viernes, 6 de noviembre de 2009

Visitas al Santísimo Sacramento del Altar (VIII).

I.
“Oh Jesús, te quedaste en el Sagrario:
-para acompañarnos noche y día, como noche y día estabas con tus apóstoles.
-para alimentarnos mejor que a los cinco mil hombres del desierto, entrando por la comunión en nuestras almas y cuerpos.
-para bendecirnos en nuestras iglesias, plazas y calles, en magníficas procesiones, como cuando recorrías las ciudades de Galilea y de Judea.
-para santificar y dar el parabién a los que se juntan por el enlace matrimonial o se consagran al culto divino, como lo hiciste en Caná o en el Cenáculo.
-para consolar a los enfermos, yendo a sus mismas casas y entrando en sus íntimas habitaciones como lo hiciste con la suegra de Pedro y con tantos enfermos.
-para dar fuerza y ser compañero de viaje del moribundo, en el último trecho del camino, que raya con la pavorosa eternidad”.
*
II.
“Oh Jesús, tu Sagrada Hostia:
-es horno que abrasa: ¿quién me ama tanto, quién piensa en mí noche y día como Jesús Sacramentado?
-es sol que ilumina: Jesús Sacramentado, es cifra de todas las virtudes y suma de todas las maravillas.
-es panal que endulza: qué consuelo en que Jesucristo esté con nosotros; es el fiel amigo, y el más poderoso de los amigos.
-es centro de la Iglesia: toda la liturgia y todo el culto gira en torno de la Eucaristía.
-es diadema que corona: la comunión que ciñe al alma con una guirnalda de rosas, con una diadema engastada con las perlas de todas las virtudes.-es moneda de la gloria: quien comulga fervorosamente gana la vida eterna”.
*
III.
“Oh Jesús, yo te veo en el Sagrario:
-callando: ¡qué silencio!
-orando: ¡qué recogimiento!
-humillándote: ¡qué abajamiento!
-esperando: ¡qué aguante!
-obedeciendo: ¡qué rendimiento!
-entregándote: ¡qué dignación!”.
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De: Cien visitas a Jesús Sacramentado de Saturnino Junquera, S.J.

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