos vivir de acuerdo con él (Oración). Como un espejo, debemos tenerlo constantemente delante de nosotros, para reproducir en todo momento los rasgos de heroísmo y de virtud que él nos imprime (Epístola). Aquí está la piedra de toque de la verdadera fe. ¡Amor al prójimo y ruptura con el mundo, con el pecado! Cristo nos da el ejemplo en el Evangelio del día. Nos anuncia que se va al Padre; pero no va a vivir y a gozar sólo para Sí. Quiere ser allí nuestro Mediador; quiere que le presentemos nuestras necesidades y que le pidamos el remedio de ellas. No olvidemos que dentro de unos momentos se va a presentar entre nosotros en el altar.
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S. Sequéntia sancti Evangélii secúndum Joánnem. (Joann. 16, 23-30)
M. Glória tibi, Dómine.
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En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: En verdad, en verdad os digo: que si algo pidiereis al Padre, en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora, nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo. Estas cosas os he dicho usando de comparaciones. Va llegando el tiempo en que ya no os hablaré con parábolas, sino que abiertamente os anunciaré las cosas de mi Padre. Entonces le pediréis en mi Nombre, y no os digo que rogaré al Padre por vosotros, pues el mismo Padre os ama, porque vosotros me amasteis y habéis creído que yo salí de Dios. Salí del Padre, y vine al mundo: otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. Dícenle sus discípulos: "Ahora, sí que hablas claro, y no dices ningún enigma. Ahora conocemos que sabes todas las cosas, y no es preciso que nadie te pregunte. En esto creemos que has salido de Dios.
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M. Laus tibi, Christe.

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