lunes, 22 de febrero de 2010

La humildad cristiana I.

Tal vez puede servir un intento de enumerar algunas actitudes de humildad que deben aparecer en el cristiano, con los matices de la situación de cada cual. No son todas, quizás faltan algunas importantes, pero ayudan a reflexionar:
1. Reconocer nuestra pequeñez: somos poca cosa, y lo que tenemos y somos, lo hemos recibido.
2. Reconocer los valores, cualidades y aciertos de los demás. Alabar las obras de bien que realizan y alegrarnos de sus éxitos.
3. Ser capaz de reconocer los propios errores y de aceptar la corrección que nos viene de otras personas, aunque sea de forma descomedida.
4. Ser propensos a escuchar opiniones ajenas, bien convencidos de que no lo sabemos todo y que el juicio ajeno puede ayudarnos a ver las cosas con mayor nitidez y amplitud.
5. Ser capaz de revisar una decisión, si parecen nuevos antecedentes, pasando por encima del propio “prestigio”.
6. Recibir, con ánimo sereno, los sucesos ingratos, pensando que bien sabe el Señor, y mejor que nosotros, qué es lo que nos conviene y por cuáles caminos hemos de transitar durante nuestra peregrinación terrenal.
7. Abstenernos de críticas amargas y mordaces, recordando que la flaqueza es patrimonio de todo hombre y que “el que está de pie, bien haría en preocuparse de no caer”, como dice San Pablo.
8. Poner atajo a la susceptibilidad y no ceder a la tendencia de creer que los demás han querido deliberadamente molestarnos u ofendernos.
9. Aceptar con alegría que otras personas son mejores que nosotros y que su actividad es más importante y de mejor calidad que la nuestra, y reconocerlo.
10. Renunciar a derechos propios, cuando no está de por medio el bien común o los justos derechos de otras personas.
11. Tratar a las autoridades con respeto, y si merecen una crítica, hacerla con mesura y fundamentos, ojalá haciéndosela ver ante todo al afectado.
12. Temer que la pasión, los prejuicios, las antipatías o el rencor perturben la limpidez de nuestras apreciaciones, y nos hagan caer en la injusticia. (continúa).
Fuente: Cardenal Jorge Medina Estévez: A la luz de la fe. Santiago: Ediciones de la Universidad Católica de Chile, 1990.

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