domingo, 30 de septiembre de 2012

XVIII Domingo después de Pentecostés.


El día 15 de septiembre, al recordar y venerar la Iglesia los siete Dolores de la Virgen María nuestra Madre, aplicábale el canto de alabanzas que se oyó en Israel al proclamar a Judit honra y prez de aquel pueblo escogido de Dios. En María tenemos a la nueva Judit, que corta la cabeza al gran príncipe de los Asirios, el demonio infernal, y que desde los orígenes de la humanidad aparece como la mortal enemiga de la serpiente, que acabará por aplastarla con su inmaculada planta. 
   Por estos días nos recuerda la Iglesia en las lecciones de maitines estas mismas gloriosas páginas de la epopeya israelita, por ser presagio de lo que más tarde había de suceder en un orden espiritual y más elevado. La liberación del pueblo judío de la servidumbre asiria, después de haber ayunado Judit, figuraba la liberación del pueblo querido de Dios, del pueblo cristiano, obrada por Jesús en la Pascua después del ayuno cuaresmal*
. Así que en Judit (femenino de Judá) tenemos también una expresiva figura de Jesús, oriundo de la raza y tribu de Judá.
(* Para comprender la misa de este Domingo 18º preciso es recordar que antiguamente no tenía otra que la 
del Sábado de Témporas, misa nocturna que por ser tan larga se prolongaba hasta el amanecer del Domingo, habiendo tenido lugar las Ordenaciones de los sagrados ministros durante las santas vigilias, en modio de los cánticos y lecturas litúrgicas.)
   Es muy oportuna esta misa en torno de las Témporas, que son tiempos de perdón, por serlo de oración y de penitencia, por los cuales se deja Dios doblegar y vencer de los míseros mortales. 
De ese perdón y de esa regaladísima paz, propia de la casa del Señor (Gr.), se goza en la santa Iglesia, debido al poder grande que Cristo concedió a todos los sacerdotes en virtud de su ordenación de ese poder de las llaves en virtud del cual el sacerdote nos dice lo mismo que Jesús: “Perdonados te son tus pecados”. Y, en efecto, por esa mágica palabra quedamos libres de su peso, y curados además de nuestra espiritual parálisis (Ev.). Los nuevos ungidos del Señor serán también los encargados de predicarnos la doctrina salvadora de Cristo (Ep.), y de celebrar el Santo Sacrificio; preparando de esa manera a la humanidad para que pueda presentarse confiada ante el Supremo Juez de vivos y muertos (Ep.). 
Precisamente, durante estos últimos domingos, la Iglesia insistirá a menudo en el pensamiento de la venida de Jesucristo, cuando a imitación del señor de la parábola evangélica, volverá a pedirnos cuenta, de como hemos empleado el tesoro que un día nos confió para que negociáramos. 
Otros conceptos de la Epístola de hoy son para ser meditados, ¡Qué cuenta tan estrecha deberá rendir el cristiano, nadando como nada en un río de gracias! Y ¡cómo dilapidamos la rica herencia, cómo despreciamos las facilidades para salvarnos, predicaciones, sacramentos!... Si se hubiesen dado a otros, ¿no hubiera sido mayor su fruto?
*

sábado, 29 de septiembre de 2012

San Miguel Arcángel.


Patrono de los artistas; personal de emergencia médica; paramédicos; radiólogos; radioterapeutas; oficiales de policía; fuerzas de seguridad; guardias de seguridad; soldados; paracaidistas; marineros; enfermos; personas en trance de muerte; esgrima; verduleros; tenderos; panaderos; fabricantes de sombreros; caballeros; fabricantes de espadas. Protector contra los peligros del mar y en las batallas.
Se lo invoca en las tentaciones y para pedir una santa muerte.
SAN MIGUEL, Arcángel
Se trabó un gran combate en el cielo:
Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón.
(Apocalipsis 12, 7)
San Miguel, el príncipe de los ángeles y el protector de la Iglesia, siempre ha defendido el honor y la gloria de Dios tanto en la tierra como en el cielo. Fue él quien echó del paraíso a Lucifer y sus cómplices. La Iglesia celebra esta fiesta en su honor, y Francia, que lo ha elegido por protector, a menudo ha experimentado los venturosos efectos de su protección. Luis IX creó en su honor la célebre Orden de San Miguel; Rusia también lo tuvo en gran veneración.
MEDITACIÓN SOBRE SAN MIGUEL
I. Lucifer se había rebelado contra Dios: tal vez se negaba a adorar el misterio de la Encarnación, que Dios había revelado de antemano a sus ángeles. Imita el celo de este arcángel cuando se trata de los intereses de Dios: declárate abiertamente en contra de los impíos. Cuando el mundo con sus placeres o el demonio con su orgullo te ataquen, diles con San Miguel: “¿Quién como Dios?” Mundo, placeres, honores, riquezas: ¿pueden acaso tus recompensas compararse a las que Dios me reserva? ¿Quién como Dios?
II. La humildad y la sumisión procuraron a San Miguel una gloria eterna, y el orgullo precipitó a Lucifer en los abismos infernales. ¡Temblad, soberbios! La vanidad es la que ha perdido a la más hermosa de todas las creaturas. Humillémonos y temamos comparecer ante Dios que hasta en los ángeles ha encontrado corrupción. ¡Cayeron los astros del cielo y yo, lombriz, no tiemblo!
III. Debes honrar a San Miguel, porque es el príncipe de la Iglesia que debe un día asistir al examen de toda tu vida. ¿Qué dirás? ¿qué harás en ese tremendo día? No podrás esperar ayuda alguna ni de tu riqueza ni de tu ciencia. Sólo tus buenas obras abogarán a tu favor ante el Juez supremo. ¿Bastarán para asegurarte una gloria eterna? Llegará ese día en el que un corazón puro valdrá más que palabras hábiles, una buena conciencia más que una bolsa llena de oro (San Bernardo).
La devoción a San Miguel.
Orad por Francia.
ORACIÓN
Oh Dios, que reguláis con infinita sabiduría los diversos ministerios de los ángeles y de los hombres, dignaos concedernos como protectores en la tierra a esos espíritus bienaventurados que no cesan en el cielo de ofreceros sus servicios y homenajes. Por J. C. N. S.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Ante el altar.


Señor, ¿me reconoces? Soy el viejo habitante
del valle de las sombras que hoy se vuelve a la luz.
Me he propuesto seguirte de ahora en adelante,
pienso unirme a Tu vida como el clavo a la cruz.
Vengo a rozar la orla de Tu túnica blanca
con mis manos culpables de pecado y de ausencia.
Por tu misericordia, renuévame y arranca
la cizaña que encuentres prendida a mi conciencia.
Señor, ¿me reconoces? Debajo de esta costra
de polvo y de cenizas, hoy se rebela un muerto
que, hastiado ya de huesos y gusanos, se postra
como Tú te postraste de noche en aquel huerto.
Te encomiendo mi vida. Te entrego mi pasado.
Dispón de mi presente para que en el futuro
llegue a la puerta estrecha humilde y consagrado,
no apóstata y rebelde, no réprobo y oscuro.
Sé que me reconoces. Puedes verme por dentro.
Tú penetras las almas cual la luz al cristal.
Por fin todas mis cosas giran en torno al centro.
Por fin hallo el descanso. Por fin vuelvo a ser sal.
Jorge Antonio Doré

jueves, 27 de septiembre de 2012

MEDITACIÓN CADA CUAL EN SU POSICIÓN DEBE TRABAJAR POR EL CIELO.


I. Cada cual quiere descollar en su posición; para lograrlo no hay trabajo que se ahorre; si no alcanza para ello el día, se trabaja durante la noche. En cambio, en la profesión de cristiano, ¡cuán raro es este celo! ¡Cuántos hay, asimismo, que tienen miedo de parecer cristianos; que retroceden, no delante de las amenazas de un perseguidor, sino ante los sarcasmos de cristianos como ellos! ¡Extraña ceguera! ¡El artesano ejerce públicamente su oficio por humilde que sea y no se avergüenza de su dignidad de cristiano! Nadie reconoce en ti a un cristiano (Tertuliano).
II. Debes cumplir tus deberes de estado cristianamente, es decir, de la manera como Dios lo quiere. Para esto, ofrece a Dios, por la mañana, el trabajo de todo el día, protestando que por obedecerle vas a trabajar. Si eres fiel a esta práctica, te cuidarás durante el día de no manchar con el pecado el trabajo que has consagrado al Señor.
III. No te contentes con ofrecer tus acciones a Dios, esfuérzate por hacer todos los días alguna cosa por Él, con la única mira de agradarle. Trabaja en la gloria de Dios o en el alivio de los pobres: no hay profesión ni oficio que no nos brinde ocasiones para ello. Da a los pobres a fin de darte a ti mismo: lo que les des no lo perderás, lo que les rehuses pasará a mano de otro (San Pedro Crisólogo).

martes, 25 de septiembre de 2012

MEDITACIÓN SOBRE SAN MIGUEL.


I. Lucifer se había rebelado contra Dios: tal vez se negaba a adorar el misterio de la Encarnación, que Dios había revelado de antemano a sus ángeles. Imita el celo de este arcángel cuando se trata de los intereses de Dios: declárate abiertamente en contra de los impíos. Cuando el mundo con sus placeres o el demonio con su orgullo te ataquen, diles con San Miguel: “¿Quién como Dios?” Mundo, placeres, honores, riquezas: ¿pueden acaso tus recompensas compararse a las que Dios me reserva? ¿Quién como Dios?
II. La humildad y la sumisión procuraron a San Miguel una gloria eterna, y el orgullo precipitó a Lucifer en los abismos infernales. ¡Temblad, soberbios! La vanidad es la que ha perdido a la más hermosa de todas las creaturas. Humillémonos y temamos comparecer ante Dios que hasta en los ángeles ha encontrado corrupción. ¡Cayeron los astros del cielo y yo, lombriz, no tiemblo!
III. Debes honrar a San Miguel, porque es el príncipe de la Iglesia que debe un día asistir al examen de toda tu vida. ¿Qué dirás? ¿qué harás en ese tremendo día? No podrás esperar ayuda alguna ni de tu riqueza ni de tu ciencia. Sólo tus buenas obras abogarán a tu favor ante el Juez supremo. ¿Bastarán para asegurarte una gloria eterna? Llegará ese día en el que un corazón puro valdrá más que palabras hábiles, una buena conciencia más que una bolsa llena de oro (San Bernardo).

lunes, 24 de septiembre de 2012

Nuestra Señora de las Mercedes.


NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCEDES
Lleguémonos confiadamente al trono de la gracia:
a fin de alcanzar misericordia,
y hallar gracia para ser socorridos en tiempo oportuno.
(Hebreos 4, 16)
En el tiempo en que los sarracenos oprimían a España y llevaban en esclavitud a gran número de cristianos, la Madre de Dios, compadecida de sus males y peligros, apareció durante la misma noche a San Pedro Nolasco, a San Raimundo de Peñafort, y a Jaime, rey de Aragón, conjurándolos a establecer una Orden religiosa para la redención de los cautivos. Ésta fue la Orden de la Merced, o de la Redención, fundada en Barcelona en 1223, y que prestó inmensos servicios a la Iglesia y a la sociedad. Para agradecer a la Santísima Virgen, la Iglesia estableció esta fiesta.
MEDITACIÓN
SOBRE NUESTRA SEÑORA
DE LAS MERCEDES
I. Desde que María, consintiendo en el sacrificio del Redentor en la cruz, llegó a ser la cooperadora de la Redención, nada desea más que ayudar a los pobres pecadores. Por cargados de crímenes que estemos, apenas recurramos a Ella con el deseo de corregirnos, nos acogerá bondadosamente y nos obtendrá el perdón. Cuanto más desgraciados somos, con tanto mayor razón es nuestra reina. Vos sois la Reina de la misericordia y ¿quién tiene necesidad de misericordia sino los miserables? (San Bernardo).
II. La Santísima Virgen no se contenta con retirarnos del abismo del pecado, sino que nos impide recaer en él. Recurrir a María es un medio infalible para vencer los asaltos del infierno, porque Ella es temible como un ejército en orden de batalla. ¿Te cuidas de recurrir a Ella en las tentaciones? Acuérdate de las circunstancias en las que has sucumbido y verás que, precisamente, son aquéllas en que descuidaste invocar su socorro. En tus peligros, en tus angustias, en tus dudas, piensa en María, invoca a María: que su nombre no se aleje de tus labios ni de tu corazón (San Bernardo).
III. Pero sobre todo es en la hora de la muerte cuando María cuida de sus servidores. Si el demonio, en esa hora tremenda, redobla sus esfuerzos para perdernos, María redobla su solicitud para asegurar nuestra salvación. Es entonces sobre todo cuando para nosotros es reina de misericordia. Una madre de la tierra tiene para con su hijo moribundo menos ternura que María para con sus servidores. Invócala, pues, durante tu vida a fin de que tengas la dicha de morir uniendo en tus labios el nombre de María al de Jesús. ¡Oh Soberana, salid al encuentro de mi alma a su salida de este mundo, y recibidla en vuestros maternales brazos! (San Buenaventura).
La frecuente invocación del nombre de María.
Orad por los pecadores endurecidos.
ORACIÓN
Oh Dios, que por intermedio de la gloriosa Madre de vuestro Hijo, habéis enriquecido a vuestra Iglesia con una familia religiosa consagrada a la redención de los cristianos caídos en poder de los infieles, dignaos, en vista de sus méritos y de su intercesión, conceder a los que la honran piadosamente como la fundadora de esta gran obra, la gracia de quedar libres de las cadenas del pecado y de la cautividad del demonio.
Por J. C. N. S.

domingo, 23 de septiembre de 2012

XVII Domingo después de Pentecostés.


La lectura en Maitines del libro de Tobías suele coincidir más o menos con este Domingo, y por eso útil nos será estudiar paralelamente el Breviario y el Misal, conforme lo venimos haciendo en todos los Domingos.
Tobías parece que vivió en tiempo de Salmanasar, hacia fines del siglo VIII antes de J. C., cuando los israelitas del Norte fueron deportados a Asiria. Viéronse entonces descuajados de su suelo natal y puestos en un ambiente pagano; pero eso no obstante, Tobías permaneció siempre fiel a su Dios y a las santas leyes patrias, aun en medio de rudas pruebas, lo mismo que el santo Job. Hasta llega a decir de él el sagrado Texto que, aun cuando era el más joven de toda la tribu de Neftalí, “nada de pueril se notó en su conducta, pues, siendo aún niño, observaba todas las cosas conforme a la Ley de Dios”.
Luego casó con una de su misma tribu, llamada Ana, y tuvo un hijo al que impuso su propio nombre, “enseñándole desde su niñez a temer a Dios y a abstenerse de todo pecado”. Cautivo Tobías en Nínive, era el sostén y paño de lágrimas de sus hermanos desterrados, ejercitando con ellos todo género de obras de misericordia.
Pero Dios, por lo mismo que le amaba, quiso probarle, para aquilatar así su virtud, y quedó de pronto ciego, viendo sus ojos quemados por excrementos de golondrinas, bajo cuyo nido se había quedado descansando. “Mas ni aun entonces se contristó contra Dios, antes quedó inmóvil en su santo temor, dando gracias al Señor todos los días de su vida.” Acostumbraba decir: “Somos hijos de santos, Y esperamos una vida que Dios ha de dar a los que jamás pierden su fe en Él.”
A su hijo, entre otros muchos, dábale estos sapientísimos consejos: “Hijo mío, ten a Dios presente todos los días de tu vida, cuídate muy bien de consentir jamás en pecado. Da de tus bienes en limosna, y no apartes tu cara de ningún pobre... lo que no quieras te hagan, no lo hagas a otro.”
He ahí el precepto del amor de Dios y del prójimo, del amor práctico que la Epístola y el Evangelio nos inculcan. Practicándolo podremos exclamar algún día con el viejo Tobías, a1 recobrar la vista del cuerpo y atisbar con los ojos sobrenaturales del alma la dicha del reino mesiánico: “Oh Jerusalén! Con luz espléndida brillarás, y todos los confines de la tierra te adorarán. Naciones de muy lejos vendrán a ti y, trayendo presentes adorarán en ti al Señor... Todas las plazas serán pavimentadas con piedras blancas y puras, y se cantará en tus calles: ¡Aleluya!...”.
Tal es la Jerusalén celestial, y aun el reino de Dios en la tierra, la Iglesia santa, católica, apostólica y romana. “Quien la bendice será bendito.” Todos sin excepción son llamados a ella para “formar un solo cuerpo” el cual va animado de “un solo Espíritu” que es el mismo Espíritu Santo, infundido el día de Pentecostés:  “Todos tenemos una misma esperanza, una fe, un bautismo”. (Ep.).
Cristo Jesús, su divino fundador y cabeza, que el día de su Ascensión puso a sus enemigos por peana de sus pies, a modo de los antiguos vencedores,  “sea bendito en los siglos de los siglos”. (Ep.).
*

sábado, 22 de septiembre de 2012

MEDITACIÓN SOBRE LA MISERICORDIA DE DIOS.


I. Dios es la bondad misma: hace sentir a todas las creaturas los efectos de su misericordia. Imita este atributo de Dios: haz bien a todos, pero hazlo por amor de Dios. Si en tus buenas obras tienes puesta la mira en la alabanza de los hombres, pierdes la recompensa que Dios te preparaba. Con el fin de imitar vuestra infinita misericordia quiero yo, oh Dios mío, en cuanto esté en mi poder, aliviar las miserias de mi prójimo.
II. Dios ejerce su misericordia, en primer lugar, con sus amigos: Él los ha predestinado desde toda la eternidad; y todo lo que les sucede, Él lo vuelve para el bien de sus almas. Si caen en alguna falta leve, lejos de abandonarlos, espera su arrepentimiento, los urge a levantarse de sus caídas. ¿Eres tú del número de sus amigos? Interroga tu conciencia y trabaja por ganarte esta amistad. Nada más fácil. No hay dificultad allí donde basta querer (San Crisólogo).
III. No es menos admirable Dios en su conducta para con los pecadores. Él ama sus almas, que ha redimido con su sangre; no hay pecado que no esté dispuesto a perdonar, siempre que ellos hagan penitencia: los espera, los solicita, los previene con sus gracias. ¡Oh Dios, vuestra misericordia es infinita; desventurado quien la desprecia!No desprecies la misericordia de Dios, si no quieres experimentar los efectos de su justicia (San Bernardo).

viernes, 21 de septiembre de 2012

San Mateo.


Apóstol y Evangelista
Patrono de los contadores; banqueros; oficiales de aduana; asistentes financieros; corredores de bolsa; recaudadores de impuestos;
guardias de seguridad; fuerzas de seguridad.
SAN MATEO, Apóstol y Evangelista
Jesús vio a un hombre sentado en el banco de los impuestos,
llamado Mateo, y le dijo: Sígueme;
y él, levantándose, lo siguió.
(Mateo 9, 9)
San Mateo, “Leví, el publicano”, dejó, al llamarlo Jesucristo, sus bienes reunidos percibiendo impuestos. Después de la Ascensión, escribió primero su Evangelio a pedido de los hebreos convertidos; fuese después a predicar a Egipto y de allí pasó a Etiopía, donde resucitó a la hija del rey. La hija mayor del rey, Ifigenia, oyó del Apóstol el elogio de la virginidad y se obligó con voto de perpetua castidad ella y otras doscientas jóvenes. Hirtaco, usurpador del reino, quiso casarse con ella, pero San Mateo la animó a perseverar en su voto. El bárbaro rey envió soldados que masacraron al santo Apóstol al pie del altar.
MEDITACIÓN
SOBRE SAN MATEO
I. Nuestro Señor, viendo a San Mateo sentado en el banco de los impuestos, lo llamó para hacerlo su discípulo. De inmediato se levantó San Mateo y lo siguió. Jesucristo pasa, nos mira y nos llama: rindámonos a la invitación de la gracia; cuando Jesús se haya alejado, quien sabe si aun lo podamos encontrar… Levantémonos prontamente, renunciemos al pecado con una voluntad firme de no volver a caer en él. Desde tanto tiempo nos llama Jesucristo y siempre estamos en el mismo estado, siempre tibios en su servicio, siempre apegados a nuestros placeres.
II. San Mateo es uno de los cuatro Evangelistas; mas no se contentó con escribir el admirable Evangelio que tenemos en nuestras manos: quiso predicar a los etíopes lo que había escrito. Tú no puedes escribir ni anunciar el Evangelio como hizo él, pero puedes y debes obedecer al Evangelio tanto como él. Tienes fe: que tus actos estén de acuerdo con tu creencia. Hay que acordar nuestra vida con el Evangelio (San Crisólogo).
III. San Mateo fue mártir, se puede decir, de la hermosa virtud de la castidad. Tu vida debe ser un martirio continuo. Es preciso que te prives de tus placeres más dulces, que mueras incesantemente a ti mismo por la mortificación de tus sentidos, de tus pasiones y de tu voluntad propia. Esto es duro, lo confieso, pero el paraíso bien merece la pena de que se sufra algo. Es duro, sí, pero mucho más duro será para los réprobos oír esta sentencia: ¡Id, malditos, al fuego eterno!
La fidelidad a la vocación.
Orad por la propagación de la fe.
ORACIÓN
Asistidnos, Señor, por los méritos de San Mateo, vuestro Apóstol y Evangelista, a fin de que su intercesión nos procure los dones que no podemos obtener por nosotros mismos.
Por J. C. N. S.

jueves, 20 de septiembre de 2012

San Eustaquio y compañeros.


Mártires
† martirizados hacia el año 188
Patrono de los bomberos; cazadores; víctimas de tortura. Protector contra el fuego. Se lo invoca como auxilio en situaciones difíciles.
SAN EUSTAQUIO, Mártir
Vivid siempre alegres en el Señor;
vivid alegres, repito.
(Filipenses 4, 4)
San Eustaquio, brillante oficial de Vespasiano, persiguiendo un día a un ciervo, vio un crucifijo entre los cuernos del animal; sus grandes limosnas le merecieron esta merced del cielo. Se convirtió y se hizo bautizar con toda su familia. Dios entonces le hizo comprender lo que habría de sufrir por su gloria. En efecto, fue reducido a la mayor indigencia, y, mientras huía de su patria, fue sorprendido en el camino y le arrebataron a su mujer y a sus dos hijos. Lo hizo buscar el emperador Trajano y le dio el mando de sus ejércitos, con los que obtuvo victoria y volvió a encontrar a su mujer e hijos; pero, habiendo rehusado dar gracias a los dioses por su triunfo, fue arrojado a los leones con los suyos. Respetados por las fieras, fueron encerrados en un toro de bronce sobre el que se había encendido una gran hoguera.
MEDITACIÓN
SIEMPRE HAY QUE ESTAR ALEGRE
I. Dios manda a los justos que se alegren: hay placeres inocentes que les permite; pero hay que buscar a Dios en estas diversiones y encontrarlo en ellas, como encontró San Eustaquio en la caza a Jesucristo. En medio de la alegría, acuérdate de la tristeza de Nuestro Señor, y no renueves los dolores de su Pasión con tus placeres criminales. ¿No podemos acaso reír y darnos a la alegría sin que nuestras diversiones sean un crimen ante Dios? (Salviano).
II. Alégrate en medio de tus más crueles aflicciones, según el ejemplo de San Eustaquio, que soportó con paciencia la pérdida de su mujer, de sus hijos y de todos sus bienes, porque la voluntad de Dios se cumplía en él. ¡Oh! ¡qué consolador es este pensamiento para un corazón afligido: Dios quiere que esté en la aflicción. Él halla gloria en eso y es mi mayor bien! Dios mío, hágase vuestra voluntad; me alegraré de ello y siempre me alegraré. Si mi cuerpo gime porque sufre, mi alma se alegrará porque os obedece.
III. Si Dios te retira los consuelos espirituales que te daba en la oración, humíllate; pero ponte contento y gozoso por cumplir la voluntad de Dios. No te dejes arrastrar al relajamiento, no abandones ninguno de tus ejercicios de devoción: Dios no se retira sino para probarte y humillarte. Dios mío, a Vos os busco en mis oraciones, y no vuestros consuelos. ¿Por qué volvéis de mí vuestro rostro, Vos que sois mi alegría? ¿Dónde estáis escondida, belleza por la cual suspiro? (San Agustín).
La alegría espiritual.
Orad por los afligidos.
ORACIÓN
Oh Dios, que nos concedéis la gracia de celebrar el nacimiento al cielo de vuestros mártires San Eustaquio y sus compañeros, hacednos gozar con ellos de la felicidad eterna. Por J. C. N. S.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Martirologio Romano (1956).


SAN JENARO, Obispo
  1. En Puzol de Campania, los santos Mártires Jenaro, Obispo de Benevento, Festo, su Diácono, y Desiderio, Lector; Sosio, Diácono de la Iglesia de Misena; Próculo, Diácono de Puzol; Eutiquio y Acucio. Todos ellos, después de sufridas las cárceles y cadenas, fueron decapitados en tiempo del Emperador Diocleciano. El cuerpo de san Jenaro fue llevado a Nápoles y enterrado honoríficamente en la Iglesia, donde aún hasta ahora se guarda también en una ampolla de vidrio sangre del gloriosísimo Mártir, la cual, puesta en presencia de la cabeza del mismo, se ve liquidarse y bullir como si fuese fresca.
  2. En Palestina, los santos Mártires y Obispos de Egipto Peleo, Nilo y Elias, los cuales, en la persecución de Diocleciano, con muchísimos Clérigos, fueron por Cristo consumidos en el fuego.
  3. En Nocera, el triunfo de los santos Mártires Félix y Constancio, que padecieron en tiempo de Nerón.
  4. El mismo día, los santos Mártires Trófimo, Sabacio y Dorimedonte, imperando Probo. Sabacio, por orden del Presidente Ático, fue cruelmente azotado en Antioquía hasta morir; Trófimo, enviado a Sínada de Frigia, al Presidente Perennio, al cabo de muchos tormentos, consumó el martirio, junto con el senador Dorimedonte, siendo degollado.
  5. En Eleuterópolis de Palestina, santa Susana, Virgen y Mártir, hija de Artemio, Sacerdote de los ídolos, y de Marta, mujer judía. Muertos sus padres, se convirtió a la fe Cristiana, y por la misma fe el Prefecto Alejandro la sujetó a varios tormentos y la encerró en una cárcel, donde, puesta en oración, pasó al Esposo.
  6. En Córdoba de España, santa Pomposa, Virgen y Mártir, la cual, durante la persecución Arábiga, degollada por su intrépida confesión de Cristo, consiguió la palma del martirio.
  7. En Cantórbery, san Teodoro, Obispo, el cual, enviado a Inglaterra, por el Papa Vitaliano, resplandeció en doctrina y santidad.
  8. En Tours de Francia, san Eustoquio, Obispo; varón de grandes virtudes.
  9. En territorio de Langres, san Secuano, Presbítero y Confesor.
  10. En Barcelona de España, santa María de Cervellón, Virgen, de la Orden de santa María de la Merced, Redención de cautivos; la cual, por la prontitud con que protege a los que la invocan, es llamada vulgarmente santa María del Socorro.
  11. En la aldea de Druelle, Diócesis de Rodez, en Francia, santa María Guillerma de Rodat, Virgen, Fundadora de la Congregación de Hermanas de la sagrada Familia, enteramente consagrada a la educación de las niñas y al alivio de los menesterosos; la cual fue contada por el Papa Pío XII entre las santas Vírgenes.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

martes, 18 de septiembre de 2012

San José de Cupertino.


Confesor
n. 17 de junio de 1603 en Nardo (Nápoles), Italia;
† 18 de septiembre de 1663 en Ossimo, Italia
Patrono de los pilotos; astronautas; tripulación aérea; estudiantes, en especial quienes tienen que rendir algún examen.
SAN JOSÉ DE CUPERTINO, Confesor
Armémonos, revistiendo por coraza la fe y la caridad,
y por casco la esperanza de la salvación.
(1 Tesalonicences 5, 8)
Temprano declaró San José la guerra a la carne y al mundo. Mucho antes de su entrada en religión, llevaba un tosco cilicio y maceraba su cuerpo con diversas austeridades. Admitido como doméstico entre los Conventuales, fue después, a causa de sus eminentes virtudes, recibido entre los religiosos de coro. Ordenado sacerdote en 1628, se retiró a una incómoda celda, se despojó de todo lo que le había sido acordado por la regla y arrojándose al pie del crucifijo: Señor, exclamó, heme aquí despojado de todas las cosas creadas; sé tú mi único tesoro; considero todo otro bien como un peligro, como la pérdida de mi alma. Para recompensar su generosidad, el Señor lo favoreció con numerosos éxtasis, y le concedió el don de milagros y profecía. Murió el 18 de septiembre de 1663.
MEDITACIÓN
SOBRE LAS ARMAS DEL CRISTIANO
I. Hay circunstancias en las que el cristiano no triunfa sino mediante la huida. La castidad es uno de estos combates. ¿Quieres obtener en ellos una victoria segura? Huye de las ocasiones, porque tienes a tu cuerpo contra ti; es un enemigo doméstico que está en inteligencia con el demonio y que te traicionará. No tengas vergüenza de huir, si deseas obtener la corona de la castidad (San Agustín).
II. No resistas a quienes te abruman de injurias y de burlas sangrientas, a quienes te desprecian, te calumnian o te maltratan de cualquier manera que fuere: cállate, no trates de confundirlos, no les devuelvas mal por mal. ¡Oh! ¡qué difícil es contenerse en tales ocasiones; mas, cuán agradable a Jesucristo es la victoria que obtienes sobre ti mismo! El divino Maestro nada respondió a las calumnias y a las burlas de los judíos; imítalo.
III. La fe, la esperanza y la caridad son las tres armas que San Pablo nos presenta para hacernos triunfar de nuestros enemigos. Considera con los ojos de la fe lo que ha sufrido Jesucristo y tus sufrimientos te parecerán leves; eleva tus miradas al cielo y la esperanza de obtener la corona sostendrá tu valor; ama a Dios, y sus mandamientos ya nada tendrán de penoso para ti. Donde hay amor, no hay pena, o si existe pena, hácese amable (San Agustín).
La huida de las ocasiones.
Orad por los que son tentados.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis querido que vuestro Unigénito Hijo, levantado de la tierra, atrajese todo hacia Él, haced, os lo suplicamos por los méritos del seráfico José, vuestro confesor, que elevados a su ejemplo por sobre todas las cosas terrenales, merezcamos llegar a ese mismo Jesucristo que vive y reina con Vos por los siglos de los siglos.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Martirologio Romano (1956).


IMPRESIÓN DE LAS SAGRADAS LLAGAS EN SAN FRANCISCO
  1. En el monte Alvernia de Toscana, la conmemoración de laImpresión de las sagradas Llagas, que por singular favor de Dios fueron impresas en las manos, pies y costado de san Francisco, Fundador de la Orden de Menores.
  2. En Roma, el tránsito de san Roberto Belarmino, Confesor, de la Compañía de Jesús, Cardenal y algún tiempo Obispo de Capua, esclarecidísimo por la santidad y doctrina, y por los muchísimos trabajos que emprendió en defensa de la fe católica y de la Sede Apostólica; al cual el Papa Pío XI concedió los honores de los Santos y declaró Doctor de la Iglesia universal, y mandó que su fiesta se celebrase el 13 de Mayo.
  3. En Roma, en la vía Tiburtina, el triunfo de san Justino, Presbítero y Mártir, el cual en la persecución de Valeriano y Galieno, se señaló por su gloriosa confesión. Sepultó los cuerpos de san Sixto II Papa, Lorenzo, Hipólito y muchísimos otros Santos, y finalmente en tiempo de Claudio, consumó el martirio.
  4. En Roma igualmente, los santos Mártires Narciso y Crescención.
  5. En Lieja de Bélgica, san Lamberto, Obispo de Mastrich, que, por haber reprendido con religioso celo a la familia real, fue sacrificado el inocente por los culpados, y entró a vivir eternamente en el palacio del reino celestial.
  6. En Zaragoza de España, san Pedro de Arbués, primer Inquisidor de la fe en el reino de Aragón; el cual, bárbaramente asesinado por los Judíos relapsos, en odio de la misma fe, qué por razón de su oficio defendía con fortaleza, fue puesto en el catálogo de los santos Mártires por elPapa Pío IX.
  7. En la Gran Bretaña, los santos Mártires Sócrates y Esteban.
  8. En Noyón de Francia, los santos Mártires Valeriano, Macrino y Gordiano.
  9. En Autún, san Flocelo, niño, que en tiempo del Emperador Antonino y del Presidente Valeriano, al cabo de muchos tormentos, despedazado por las fieras, consiguió la corona del martirio.
  10. En Córdoba de España, santa Columba, Virgen y Mártir.
  11. En Frigia, santa Adriana, Mártir, que, siendo esclava de una mujer infiel, vejada mucho tiempo por su ama con azotes y otras pesadumbres para que negase a Cristo, fue por fin llevada al Juez y desgarrada con extraordinaria crueldad; mas como perseverase en la confesión de la fe, después de cortada la lengua fue arrojada al fuego.
  12. En Milán, la dichosa muerte de san Sátiro, Confesor, cuyos señalados méritos refiere su hermano san Ambrosio.
  13. En Bingen, diócesis de Maguncia, santa Hildegarda, Virgen.
  14. En Roma, santa Teodora, matrona, que, en la persecución de Diocleciano, servía solícita a los santos Mártires.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

domingo, 16 de septiembre de 2012

XVI Domingo después de Pentecostés.


Síguese leyendo leyendo como en las primeras semanas de Septiembre el admirable libro de Job, tan saturado de sublime poesía como de saludables enseñanzas. Mediante él llegaremos también a comprender la misa de este día.
Job es el tipo del hombre justo, a quien el diablo orgulloso quiere humillar, por ver si logra rebelarlo contra Dios. 
Pero sucedió lo contrario de lo que él quería y esperaba, pues lejos de blasfemar contra el Altísimo, y de cocear rabiosamente contra el aguijón, besó sumiso y humilde la mano que le hería.
En Job tenemos todos los cristianos un modelo perfecto del hombre humilde y resignado a la divina voluntad y muy pronto ensalzado en premio de su humildad y rendimiento (Ev.).
El orgullo es un vicio detestable y odiosísimo por el cual el hombre busca elevarse más alto de lo que en realidad es, contra el dictado de la misma razón. Fúndase en error e ilusión, al revés de la humildad, que se cimenta en la verdad pura. El hombre que la posee tiene de sí un concepto exacto. 
El humilde se tiene por poca cosa, y se abaja hasta el suelo de su vileza, reconociendo que si algo hay en él, es puro don de Dios, por lo cual no se engríe con hacienda y arreos ajenos. 
El soberbio viene a ser como el hidrópico del Evangelio, que, repleto de malos humores, parece rebosar salud y fuerzas, cuando en realidad está enfermo y sólo merece lástima. Está inflado, e inflados de aire y de humo vano están también los soberbios: hinchazón que no es salud, sino peligrosa enfermedad.
La soberbia impide al hinchado la entrada en el reino de los cielos, cuya puerta se nos dice ser estrecha; por ella con dificultad caben los ricos cargados de vanidades y tesoros, como tampoco así los soberbios.
Así que, lejos de infatuarnos con un orgullo y loca vanidad, procuremos ser humildes, pues se pone esto como condición absoluta para entrar en el reino de los cielos: “Si no os hiciereis como parvulitos, no entraréis en el reino de los cielos”, dijo y repitió la boca de la Verdad misma.
Cierto que es muy grande la dignidad del cristiano, que somos muy ricos; pero todo lo debemos a la inmensa liberalidad de Cristo, el cual nos hizo grandes y ricos, haciéndose Él pobre y pequeñito.
Al Padre, que en su Hijo benditísimo nos dio todo lo mejor que tenía, sea la gloria en Jesucristo y en la Iglesia por siempre jamás (Ep.). 
Cantémosle por ello un cántico nuevo (Alel.), y que todas las naciones y reyes pregonen su gloria, porque Dios ha establecido a su pueblo en la celestial Jerusalén (Grad.), al pueblo de los humildes que destina a su beatifica visión, y que será después el pueblo de los ensalzados, que en este mundo no tienen otra palabra en la boca sino aquélla del Salmista: “No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre debe darse gloria.”.
*

sábado, 15 de septiembre de 2012

Invitación.

SANTA MISA TRIDENTINA
SABADO 15 DE SEPTIEMBRE
12 HRS
PARROQUIA DE LA VERACRUZ
JOSE VICTORINO LASTARRIA
CELEBRA PBRO.
FEDERICO MONCKEBERG.
*
LOS 7 DOLORES DE LA SANTISIMA VIRGEN MARIA

viernes, 14 de septiembre de 2012

Exaltación de la Santa Cruz.



EXALTACIÓND E LA SANTA CRUZ
Y cuando haya sido levantado de la tierra,
todo lo atraeré a Mí.
(Juan 12, 32)
Cosroes, rey de Persia, se llevó de Jerusalén la Cruz de Jesucristo, y Heraclio, emperador de Oriente, le declaró la guerra. Después de tres victorias debidas a la Santísima Virgen, Heraclio volvió a Jerusalén con la verdadera Cruz. Quiso llevarla en triunfo sobre sus hombros, pero una fuerza invisible lo detuvo a las puertas de la ciudad. El patriarca Zacarías le observó que sus suntuosas vestiduras contrastaban con la pobreza y humildad de Jesucristo. El emperador entonces se quitó su púrpura, su corona y su calzado, para vestir hábito de penitente. Así pudo entrar en la ciudad y llevar la Cruz hasta la cumbre del Calvario, el año 629.
MEDITACIÓN
SOBRE LA EXALTACIÓN
DE LA SANTA CRUZ
I. El amor a la Cruz nos levanta sobre las creaturas. Un hombre que ame los sufrimientos está al abrigo de los azares de la fortuna: la enfermedad, la pobreza o la deshonra no podrían turbar su paz. ¿Por qué? Porque él desea las aflicciones y las sufre con alegría por amor a Jesucristo. Todo lo que para ti es motivo de temor y de tristeza para él es una dicha. El cristiano puede parecer desdichado; nunca lo es (Minucio Félix).
II. El que ama la Cruz está por sobre sí mismo. No es ya un hombre sometido a sus pasiones, tiranizado por la concupiscencia, afeminado por las delicias. No tiene más que un solo deseo: el de sufrir; y como en esta vida las ocasiones de sufrir se encuentran a cada paso, siempre está contento y gozoso.
III. El que ama la Cruz se asemeja a Jesús crucificado; lo contempla y se alegra viendo que los sufrimientos lo hacen fiel imagen del Salvador. Está crucificado para el mundo y muerto para sí mismo. Sujétame a la cruz, oh Jesús mío, sin tener en cuenta las repugnancias de mi carne; porque os debo mi alma y mi cuerpo, como a mi Redentor. ¡Que mi cuerpo sea, pues, crucificado, coronado de espinas y semejante a ese Cuerpo adorable que Vos ofrecéis al eterno Padre por mí! Si debes tu cuerpo a Jesús dáselo, si puedes, tal como Él te ha dado el suyo (Tertuliano).
El amor a la cruz.
Orad por las almas del Purgatorio.
ORACIÓN
Oh Dios, que todos los años nos proporcionáis un nuevo motivo de gozo con la solemnidad de la Exaltación de la Santa Cruz, haced, os lo suplicamos, que después de haber conocido su misterio en la tierra, merezcamos ir al cielo a gustar los frutos de su Redención. Por J. C. N. S.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Martirologio Romano (1956).



  1. En Alejandría, el triunfo de San Felipe, padre de santa Eugenia Virgen, el cual, renunciada la Prefectura de Egipto, consiguió la gracia del Bautismo, y puesto en oración, fue mandado degollar por el Prefecto Terencio, sucesor suyo.
  2. Igualmente los santos Mártires Macrobio y Julián, que padecieron en tiempo de Licinio.
  3. El mismo día, san Ligorio, Mártir, que, viviendo en el yermo, fue muerto por los Gentiles en odio de la fe de Cristo.
  4. En Alejandría, san Eulogio, Obispo, célebre en doctrina y santidad.
  5. En Angers de Francia, san Maurilio, Obispo, el cual resplandeció con innumerables milagros.
  6. En Sens, san Amado, Obispo y Confesor.
  7. SAN AMÉ O AMATO DE REMIREMONT, Abad
  8. En el monasterio de Remiremont, en Francia, san Amadeo, Presbítero y Abad, ilustre por la abstinencia y por el don de milagros.
  9. El mismo día, san Venerio, Confesor, varón de admirable santidad, que llevó vida eremítica en la isla de Palmarola.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

EL DULCE NOMBRE DE MARÍA.



El Señor ha hecho vuestro nombre tan glorioso, que no se caerá de la boca de los hombres. (Jdt. 13, 25).

Los elogios más sublimes corresponden a María, a la cual todas las generaciones llaman bienaventurada, y Aquel que “hizo en Ella cosas grandes y cuyo nombre es santo” quiso darle íntima participación de esa misma santidad para consuelo y gozo de quienes invocaren su dulce nombre. Nombre que ha de ser loado, en todo el mundo, porque infunde valor y fortaleza. Bien lo aprendieron los indios mejicanos de boca de los pobres soldados españoles cautivos, que subían al pavoroso teocalli invocando: “‘Ay, Santa María!” y con este nombre en los labios expiraban.
España fue la primera en solicitar y obtener de la Santa Sede autorización para celebrar la fiesta del Dulce Nombre. Y esto acaeció en el año 1513. Pero fue el Papa Inocencio XI quien decretó, el 25 de noviembre de 1683, que toda la Iglesia celebrara solemnemente la fiesta de este nombre excelso, para perpetuar la victoria que los austriacos y polacos, mandados por Juan Sobieski, consiguieron de los turcos ese año en Viena.
El dulce nombre de María, para los que luchamos en el campo de la vida, es lema, escudo y presagio. Lo afirma uno de sus devotos, San Antonio de Padua, con esta comparación: “Así como antiguamente, según cuenta el libro de los Números, señaló Dios tres ciudades de refugio, a las cuales pudiera acogerse todo aquel que cometiese un homicidio involuntario, así ahora la misericordia divina provee de un refugio seguro incluso para los homicidas voluntarios: el nombre de María. Torre fortísima es el nombre de Nuestra Señora. El pecador se refugiará en ella y se salvará. Es nombre dulce, nombre que conforta, nombre de consoladora esperanza, nombre tesoro del alma. Nombre amable a los ángeles, terrible a los demonios, saludable a los pecadores y suave a los justos”
Que el sabroso nombre de nuestra Madre, unido al de Jesús, selle nuestros labios en el instante supremo y ambos sean la contraseña que nos abra de par en par las puertas de la gloria.

martes, 11 de septiembre de 2012

Santos Proto y Jacinto.


Mártires
† Decapitados hacia el año 257 en Roma, Italia
Os digo, habrá más fiesta en el cielo por un pecador que haga penitencia,
que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia.
(Lucas 15, 7)
Los dos hermanos Proto y Jacinto, esclavos de Santa Eugenia, y bautizados con ella por el obispo Hilario, se dedicaron al estudio de las Sagradas Escrituras. Después de haber permanecido algún tiempo en un monasterio de Egipto, edificando allí a todos por su humildad y santidad, siguieron a Santa Eugenia hasta Roma. Llegados a esta ciudad bajo el reinado de Juliano, fueron detenidos, cruelmente flagelados y finalmente decapitados.
MEDITACIÓN
SOBRE TRES MANERAS
DE HACER PENITENCIA
I. La penitencia debe ser interior: para esto el pecador debe ofrecer a Dios un corazón contrito y humillado, recibir con paciencia y resignación todas las aflicciones que se le envían, y hacerlas servir para la expiación de sus pecados. Sufrirás con paciencia si consideras que esos dolores pasajeros pueden librarte de los suplicios eternos que has merecido. El pecador es, él mismo, la causa de sus sufrimientos. No podemos imputar a Dios ninguno de los males que sufrimos; nosotros mismos somos sus autores (Salviano).
II. Prívate, por espíritu de penitencia, de los placeres que no están prohibidos por la ley de Dios. No mereces el goce que se encuentra en la posesión de las cosas creadas, después de haber abusado tanto de ellas para ofender al Señor. Para las almas inocentes son los placeres permitidos; en cuanto a los pecadores, deben ellos hacer penitencia y persuadirse de que Dios les prolonga la vida sólo para darles tiempo de expiar sus pecados.
III. Pero no es suficiente; todavía hay que imponerse mortificaciones corporales para expiar el placer que se ha gustado en ofender a Dios. Los santos siempre han practicado estas austeridades; en sus biografías no se habla sino de vigilias, ayunos, cilicios y disciplinas. ¿Creemos acaso que somos nosotros más inocentes de lo que eran ellos? El camino del cielo no es más ancho ni más cómodo para nosotros que lo fue para ellos. No nos engañemos: hagamos penitencia y no recaigamos en los mismos pecados. Donde no hay enmienda, no hay sino vana penitencia (Tertuliano).
La penitencia.
Orad por la enmienda de los pecadores.
ORACIÓN
Señor, que la preciosa confesión de vuestros bienaventurados mártires Proto y Jacinto reanime nuestro celo, y que su piadosa intercesión nos proteja constantemente.
Por J. C. N. S.
Fuentes:
- Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo III; Patron Saints Index.

lunes, 10 de septiembre de 2012

San Nicolás de Tolentino.


Confesor
n. 1245 en Marca de Ancona, Italia;
† 10 de septiembre de 1305 en Tolentino, Italia
Patrono de los bebés; marineros; personas en trance de muerte; almas del purgatorio; animales enfermos.
He aprendido a estar contento con lo que tengo,
sé vivir en pobreza y sé vivir en abundancia:
todo lo he probado y estoy ya hecho a todo.
(Filipenses 4, 11-12)
San Nicolás vivió mucho tiempo en Tolentino, ciudad de Italia, y la ilustró con su muerte. A pesar de sus increíbles austeridades en la Orden de los Ermitaños de San Agustín, siempre tenía la sonrisa en los labios. Seis meses antes de su muerte, oía todas las noches los conciertos de los ángeles. Medita tres hermosas palabras de este santo:“El corazón que una vez gustó de Dios, ya nada encuentra en la tierra que le plazca; no hay que amar la vida, sino porque nos conduce a la muerte; en poco tiempo podemos ganar la eternidad”. Murió en 1315, a los 70 años de edad.
MEDITACIÓN
TRES CONSEJOS PARA VIVIR FELIZ
CADA CUAL EN SU ESTADO
I. Vive feliz y contento en la posición en que Dios te ha colocado. No seas de aquellos que se ingenian en hacerse desgraciados, sea exagerando los males que les acaecen, sea comparando sus desventuras imaginarias con la aparente felicidad de los demás. Dios te ha puesto en este estado, permanece en él, vive en él contento y alegre, Dios lo quiere. Salomón ha dicho con razón: He reconocido que nada mejor había que alegrarse y hacer el bien durante nuestra vida.
II. Conténtate con la fortuna y talentos naturales que Dios te ha dado y no desees más. Dios sabe lo que has menester; acaso te habrías condenado si tuvieses más ingenio, más salud o más bienes materiales. La dicha no reside ni en la ciencia, ni en la opulencia ni en los otros bienes de este mundo; existe en la posesión de Dios. No son las riquezas las que hacen feliz, sino Dios, que es la verdadera riqueza de nuestras almas (San Agustín).
III. Conténtate también con los bienes que hayas recibido en el orden de la gracia y no te atormentes inútilmente en desearlos mayores. Emplea como es debido los favores que te acuerda Dios y los talentos que te ha confiado; no pide otra cosa de ti. Piensa, para suavizar tus sufrimientos, que has merecido el infierno por tus pecados, y llora continuamente los desórdenes de tu vida pasada. La verdadera compunción atrae la gracia y produce el gozo del alma, y las lágrimas de la penitencia son inmensamente más dulces que los goces de los pecadores.
La conformidad con la voluntad de Dios.
Orad por los afligidos.
ORACIÓN
Señor, escuchad favorablemente las humildes súplicas que os dirigimos en la solemnidad de vuestro confesor San Nicolás de Tolentino, a fin de que, no poniendo nuestra confianza en nuestra justicia, seamos socorridos por los ruegos de aquél que os fue agradable. Por J. C. N. S.
Fuentes:
- Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo III; Patron Saints Index.