miércoles, 2 de marzo de 2011

Visión sobrenatural y cosas pequeñas.

El célebre obispo de Boston, monseñor Fulton Sheen, dice que pese a que la palabra “presbítero”, con la que se nos designa a los sacerdotes, se traduce con la de “anciano”, él prefiere utilizar otra versión etimológica: “presbítero” es “el que ve a lo lejos”. ¿Tendrá algo que ver con la raíz etimológica de “presbicia”? En verdad no lo sé, pero como soy un joven presbítero simpatizo con dicha teoría. Esto que nos dice Fulton Sheen trae a la memoria aquella explicación que da Santo Tomás de Aquino acerca del “porqué” la Providencia estableció un Juicio Universal al finalizar la historia humana.

Santo Tomás, como es sabido, afirma que uno de los “motivos de conveniencia” es determinar a los ojos de todos la responsabilidad de cada uno a lo largo de la historia humana. Pero intentaré explicarlo con algunos ejemplos.

  1. San Ignacio de Loyola murió en el siglo XVI, y sin saber que la Compañía de Jesús, por él fundada, llegaría a tener en la primera mitad del siglo XX más de cuarenta y cinco mil sacerdotes, diecisiete universidades en los Estados Unidos (y otras muchas en el resto del mundo), innumerables colegios, la responsabilidad de haber evangelizado naciones enteras, etc. Pero murió sin saberlo, porque todas estas cosas tuvieron lugar después de su muerte, de modo que sólo tendrá conciencia plena al finalizar la historia humana el día del Juicio Universal.
  2. Karl Marx murió sin tener conciencia de que el marxismo haría que durante el siglo XX, por medio de sus diversos seguidores (Engels, Trotsky, Stalin, Lenin, Marcase, Mao Tse Tung…) se destruirían sistemática y deplorablemente las libertades religiosas de gran parte de las naciones que habitan sobre nuestro planeta: China comunista, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Albania, Bulgaria, Corea del Norte, Vietnam, Camboya del Norte, Camboya del Sur, Mozambique, Cuba, Angola, Nicaragua, República Democrática de Alemania, Polonia, Yugoslavia, Hungría, Checoslovaquia…países a los que se deberían añadir otros que fueron o son víctimas de las diversas variantes del terrorismo de inspiración marxista. De modo que también es conveniente un Juicio Universal si queremos saber de qué fue responsable Marx a lo largo de los siglos.

Si bien hay un Juicio Particular que tiene lugar inmediatamente tras la muerte, hay consecuencias futuras sobre las que no se puede dar aún el veredicto por la sencilla razón de que todavía históricamente no sucedieron, y por eso dice Santo Tomás que es conveniente la existencia de un Juicio Universal, ya que de este modo podremos tomar conciencia plena de la trascendencia de nuestros actos.

Esto mismo afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, cuando dice que el día del Juicio Universal es “el día en el que Dios, por medio de su Hijo Jesucristo, pronunciará su palabra definitiva sobre toda la historia… el día en el cual Dios no se callará”.

En ese momento memorable se sabrá realmente de qué es imputable cada uno de nosotros. Además, allí no habrá posibilidad de quedar inmerecidamente bien, ni de robarle a Dios gloria alguna.

En el Juicio Universal se reprobará nuestra típica tendencia a pensar o decir que desde que nosotros llegamos (a esta casa, a esta oficina, a este equipo de fútbol, a este gobierno…) todo funciona bien, y que la causa ha sido precisamente nuestra presencia; e inversamente, tampoco se le podrá orgullosamente achacar a los demás la culpa de los males que nos tienen como responsables.

(Fuente: Pbro. Pedro José María Chiesa, Amor, soberbia y humildad, Argentina, 2009).

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