sábado, 6 de abril de 2013

MEDITACIÓN SOBRE NUESTRA VOCACIÓN.


I. Debes elegir un género de vida. A fin de que no te arrepientas de la elección que hagas, ruega insistentemente a Dios que te haga conocer su santa voluntad y mantente presto a ejecutar sus órdenes desde que te sean conocidas. Consulta enseguida a tu director espiritual, quien, con relación a ti, hace las veces del mismo Dios, y dile lo que te haya inspirado el Señor. La acertada elección del camino para seguir, depende de Dios; Él te ayudará, si demuestras entera sumisión a su voluntad.
II. Examina después las razones que puedan inclinarte a tal o cual género de vida, y las que puedan apartarte de él. Deducirás estas razones del fin para el cual estás en este mundo. No estás aquí sino para salvarte; que tu salvación sea, pues, la regla de tu elección: mira en qué estado puedes trabajar en esto más fácilmente. Haz lo que aconsejarías a un amigo que se encontrase en tu situación, y considera aquello que, en la hora de tu muerte, querrías haber hecho.
III. Cuando hayas conocido la voluntad de Dios, ejecútala prontamente; porque es burlarse de Dios consultarlo y, después, despreciar sus inspiraciones. No temas las dificultades; Dios te dará las gracias necesarias para superarlas. Contigo trabajará, pues trabajas con Él. Que tu salvación sea la regla única de tu conducta. ¿De qué le sirve al hombre amontonar todo lo que está fuera de él, y perderse él mismo? (San Gregorío).

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