Ultimas Oraciones.
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Acabáis, oh Dios mío, de sacrificaros por mi salud; yo quiero sacrificarme por vuestra gloria. Soy vuestra víctima, no me desechéis. Acepto con todo mi corazón los trabajos que os pluguiere enviarme; los cuales recibo de vuestra mano amorosa, y por ellos os bendigo y glorifico.
He asistido, Dios de amor, a vuestro divino Sacrificio.
Vos me habéis colmado de favores, yo huiré con horror de las más insignificantes manchas del pecado, sobre todo de aquel a que mi inclinación me arrastra con más insistencia. Yo prometo ser fiel a vuestra ley; estando resuelto a perderlo todo, y a padecer todos los males, antes que quebrantarla.
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Bendición.
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Acabáis, oh Dios mío, de sacrificaros por mi salud; yo quiero sacrificarme por vuestra gloria. Soy vuestra víctima, no me desechéis. Acepto con todo mi corazón los trabajos que os pluguiere enviarme; los cuales recibo de vuestra mano amorosa, y por ellos os bendigo y glorifico.
He asistido, Dios de amor, a vuestro divino Sacrificio.
Vos me habéis colmado de favores, yo huiré con horror de las más insignificantes manchas del pecado, sobre todo de aquel a que mi inclinación me arrastra con más insistencia. Yo prometo ser fiel a vuestra ley; estando resuelto a perderlo todo, y a padecer todos los males, antes que quebrantarla.
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Bendición.
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Bendecid, ¡Dios mío! Estas santas resoluciones; bendecidnos a todos por mano de vuestro ministro, concediéndonos que los efectos de vuestra bendición queden eternamente en nuestras almas. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Así sea.
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Último Evangelio.
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Verbo divino, Hijo único del Padre, luz del mundo que bajasteis del Cielo para mostrarnos y enseñarnos la senda del Paraíso; no permitáis que yo me parezca a aquel pueblo infiel, que no quiso reconoceros por el divino Mesías: no consintáis que yo caiga en la terrible ceguedad de aquellos infelices que prefieren ser esclavos de Satanás, antes que tener parte de la gloriosa adopción de hijos de Dios, que Vos vinisteis a procurarles.
Verbo hecho carne, yo os adoro con el más profundo respeto y pongo mi confianza en Vos solo, esperando firmemente que pues Vos sois mi vida, mi salud y mi Dios, y un Dios que se hizo hombre para salvarnos, me concederéis las gracias necesarias para santificarme, a fin de que logre poseeros en el Cielo.
Amén.
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Verbo divino, Hijo único del Padre, luz del mundo que bajasteis del Cielo para mostrarnos y enseñarnos la senda del Paraíso; no permitáis que yo me parezca a aquel pueblo infiel, que no quiso reconoceros por el divino Mesías: no consintáis que yo caiga en la terrible ceguedad de aquellos infelices que prefieren ser esclavos de Satanás, antes que tener parte de la gloriosa adopción de hijos de Dios, que Vos vinisteis a procurarles.
Verbo hecho carne, yo os adoro con el más profundo respeto y pongo mi confianza en Vos solo, esperando firmemente que pues Vos sois mi vida, mi salud y mi Dios, y un Dios que se hizo hombre para salvarnos, me concederéis las gracias necesarias para santificarme, a fin de que logre poseeros en el Cielo.
Amén.
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Oraciones.
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(Prescritas por S. S. León XIII, para que las recen de rodillas al acabar la Misa el celebrante y los fieles).
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El sacerdote dirá tres veces con el pueblo, el Ave María, y luego Dios te salve, Reina, etc.
P. Ruega por nos, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
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Oremos.
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El sacerdote dirá tres veces con el pueblo, el Ave María, y luego Dios te salve, Reina, etc.
P. Ruega por nos, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
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Oremos.
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Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza, mirad propicio al pueblo que clama a Vos; y por la intercesión de la gloriosa e inmaculada Virgen María, Madre de Dios, del bienaventurado San José, su esposo, de los bienaventurados Apóstoles San Pedro y San Pablo, y de todos los Santos, escuchad misericordioso y benigno estas súplicas que os hacemos por la conversión de los pecadores, por la libertad y exaltación de la Santa Madre Iglesia. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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Oh Arcángel San Miguel, defiéndenos en el combate, sé nuestro amparo contra la malicia y las asechanzas del demonio. Pedimos humildemente que el Señor le reprima con su poder; y tú, ¡oh Príncipe de la milicia celestial! arroja en el infierno con el poder de Dios a Satanás y a los otros espíritus malignos, que andan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
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Se dice tres veces:
Corazón sacratísimo de Jesús. Tened piedad de nosotros.
(7 años y 7 cuarentenas de indulgencia).
Corazón sacratísimo de Jesús. Tened piedad de nosotros.
(7 años y 7 cuarentenas de indulgencia).
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Tomado de Devocionario, GALO MORET Pbro. S., 1931.
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