miércoles, 17 de noviembre de 2010

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir que ninguno
de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado.
Animado por esta confianza, a Vos acudo,
oh Madre, Virgen de las vírgenes,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante Vos.
Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas y
acogedlas benigna mente. Amén.

2 comentarios:

Francisco Moreno dijo...

Le agradecería que me indicase la procedencia de esta bellísima oración que aprendí de pequeño y que ahora ha tenido usted la deferencia de recordarme.

Egons dijo...

Se le atribuye a San Bernardo de Claraval. Saludos.