viernes, 26 de marzo de 2010

La Pasión y la oración.

“Yo creería faltar a mi deber, como dice san Buenaventura, si pasara un solo día sin pensar en la Pasión de mi Salvador.
“Vuestro más importante negocio es el cuidado de vuestra alma. Por lo mismo, antes de salir por la mañana de vuestros aposentos, haced al menos un cuarto de hora de oración sobre la vida, pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Oh, qué alegría para el cielo y qué satisfacción para los ángeles custodios, al veros hacer oración! No omitáis jamás este santo ejercicio.
“Quiero que el objetivo de vuestra oración sea la Pasión de Jesucristo, y que vuestro corazón se abisme en Dios, en esos entretenimientos llenos de amor; pero comprendedme bien: quiero que dejéis vuestra alma en libertad, que la dejéis secundar los atractivos del Espíritu Santo. Es menester hacer oración, no a nuestro gusto, sino al gusto de Dios. Sí; cuando el alma halla gusto en estar sola con Dios, con una atención pura, santa, amorosa, con una fe sencilla y viva, reposando en el seno silencioso del Bien amado, con un silencio sagrado de amor, es necesario dejarla tranquila y no turbarla con otros ejercicios. Dios entonces la lleva en los brazos de su amor, y la hace entrar en su bodega a beber este vino delicioso que engendra vírgenes. ¡Oh, qué magnífica ocupación!
“Algunas veces en la oración, Dios comunica al alma con un solo rasgo sus tesoros de luz y de gracias celestiales.
“Yo quisiera que todo el mundo se aplicara a la oración y a la meditación… ¡Qué desgracia, que haya tan pocas almas que conozcan el tesoro escondido en la oración y unión con Dios!... ¡Ay! Se entra fácilmente en el camino de la perdición cuando se deja la oración.
“Si Dios os ha dado el don de la oración, sed fiel; velad, y no descuidéis la práctica de las virtudes y la imitación de Jesucristo. Comenzad siempre vuestra oración por uno de los misterios de la Pasión, y entreteneros en piadosos soliloquios, sin hacer esfuerzos para meditar. Si Dios os atrae al silencio de amor y de fe en su seno divino, no turbéis la paz y el reposo de vuestra alma con reflexiones y palabras. Os recomiendo sobre todo, ahondar mucho en la humildad y en vuestra vileza y miseria… jamás haréis lo bastante en este punto.
“Sed muy fiel en corresponder a los grandes beneficios que habéis recibido del Señor; esta fidelidad es una preparación a mayores gracias y más altas luces, que harán que vuestra alma tenga más amor a Dios, adquiera mayor virtud y la practique de manera heroica”.
San Pablo de la Cruz: Flores de la Pasión, 1921.

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