sábado, 20 de septiembre de 2014

La Virgen María en la Historia de Chile, II.

El General San Martín y la Virgen del Carmen.
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El General San Martín, héroe de la Independencia americana, envía a la Virgen del Carmen dos banderas tomadas al enemigo. Las envía desde Lima al Gobernador de Mendoza con estas palabras: “Como un tributo de consideración que le presentan las tropas de mi mando”. Dispone que sean colocadas a los pies de Ntra. Sra. del Carmen de Mendoza, Patrona y Generala del Ejército de Los Andes. Las llevó personalmente su ayudante O`Brien.
Como San Martín, sobresalen también otros caudillos de la Independencia por su devoción a la Virgen del Carmen.
El General Juan Gregorio Las Heras, gran colaborador de San Martín en Chile y Perú, recibió de este, al final de sus campañas, un cuadro de la Virgen del Carmen, que le había acompañado en Chacabuco y Maipú. Santiago de Chile admiraba al General Las Heras, ya anciano y retirado, pero vistiendo uniforme de gala, llevando las andas de la Virgen del Carmen en la procesión del 16 de julio.
En cuanto al célebre guerrillero chileno José Miguel Neira, empezó siendo bandolero, pero el General San Martín supo atraerlo a su causa, transformándolo en héroe de la resistencia. Sobre su pecho llevó siempre la carta de San Martín y el escapulario de la Virgen del Carmen.
Finalmente, el General José Antonio Bustamante, que tan valiente actuación tuvo en Maipú, llevaba a todas partes la imagen de la Virgen del Carmen, y el escapulario al cuello. En el lecho de muerte dijo a su mujer: “Coloca muy cerca, que yo la vea, la imagen de mi Madre del Carmen. Ella, que me ha dado valor en las batallas y me ha salvado en trances muy difíciles, me dará hoy las fuerzas que tanto necesito”.
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Monseñor Jara y la Virgen del Pilar.
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En el Santuario de Ntra. Sra. del Pilar de Zaragoza (España), flamean las banderas de las 19 repúblicas hispanoamericanas junto a la bandera española. Este hecho se debe a la iniciativa de un obispo chileno y la ceremonia de entrega de las banderas se realizó el 29 de noviembre de 1908.
Fue por propuesta de Monseñor Jara, entonces Obispo de San Carlos de Ancud. Secundaron su iniciativa 90 prelados de las 19 naciones y, en representación de todos, acudieron a Zaragoza, Mons. Jara y los obispos argentinos de La Plata y Córdova, con otros representantes de las 19 repúblicas. Llevaron banderas de seda guarnecidas con franjas de oro.
Primeramente acudieron a Roma para que el Papa las bendijese y luego las llevaron al Santuario de Zaragoza. Dichas banderas fueron bendecidas personalmente nada menos que por el que hoy es San Pío X.
Las banderas se colocaron en el Pilar, detrás de la verja de la capilla. El 20 de mayo del año siguiente, 1909, se añadió a ellas una bandera española ofrecida por el Capitán General de Zaragoza, en nombre de su Majestad el Rey y fue costeada por suscripción popular.

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