“Santa Teresa de Lisieux, intercesora de las misiones, junto a San Francisco Javier, a pesar de no haber salido del convento sentía con fuerza el celo por la salvación de todas las almas, también las más lejanas. Experimentaba en su corazón, las palabras de Cristo en la Cruz, tengo sed, y encendía su corazón en deseos de llegar a los lugares más apartados.
*
“Quisiera –escribe- recorrer la tierra predicando Vuestro Nombre y plantando, Amado Mío, en tierra infiel vuestra gloriosa Cruz. Mas no me bastaría una sola misión, pues desearía poder anunciar a un tiempo vuestro Evangelio en todas las partes del mundo, hasta en las más lejanas islas. Quisiera ser misionera, no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo, y continuar siéndolo hasta la consumación de los siglos”.
*
“Y cuando, encontrándose ya muy enferma, daba un breve paseo, y una hermana, al ver su fatiga, le recomendó descansar, respondió la Santa: “¿Sabe lo que me da fuerza? Pues bien, ando para un misionero. Pienso que allá muy lejos puede haber uno casi agotado de fuerzas en sus excursiones apostólicas, y para disminuir sus fatigas, ofrezco las mías a Dios”. Y hasta esos lugares llegó su oración y su sacrificio.
*
“El celo por las almas también se ha de manifestar en todas las ocasiones. No pueden ser disculpa la enfermedad, la vejez o el aparente aislamiento. A través de la Comunión de los Santos podemos llegar muy lejos. Tan lejos como grande sea nuestro amor a Cristo. Entonces, la vida entera, hasta el último aliento aquí en la tierra, habrá servido para llevar almas al Cielo, como sucedió a San Francisco, que moría frente a las costas de China, anhelando poder llevar a esas tierras la Buena Nueva de Cristo.
*
“Ninguna oración, ningún dolor ofrecido con amor, se pierde: todos, de un modo misterioso, pero real, producen su fruto. Ese fruto que un día, por la misericordia de Dios, veremos en el Cielo y nos llenará de una dicha incontenible”.
*
ORACIÓN
*
Señor, que habéis dicho: "Si no os hacéis semejantes a niños, no entraréis en el reino de los cielos", concedednos que imitemos de tal modo la humildad y sencillez de corazón de la virgen Santa Teresa, que logremos alcanzar las recompensas eternas. Por J. C. .S. Amén.
Señor, que habéis dicho: "Si no os hacéis semejantes a niños, no entraréis en el reino de los cielos", concedednos que imitemos de tal modo la humildad y sencillez de corazón de la virgen Santa Teresa, que logremos alcanzar las recompensas eternas. Por J. C. .S. Amén.
*
Sanctae Teresiae Virginis, ora pro nobis.
*
Fuente: Francisco Fernández Carvajal: Hablar con Dios, Tomo VII.
No hay comentarios:
Publicar un comentario