domingo, 28 de abril de 2013

Domingo 4º después de Pascua.


La liturgia de este día engrandece la justicia de Dios, la cual se manifiesta por el doble triunfo de Jesús y de su Iglesia.
La diestra del Señor ha hecho brillar su poder al resucitar a Cristo de entre los muertos y al hacerle subir al cielo el día de su Ascensión. Nos conviene que Jesús deje la tierra, porque entonces desde el cielo enviará a su Iglesia el Espíritu de verdad, don preciadísimo que proviene del Padre de las luces.
El espíritu Santo unirá todos los corazones, y les enseñará toda verdad, y convencerá a Satanás y al mundo del pecado que cometieron al entregar a Jesús a la muerte y persiguiéndole después en la Iglesia, su místico Cuerpo.
Oigamos la palabra de la verdad que salvará nuestras almas y pongámosla en práctica, de manera que nuestros corazones estén siempre fijos allí donde están las verdaderas alegrías.
Jesús no tardará ya mucho en irse y se nos pondrá el que es Sol de Justicia.
Pues ya que tenemos pocos días antes de su Ascensión a los cielos, preguntémosle muchas cosas al que es Maestro y único Maestro de nuestras almas, pues sus palabras son espíritu y vida.
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