domingo, 23 de octubre de 2011

XIX Domingo después de Pentecostés.

Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthæum:
℟. Gloria tibi, Dómine.
Evangelio: Mateo 22, 1-14
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En aquel tiempo: Hablaba Jesús a los príncipes de los Sacerdotes y a los Fariseos en parábolas, diciendo:
En el reino de los cielos acontece lo que a cierto rey, que celebró las bodas de su hijo. Y envió sus siervos a llamar a los convidados a las bodas, mas no quisieron acudir. Envió de nuevo otros criados, diciendo: Decid a los convidados: "Mirad que ya he preparado mi banquete, mis toros y los animales cebados están ya muertos, todo está a punto; venid a las bodas". Mas ellos lo despreciaron, y se fueron el uno a su granja y el otro a sus negocios, y los demás se apoderaron de los siervos, y después de haberles ultrajado, los mataron. Enterado de ello el rey, se irritó, y enviando sus ejércitos, acabó con aquellos homicidas, y puso fuego a la ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas están preparadas, mas los antes convidados no han sido dignos; id pues, a las salidas de los caminos, y a cuantos hallareis, convidadles a las bodas. Habiendo salido sus siervos a los caminos, reunieron cuantos hallaron, malos y buenos; y se llenaron las salas de convidados. Entró el rey para ver a los comensales y vio allí un hombre que no estaba con el traje nupcial. Y le
dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí, no teniendo vestido de bodas? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a sus ministros: Atadlo de pies y de manos, arrojadlo fuera a las tinieblas; allí será el llorar y rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.
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℟. Laus tibi, Christe.
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