jueves, 29 de marzo de 2012

SAN ARMOGASTO.

Mártir
† hacia el año 455, cerca de Cartago, África

Patrono de víctimas de tortura. Protector contra la escasez.

Si no velares, vendré a ti como un ladrón,
y no sabrás a qué hora vendré a ti.
(Apocalipsis 3, 3)

¡Qué hermoso espectáculo ver a San Armogasto abandonar todas sus dignidades en la corte para permanecer fiel a Jesucristo! Viéndolo Genserico, rey de los vándalos, inquebrantable en su fe, le hizo anudar la cabeza y los pies con gruesas cuerdas; mas el santo miró al cielo y rompiéronse sus ataduras. Se lo suspendió de un pie; empero, nada quebrantó su resolución. Finalmente, condenado a guardar los rebaños del rey por el resto de su vida, obedeció con placer, pues sabía que la soledad es favorable a los coloquios entre el alma y Dios. Predijo su muerte próxima, indicó el lugar donde quería se lo enterrase, y fue al cielo a recibir la recompensa de sus trabajos, hacia el año 455.

MEDITACIÓN
SOBRE LA PREPARACIÓN
A LA MUERTE

I. Toda nuestra vida debe ser una preparación para la muerte, pues nuestra muerte, de todos nuestros negocios, es el más importante; ¿qué digo?, los demás nada son comparados con éste. ¿Cómo te preparas tú? ¿Vives como un hombre que en breve ha de morir? ¿Acaso miras la muerte como algo muy alejado de ti ? En adelante mi principal afán será pensar en este gran viaje a la eternidad, no sea que me sorprenda la muerte. La muerte, que sorprende a los que no están preparados, debe encontrarnos siempre prestos (San Euquerio).

II. Morirás, no lo ignoras. Morirás sólo una vez, y de esta muerte única dependerá una eternidad de dicha o de desventura. No se trata aquí de una pérdida sin importancia, sino de la pérdida del mayor de todos los bienes y, no debes olvidarlo, de una pérdida irreparable. ¡Oh muerte, cuán temible eres! ¿Se puede pensar en ti sin despreciar al mundo y sin darse a Dios?

III. Una vida santa es la mejor de todas las preparaciones para la muerte. No te duermas con un pecado mortal en la conciencia. Por la mañana, al levantarte, piensa: Acaso no alcance a vivir hasta la noche; y por la noche, al acostarte: Acaso no me levante ya, y estas sábanas sean mi sudario. De vez en cuando pregúntate si estás preparado para morir. Nada hay que los hombres vean con más frecuencia que la muerte y nada que olviden con mayor facilidad (San Euquerio).

El pensamiento de la muerte.
Orad por las almas del purgatorio.

ORACIÓN

Haced, os suplicamos, Dios omnipotente, que la intercesión del bienaventurado Armogasto, vuestro mártir, cuyo dichoso nacimiento al cielo celebramos, nos fortifique en el amor de vuestro Santo Nombre. Por J. C. N. S.

Martirologio Romano (1956)

miércoles, 28 de marzo de 2012

Martirologio Romano (1956).

28 de Marzo

  1. San Juan de Capistrano, Sacerdote de la Orden de Menores y Confesor, de quien se hace memoria el 23 de Octubre.
  2. En Cesarea de Palestina, el triunfo de los santos Mártires Prisco, Maleo y Alejandro. Los tres, en la persecución de Valeriano, viviendo en una granja cerca de aquella ciudad, y viendo que en ésta se les ofrecían las celestiales coronas del martirio, encendidos del divino fuego de la fe, se presentaron espontáneamente al Juez, y le reprendieron su saña contra la sangre de los fieles, y él, por el nombre de Cristo, inmediatamente los entregó a las fieras para ser devorados.
  3. En Tarso de Cilicia, los santos Mártires Castor y Doroteo.
  4. En África, los santos Mártires Rogato, Suceso y otros diez y seis.
  5. En Norcia, san Esperanza, Abad, varón de maravillosa paciencia, cuya alma, según refieren san Gregorio Papa, al salir de este mundo, fue vista por todos los Monjes, sus hermanos subir al cielo en figura de paloma.
  6. SAN GUNTRANO, Rey y Confesor

  7. En Chalons de Francia, el tránsito de san Gontrán, Rey de los Franco, el cual de tal suerte se consagró a los ejercicios de piedad, que, dejadas las pompas del siglo, distribuía generosamente sus tesoros entre las Iglesias y los pobres.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

martes, 27 de marzo de 2012

MEDITACIÓN SOBRE LA ORACIÓN.

I. En este mundo siempre se ha de orar, porque siempre tenemos necesidad del socorro divino para ser consolados en nuestras aflicciones y para ser asistidos en nuestras necesidades temporales y espirituales frente a nuestros enemigos visibles e invisibles. Dices tú que no puedes rezar continuamente: reza lo más a menudo que puedas, al comenzar tus principales acciones y, sobre todo, en las tentaciones que contra ti suscite el enemigo de la salvación.

II. Reza con respeto y modestia que edifiquen al prójimo. Dios reclama de ti, mientras rezas, la atención del espíritu y la modestia del cuerpo. Ese recogimiento y esa modestia mucho te ayudarán para la modestia interior. ¿Te atreverías a hablar a un personaje importante en la forma con que a menudo lo haces con Dios? ¡Con qué precipitación recitas tus oraciones vocales! Piensa, al comenzarlas, en la majestad de Dios ante quien tiemblan los querubines, y le hablarás con más respeto, humildad y modestia. La oración misma puede convertirse en pecado (San Agustín).

III. La atención debe acompañar siempre a tus oraciones. Dios es espíritu y quiere que lo adores en espíritu. Tu boca habla a Dios y tu corazón está lejos de Él, está ocupado en las riquezas, absorto en el amor de las creaturas. Es el corazón lo que Dios te pide, y no la punta de tus labios. ¿Cómo quieres que te escuche, si tú no te escuchas a ti mismo? (San Cipriano).

lunes, 26 de marzo de 2012

LA ANUNCIACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA Y ENCARNACIÓN DEL VERBO.

LA ANUNCIACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

Y habiendo entrado el Ángel a donde estaba María, le dijo:
Dios te salve, llena eres de gracia, el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres.
(Lucas 1, 28)

Considera al Arcángel Gabriel entrando a donde estaba María, para anunciarle que la Santísima Trinidad la ha elegido para ser Madre de Dios. Su humildad y su pudor alármanse ante esta noticia; pero es tranquilizada asegurándosele que será madre sin dejar de ser virgen.“Hágase en mí según tu palabra”, exclama; y, al instante, con la sangre purísima de la Virgen Inmaculada, el Espíritu Santo forma el cuerpo adorable de Jesús.

MEDITACIÓN
SOBRE LA ANUNCIACIÓN

I. Hoy, María es hecha Madre de Dios; su humildad y su pureza le han valido este inefable honor. ¡Qué alegría me da, oh divina María, veros elevada a tan alto rango de gloria! Mas, puesto que sois Madre de Jesucristo, también lo sois de los cristianos. ¡Ah, cuán consolador es este pensamiento! Sois todopoderosa para socorrerme, porque sois la Madre de Dios; poseéis un corazón henchido de amor por mí, porque sois mi Madre. También yo, si quiero, mediante la fe y la caridad puedo poseer a Jesús en mi corazón. Si sólo María ha engendrado a Cristo según la carne, todos los cristianos pueden engendrarle en sus corazones por la fe (San Ambrosio).

II. Desde hoy, Jesús es nuestro hermano; el amor que nos tiene lo hace semejante a nosotros, a fin de hacernos semejantes a Él. Viene a la tierra para que vayamos al cielo. ¡Os adoro, Verbo encarnado en el seno virginal de María! ¡Quien me diera el poder de haceros una merced tan preciosa como Vos me hicisteis! Oh. Hermano amabilísimo, os ofrezco todas mis acciones, todo mi ser.

III. María es nuestra Madre, Jesús nuestro Hermano: ¿somos dignos hijos de María, dignos hermanos de Jesucristo? María es totalmente pura, humilde y obediente: ¿posees tu esas virtudes? Jesús en todo busca la gloria de su Padre y la salvación de las almas: ¿estás animado tú del mismo celo? ¿No tendría motivo Jesús para quejarse y decir a su Madre: Los hijos de mi Madre han combatido contra mí? (Cantar de los Cantares).

La devoción a la Santísima Virgen.
Orad por las asociaciones marianas.

ORACIÓN

Oh Dios, que habéis querido que vuestro Verbo se encarnase en el seno de la bienaventurada Virgen María en el momento en el que al anunciarle el Ángel este misterio, Ella pronunció su fíat, conceded que nuestras plegarias, mientras honramos
a la que firmemente creemos que verdaderamente es Madre de Dios, obtengan el auxilio de su intercesión junto a Vos.
Por J. C. N. S.

Martirologio Romano (1956)

domingo, 25 de marzo de 2012

Domingo de Pasión.

La Cuaresma anda ya adelantada. Pronto asomará la "Pascua florida" y entraremos en los conmovedores misterios de la Semana Santa. Hoy mismo, Domingo, aparecen los altares y las estatuas cubiertas de luto, anunciando el luto y el duelo de la Iglesia, y de todos sus buenos hijos, por la vecina Muerte del Salvador. ¿Has cumplido tú ya con Pascua, o te preparas de verdad a cumplir pronto con ese sagrado deber?¿Has confesado y comulgado durante la Cuaresma, o te preparas a confesar y comulgar en esta su última quincena?¿Cuántos años hace que no te has confesado y que no has comulgado por Pascua? ¿Por qué no lo has hecho? ¿Por qué estás resuelto a no hacerlo tampoco este año? ¿Tienes miedo de no ser perdonado? ¿Te parecen demasiado grandes y numerosos tus pecados? Si piensas así, irrogas gravísima injuria al Salvador, que murió por ti y por ti derramó su sangre. A Dios no le asustan tus pecados, pues desea perdonártelos; en cambio, le ofende tu poca confianza en El, que es misericordioso y perdonador hasta lo infinito. Confiésate, pues, y vuelca en el Corazón de Jesús tus miserias, que El te las trocará por riquezas de gracia.
*

sábado, 24 de marzo de 2012

Martirologio Romano (1956).

24 de Marzo

  1. La fiesta de san Gabriel Arcángel, que fue enviado por Dios para anunciar el misterio de la Encarnación del Verbo divino.
  2. En Roma, san Epigmenio, Presbítero, el cual, en la persecución de Diocleciano, degollado por sentencia del Juez Turpio, consumó el martirio.
  3. Allí mismo, el suplicio de san Pigmenio, Presbítero, que en tiempo de Juliano Apóstata, precipitado en el Tíber, fue muerto por la fe de Cristo.
  4. También en Roma, los santos Mártires Marcos y Timoteo, coronados del martirio en tiempo del Emperador Antonino.
  5. En Cesarea de Palestina, el triunfo de los santos Mártires Timolao, Dionisio, Páusides, Rómulo, Alejandro, otro Alejandro, Agapio y otro Dionisio; los cuales, en la persecución de Diocleciano, por sentencia del Presidente Urbano, al golpe del hacha merecieron las coronas de la vida.
  6. En la Mauritania, el suplicio de los santos hermanos Rómulo y Segundo, que murieron por la fe de Cristo.
  7. En Trento, el martirio del niño san Simeón, atrozmente muerto por los Judíos, el cual resplandeció después en muchos milagros.
  8. En Sínada de Frigia, san Agapito, Obispo.
  9. En Brescia, san Latino, Obispo.
  10. En Siria, san Seleucio, Confesor.
  11. En Suecia, santa Catalina, Virgen, que fue hija de santa Brígida.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y C

viernes, 23 de marzo de 2012

BREVÍSIMA HISTORIA DE LA PARROQUIA DE CASABLANCA (2ª parte y final).

En el libro de inventarios y copias de escrituras, el presbítero Galaz escribió en 1908: “Al costado de la Casa Parroquial se encuentra un sitio ocupado por los escombros de la que fue iglesia destruida totalmente por el terremoto de 1906, en 16 de agosto, actualmente se demuelen los muros aún en pie que eran de ladrillo con barro, dentro se guarda el altar mayor de mármol, enteramente estropeado por la caída de la techumbre y muralla encima”. En el mismo libro, se encuentra la relación redactada con fecha 29 de noviembre de 1911 en que se da cuenta de la nueva construcción de la Iglesia Parroquial actual:

“La iglesia ha sido edificada sobre los antiguos cimientos y se la ha agregado el ábside del fondo. La construcción es de fierro y cemento armado. Mide cuarenta y siete metros de largo; diez metros de ancho; el alto general diez metros en los muros; dos capillas a los costados del presbiterio formando cruz de seis metros de ancho por seis de largo y siete de alto; a la entrada de la puerta principal hay dos capillas; una sirve de baptisterio y en la otra está la escala de subida al coro con tres descansos y plataforma arriba, toda de madera de pino y varanda (sic).

“El encielado de la Iglesia es de tabla de pino compuesta con tijerales armados al descubierto y consolas, formando arquería, estilo inglés. El piso del presbiterio, pórtico, capillas del frontis, pasillo del centro y de las puertas laterales, que forman cruz es de ladrillo de composición, negro y blanco, quedando cuatro cuadros, cuyo piso es entablado con raulí sobre durmientes de roble y soleras de cemento y con ventiladores; las dos capillas cabezales están entabladas con pino, como asimismo el cielo con tablas y soleras (...) de pino descubierto”.

En este mismo inventario el cura Galaz se refiere al altar mayor con estos términos: “El altar mayor es el mismo de precioso y rico mármol que existía antes, destruido por el terremoto y restaurado totalmente, imitando con yeso, cemento y pintura los pedazos de molduras o mármoles perdidos en los escombros”. Entre los católicos de Casablanca siempre ha sido una certeza, la tradición de que el altar de mármol de Carrara iba destinado a la catedral de Santiago; sin embargo, la carreta que lo llevaba quedó detenida en el valle de Acuyo y el altar fue a dar a la parroquia. Como dato significativo, en el nº 39 del inventario se indica de la existencia de “dos ángeles adoradores grandes de yeso pintados y /alas/ doradas de yeso, nuevos”. Pues bien, estos ángeles permanecieron en el templo hasta el terremoto del 3 de marzo de 1985, el que finalmente los destruyó. El presbítero José Miguel Galaz anotó el 9 de julio de 1915: “Con esta fecha hice entrega del presente libro de inventarios de la Parroquia de Casablanca y sus capillas de Lo Vásquez, Peñuelas, San José y Las Dichas a mi sucesor Pbro. Don Jerónimo Ordóñez”.

Monseñor Eladio Lazcano levantó la torre, que hasta hace poco era el único referente en altura de la ciudad. Los últimos grandes arreglos al interior del templo los efectuó el padre Jaime Ringeling. Este párroco dejó establecidas durante sus funciones varias capillas como la de la Villa Santa Bárbara en la ciudad, y las de Melosilla y La Vinilla, entre otras en la zona rural. En los últimos años, el templo se ha visto enriquecido, además, con dos hermosos vitrales laterales, uno dedicado a Santa Teresa de Los Andes, y el otro a San Alberto Hurtado.

Otro dato histórico interesante de consignar es que el 9 de junio de 1993 al tomar posesión de la diócesis de Valparaíso, monseñor Jorge Medina Estévez hizo su ingreso oficial a la misma a través de nuestra parroquia. Ese día fue recibido por el Obispo auxiliar de Valparaíso, monseñor Javier Prado Aránguiz y por el entonces cura párroco, Jaime Ringeling Leigh y el diácono Eddie Morales en una sobria ceremonia en el templo parroquial, en que el cardenal Medina oró ante el Santísimo y procedió a autentificar una nota testimonial. Terminado este acto, el cardenal se dirigió al Santuario de Virgen de Lo Vásquez y desde allí a la toma de posesión en la Catedral de Valparaíso. Al cardenal Medina le cupo el honor de anunciar al mundo la elección del Papa Benedicto XVI.

También desde el punto de vista histórico, nuestra parroquia y la ciudad misma están indisolublemente unidas a la figura de San Alberto Hurtado Cruchaga, pues como es bien sabido en los Perales de Tapihue pasó parte de su infancia el sacerdote jesuita. “Los cuatro años en Casablanca, más los largos períodos que pasaría luego en fundos de sus parientes, mantuvieron a Alberto Hurtado muy próximo a la vida campesina... Su costumbre de llamar patroncito a la gente en forma familiar /.../ tiene un obvio origen campesino”. Lo más probable es que, en más de una oportunidad, haya pasado a orar al templo parroquial en sus habituales visitas a casa de sus parientes en los campos de Casablanca.

jueves, 22 de marzo de 2012

BREVÍSIMA HISTORIA DE LA PARROQUIA DE CASABLANCA (1ª parte).

La historia de la Parroquia de Casablanca se remonta a los tiempos de la Conquista de Chile cuando los españoles empezaron a buscar una ruta hacia el mar que les permitiera recibir los pertrechos indispensables para el proceso de la conquista desde el Virreinato del Perú, y enviar, además, relación de los acontecimientos a los Reyes de España, con el fin de que estos prosiguieran apoyando las incursiones por los territorios descubiertos. Es así como buscando hacia el poniente siguieron el curso del Valle de Curacaví, desembocando luego en un fértil valle que los naturales llamaban de Acuyo y que es la geografía en que actualmente se asienta la ciudad de Casablanca. Como es por todos sabido, los conquistadores desde un principio se hicieron acompañar por sacerdotes pertenecientes a órdenes religiosas, por cuanto uno de los propósitos de la conquista era la evangelización de las gentes que habitaban las tierras descubiertas. Los religiosos se encargaron de enseñar la doctrina cristiana a los naturales del lugar, esto es, los indios; por esto, el lugar donde se establecía este sacerdote o religioso se llamaba “doctrina” y el que lo atendía era el “doctrinero”.

La Parroquia de Casablanca fue fundada o erigida el 28 de mayo de 1680 por el Obispo de Santiago, Fray Bernardo Carrasco Saavedra, separándola de la Parroquia de El Salvador de Valparaíso, más conocida como La Matriz y que se ubica en el sector de la aduana de Valparaíso, y con la que limitaba el Cerro Alegre. Por otra parte, abarcaba lo que es hoy la Parroquia de Viña del Mar y la de Quilpué; por el sur, llegaba hasta Lo Abarca y Lo Zárate. Cabe hacer notar que la Parroquia de Casablanca se fundó antes que la ciudad. Esta fue fundada el 23 de octubre de 1753 por Don Domingo Ortiz de Rozas, Conde Poblaciones, con el nombre de Villa de Casablanca de Santa Bárbara de la Reina, en honor de la reina de España, doña Bárbara de Braganza, mujer de Fernando VI. Al parecer, luego de esta fundación, la Parroquia pasó a llamarse Parroquia de Santa Bárbara de Casablanca. En el primer libro de bautismos que comienza en 1697, en el encabezamiento de las partidas se dice: “En la Parroquia de Acuyo puse óleo y crisma...”, o “en la Iglesia Parroquial de Casablanca...” A partir de enero de 1757, las partidas de bautismos se encabezan del modo siguiente: “En Santa Bárbara de la Reina de Casablanca, en la Iglesia parroquial...”, o “En la Villa de Santa Bárbara de Casablanca...” Como dato curioso de carácter histórico cabe consignar que en los márgenes de las partidas de bautismo y en los libros de matrimonios, se identifica a “indio”, “español”, “mestizo” o “mulato”.

Desde 1680 con su primer párroco, don Pedro de Burgao y Véliz, hasta el presente, han sido curas párrocos de Casablanca una cincuentena de sacerdotes.
Respecto de la Iglesia parroquial, Casablanca, ha tenido varias; una de las más antiguas la levantó don Antonio de la Huerta (1748-1762). En su “relación de méritos y servicios” (Madrid, 8 de julio de 1762) se lee: “El Dr. Huerta sirvió durante dieciséis años el curato de Casablanca. Construyó allí una capilla, y cuando se fundó la Villa de santa Bárbara de la Reina, contribuyendo con dinero de su peculio, hizo la Iglesia Matriz que estuvo terminada antes de 1762...” El cura Ambrosi (1829-1834) hizo importantes reparaciones en el templo. Otra iglesia fue edificada por Fray Fernando López de Heredia (1851-1869). Probablemente, fue esta la que destruyó el terremoto de 1906. La actual fue construida después de este gran sismo que echó por tierra a Valparaíso y sus alrededores, comenzándose los trabajos de su edificación en 1908 aproximadamente, siendo párroco don José Miguel Galaz, tío del poeta casablanquino Alejandro Galaz Jiménez.

miércoles, 21 de marzo de 2012

SAN BENITO.

Abad
n. hacia el año 480 en Nursia, Italia;
† hacia el año 547 en Montecasino, Italia

Patrono de monjes; personas en órdenes religiosas; ingenieros civiles; trabajadores agrícolas; granjeros; espeleólogos; niños escolares; personas en trance de muerte. Protector contra la hechicería; brujería; veneno; fiebre; urticaria; erisipela; enfermedades inflamatorias;
enfermedades renales. Se lo invoca en las tentaciones y cuando se ha roto alguna pertenencia de un superior.

SAN BENITO, Abad

Dichosos los siervos a los cuales
el amo al venir encuentra velando.
(Lucas 12, 37)

San Benito abandonó el mundo a la edad de 14 años para retirarse al desierto. Esforzose el demonio por encender en su corazón el fuego de las pasiones impuras. Para vencer, San Benito revolcábase entre espinas y zarzas. Su fama de santidad extendiose a lo lejos y le atrajo una multitud de discípulos. Hizo muchos milagros que lo han hecho célebre; mas el mayor de los prodigios fue el establecimiento de su orden, que ha dado un sinnúmero de santos a la Iglesia. Murió hacia la mitad del siglo VI.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA Y
LA MUERTE DE SAN BENITO

I. Desde que hubo comprendido la vanidad del mundo, retirose San Benito a la soledad, y allí mortificó su cuerpo mediante continuas austeridades. ¡Hace ya tanto tiempo que tú conoces los peligros del mundo, y lo amas todavía! ¡Sabes que es infiel, y en él te fías! ¡Estás persuadido de que no hay recompensa para sus adoradores, y ansiosamente buscas sus favores! Engañó ya a muchos otros con sus falsos bienes; mas, los que antes lo honraban lo desprecian ahora. ¿Por qué no lo dejas?Apenas si tiene el mundo lo que es preciso para engañar; carece de bienes, hasta de bienes frágiles (San Euquerio).

II. San Benito despreció al mundo, y el mundo le honra; los reyes, los príncipes, numerosos fieles acuden a verlo en la soledad, para encomendarse a sus oraciones o para imitar su género de vida. Tú amas al mundo y él te desprecia; lo desprecias y él te prodiga sus alabanzas. Pareciera que Dios, impaciente por recompensar a sus servidores, no puede esperar la vida futura para hacerlo.¡Cuán apurada estáis, oh bondad divina, en glorificar a vuestros santos! (San Eusebio).

III. San Benito, vencedor del mundo, lo abandona y muere en una iglesia en medio de sus religiosos, advertidos por él de la hora de su muerte. ¿Te ha sido revelado cuándo y cómo morirás? Mantente siempre preparado. Los religiosos de este santo son sus hijos y su corona. Tus hijos y tu corona son tus obras: ellas te seguirán hasta el trono de Dios, para acusarte o defenderte.

El amor de la soledad.
Orad por la Orden de San Benito.

ORACIÓN

Haced, os lo rogamos, Señor, que la intercesión de San Benito, abad, nos haga agradables a Vuestra Majestad, y que obtengamos por sus oraciones lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S.

Martirologio Romano (1956)

martes, 20 de marzo de 2012

Martirologio Romano (1956).

20 de Marzo

  1. En Judea, el tránsito de san Joaquín, padre de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, Confesor. Su fiesta se celebra-el-16’de Su fiesta se celebra el 16 de Agosto.
  2. En Asia, el tránsito de san Arquipo, que fue compañero de san Pablo Apóstol, quien hace mención de él en la Carta a Filemón y en la escrita a los Colosenses.
  3. En Siria, los santos Mártires Pablo, Cirilo, Eugenio y otros cuatro.
  4. En el mismo día, los santos Fotina, Samaritana, José y Víctor, sus hijos; Sebastián, Capitán, Anatolio, Focio, Fótides y dos hermanas, Parasceves y Ciríaca; todos los cuales, por confesar a Cristo, consiguieron el martirio.
  5. En Amiso de Paflagonia, siete santas mujeres, a saber:Alejandra, Claudia, Eufrasia, Matrona, Juliana, Eufemia y Teodosia; que, por confesar la fe, fueron martirizadas, y a quienes siguieron Derfuta y una hermana suya.
  6. En Apolonia, san Nicetas, Obispo, que desterrado por el culto de las sagradas Imágenes, entregó allí su espíritu a Dios.
  7. En el monasterio de Fontenelle, en Francia, san Vulfrán, Obispo de Sens, que, renunciando el Obispado y esclarecido en milagros, pasó allí de esta vida.
  8. SAN CUTBERTO, Obispo y Confesor

  9. En la Gran Bretaña, la feliz muerte de san Cutberto, Obispo de Lin-disf arne; el cual, desde la niñez hasta la muerte, resplandeció en santas obras y milagros.
  10. En Sena de Toscana, el beato Ambrosio, de la Orden de Predicadores, ilustre en santidad, predicación y milagros.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

lunes, 19 de marzo de 2012

Laetare.


Algunas fotos de la celebración de la Santa Misa Tridentina en Domingo de Laetare, Parroquia Santa Bárbara de Casablanca, a cargo de Una Voce Casablanca y celebrada por Msr. Jaime Astorga Paulsen.

domingo, 18 de marzo de 2012

Domingo de Laetare.

El domingo "Lætare" viene a alegrar y reconfortar a los ayunadores de Cuaresma. El Celebrante puede cambiar los ornamentos de color morado por los de color rosa. El órgano deja oír sus acordes. Las flores aparecen en el altar. Todo indica que éste es un domingo excepcional dentro de la Cuaresma, un día de asueto y de santa expansión. Pero a esto solamente tienen derecho los que han venido practicando fielmente los rigores cuaresmales. Para los demás debe ser un domingo de reproches y de censuras, tú, oh cristiano, que lees esto y que te preparas a asistir a la Misa: ¿cómo estás cumpliendo las observancias de Cuaresma? ¿Has ayunado, has hecho limosnas, has vivido con cierto recogimiento, te has retirado de las habituales diversiones mundanas? Si todavía no has empezado a hacerlo, suple la falta en esta segunda mitad de la Cuaresma.
*

sábado, 17 de marzo de 2012

Aviso Misa Tridentina.

INVITACION

SANTA MISA

TRIDENTINA

(en latín y con canto gregoriano)

DOMINGO 18 DE MARZO DE 2012.

17,00 HRS.

PARROQUIA SANTA BARBARA DE CASABLANCA

*

16,30 HRS CONFESIONES Y

SANTO ROSARIO.


viernes, 16 de marzo de 2012

MEDITACIÓN SOBRE LA MISERICORDIA.

I. Debes compadecer los sufrimientos del prójimo, provengan de enfermedad o de pobreza. Esta compasión debe excitar en ti el deseo de aliviarlos, y este deseo debe ser efectivo. ¡Cuántas ocasiones pierdes de hacer el bien a los desgraciados! Nada hay que te haga más semejante a Dios como la caridad para con los pobres. Si no estás en condición como para socorrerlos, ruega a Dios que lo haga Él y agradécele el que te haya librado de las miserias que hacen gemir a tu prójimo. Nunca se parece tanto el hombre a la Divinidad como cuando hace el bien a sus semejantes; sé providencia para los desventurados, imitando la misericordia de Dios (San Gregorio).

II. Ten compasión de los pecadores; por ricos y felices que sean en apariencia, su suerte es mucho más digna de compasión que de envidia. Son tanto más dignos de lástima, cuanto que no conocen su mal estado y no quieren ponerle remedio. Adviérteles, si lo puedes, hazles conocer el lastimoso estado de su alma; ruega a Dios por ellos; apártalos de las ocasiones peligrosas; emplea para esto, tu solvencia, tus riquezas: bien que quiso dar su vida por ellos Jesucristo. No envidies a los malos, antes bien compadécelos (San Pedro Damián).

III. ¿Acaso tú mismo no eres digno de compasión, a causa de tus miserias o de tus pecados? Si es a causa de tus miserias, ten paciencia: Jesús vivió en el dolor, los santos pasaron su vida en las lágrimas. Si tus pecados te hacen digno de compasión, ten piedad de ti mismo; sal, lo más pronto posible, de ese funesto estado.

jueves, 15 de marzo de 2012

MEDITACIÓN SOBRE EL VALOR DE UN ALMA.

I. Dios creó a nuestra alma a su imagen y semejanza; la hizo inmortal y la elevó sobre todas las creaturas de este mundo. Él quiere que gobierne a nuestro cuerpo durante la vida, y que, después de nuestra muerte, sea heredera del cielo. Reconoce la grandeza de tu alma, trabaja por ella; desprecia a tu cuerpo y a todos los bienes de la tierra. ¿Qué son estos míseros bienes en comparación de tu alma inmortal? y sin embargo para dar contento a tu cuerpo, ¡pierdes tu alma! Ten piedad de tu alma tratando de agradar a Dios.

II. Jesucristo ha muerto por todos los hombres, es una verdad de fe, mas, tan grande es su bondad, que lo hubiera hecho sólo por tu alma, derramando hasta la última gota de su sangre adorable. Mi alma vale, pues, la sangre de un Dios; ¿cómo la habría yo de entregar al demonio por un vano placer? ¿Qué ha hecho el demonio por ella? ¿Puede procurarle una felicidad duradera ? Entreguemos nuestra alma a Jesús que la ha redimido, que quiere hacerla feliz por toda la eternidad.

III. De lo que antecede, saca dos conclusiones. Primero: debes perder todo antes que perder el alma; riquezas, honores, gustos, salud, todo esto es nada comparado con tu alma. Segundo: el gusto mayor que puedes dar a Jesucristo, la mayor gloria que puedes procurar a Dios, es trabajar por la conversión de las almas, pues por ellas dio una sangre que no hubiera dado para impedir la destrucción del mundo. El hijo de Dios ha derramado su sangre por ti: ¡surge, alma mía, vales la sangre de Dios! (San Agustín).

miércoles, 14 de marzo de 2012

La Rosa de Oro, tradición propia de la Domínica Laetare.



Antigua y venerable costumbre al par que poco conocida en nuestros tiempos es la de la bendición de la Rosa de Oro, ceremonia vinculada a la Domínica Laetare o mediana (por ser como el meridiano de la Cuaresma) y por cuya razón se llama asimismo “Domingo de la Rosa”. Es ésta una altísima distinción que, bajo la forma de esta flor hecha de oro, otorga el Papa a personalidades católicas principales, particularmente princesas, y a santuarios e imágenes de la Cristiandad. No está claro el origen de esta costumbre, en la que hay que distinguir el acto mismo de la bendición de la Rosa de Oro y su consigna, que no parecen haber tenido un origen simultáneo. Algunos autores, como Fr. José de Sigüenza, hacen remontar la bendición a la Antigüedad cristiana; otros la retrasan hasta la época de San León IX (imagen abajo), quien la habría instituido en 1049 al autorizar la fundación de un monasterio en Benevento, con la obligación de sus monjas de ofrecer cada año a la Sede Apostólica, a cambio de las inmunidades y privilegios concedidos a su comunidad, una rosa hecha de oro para ser bendecida en la cuarta domínica de Cuaresma. Lo cierto es que, si bien en muchos documentos antiguos de los Romanos Pontífices se habla del sentido místico de la Rosa, no hay datos ciertos de una solemne atribución de la misma antes de 1148, cuando el beato Eugenio III la envió a Alfonso VII el Emperador, rey de Castilla y León, de lo cual consta documentación cierta y circunstanciada. Sólo hay una mención –sin que hasta ahora se haya podido contrastar históricamente– a la presunta consigna que hizo de la Rosa Áurea el beato Urbano II al conde Foulques IV de Anjou al término del concilio de Tours, por el cual quedaban confirmados los acuerdos del concilio de Clermont para organizar la Primera Cruzada.

¿En qué consiste la Rosa de Oro? Al principio fue simplemente una flor hecha de oro esmaltada de color de rosa. Con el paso del tiempo, se perdió la costumbre de teñirla colocando, en vez de ello, un rubí en medio de ella. En algunas ocasiones, además del rubí, se adornaba el follaje con multitud de piedras preciosas. La joya podía tener como soporte un tallo con hojas o un vaso de oro o de plata dorada. El historiógrafo Gaetano Moroni, ayudante de Cámara de los papas Gregorio XVI y el beato Pío IX, da detalles interesantes sobre esta verdadera joya en distintos momentos de la Historia (cfr. Dizionario di erudizione storico-ecclesiastica da San Pietro sino ai nostri giorni, 1852): así, en tiempos de Calixto III (1455-1458) la Rosa de Oro se reducía a la sola flor adornada de doce perlas. Bajo Sixto IV (1471-1484) era un ramo con rosas y espinas entre el que sobresalía una rosa de mayor tamaño en cuyo centro había una cavidad en forma de pequeña copa que es donde el Papa ponía el crisma y el almizcle cuando la bendecía. Más tarde, el ramo, solo o puesto sobre un vaso, descansaba sobre un pedestal de planta triangular, cuadrangular u octogonal, todo él adornado de pedrería. En él estaban grabadas las armas del Papa que bendecía la Rosa de Oro. Una Rosa de Oro enviada por Clemente IX a la reina de Francia María Teresa y al Delfín pesaba ocho libras.

Pero el valor de la Rosa de Oro no reside en la cantidad del precioso metal ni en las gemas de las que está adornada, sino en su significado. En un libro de autor anónimo publicado en Roma en 1560 se declara su simbolismo. Copiamos a continuación lo que de él extracta el académico gerundense Enrique Claudio Girbal en su tratadito sobre la Rosa de Oro publicado en 1880:«Desde la flor sencilla, quizás de los valles de los antiguos tiempos, hasta la rosa cuajada de perlas y pedrería, que algún autor describe en los pasados siglos, el valor material de la sagrada joya varía según las circunstancias y hasta según el gusto de los artistas y de las épocas; lo que es incalculable, y no varía, es el tesoro de misterios que la Rosa encierra. Según enseñan los mismos Soberanos Pontífices en repetidas cartas, esta Rosa significa y declara a nuestro Redentor, el cual ha dicho: “Yo soy la flor del campo y el lirio de los valles”; indica el oro de que se compone que Jesucristo es Rey de los reyes y Señor de los señores, cuyo profundo sentido mostraron ya los Magos, cuando como a Rey, le ofrecieron rendidamente el oro. El fulgor y alto precio del metal y las piedras con que la Rosa está compuesta, significan la luz inaccesible en la que habita el que es Luz de luz y Dios verdadero: el olor de los perfumes que sobre ella vierte en la bendición el Sumo Pontífice, representa en invisible esencia la gloria de la Resurrección de Jesucristo que fue de espiritual alegría para todo el mundo, pues con ella terminó el corrompido ambiente de las antiguas culpas y por todo el universo se esparció el suave aroma de la divina gracia; el color encarnado, de que en otro tiempo se teñía, representa la Pasión de Jesucristo; las espinas ofrecen la santa enseñanza de que en las espinas del dolor puso Jesús todas sus delicias, y recuerdan aquella corona que ensangrentó la cabeza del Redentor. En la Rosa, por último, se figura y simboliza la felicidad eterna».

El ceremonial de la bendición de la Rosa se encuentra así descrito en el mismo libro que acabamos de citar:

«Costumbre fue de los Romanos Pontífices en la Domínica cuarta de Cuaresma, en la cual se canta en la Iglesia Laetare, Hierusalem, bendecir una Rosa de oro y entregarla después de la Misa solemne, a algún Príncipe que esté presente en la Corte; si no hubiese en la Corte digno de tan alto obsequio, suele enviarse fuera a algún Rey o Príncipe, a voluntad de nuestro Padre Santo, previo el consejo del Sacro Colegio; pues fue también costumbre de los Romanos Pontífices, antes o después de la Misa, convocar ad circulum a los Cardenales en su Cámara, o donde Su Santidad a bien tuviere, y deliberar con ellos a quién ha de darse o remitirse la Rosa.

«Para su bendición, que se hace junto a la mesa del vestuario donde nuestro Santísimo Padre recibe sus ornamentos, se prepara un pequeño altar y se ponen sobre él dos candelabros; el Pontífice, vestido de amito, alba, cíngulo, estola, capa pluvial y mitra, dice:
Adiutorium nostrum in nomine Domini. R. Qui fecit coelum et terram. Dominus vobiscum. R. Et cum spiritu tuo. Oremos. “Dios, por cuya palabra y poder se hicieron todas las cosas y por cuya voluntad se rigen los Universos; que eres la alegría y gozo de todos los fieles, humildemente rogamos a Tu Majestad que por tu misericordia te dignes bendecir y santificar esta rosa gratísima de aroma y de vista, que hoy en signo de espiritual alegría llevamos en nuestras manos, a fin de que el pueblo que te pertenece, sacado del yugo de la cautividad de Babilonia por la gracia de tu Hijo unigénito que es gloria y regocijo de la plebe de Israel, anticipe a los corazones sinceros el gozo de aquella Jerusalén de lo alto que es nuestra Madre. Y pues en honor de tu nombre tu Iglesia se alegra y regocija hoy con este signo, dígnate, Señor, darle verdadero y perfecto gozo, y así, aceptando su devoción, perdones los pecados, llenes con la fe, ayudes con la indulgencia, protejas con la misericordia, destruyas las adversidades, y concedas todo género de prosperidad, hasta que por fruto de la buena obra, en olor de los aromas de aquella flor que procede de la raíz de Jesé, y que a sí misma se llama flor del campo y lirio de los valles, con ella en la eterna gloria con todos los Santos se regocije sin fin. Por Nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén”.

«Terminada la oración, unta con bálsamo la Rosa de oro que está en el mismo ramillete, y le echa almizcle molido que se le ministra por el Sacristán, y pone el incienso en el turíbulo según la rúbrica, y rocía la rosa con agua bendita, y quema el incienso. En tanto un Clérigo de la Cámara Apostólica tiene la Rosa en su mano, que pasa al punto a las del Diácono Cardenal, y éste la entrega al Pontífice, quien, tomándola y llevándola en la mano izquierda, se pone en marcha hacia la capilla, bendiciendo con la derecha; y los Diáconos Cardenales elevan la capa pluvial: al llegar al faldistorio da la Rosa al dicho Diácono, quien a su vez la entrega al Clérigo de la Cámara, y éste la pone sobre el altar. Acabada la Misa, y hecha oración ante el altar por el Pontífice, recibe la Rosa como antes y la lleva a su Cámara. Si aquel a quien quiere darla está presente, se le hace llegar a sus pies; y estando de rodillas le da el Pontífice la Rosa diciendo:
“Recibe la Rosa de nuestras manos, que aunque sin méritos, tenemos en la tierra el lugar de Dios. Por ella se designa el gozo de una y otra Jerusalén; es a saber, de la Iglesia triunfante y militante, por la cual a todos los fieles de Cristo se manifiesta aquella flor hermosísima que es gozo y corona de todos los Santos. Recibe ésta tú, hijo amadísimo, que eres noble según el siglo, poderoso y dotado de gran valor, para que más y más te ennoblezcas en Cristo Nuestro Señor con todo género de virtudes, como rosas plantadas junto al río de aguas abundantes, cuya gracia, por un acto de su infinita clemencia, se digne concederte el que es Trino y Uno por lo siglos de los siglos. Amén. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.

«Alguna vez se ha hecho esta ceremonia en la capilla terminada la Misa, antes de que el Papa bajara de su silla; pero es más conveniente que el Papa vuelva a la Cámara con la Rosa, y así lo encuentro practicado por nuestros mayores. Aquel a quien se da la Rosa, después que ha besado la mano y el pie del Pontífice y dádole gracias, y una vez que el Papa de ha desnudado ya en la Cámara de sus sagradas vestiduras, es acompañado, llevando es su mano la Rosa, hasta la casa de su habitación, por el Colegio de Cardenales, en medio de los dos más antiguos, seguidos de todos los otros, y rodeándole a pie los servidores de la Curia Romana con sus varas, que suelen en aquel día recibir gajes de parte del favorecido con la Rosa»
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Cuando el beneficiario de la Rosa de Oro no se hallaba en la Corte Pontificia el Papa se la enviaba por medio de un embajador. Desde León X se encargaba de la consigna un ablegado (el mismo que llevaba el birrete a algún cardenal residente fuera de Roma), camarero secreto o protonotario apostólico. En contra de la creencia generalizada, la Rosa de Oro no se concede sólo a soberanas o princesas católicas, aunque así haya sido en muchas ocasiones y casi invariablemente desde el siglo XVI. También han sido gratificados ilustres varones de la Cristiandad por méritos contraídos en la defensa de la Fe Católica y de los derechos de la Iglesia. Y no sólo se concede a personas, sino, como queda dicho al inicio, a santuarios e imágenes insignes. El enviado papal portador de la Rosa de Oro era recibido con gran ceremonia a su llegada al lugar donde se encontraba el agraciado con ella. En España era un Grande el que, comisionado por el Rey, se adelantaba al enviado pontificio para recoger la distinción y llevarla a la iglesia donde se debía verificar su recepción solemne. En el día indicado, el propio representante papal, si tenía el orden episcopal, celebraba misa pontifical. Antes de dar la bendición final, se sentaba en medio del altar, estando frente a él la persona regia destinataria de la Rosa de Oro. El notario real debía entonces leer la bula papal de concesión y las indulgencias otorgadas en la ocasión, acabado lo cual se levantaba el prelado y tomaba aquélla en sus manos para entregarla a dicha persona –que la recibía de rodillas– con estas palabras: “Accipe Rosam de manibus nostris quam de speciale commissione Sanctissimi Domini Nostri NN (nombre del Papa) conferimus tibi”. Dada la bendición, la Rosa de Oro era llevada con gran acompañamiento por la persona distinguida por ella o por su capellán al oratorio donde se iba a colocar permanentemente.


Como dato erudito va a continuación la lista (no exhaustiva) de las concesiones ¡de la Rosa de Oro:

1096: Beato Urbano II a Fulco IV de Anjou
1148: Beato Eugenio III a Alfonso VII el Emperador, rey de Castilla y León
1163: Alejandro III a Luis VII, rey de Francia
1177: Alejandro III a Sebastiano Ziani, dux de Venecia
1182: Lucio III a Guillermo I de Escocia
1220: Honorio III al cardenal Niccolò Chiaramonti
1226: Honorio III a Alfonso IX, rey de León
1227: Gregorio IX al príncipe Raimondo Orsini
1244: Inocencio IV a la iglesia de los Canónigos de San Justo en Lyon
1304: Benedicto XI a la iglesia del Convento de Santo Domingo de Perusa
1330: Juan XXII a Rodolfo III de Nidau, conde de Neuchâtel
1348: Clemente VI a Luis I de Anjou, rey de Hungría
1350: Clemente VI a Niccolò Accaiuoli, gran senescal del reino de Sicilia
1364: Beato Urbano V a Valdemar IV, rey de Dinamarca
1368: Beato Urbano V a Juana I de Anjou, reina de Nápoles y Sicilia
1369: Beato Urbano V a la Basílica de San Pedro del Vaticano
1389: Urbano VI a Raimondo del Balzo Orsini, conde de Nola y gonfaloniero de la Iglesia
1391: Clemente VII de Aviñón a Juan Sin Miedo, duque de Borgoña
1391: Bonifacio IX de Roma a Alberto de Este, marqués de Ferrara
1393: Bonifacio IX de Roma a Astorre Manfredi di Bagnacavallo
1394: Benedicto XIII de Aviñón a Martín I el Humano, rey de Aragón
1398: Bonifacio IX de Roma a Ugolino III Trinci, señor de Foligno
1399: Bonifacio IX de Roma a Benuttino Cima di Cingoli
1410: Aejandro V de Pisa a Niccoló d’Este, llamado el Cojo, marqués de Ferrara
1411: Juan XXIII de Pisa a Carlos VI el Bienamado, rey de Francia
1414: Juan XXIII de Pisa a Lovovico Alidosi, señor de Imola
1419: Martín V a la Señoría de Florencia
1420: Martín V a Guido II de Montefeltro, conde de Urbino
1434: Eugenio IV al emperador Segismundo del Sacro Imperio
1435: Eugenio IV al condotiero Ranuccio Farnese el Viejo
1437: Eugenio IV a la catedral de Santa María de las Flores de Florencia
1442: Eugenio IV a Domenico Rinaldo Orsini, conde de Tagliacozzo y señor de Piombino
1443: Eugenio IV al oratorio de San Lorenzo, llamado Sancta Sanctorum, de Roma (Scala Santa)
1444: Eugenio IV a Enrique VI de Lancaster, rey de Inglaterra
1448: Eugenio IV a Casimiro IV, rey de Polonia
1449: Nicolás V a Luigi Campo Fregoso, dux de Venecia
1450: Nicolás V a Guillermo II el Valiente, landgrave de Turingia y conde de Hesse
1452: Nicolás V al emperador Federico III del Sacro Imperio y su esposa Leonor
1453: Nicolás V a Federico II, elector de Brandeburgo
1454: Nicolás V a Alfonso V, rey de Portugal
1457: Nicolás V a Carlos VII, rey de Francia
1459: Pío II al Senado de Siena
1460: Pío II a Juan II, rey de Aragón y de Navarra
1462: Pío II a Tomás Paleólogo, príncipe bizantino, hermano del último basileus.
1463: Pío II a Pienza, su ciudad natal (antigua Corsignano)
1470: Pablo II a Federico de Aragón, príncipe de Tarento, hijo del rey de Nápoles
1471: Pablo II a Borso de Este, duque de Ferrara
1472: Sixto IV a la catedral de Savona, su ciudad natal
1474: Sixto IV a Cristián I, rey de Dinamarca
1476: Sixto IV a Andrea Vendramin, dux de Venecia
1482: Sixto IV a Eberardo V, conde y después duque de Würtemberg
1485: Inocencio VIII a Hércules de Este, duque de Ferrara
1486: Inocencio VIII a Jacobo III, rey de Escocia
1493: Alejando VI a Isabel I de Castilla, la Reina Católica
1494: Alejandro VI a la iglesia de Santa María en Flandes
1495: Alejandro VI a Agostino Barbarigo, dux de Venecia
1496: Alejandro VI a Francisco II, marqués de Mantua
1497: Alejandro VI a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán
1498: Alejandro VI a Felipe de Habsburgo, archiduque de Austria
1500: Alejandro VI a su hijo César Borgia, duque de Valentinois y de la Romaña y gonfaloniero de la Iglesia
1504: Julio II a la República de Génova
1505: Julio II a Alejandro I Jagellon, rey de Polonia
1506: Julio II al rey Don Manuel de Portugal
1507: Julio II al rey Fernando el Católico
1508: Julio II a Alfonso I de Este, duque de Ferrara

Enrique VIII, recibió la Rosa de Oro tres veces

1510: Julio II a Enrique VIII, rey de Inglaterra
1514: León X al rey Don Manuel de Portugal
1517: León X a Carlos III, duque de Saboya
1518: León X a Federico, duque de Sajonia
1521: León X a Enrique VIII, rey de Inglaterra
1523: Adriano VI a Segismundo I Jagellon, rey de Polonia
1524: Clemente VII a Enrique VIII, rey de Inglaterra
1525: Clemente VII a Carlos III, duque de Saboya
1526: Clemente VII a la Archicofradía del Gonfalón de Roma
1532: Clemente VII a la imagen Acheropita recién descubierta
1537: Pablo III a Federico II Gonzaga, duque de Mantua
1543: Pablo III a Hércules II, duque de Ferrara
1548: Pablo III a Catalina de Médicis, reina de Francia
1550: Julio III a Juan, príncipe del Brasil, heredero del rey Don Juan III de Portugal
1552: Julio III a la imagen de la Madonna Salus Populi Romani en Santa María la Mayor
1555: Julio III a María I Tudor, reina de Inglaterra
1557: Pablo IV a Dª María Enríquez de Guzmán, duquesa de Alba
1561: Pío IV a Ana de Bohemia y Hungría
1564: Pío IV a la República de Lucca
1565: Pío IV a Catalina de Médicis, reina viuda de Francia
1567: San Pío V al oratorio de San Lorenzo, llamado Sancta Sanctorum, de Roma (Scala Santa)
1568: San Pío V a Juana de Habsburgo-Jagellon, esposa del príncipe de Toscana
1570: San Pío V a Cosme I de Médicis, gran duque de Toscana
1571: San Pío V a la reina Ana de Austria, cuarta esposa de Felipe II de España
1573: Gregorio XIII a Enrique de Anjou, rey de Polonia
1577: Gregorio XIII a Sebastiano Venier, dux de Venecia
1578: Gregorio XIII a Bolonia, su ciudad natal
1579: Gregorio XIII a Margarita de Austria, duquesa de Parma y Plasencia
1583: Gregorio XIII a Leonor de Médicis, esposa del duque Vincenzo I de Mantua
1584: Gregorio XIII al santuario de Loreto
1586: Sixto V a Bianca Capello, viuda del gran duque Cosme I de Toscana
1589: Sixto V a Cristina de Lorena, esposa del gran duque Fernando I de Toscana
1592: Clemente VIII a Ana de Austria, esposa del emperador Matías del Sacro Imperio
1593: Clemente VIII a Fernando I de Médicis, gran duque de Toscana
1597: Clemente VIII a la dogaresa Morosina Morisini, esposa del dux Marino Grimani
1598: Clemente VIII a Margarita de Austria-Estiria, esposa del rey Felipe III de España
1601: Clemente VIII al santuario de Loreto
1607: Pablo V a la iglesia de Santa María sopra Minerva en Roma
1608: Pablo V a la basílica de San Pedro del Vaticano
1610: Pablo V al oratorio de San Lorenzo, llamado Sancta Sanctorum, de Roma (Scala Santa)
1613: Pablo V a la Capilla Paulina o Borghese de la Basílica Liberiana
1618: Pablo V a Isabel de Borbón, esposa del príncipe Felipe de España (futuro Felipe IV)
1625: Urbano VIII a Enriqueta María de Francia, reina de Inglaterra
1627: Urbano VIII a Fernando II de Médicis, gran duque de Toscana
1628: Urbano VIII a Magdalena de Austria, viuda del gran duque Cosme II de Toscana
1630: Urbano VIII a María de Austria, reina de Hungría
1631: Urbano VIII a Taddeo Barberini, prefecto de Roma
1634: Urbano VIII a la basílica de San Pedro del Vaticano
1635: Urbano VIII a María Ana de Austria, esposa del elector Maximiliano I de Baviera
1649: Inocencio X a Mariana de Austria, prometida del rey Felipe IV de España
1654: Inocencio X a Lucrecia Barberini, esposa del duque de Módena
1658: Alejandro VII a la catedral metropolitana de Siena
1662: Alejandro VII a María Teresa de Austria, reina de Francia
1668: Clemente IX al Delfín de Francia
1669: Clemente IX a la iglesia de la Santísima Virgen de la Humildad de Pistoya
1671: Clemente X a Leonor de Habsburgo, reina de Polonia, esposa de Miguel Wiśniowiecki
1684: Beato Inocencio XI a María Casimira, reina de Polonia, esposa de Juan III Sobieski
1699: Inocencio XII a Amalia de Brünswick, prometida de José, rey de Romanos, hijo del emperador Leopoldo I del Sacro Imperio
1701: Clemente XI a María Luisa Gabriela de Saboya, reina de España, primera mujer de Felipe V
1714: Clemente XI a Isabel de Farnesio, reina de España, segunda mujer de Felipe V
1725: Benedicto XIII (Orsini) a la ciudad de Benevento, de la que era arzobispo
1726: Benedicto XIII (Orsini) a la catedral metropolitana de Capua
1727: Benedicto XIII (Orsini) a Violante Beatriz de Baviera, princesa viuda de Toscana
1728: Benedicto XIII (Orsini) a la catedral metropolitana de Génova
1739: Clemente XII a la archiduquesa María Teresa de Austria, hija del emperador Carlos VI del Sacro Imperio
1740: Benedicto XIV a María Amalia de Sajonia, reina de Nápoles y Sicilia
1759: Clemente XIII a Francesco Loredan, dux de Venecia
1770: Clemente XIV a la iglesia de San Antonio de los Portugueses en Roma
1776: Pío VI a María Cristina, archiduquesa de Austria, esposa del duque Alberto de Sajonia-Teschen
1780: Pío VI al archiduque Fernando de Habsburgo, gobernador de Milán, y a su esposa María Beatriz de este, princesa de Módena
1784: Pío VI a la archiduquesa María Amalia, duquesa de Parma y Plasencia
1791: Pío VI a la archiduquesa María Carolina, reina de Nápoles y Sicilia
1794: Pío VI a la iglesia de San antonio de los Portugueses en Roma
1819: Pío VII a Carlota Augusta de Baviera, emperatriz de Austria, mujer del emperador Francisco I
1825: León XII a María Teresa de Austria-Este, reina viuda de Cerdeña
1830: Pío VIII a la ciudad y catedral de Cingoli, su tierra natal.
1832: Gregorio XVI a María Ana de Saboya, reina de Hungría
1833: Gregorio XVI a la Basílica de San Marcos de Venecia
1842: Gregorio XVI a María II, reina reinante de Portugal
1848: Beato Pío IX a María Pía de Saboya, princesa de Cerdeña
1849: Beato Pío IX a María Teresa de Austria, reina de las Dos Sicilias
1856: Beato Pío IX a la emperatriz Eugenia de los Franceses, esposa de Napoléon III
1868: Beato Pío IX a Isabel II, reina propietaria de España
1886: León XIII a María Cristina de Habsburgo-Lorena, reina regente de España, viuda de Alfonso XII y madre de Alfonso XIII
1889: León XIII a Isabel I, emperatriz del Brasil
1892: León XIII a Amelia de Orléans, reina de Portugal
1893: León XIII a María Enriqueta de Austria, reina de los Belgas, esposa de Leopoldo II
1914: Benedicto XV a Victoria-Eugenia de Battenberg, reina de España, esposa de Alfonso XIII
1920: Benedicto XV al santuario de Lisieux
1926: Pío XI a Isabel de Baviera, reina de los Belgas, esposa de Alberto I
1937: Pío XI a Elena de Montenegro, reina de Italia, esposa de Víctor Manuel III
1956: Venerable Pío XII a Josefina Carlota, princesa de Bélgica y gran duquesa de Luxemburgo, esposa de Juan II
1965: Pablo VI al santuario de Nuestra Señora de Fátima en Portugal
1966: Pablo VI al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Méjico
1967: Pablo VI al santuario de Nuestra Señora de Aparecida en Brasil
1979: Venerable Juan Pablo II al santuario de Jasna Gora en Cestokowa (Polonia)
1979: Venerable Juan Pablo II al santuario de Knock en Irlanda
1982: Venerable Juan Pablo II al santuario de Nuestra Señora de Luján en Argentina
1987: Venerable Juan Pablo II al santuario de Matka Boża Kalwaryjska en Polonia
1988: Venerable Juan Pablo II a la imagen de la Virgen de la Evangelización en Lima
2003: Venerable Juan Pablo II a la basílica de Nuestra Señora de la Concepción del Sameiro en Portugal
2004: Venerable Juan Pablo II al Oratorio de San José en el Québec
2004: Venerable Juan Pablo II a la basílica de Lourdes en Francia
2006: Benedicto XVI al santuario de Jasna Gora en Cestokowa (Polonia)
2007: Benedicto XVI al santuario de Nuestra Señora de Aparecida en Brasil
2007: Benedicto XVI al santuario de Mariazell en Austria
2008: Benedicto XVI al santuario nacional de la Inmaculada Concepción en Washington (Estados Unidos)
2008: Benedicto XVI al santuario de la Virgen de Bonaria en Cagliari (Cerdeña)
2008: Benedicto XVI al santuario papal de Nuestra Señora de Pompeya en Campania
2009: Benedicto XVI al santuario de Nuestra Señora de Europa en Gibraltar

El que un papa haya concedido más de una Rosa de Oro en el mismo año no significa que haya bendecido otras tantas, sino que otorga de las que ya están bendecidas de otros años y no han sido conferidas.

Tomado de Roma Aeterna (Una Voce).