miércoles, 25 de mayo de 2011

La gracia y los medios para adquirirla.

La gracia y el mérito.

No podemos con nuestras propias fuerzas creer y practicar lo que es necesario para salvarnos sino que necesitamos la gracia de Dios.

La gracia es un don que Dios nos da para santificar nuestra alma y para ayudarnos a conseguir la eterna salvación.

La gracia se divide en gracia habitual y en gracia actual.

La gracia actual o santificante es un don gratuito de Dios que permanece en el alma, comunicándole la vida sobrenatural.

La gracia habitual se llama también estado de gracia, caridad, gracia santificante, vida sobrenatural.

La vida sobrenatural es la vida que tiene el alma limpia de pecado mortal. Es la amistad con Dios y resulta de la unión del alma con Dios por la gracia habitual y las virtudes teologales.

La vida sobrenatural:

-nos hace hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, templos vivos del Espíritu Santo

-nos da derecho a la eterna gloria

-nos da el poder de hacer obras buenas que ante Dios sean satisfactorias y meritorias.

Podemos hacer obras buenas sin poseer la gracia habitual, pero no obras dignas de ser recompensadas en el cielo.

Las obras buenas hechas en estado de pecado pueden obtener de la misericordia de Dios la gracia de la conversión y a veces apartar de nosotros los castigos temporales merecidos por el pecado.

Con las obras buenas practicadas en estado de gracia, merecemos aumento de gracia y de gloria, según la medida de nuestra recta intención.

Los méritos adquiridos se pierden por el pecado mortal, juntamente con la gracia habitual, pero se recuperan cuando recuperamos esta.

Dios nos comunica la vida sobrenatural ordinariamente cuando recibimos el bautismo.

La vida sobrenatural se aumenta con la digna recepción de los santos sacramentos y con la práctica de las virtudes cristianas.

La vida sobrenatural se pierde con un pecado mortal.

La vida sobrenatural se recupera cuando se alcanza el perdón del pecado con un acto de contrición o con el sacramento de la penitencia.

(1939).

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