Oración es una piadosa elevación del alma a Dios para adorarle, darle gracias y pedirle lo que necesitamos.
La oración nos es absolutamente necesaria
-por el deber natural que todos tenemos de adorar a Dios nuestro creador y de darle gracias por los beneficios que de El recibimos
-por la necesidad que todos tenemos de Dios. Como pecadores necesitamos perdón; como débiles para el bien, auxilio
-por el precepto divino (S. Mateo IX, 38; VIII, 7; S. Juan XVI, 24).
Debemos orar:
-en nombre de Jesucristo
-con atención y devoción
-con humildad
-con confianza y perseverancia.
Dios oye siempre nuestras oraciones bien hechas del modo más provechoso para nuestra salvación (S. Juan XVI, 23).
La oración puede ser mental y vocal.
Oración mental es la que se hace con solo la mente, sin emplear palabras.
Oración vocal, llamada ordinariamente rezo, es la que se hace con palabras a las que acompaña la mente y el corazón.
Debemos orar:
-por nosotros mismos, nuestros padres, parientes, bienhechores, amigos y enemigos y por cuantos tenemos alguna obligación
-por la Iglesia Católica en general y en particular y por nuestra Patria y su bienestar y prosperidad
-por los difuntos, a lo que nos estimula la caridad, la justicia, la gratitud y nuestro propio interés.
Ejemplos bíblicos: Objeto de la oración: Oración de Nehemías (II Esdras I, 5-11); oración de Moisés sobre la montaña (Exodo XVII, 11-12); oración de los tres jóvenes en el horno (Daniel III, 57-88); oración de Nuestro Señor Jesucristo en el huerto (S. Mateo XXVI, 39-45); oración de los primeros fieles por S. Pedro (Hechos XII, 5).
Cualidades de la oración: Confianza del ciego de Jericó en sus peticiones ( S. Lucas XVIII, 35-43); humilde oración del publicano (S. Lucas XVIII, 13); oración perseverante de la cananea (S. Mateo XV, 22-28). (1939).
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