miércoles, 13 de abril de 2011

Jueves Santo.

En este día se conmemora la institución del Santísimo Sacramento y del Sacerdocio, el lavatorio de los pies y la agonía del Señor en el Huerto de los Olivos.

En la liturgia de este día la Iglesia nos invita: a) a comulgar y a asistir a las ceremonias; b) a visitar los monumentos, dando gracias al Señor por la institución de la Santa Eucaristía y pidiendo perdón por las ofensas que recibe en este Sacramento.

Las principales ceremonias del Jueves Santo son: la Misa solemne, la consagración de los Santos Óleos en la Iglesia Catedral, la procesión con la Hostia Consagrada al monumento, la denudación de los altares y el lavatorio de los pies.

La Misa solemne.

Ordinariamente el Jueves Santo hay una sola Misa en cada Iglesia; los sacerdotes que no celebran, reciben la Sagrada Comunión de manos del celebrante, en recuerdo de los tiempos de la Iglesia antigua en que sólo celebraba la Misa el Obispo y los presbíteros recibían la Santa Comunión de sus manos.

En la Misa se usan ornamentos blancos, se adorna el altar con flores, el velo que cubre la cruz es blanco, se canta el Gloria in excelsis, y se tocan las campanas y campanillas, que en seguida no se dejarán oír hasta el Sábado Santo.

La consagración de los óleos.

En las Catedrales el Obispo bendice solemnemente los óleos destinados a la administración de los santos Sacramentos: antes del Pater noster, el óleo de los enfermos para la Extrema-Unción, y después de la primera ablución, el santo crisma, para los sacramentos del Bautismo y la Confirmación, para la consagración de los Obispos, para la consagración de las iglesias y de los vasos sagrados, y el óleo de los catecúmenos, para el sacramento del Bautismo y para la ordenación de los sacerdotes.

La procesión al monumento.

El celebrante consagra dos hostias grandes; una consume en la Misa y la otra la reserva en el monumento, para el Viernes Santo.

Después de la Misa se lleva esta Hostia consagrada procesionalmente, con gran solemnidad, al Monumento. El sacerdote coloca sobre su cuello la llavecita del Sagrario. El Tabernáculo del altar mayor queda sin llave, porque ya no contiene al Huésped Divino.

Denudación de los altares.

En recuerdo de que Nuestro Señor fue despojado de sus vestiduras, los altares se desnudan de los manteles, mientras el celebrante recita el salmo XXI, que contiene una profecía sobre Jesús despojado de sus vestiduras.

Esta ceremonia recuerda también que antiguamente, después de cada Misa, se desvestía el altar, y no se volvían a poner los manteles hasta el momento de celebrar la Misa del día siguiente.

El lavatorio de los pies.

La ceremonia del lavatorio de los pies, en la que el obispo o presbítero lava los pies a doce pobres, se hace en memoria del ejemplo de humildad que nos dio el Señor cuando lavó los pies de sus Apóstoles.

Durante esta ceremonia el coro canta las antífonas; la primera comienza con las palabras Mandatum, nombre con que también se designa este acto.

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