domingo, 7 de septiembre de 2014

Domingo XIII después de Pentecostés.

Para ti, descendencia de Abraham el padre de los creyentes, más numerosa que las estrellas que centellean en el cielo, las promesas divinas subsistentes en Cristo.*
(II clase, verde) Gloria, Credo y prefacio de la Santísima Trinidad. 2ª Oración del Inmaculado Corazón de María.
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La Biblia y la Liturgia de este día.
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Sobre la curación de la lepra, véase lo que se dice en el 3º domingo después de Epifanía sobre la curación del leproso y la legislación relativa a esta enfermedad. Se advertirá, particularmente, que es una enfermedad impura. Se la purificaba mediante el hisopo (Levítico 14.6), que servía para diversas purificaciones (Números 19 - Hebreos 9.19).
Esto permite comprobar, refiriéndonos al Salmo 50.9, que la lepra material es símbolo de la lepra espiritual, el pecado, de igual modo que la parálisis corporal, es símbolo del embotamiento del alma (acudir al 18º domingo después de Pentecostés). Ver en Números 12.1-15 el caso de María, hermana de Moisés, herida por Dios con la lepra en castigo de sus murmuraciones; Deuteronomio 24.8-9 recuerda al pueblo este impresionante ejemplo. Ver un caso semejante en la vida del siervo de Eliseo (4 Reyes 5.20-27) y en la del rey Ozías (4 Reyes 15.1-7). Llama la atención el leer en este mismo sentido a Isaías 53.2-5, donde se designa como leproso al Siervo de Yahvé.
Para comprender la epístola, ver en el 2º domingo de Adviento, al final, las promesas hechas a Abraham, especialmente Génesis 13.15.
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Lectura de la Biblia.
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Sabiduría 10.1 a 12.2; 12.12 a 27; 16.15 a 17.6; 17.20 a 18.19; 19.
Eclesiástico 1.1 a 4.10; 5; 6; 7.27-36.

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