miércoles, 16 de junio de 2010

Las ceremonias del culto.

Las actitudes.
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Estar en pie
es señal de alegría y de respeto; se ora en esta actitud para significar que estamos prontos a llevar una vida de oración y de acción. Se suele orar de pie el día Domingo y en el Tiempo Pascual. El sacerdote, ministro de Jesucristo, celebra la Santa Misa de pie, como sacrificador.
Se ora de rodillas en señal de reverencia, sumisión y humildad. Se ora de rodillas en tiempo de tristeza y de penitencia; cuando está el Santísimo manifiesto, en la Santa Misa, desde la Consagración hasta después de la Comunión del sacerdote; en tiempo de Adviento y en Cuaresma, etc.
Se ora postrado en circunstancias muy especiales, cuando se implora alguna gracia muy especial o en señal de profunda humildad: en las profesiones religiosas, en las ordenaciones, etc.
Se hacen algunas inclinaciones de cuerpo durante la oración en señal de mayor reverencia y humildad; en la consagración, por ejemplo.
El estar sentado no es actitud conveniente para orar. Los fieles pueden sentarse cuando están fatigados, o para escuchar la palabra de Dios en las predicaciones.
Los ministros, mientras ofician en el altar deben estar siempre con las manos juntas, con los brazos recogidos o estirados, según lo indique la rúbrica. Cuando están sentados deben colocar las manos sobre las rodillas. El sacerdote ora con los brazos extendidos en las oraciones solemnes, como oraban los cristianos de las catacumbas.
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Gestos.
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La santa Cruz fue el instrumento de nuestra redención: la Iglesia usa, por consiguiente, con mucha frecuencia el signo de la Cruz en sus bendiciones y consagraciones.
Las reverencias pueden ser inclinaciones de cabeza y genuflexiones sencillas o dobles. Siempre que esté el Santísimo Sacramento expuesto ha de hacerse genuflexión doble.
Mientras el celebrante ofrece, debe, repetidas veces, dirigir su mirada, sea al crucifijo, sea a la oblata, etc.
Los ósculos se usan en las ceremonias en señal de veneración y de respeto: el sacerdote besa el altar, la patena, el misal, etc.
Los golpes de pecho se usan para expresar el dolor y el arrepentimiento.
La Iglesia siguiendo la tradición apostólica, ha querido significar la transmisión de alguna gracia o de alguna potestad con la imposición de manos. Así en las ordenaciones sacerdotales, en las consagraciones de obispos, en el sacramento de la Confirmación el ministro impone las manos sobre los sujetos del sacramento.

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