No fornicar-No desear la mujer de tu prójimo.
El sexto mandamiento nos prohíbe las acciones deshonestas y todo lo que conduce a la deshonestidad, como las malas compañías, las conversaciones indecentes y las lecturas y espectáculos inmorales.
La virtud contraria a la deshonestidad es la castidad.
La castidad es una virtud que nos inclina a abstenernos de los placeres ilícitos que radican en el cuerpo.
Sin la ayuda de Dios no podremos ser castos de cuerpo y espíritu.
Las causas interiores de la deshonestidad son:
-el orgullo o soberbia
-la intemperancia
-la ociosidad.
El noveno mandamiento nos prohíbe en general los pensamientos y deseos deshonestos voluntariamente admitidos, y en particular cuando son contrarios a la santidad del matrimonio cristiano.
La deshonestidad acarrea a quien es víctima de ella las más funestas consecuencias así de orden temporal como de orden espiritual.
La deshonestidad trae consigo:
-la pérdida de la paz, de la alegría y de la felicidad, patrimonio de las almas puras
-la ruina de la salud del cuerpo con las terribles enfermedades causadas por tales desórdenes
Los daños espirituales de la deshonestidad son:
-el olvido de Dios (1ª. Cor. II, 14)
-la ceguera de la mente
-el endurecimiento del corazón
-la pérdida de la fe
-la impenitencia final.
Para conservar la castidad no nos expondremos voluntariamente y temerariamente a las ocasiones de pecado y acudiremos a Dios en las tentaciones y peligros.
Ejemplos bíblicos: Castigos de la impureza: el diluvio (Génesis VI, 5-8; VII, 10-24). Las ciudades nefandas (Gen. XIX, 24-28). Castidad de José (Gén. XXXIX, 6-12). Virtud de Susana (Daniel XIII, 15-24).
(1939).
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