martes, 31 de mayo de 2011

Los sacramentos en general (II).

Los elementos de todo sacramento son: materia, forma, ministro y sujeto.

La materia del sacramento es la cosa o acción de que se sirve la Iglesia. (En el Bautismo, el agua y la acción de echarla). La formason las palabras que determinan que las palabras tengan valor sacramental. El ministro del sacramento es la persona autorizada para conferirlo en nombre de la Iglesia. El sujeto del sacramento es todo aquel que sea capaz de recibirlo.

Cualquiera persona es capaz de recibir el Bautismo; sólo el bautizado puede recibir los demás sacramentos; son capaces de recibir la Penitencia los pecadores, la Extremaunción los enfermos en peligro de muerte y el Orden los varones.

No depende la eficacia del sacramento del que lo administra, sino que produce sus efectos por propia virtud, por voluntad de Jesucristo que es siempre el ministro principal.

Como la cera para recibir el sello debe estar blanda y la tierra para recibir la semilla preparada, así para obtener los efectos del sacramento el que lo recibe, debe estar bien preparado y dispuesto.

Las disposiciones requeridas en los sacramentos de muertos son: la Fe, la Esperanza y el Dolor de los pecados con un principio de amor de Dios; en los vivos la disposición principal es el estado de gracia.

Recuérdese que los sacramentos no sólo producen, devuelven o aumentan la gracia santificante sino que dan una gracia actual especial propia de cada sacramento, llamada por esto gracia sacramental.

La recepción de un sacramento puede ser válida, nula, fructuosa e informe, según las disposiciones del sujeto.

Ejemplos: es válido el Bautismo de un adulto que quiere ser bautizado, pero puede ser informe y no recibir la gracia por no estar arrepentido de sus pecados. Al arrepentirse después de recibido el Bautismo, ese sacramento es válido e informe, revive, es decir, produce sus efectos.

El que conscientemente recibe un sacramento sin las disposiciones debidas, es decir, mal dispuesto, comente un pecado especial llamado sacrilegio, o sea, profanación de una cosa sagrada.

(1939).

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