jueves, 15 de julio de 2010

La instrucción.

La segunda parte de la Misa, llamada instrucción, comprende la Epístola, el Gradual, el Allelluia, el Tracto, la Secuencia, el Evangelio y el Credo.
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La Epístola.
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Comienza con la Epístola la parte doctrinal de la Misa, para que los fieles se instruyan en las verdades de la religión. Aún cuando esta instrucción se toma a veces de los Hechos de los Apóstoles, del Apocalipsis o del Antiguo Testamento, se le da siempre el nombre de Epístola, porque generalmente se leen las diversas Epístolas de los Apóstoles. Mientras el celebrante lee la Epístola coloca las manos sobre el libro para significar que el cristiano debe abrazar totalmente esas enseñanzas divinas, y el pueblo está sentado en actitud de recogimiento y atención.
En la Misa solemne canta la Epístola el subdiácono. La Epístola suele ser alusiva a la fiesta. Terminada la Epístola el pueblo responde: Deo gratia: Gracias a Dios, para agradecer a Dios la instrucción recibida.
En los tiempos primitivos se leían dos Epístolas: la primera del Antiguo Testamento llamada Lección, y la segunda del Nuevo Testamento, llamada propiamente Epístola. En memoria de esto, en ciertos días, como los miércoles de las cuatro témporas, el miércoles de la cuarta semana de Cuaresma y el Miércoles Santo, se leen dos Epístolas; los sábados de las cuatro témporas se leen cinco lecciones y una Epístola.
Parece que la distribución actual de las Epístolas y Evangelios data del siglo IV.
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El Gradual, el Allelluia, el Tracto.
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Después de la Epístola, el diácono cantaba, en los primeros siglos un salmo. San Gregorio Magno ordenó que lo cantase un cantor de oficio, quien lo cantaba en las gradas del ambón, de donde tomó el nombre de Gradual. El Gradual es un breve comentario de las enseñanzas de la Epístola: a veces expresa la alegría del alma, otras veces es una súplica. Ahora se compone de una antífona y de un versículo, tomados generalmente de los salmos.
De ordinario el Gradual va seguido del Allelluia. Primeramente sólo se decía en el día de Pascua; desde el siglo V, durante todo el tiempo pascual, y San Gregorio Magno ordenó que se dijera en todas las misas, exceptuadas las del tiempo de Cuaresma, Vigilias y Témporas.
Allelluia, palabra hebrea que significa Alabad a Dios, es una expresión de gloria y regocijo. A los dos primeros Allelluia siguen los versículos alleluiáticos, tomados ordinariamente de los salmos u otros libros, seguidos también de un Allelluia.
El Papa Alejandro II (1061-1073) ordenó que se suprimiese desde Septuagésima hasta el Sábado Santo. De aquí nació una ceremonia especial llamada el adiós al allelluia. En un antiguo libro litúrgico ambrosiano encontramos esta curiosa antífona: Allelluia. Cerrad y sellad esta palabra, allelluia; permaneced guardada en el seno de nuestro corazón, allelluia; hasta el tiempo prefijado; y cuando llegue ese día podréis exclamar con toda satisfacción: allelluia, allelluia, allelluia.
El Allelluia reaparece en el Sábado Santo con solemnidad extraordinaria; durante el tiempo pascual se repite con mucha frecuencia. Las Misas del tiempo pascual tienen dos Allelluias: se omite el Gradual.
El Tracto, así llamado por cantarse sin ser interrumpido por antífonas, se compone de varios versículos de algún salmo que en otro tiempo se cantaba entero. Actualmente se dice un salmo íntegro la primera Domínica de Cuaresma y el Domingo de Ramos.
El Tracto reemplaza al Allelluia durante la Septuagésima y la Cuaresma.

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