sábado, 12 de diciembre de 2009

Virgen de Guadalupe, Patrona de América.

Patrona principal de México, de la América latina, y de las Islas Filipinas.
Fiesta de 1ª Clase, Blanco o azul.
Misa "Salve sancta parens", en el propio de algunos lugares.
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“Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas…, mira cuán grande es la mies, e intercede junto al Señor para que infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios…”, que los fieles “caminen por los senderos de una intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas”. Sólo así –con una intensa vida cristiana, con amor y deseos de servir- podremos llevar a cabo esa nueva evangelización en todo el mundo, empezando por los más cercanos. ¡Cuánta mies sin brazos que la recojan!, gentes hambrientas de la verdad que no tienen quienes se la enseñen, personas de todo tipo y condición que desearían acercarse a Dios y no encuentran el camino. Cada uno de nosotros debe ser un indicador claro que señale, con el ejemplo y con la palabra, el camino derecho que, a través de María, termina en Cristo.
“De Europa partió la primera llamarada que encendió la fe en el continente americano. ¡Cuántos hombres y mujeres, de razas tan diversas, han encontrado la puerta del Cielo, por la heroica y sacrificada de aquellos primeros evangelizadores! La Virgen les fue abriendo camino y, a pesar de las dificultades, con tesón, paciencia y sentido sobrenatural enseñaron por todas partes los misterios más profundos de la fe. (…)
“Pensemos hoy ante Nuestra Señora de Guadalupe, una vez más, qué estamos haciendo a nuestro alrededor: el interés por acercar a Cristo a nuestros familiares y amigos, si aprovechamos todas las ocasiones, sin dejar ninguna, para hablar con valentía de la fe que llevamos en el corazón, si nos tomamos en serio nuestra propia formación, de la que depende la formación de otros, si prestamos nuestro tiempo, siempre escaso, en catequesis o en otras obras buenas, si colaboramos también económicamente en el sostenimiento de alguna tarea que tenga como fin la mejora sobrenatural y humana de las personas. No nos debe detener el pensar que en ocasiones es poco lo que tenemos a nuestro alcance, en medio de un trabajo profesional que llena el día y aún le faltan horas. Dios multiplica ese poco; y, además, muchos pocos cambian un país entero. (…)
“Hoy pedimos a Nuestra Señora la Virgen de Guadalupe que se muestre como Madre compasiva con todos nosotros, que nos haga anunciadores del Evangelio, que sepamos comprender a todos, participando de sus gozos y esperanzas, de todo lo que inquieta su vida, para que, siendo muy humanos, podamos elevar a nuestros amigos al plano sobrenatural de la fe. “¡Reina de los Apóstoles! Acepta nuestra prontitud para servir sin reserva a la causa de tu Hijo, la causa del Evangelio y la causa de la paz, basada sobre la justicia y el amor entre los hombres y entre los pueblos”.
Fuente: Francisco Fernández Carvajal, Hablar con Dios, Tomo 7, Madrid, Ediciones Palabra, 1987.

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