El Concilio de Trento (1545-1563), de tanta importancia en fijar la doctrina católica contra los herejes y de reformar la vida católica entre los fieles, pedía que las Provincias Eclesiásticas (*) realizaran Concilios para aplicar lo tratado en el Concilio de Trento, pero aplicado a su realidad particular.
El Arzobispado de los Reyes (Lima) tenía diez diócesis sufragáneas desde Nicaragua al fin de Chile, Alto Perú y Paraguay.
Este Concilio se pudo realizar gracias al esfuerzo de Felipe II que se puso firme en la concurrencia de los obispos y a Santo Toribio de Mogrovejo que, recién llegado, lo convoca. Fue inaugurado el 15 de agosto de 1582.
De Chile participa Fray Antonio de San Miguel OFM, Obispo de Imperial, al cual le cupo una lucida actuación y un apoyo a Santo Toribio que fue de gran ayuda para el éxito del III Concilio. Fray Diego de Medellín OFM, Obispo de Santiago, también asiste, por nuestra patria.
El fruto de este III Concilio duró hasta nuestros días, ya que consideró múltiples aspectos como: Catequesis de los indios, confección de catecismos, educación y defensa de los indios ante explotaciones posibles, normas sobre la evangelización para sacerdotes, fundación de seminarios, obligación de aprender las lenguas indígenas para los doctrineros, etc.
Se confecciona un catecismo único que se publica en castellano, quecha y aymará. Este catecismo fue prácticamente la primera publicación de la imprenta en América del Sur el 31 de agosto de 1606 (**).
La defensa de los indios ocupa gran parte del Concilio.
Lo importante de este III Concilio –el único aprobado por Roma- es el trabajo de Santo Toribio y su espíritu de fe y paciencia ante las dificultades, incomprensiones y calumnias, que siempre el padre de la mentira trata de poner en las cosas de Dios. Es increíble todo lo que pasó, hasta se robaron las actas y las llaves…
La santidad de Santo Toribio y la cooperación del P. Acosta s. j., del Virrey Enríquez, del Obispo San Miguel y muchos, hicieron que este III Concilio Limense estuviera lleno de frutos de santidad, ya que orientó la pastoral y la evangelización salió renovada después de él. “Para los que aman a Dios todas las cosas concurren a su bien” (S. Pablo).
Hoy como ayer las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella, nos dice Jesús de la Iglesia.
(*) La Provincia Eclesiástica presidida por un Arzobispo agrupa a un número de diócesis y deben ayudarse, estudiar la pastoral y dar normas propias para ese conjunto de fieles.
(**) Es cierto que hay primero una breve hoja, pero el catecismo es la primera publicación.
(Fuente: Epopeya de la fe de Monseñor Joaquín Matte Varas).
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