lunes, 8 de julio de 2013

Santa Isabel de Portugal.

Reina y Viuda
n. 1271 en Aragón, España;
† 4 de julio de 1336 en Estremoz, Portugal
SANTA ISABEL DE PORTUGAL, Reina y Viuda
Patrona de las sociedades de caridad; novias; personas falsamente acusadas; reinas; paz; víctimas de adulterio e infidelidad; víctimas de celos; viudas; terciarios. Invocada en tiempos de guerra; contra los celos; en matrimonios con problemas.
A los ricos de este mundo mándales que no sean altivos
ni pongan su confianza en la riquezas caducas, sino en Dios vivo.
(1 Tim. 6, 17)
Ser pobre en medio de las riquezas, mortificado en medio de las delicias de la corte, humilde sobre un trono, es una virtud que no pertenece sino a las grandes almas, como Santa Isabel, reina de Portugal. Ayunaba a pan y agua tres cuaresmas durante el año, las vigilias de las fiestas de Nuestra Señora y de los Apóstoles y todos los viernes. Por su intervención, logró detener la guerra entre Castilla y Portugal. A la muerte del rey, su marido, vistió el hábito de la Tercera Orden franciscana, con el cual murió en 1336.
MEDITACIÓN
DEBE PONERSE
LA CONFIANZA EN DIOS
Y NO EN LAS RIQUEZAS
I. No pongas tu confianza en las riquezas; no pueden ni siquiera hacerte feliz en este mundo. Difícil es adquirirlas y difícil conservarlas; el temor de perderlas y el deseo de aumentarlas no le dejan al alma descanso alguno. ¿Pueden, acaso, disipar tu tristeza y tu ignorancia, curarte de tus enfermedades o prolongar tu vida siquiera un momento? Son, sin embargo, de alguna utilidad: cuando uno las abandona por amor de Jesucristo o las distribuye entre los pobres.
II. No te fíes en la amistad de los hombres: nada es más inconstante. El mejor de tus amigos puede llegar a ser el más encarnizado enemigo. No te apoyes en tu reputación, la calumnia te la puede arrebatar; no cuentes con tu salud ni con tu espíritu, una enfermedad puede quitártelos. Oh Señor mío, por fin reconozco que, si Vos me abandonáis, ni todas las creaturas juntas podrían socorrerme; y aun cuando los hombres pudiesen valerme durante mi vida, ¿podrían ellos, acaso, demorar aunque sea un momento la hora de mi muerte y defenderme ante el tribunal de Dios?
III. En Vos es, pues, Dios mío, en quien se debe esperar y no en las riquezas frágiles e inciertas. En vano se dice que el dinero es todopoderoso; él no nos puede procurar la salud y la felicidad, sino en la medida en que lo despreciemos y lo arrojemos lejos de nosotros. Las creaturas son obstáculo a nuestra esperanza; si no poseemos los bienes de la tierra, todos nuestros suspiros serán por los bienes celestiales. Las riquezas son las trabas de nuestra esperanza; arrojemos, pues, los bienes de la tierra, si deseamos los del cielo (Tertuliano).
La limosna.
Orad por los pobres.
ORACIÓN
Dios soberanamente bueno, que, entre otras eminentes virtudes, habéis acordado a la reina Santa Isabel la prerrogativa de apaciguar los furores de las guerras, haced, por su intercesión, que después de la paz de esta vida mortal, que os imploramos humildemente, lleguemos a la felicidad eterna. Por J. C. N. S.

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