martes, 26 de abril de 2011

Emaús.

El domingo de Pascua estuvo lleno de una gran actividad por parte de Jesús. Parece como si le consumiera el deseo de manifestarse cuanto antes a todos los suyos. El sabe lo mal que lo han pasado, su desconcierto y su pena. Y quiere cuanto antes sacarles de su tristeza y devolverles la esperanza.

El mismo domingo se apareció a dos discípulos que se dirigían a Emaús, una aldea distante unos doce kilómetros de Jerusalén. Estos habían salido de la ciudad a primeras horas de la tarde y habían oído lo que decían las mujeres acerca del sepulcro vacío. Pero esto no había sido suficiente para levantar en ellos la fe en la Resurrección. Encontrar a Jesús vivo después de lo sucedido en el Calvario estaba muy lejos de sus mentes.

Los dos hombres caminaban apesadumbrados por la tragedia del viernes mientras hablaban de los acontecimientos que habían tenido lugar; del ir y venir de las mujeres…; también, ¡cómo no!, de los ratos pasados junto al Maestro, de sus esperanzas perdidas…

Jesús resucitado, como un viajero más, les dio alcance y se emparejó con ellos. Pero no percibieron que era El, pues sus ojos estaban incapacitados para reconocerlo. El Señor no quería aún ser identificado, y ellos podían haber pensado cualquier cosa menos que el Maestro estaba a su lado.

¿Qué conversación lleváis entre los dos mientras vais caminando?, les preguntó. Se detuvieron un instante entristecidos, dice el texto. Uno de ellos, Cleofás, le respondió: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado allí estos días?

Le explicaron al Señor lo que había sucedido: Lo de Jesús el Nazareno… Como le habían condenado a muerte y le habían crucificado. Le hablaron de sus esperanzas fallidas, de las noticias que habían traído las mujeres, del sepulcro vacío…pero a El nadie le había visto.

En lo hondo de su corazón, estos dos hombres profesan un fervor extraordinario hacia Jesús. Aun estando tan desolados, los discípulos no se han desligado del todo; ciertamente, desbordan veneración hacia su antiguo Maestro.

(Rvdo. P. Francisco Fernández Carvajal).

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