jueves, 5 de mayo de 2011

Primer Mandamiento de la Ley de Dios.

Es importante que desde luego se advierta y se esté prevenido contra los peligros de la fe, contra el peligro de la indiferencia religiosa, y sobre algunas falsas máximas contrarias a este mandamiento.

El indiferentismo, nacido de las dudas sobre la fe, es malo y absurdo por donde quiera que se le mire. Es muy de notar que los más de los indiferentes, casi todos, o son ignorantes en religión, o son torcidos de voluntad, y sobre todo lo son por soberbia interior y secreta.

Entre los peligros para la fe hay dos especialmente graves, como son las malas compañías y las malas lecturas, los cuales hacen que muchos pierdan ese tesoro de su fe insensiblemente.

Acerca de lo primero debe tenerse conciencia formada acerca de lo que se puede y no se puede en el trato con personas de ideologías no cristiana o no católica.

Es regla general que debemos evitar cuanto podamos todo trato con hombres no católicos, para que no se siga menoscabando a la verdadera religión, daño a nuestras creencias, o escándalos a nuestros prójimos. Y cuando más peligro haya en una de estas tres cosas, tanto será mayor la obligación que tenemos de apartarnos de los herejes y no católicos.

Acerca de las lecturas adviértase que sería falsa y estúpida la opinión de quien creyese que puede leer todo lo que se le antoja. Hay muchas lecturas prohibidas por el grave daño que hacen y por el grave peligro que exponen.

De dos maneras puede estar prohibida y ser pecado una lectura o por derecho natural o por derecho eclesiástico. De la primera manera está prohibida toda lectura que pone a nuestra alma en peligro de perder la fe o de cometer cualquier pecado.

Finalmente por este mandamiento debe todo cristiano rechazar los errores y engaños espiritistas y las prácticas supersticiosas.

Las leyes de la Iglesia corroboran las prescripciones de este mandamiento y son sabiamente severas al respecto.

El Código de Derecho Canónico tiene en particular normas precisas que todos los fieles deben conocer sobre la lectura de libros prohibidos, el trato con herejes o incrédulos y sobre la defensa de la educación de la niñez de los perniciosos influjos del laicismo y de la impiedad.

(1939).

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