viernes, 20 de mayo de 2011

Introducción a los mandamientos de la Iglesia.

Primer mandamiento: Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar.

El poder de imponer mandamientos lo recibió la Iglesia de Jesucristo, su divino fundador, el cual le encargó que dirigiese y gobernase a los fieles en su nombre.

La Iglesia nos ha impuesto preceptos:

-para ayudarnos a cumplir los mandamientos de Dios

-para animarnos a una vida piadosa y penitente y asegurar así nuestra eterna salvación.

La Iglesia nos manda oír misa los domingos y fiestas de guardar para facilitarnos el precepto natural y divino de santificar las fiestas.

La Iglesia nos manda oír misa para santificar las fiestas porque la Misa es el acto principal de nuestra santa religión y la acción más augusta de la Iglesia.

Este mandamiento obliga a los católicos o súbditos de la Iglesia desde los siete años y cesa de obligar por imposibilidad física o moral.

La Ley de la asistencia a la Misa exige la presencia corporal a la Misa entera con la debida intención y atención. La intención de oír misa tiene el que va a la Iglesia con este fin.

Pecan contra este primer precepto de la Iglesia:

-todos los que por culpa propia dejan de oír misa los domingos y fiestas de guardar

-los que faltan a parte notable de la Misa, como es: a) desde el principio hasta el ofertorio inclusive; b) desde el comienzo hasta el Evangelio y desde la comunión hasta el fin; c) desde el sanctus hasta la consagración; d) la consagración; e) desde la consagración hasta el Pater noster.

-los que la oyen mal, sea porque no asisten con la debida atención, o porque conversan, ríen o se portan con poca reverencia.

Ejemplos bíblicos: Asistencia al santo sacrificio: asiduidad de los primeros cristianos al santo sacrificio, a la predicación de los apóstoles y a la oración (Hechos II, 46; XX, 7). Santificación de las fiestas; fiestas de los israelitas (Exodo XII, XIII; Lev. XXIII); celo de Nehemías por la santificación de las fiestas (II Esdras VIII, 14-18); viaje de Jesucristo a Jerusalén para celebrar la Pascua (S. Lucas II, 41).

(1939).

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