El siete de julio de 2007 será una fecha inolvidable para la Tradición Católica, pues como es bien sabido con esa fecha fue dado en Roma el Motu Proprio Summorum Pontificum cura… de Su Santidad Benedicto XVI con el que se liberaba la Santa Misa tradicional.
Aquel año, el Rvdo. Padre Philippe Laguérie, Superior General del Instituto del Buen Pastor, escribía: “¡La Iglesia Católica acaba de volver a encontrar su orgullo y cada uno de sus hijos puede alegrarse con Ella! ¡Tengo un sentimiento de alegría profunda, mezclado de reconocimiento y emoción, delante de este espectáculo tan inesperado de un papa, que algunos decían lento para obrar, y que en sólo dos años de pontificado, trae a plena luz la Tradición más venerable de la Iglesia, con orgullo y atrevimiento, el tesoro de la misa de San Gregorio el Grande (con él, el de los Apóstoles), de San Pío V, del Beato Juan XXIII (¡qué conciliar irreductible podrá bien impugnarlo!)”.
Ciertamente que esa alegría del Rvdo. Padre Laguérie la compartimos todos quienes fieles a la Tradición Católica sabíamos de la riqueza litúrgica de la Iglesia con las cuales nuestros padres y abuelos, habían rendido culto a Dios en la Sancta Missa, denominada hoy en su Forma Extraordinaria, de acuerdo al querer del Papa Benedicto XVI, felizmente reinante y bajo cuyas manos está la Barca de Pedro. Como lo dijo el 18 de julio de ese año, Msr. Ricardo Ezzati, Arzobispo de Concepción, la motivación de fondo del Motu Proprio Summorum Pontificum que liberalizó el Misal de 1962 aprobado por el Papa Bueno, el Beato Juan XXIII, no es una nostalgia de museo de tipo arqueológico litúrgico, sino un auténtico celo pastoral que busca la comunión en la Iglesia. Y recordaba que la Misa en latín según el Misal de Pío V, reformado por el Beato Juan XXIII en 1962 nunca había sido jurídicamente suspendida y siempre estuvo permitida tras el Concilio Vaticano II, pero que se necesitaba la autorización expresa del obispo para utilizarlo en la celebración litúrgica.
El P. Laguérie, por su parte, ponía énfasis que “en adelante todo sacerdote católico puede celebrar, sin ninguna autorización distinta a la presente del papa, su misa rezada según el rito de Gregorio el Grande, Pío V, Juan XXIII, que es el mismo. ¡Si algún periodista se ahoga con la idea de que es la misa de Gregorio o de Pío, que se tranquilice, o termine de enrabiarse, pensando que es la “del Buen Papa Juan” que nunca celebró otra! Eso también es la Tradición… Que si quieren la lista de los papas que la celebraron así, es al menos de doscientos, y aún más”.
Han pasado dos años desde que el Motu Proprio fue dado a conocer y, en el transcurso de este tiempo, múltiples escollos y barreras se han interpuesto al querer del Papa Benedicto XVI para la puesta en práctica en las parroquias de la Misa Tradicional. Entre esos escollos ha estado la maliciosa interpretación de que se ha hecho de lo que el documento papal llama “grupo estable de fieles adherentes a la precedente tradición litúrgica”. Sin embargo, paulatinamente la Misa Tradicional se ha ido extendiendo por diversas latitudes. Muchos fieles se han reencantado con ella, ya que estaban hastiados de los abusos litúrgicos que se cometen en las celebraciones; y otros, la han descubierto como lo que es: la Misa de siempre.
Por eso, al conmemorarse el segundo año de la publicación del Motu Proprio Summorum Pontificum cura.., le damos gracias a Dios que en nuestra Parroquia de Casablanca se haya acogido nuestra petición en orden a celebrar en este templo la Sancta Missa Tradicional, y con ello agradecer infinitamente a nuestro querido Papa Benedicto XVI por este “documento pontificio tan determinante para el bien común de la Iglesia. Gracias Santísimo Padre”.
Aquel año, el Rvdo. Padre Philippe Laguérie, Superior General del Instituto del Buen Pastor, escribía: “¡La Iglesia Católica acaba de volver a encontrar su orgullo y cada uno de sus hijos puede alegrarse con Ella! ¡Tengo un sentimiento de alegría profunda, mezclado de reconocimiento y emoción, delante de este espectáculo tan inesperado de un papa, que algunos decían lento para obrar, y que en sólo dos años de pontificado, trae a plena luz la Tradición más venerable de la Iglesia, con orgullo y atrevimiento, el tesoro de la misa de San Gregorio el Grande (con él, el de los Apóstoles), de San Pío V, del Beato Juan XXIII (¡qué conciliar irreductible podrá bien impugnarlo!)”.
Ciertamente que esa alegría del Rvdo. Padre Laguérie la compartimos todos quienes fieles a la Tradición Católica sabíamos de la riqueza litúrgica de la Iglesia con las cuales nuestros padres y abuelos, habían rendido culto a Dios en la Sancta Missa, denominada hoy en su Forma Extraordinaria, de acuerdo al querer del Papa Benedicto XVI, felizmente reinante y bajo cuyas manos está la Barca de Pedro. Como lo dijo el 18 de julio de ese año, Msr. Ricardo Ezzati, Arzobispo de Concepción, la motivación de fondo del Motu Proprio Summorum Pontificum que liberalizó el Misal de 1962 aprobado por el Papa Bueno, el Beato Juan XXIII, no es una nostalgia de museo de tipo arqueológico litúrgico, sino un auténtico celo pastoral que busca la comunión en la Iglesia. Y recordaba que la Misa en latín según el Misal de Pío V, reformado por el Beato Juan XXIII en 1962 nunca había sido jurídicamente suspendida y siempre estuvo permitida tras el Concilio Vaticano II, pero que se necesitaba la autorización expresa del obispo para utilizarlo en la celebración litúrgica.
El P. Laguérie, por su parte, ponía énfasis que “en adelante todo sacerdote católico puede celebrar, sin ninguna autorización distinta a la presente del papa, su misa rezada según el rito de Gregorio el Grande, Pío V, Juan XXIII, que es el mismo. ¡Si algún periodista se ahoga con la idea de que es la misa de Gregorio o de Pío, que se tranquilice, o termine de enrabiarse, pensando que es la “del Buen Papa Juan” que nunca celebró otra! Eso también es la Tradición… Que si quieren la lista de los papas que la celebraron así, es al menos de doscientos, y aún más”.
Han pasado dos años desde que el Motu Proprio fue dado a conocer y, en el transcurso de este tiempo, múltiples escollos y barreras se han interpuesto al querer del Papa Benedicto XVI para la puesta en práctica en las parroquias de la Misa Tradicional. Entre esos escollos ha estado la maliciosa interpretación de que se ha hecho de lo que el documento papal llama “grupo estable de fieles adherentes a la precedente tradición litúrgica”. Sin embargo, paulatinamente la Misa Tradicional se ha ido extendiendo por diversas latitudes. Muchos fieles se han reencantado con ella, ya que estaban hastiados de los abusos litúrgicos que se cometen en las celebraciones; y otros, la han descubierto como lo que es: la Misa de siempre.
Por eso, al conmemorarse el segundo año de la publicación del Motu Proprio Summorum Pontificum cura.., le damos gracias a Dios que en nuestra Parroquia de Casablanca se haya acogido nuestra petición en orden a celebrar en este templo la Sancta Missa Tradicional, y con ello agradecer infinitamente a nuestro querido Papa Benedicto XVI por este “documento pontificio tan determinante para el bien común de la Iglesia. Gracias Santísimo Padre”.
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