No levantar falso testimonio ni mentir.
El octavo mandamiento nos prohíbe, directamente, el falso testimonio y la mentira; indirectamente, todo lo que pueda dañar al prójimo en su fama o en su honor.
Falso testimonio es declarar en juicio contra la verdad.
El falso testimonio es un pecado mortal contra la verdad, la religión y la justicia y el que incurre en él está obligado a retractarse y a reparar el daño ocasionado.
Mentira es la negación de la verdad. Es una palabra o signo por el cual se da a entender lo contrario de lo que uno piensa, con intención de engañar.
Hipocresía es una mentira de hecho y consiste en fingir exteriormente virtudes y sentimientos que no se tienen.
Además del falso testimonio se daña a la fama del prójimo, exteriormente con la detracción, interiormente con el juicio temerario.
Detracción es la difamación injusta del prójimo y puede ser por murmuración, calumnia y chisme.
Murmurar es descubrir faltas o defectos secretos del prójimo.
Calumniar es atribuir al prójimo defectos que no tiene o faltas que no ha cometido.
El chisme consiste en descubrir a una persona las palabras desfavorables que contra ella ha proferido otra.
Juicio temerario es formar una mala opinión de otro sin suficiente motivo.
Ejemplos bíblicos:
-Daniel confunde a los calumniadores de Susana (Daniel XIII, 49-59).
-Castigo de los falsos acusadores de Daniel (Daniel VI, 24).
-Eleazaro rehúsa salvar su vida por no mentir (II Macabeos VI, 21-28).
-Castigo de Giezi, criado de Eliseo (IV Reyes V, 20-27).
-Murmuradores castigados (Num. XIII, 26-34; XIV, 1-3 y 36-37).
-La mala lengua (Eclesiástico XXVIII, 15-30).
-El Señor condena los juicios temerarios (S. Mateo VII, 1-5).
-Castigo de Ananías y Safira (Hechos V, 1-11).
-Vicios de la lengua desenfrenada (Santiago III, 1-12).
(1939).
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