martes, 18 de mayo de 2010

Los primeros templos cristianos.

En los primeros tiempos los cristianos utilizaron como templo la basílica doméstica, que era el salón, o sala de fiestas y recepciones de los nobles. De forma rectangular, estaba dividida en tres naves por dos hileras de columnas; la nave principal terminaba en un semicírculo llamado ábside.
En tiempos de persecución celebraban los oficios en las catacumbas. La arquitectura cristiana no comenzó sino con la libertad de la Iglesia por el edicto de Milán. Comenzaron a levantar templos sobre los lugares más sagrados, sobre la tierra regada por la sangre de los mártires.
Protegido el arte cristiano por el Emperador Constantino, desplegó toda su inspiración en la construcción y ornamentación del templo cristiano.
Levantáronse entonces las basílicas de San Pedro en el Vaticano; de San Pablo en la vía Ostiense; de San Lorenzo, de Santa Inés, de los santos Pedro y Marcelino, y la de la Santa Cruz de Jerusalén.
Fuera de Roma se construyeron iglesias, principalmente en Palestina, en recuerdo de los principales misterios de la vida del Señor. La actual basílica de Belén es de origen constantiniano.
La basílica más célebre fue la de Letrán, la iglesia madre, la iglesia del Obispo de Roma, en la que celebraba el Papa los oficios litúrgicos, consagrada a Cristo Salvador, dedicada en el siglo X a san Juan Evangelista.
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La primitiva basílica cristiana.
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En los tiempos que siguieron al Edicto de Milán, Constantino entregó a los cristianos, para el culto religioso, varias basílicas romanas.
La antigua basílica cristiana se componía del peristilo, atrio, naves, coro, santuario, ábside y dependencias.
a) El peristilo (del griego peri=alrededor y stylos=columna) era una galería exterior que conducía al atrio.
b) El atrio era un patio cuadrado, descubierto, rodeado de galerías o pórticos sostenidos por columnas. En medio del atrio había una fuente para las purificaciones de los fieles antes de la oración. En las galerías podían estar los mendigos y los penitentes llamados plorantes y los excomulgados.
Al fondo del atrio había un gran pórtico, el pronaos (del griego pro=delante y naos=templo) en el que estaban los oyentes, penitentes también, y los catecúmenos.
c) Tres puertas separaban el atrio de la nave. Cerca de estas puertas se colocaban los prosternados, tercera clase de penitentes. Dos hileras de columnas dividían la nave en tres partes. La parte de la derecha (Evangelio) estaba reservada a los hombres, y la de la izquierda a las mujeres. Allí podía asistir al Santo Sacrificio los consistentes, cuarta clase de penitentes.
d) Al final de la nave del medio estaba el coro para los cantores y clérigos inferiores: estaba rodeado de una balaustrada y separado de la nave por dos ambones, pequeñas tribunas para la lectura pública del Evangelio y de la Epístola. La nave terminaba en el arco triunfal.
e) Antes del ábside se encontraba el santuario; en medio del santuario, se levantaba el altar de la confesión sobre el sepulcro de un mártir, confesor de la fe. A veces se levantaba el altar sobre le sepulcro mismo, otras veces, el sepulcro estaba en una cripta debajo del altar: esta era la confesión superior, porque en la cripta misma, a la que se bajaba por una escala, estaba la confesión inferior.
El altar estaba cubierto con el ciborio, sostenido por columnas, con cortinas que se corrían para cubrir el altar durante el Canon.
f) Al fondo del ábside estaba el presbiterio, con la cátedra episcopal, rodeada, en forma de semicírculo, por sillas para los presbíteros. Las dependencias eran: el vestiarium en el que los ministros se revestían; el oblationarium, para depositar las ofrendas que no se consagraban; el diaconium, en el que se guardaban los ornamentos y vasos sagrados; el secretarium, sala en la que se reunía el Obispo con su consejo para tratar los asuntos eclesiásticos y el baptisterio, donde se administraba el bautismo por inmersión.
Fuente: Liturgia, Santiago de Chile, F.C.C.F., 1935.

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