lunes, 2 de agosto de 2010

Comunión del sacerdote.

Terminadas estas oraciones, el sacerdote hace genuflexión, toma la Hostia y dice: Recibiré el pan celestial e invocaré el nombre del Señor. Repite por tres veces las palabras de fe y humildad salidas de los labios del Centurión, como última preparación para la Santa Comunión: Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero mándalo con tu palabra y mi alma será sana. El ayudante toca la campanilla tres veces. Antes de comulgar hace la señal de la cruz con la Hostia, y después con el Cáliz, porque en otros tiempos las dos fórmulas de la Comunión terminaban así: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén; y naturalmente, estas palabras iban acompañas del signo de la cruz; se suprimieron las palabras y se dejó la señal dela cruz. Y diciendo: El cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo guarde mi alma para la vida eterna. Amén, consume la Hostia del Sacrificio.
En seguida pronuncia las fórmulas de acción de gracias tomadas de los Salmos que cantó el Señor en la última Cena: Con qué pagaré al Señor todos los beneficios que me ha hecho? Tomaré el cáliz de la salud e invocaré el nombre del Señor. Con alabanzas invocaré al Señor, y me libraré de mis enemigos.
Toma el Cáliz, hace la señal de la cruz con él y lo consume diciendo: La sangre de Nuestro Señor Jesucristo guarde mi alma para la vida eterna. Amén.
El Sacrificio ya se ha completado con la Comunión del sacerdote.
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La Comunión de los fieles.
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Los fieles han estado íntimamente unidos al sacerdote durante toda la Misa, en comunicación constante, han concelebrado con el sacerdote: es justo, por lo tanto, que participen del sacrificio recibiendo el Cuerpo Sacrosanto de la Víctima Divina Inmolada en el Ara del Altar. Desde los tiempos apostólicos, hasta el siglo IV, comulgaban todos los que asistían a la Santa Misa; los que no comulgaban debían retirarse cuando el diácono decía: Las cosas santas son para los santos. Retírense los que no van a comulgar.
Hasta el siglo XII los fieles comulgaban bajo las dos especies. Poco a poco en los diversos lugares fue cayendo en desuso esta práctica, hasta que el Concilio de Constanza la suprimió totalmente, por presentar muchos inconvenientes de orden práctico.

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