domingo, 13 de diciembre de 2009

III Domingo de Adviento.


Misterios gozosos. El ángel Gabriel anuncia a María que el Salvador tomará carne en ella por obra del Espíritu Santo; y va presurosa la Virgen a casa de Isabel, su prima, a hacerle partícipe de su ventura. "Regocijaos. Gaudete", cantan alegres las campanas.
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Estación en San Pedro.
Domingo de 1ª clase. Morado o Rosa.
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"Regocijaos; el Señor está cerca." Viendo ya próxima la fiesta de Navidad, acentúa la Iglesia la alegría que debe animar nuestros corazones por todo cuanto representa para nosotros el nacimiento del Salvador; en esta semana nos recordará los evangelios de la Anunciación y de la Visitación, misterios rebosantes de alegría.

San Pablo fundamenta la alegría cristiana sobre la certidumbre de que Cristo nos trae la salvación, y quiere que esté tan viva en el alma que ninguna inquietud o tristeza humana la pueda jamás dominar. La gran paz de Dios ha de sobreponerse en adelante a todos los demás sentimientos. Mas en el pensamiento de San Pablo, esta venida del Salvador no es su nacimiento en Belén, sino su segunda venida. La gran alegría de los cristianos está, pues, en ver acercarse el día en que venga el Señor con gloria para trasladarnos a su reino. Tanto como a las llamadas de los profetas, todos los veni del tiempo de Adviento hacen eco a aquel otro con que termina el Apocalipsis de San Juan: "Ven, Señor, Jesús", y que es la última palabra del Nuevo Testamento.
El evangelio de este domingo, completando al anterior, nos presenta el testimonio de San Juan Bautista; el precursor desaparece ante el único que importa: el Mesías esperado.
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INTROITUS
Filipenses 4. 4-6; Salmo 84,2
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Gaudéte in Dómino semper:
íterum dico, gaudéte.
Modéstia vestra nota sit
ómnibus homínibus:
Dóminus enim prope est.
Nihil sollíciti sitis: sed
in omni oratióne petitiónes
vestræ innotéscant
apud Deum.
Ps. Benedixísti, Dómine,
terram tuam: avertísti
captivitátem Jacob.
V/. Glória Patri.
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