miércoles, 4 de julio de 2012

Roma 1962-1963: El clima litúrgico conciliar. Capítulo 10º: ¿Una conferencia divertida del P. Massili? Simplemente un "Flatus Vocis".



Pontificio Ateneo Sant’Anselmo en la colina Aventina
Notas del 3 de noviembre: 
“Hoy ha habido en la Oficina de Prensa del Concilio una conferencia que hará cosquillas a muchos. El Padre Massili, profesor del Instituto Internacional "San Anselmo", benedictino y experto de las comisiones conciliares, se ha soltado hoy el pelo hablando a quinientos periodistas. Ha sido apasionante, por la gracia que ha puesto a todas sus afirmaciones, sin detenerse en la frase valiente y aún picaruela. Me imagino que la Prensa de mañana recogerá todas sus palabras con punta y que esta punta picará a bastantes”
Vamos a ser nosotros serios y a recoger aquí las muchas cosas importantes que en esta conferencia se dijeron:
1º Objetivos de la reforma litúrgica del Concilio.
-Es ésta la primera vez que un Concilio se propone la reforma de la liturgia. Otros Concilios habían estudiado algún punto concreto, pero ninguno decidió coger el problema por sus raíces. Los tres objetivos más importantes son: la modernización de los ritos, la lengua litúrgica y la liturgia de los países de misión.
Comencemos por matizar la primera afirmación. No es verdad que el Vaticano II fuera el primer Concilio que se propuso una reforma litúrgica. El concilio de Trento fue un concilio reformador también en liturgia: abolió los ritos eucarísticos locales, respetando solo aquellos que atestaban de más de dos siglos de antigüedad (ritos mozárabe, lionés y ambrosiano) y estableció el rito de la ciudad de Roma conocido popularmente a partir de aquel momento como “Misa tridentina”, como rito de toda la Iglesia Latina. Además, y muy importante, confió al Papa la revisión del Misal y del Breviario. Sin citar todas las afirmaciones dogmáticas sobre los sacramentos y la recta administración de estos. Si eso no es coger el problema por sus raíces que venga Dios y lo vea. Proponerse, de entrada, como objetivos más importantes: la modernización de los ritos, la revisión de la lengua litúrgica y la liturgia de los países de misión es partir de prejuicios y de toma de posiciones predeterminadas e inamovibles. Todo parecía ya cocinado y parecía sólo buscarse la manera de servirlo al Sagrado Sínodo para que fuese apetecible. A eso se llama manipulación.
2º Afirma que el trabajo será difícil porque existen “muchos inmovilismos y errores muy difundidos y defendidos”.
Y cita algunos hechos históricos y alguna anécdota curiosa: de entre los primeros hace mención de la prohibición en 1611 del misal de Voisin traducido al francés y la difusión de prácticas de piedad durante el desarrollo de las acciones litúrgicas y como anécdota el hecho de que el “Veni Creator” y el “Credo” en la apertura del Concilio fuese cantado por la Schola y no por todos los obispos. Tales afirmaciones son torticeras: el misal de Voisin fue prohibido debido al contexto jansenista en el que se enmarcaba y la contención de las prácticas de piedad personal durante las celebraciones litúrgicas se habían redimensionado desde el pontificado de San Pío X y muy especialmente desde la “Mediator Dei” del venerable Pío XII, adquiriendo su justo peso. La vida litúrgica de la Iglesia durante el siglo XX se había visto enriquecida y elevada sobremanera. Podemos afirmar sin temor a exagerar, que en el transcurso de los últimos sesenta años el pueblo cristiano y el clero vivían un apogeo litúrgico. La pendenciera anécdota de la Schola demuestra cuán mal orientada e interpretada está la manoseada “participación activa” (actuosa participatio) de los asistentes a las celebraciones litúrgicas: como si todos debieran hacer todo.
3º El benedictino ahora pone la venda antes que la herida, justificando el camino que se va a emprender como acción del Espíritu Santo en la Iglesia . Estaban llevando a cabo una auténtica revolución pero la querían hacer pasar como una inspiración divina.
“No, no soy pesimista. Las ideas que hoy recoge el Concilio, y que probablemente proclamará, apenas nos atrevíamos a exponerlas hace unos años. Lo menos fuerte que pensaban de nosotros era llamarnos "revolucionarios de buena fe". Pero, cuando el Espíritu sopla, siempre se abre paso”
4º La liturgia está llena de “añadidos” que es necesario expurgar. Los ritos deben adaptarse a la mentalidad del momento.
“Lo primero que esta reforma ha de hacer es revisar uno por uno los "añadidos" litúrgicos. Muchos ritos no se adaptan a la mentalidad de hoy. El beso de paz, por ejemplo. Antiguamente todos se saludaban besándose; hoy sólo los parientes muy próximos se besan para saludarse. ¿Qué inconveniente habría en sustituirlo por un apretón de manos?”
La teoría de los “añadidos malsanos” ya pululó en la obra del P. Jugmann y en Guardini: es la famosa teoría del yeso que cubre los frescos originales que hay que restaurar. Esta tesis no tiene en cuenta que la liturgia es un organismo vivo que crece y se desarrolla y que nada que vive y pervive en la liturgia es ajeno a ella. En cuanto a la necesidad de constante adaptación de los ritos a la mentalidad contemporánea, nada más antitético antropológicamente con el concepto y la objetivo mismo del rito considerado en su esencia. Como ejemplo, el ejemplo: afirma Massili en aquel 1962 que ya sólo los parientes próximos se besan para saludarse. Pues nada ya más pasado de moda: hoy en día, cosa inimaginable hace 40 años, se besan chicos y chicas no solo al saludarse sino al ser presentados, al igual que señoras y caballeros, incluso de las clases altas o dirigentes políticos. Pero incluso chicos con chicos si se consideran jóvenes de una misma generación y aún sin conocerse (sin duda uno de los resultados de la influyente cultura gay de nuestros días: ¡uno es más moderno y más “cool” con un par de besos que con un “estrecho” apretón de manos!)
5ª: Un poco obsesionado con la “liberación” de todas las opresiones, como toda su generación, el profesor del Anselmiano hace una afirmación rozando lo ridículo. Dudo además que conociese algo sobre la génesis y el desarrollo de los símbolos.
“Luego habrá que liberarse de ritos que sólo se sostienen con un simbolismo vacío. El lavarse las manos en la misa, por ejemplo, antiguamente se explicaba porque el sacerdote bajaba a recoger las ofrendas de los fieles, pan, vino, frutos. Se lavaba les manos porque se las manchaba. Pero luego se suprimió la oferta de los dones y… se mantuvo el lavado. Pero, como así quedaba raro, se le buscó el simbolismo de una purificación, y para apoyar este simbolismo se puso el Salmo "Lavabo inter innocentes manus meas". Claro que en este salmo sólo el primer versículo alude a la purificación; pero, como no se iba a recitar sólo un versículo suelto, se puso todo el salmo”
6º Una de las cosas que más llaman la atención es el orgullo de saberse el interprete auténtico de cualquier cuestión y el mejor conocedor contemporáneo de la lengua latina. El ejemplo que ofrece es una hipótesis interpretativa no probada del intercalado “incentum istud” en la oración de bendición del cirio pascual.
“Sobre todo, habrá que librarse de los añadidos que provienen de falsas interpretaciones. Por ejemplo: en la liturgia del Sábado Santo se clavan en el cirio pascual cinco granos de incienso. ¿por qué? Porque en la oración de ofrecimiento del cirio se dice que se ofrece "incensum istud". En el Medievo, que no sabían mucho latin, este "incensum" (que era simplemente un modo de denominar al cirio) lo tradujeron por "incienso"" y pensaron que para que la oración tuviera sentido había que ponerle incienso al cirio”
7º Este si que es un benedictino paradójico: en el inicio de la década de los 60 lo encontramos ya absorbido por la cultura de la eficacia y la inmediatez entre rito y acción, entre acción y actitud. Hay que afirmar con rotundidad que no existe una lógica externa (humanamente comprensible “per se” y sin exégesis) entre todos los gestos litúrgicos: los ritos simbólicos poseen una sucesión propia fruto de una lógica interna ordenada y entonces asimilable). La formación litúrgica consiste en aprehender el sentido y la lógica de todos esos gestos.
“Y no digamos la necesidad de revisar las ceremonias paradójicas. El sacerdote dice a los fieles "Ite, missa est" ("marchaos, la misa se ha terminado"). Y luego les riñe si, marchándose, le obedecen, porque después de decir que la Misa se ha terminado, ésta sigue un rato más”.
8ª Obsesión por eliminar la duplicación y reiteración de gestos. Lo que él llama “acumulación de ceremonias”. Otra de las características de la cultura contemporánea: inclinación malsana a la practicidad. Ahora bien, todo ello con una apelación a la liturgia primitiva: de arqueologismo liturgico lo calificaría Pío XII en la Mediator Dei. Porque si en lo del misal debemos ir al siglo II ¿porqué no hacerlo para los ornamentos?, y ¿ por qué no en una sociedad secularizada abandonar los fastuosos templos e ir a celebrar en pequeñas comunidades en los domicilios?
“Sobre todo, habrá que estar atentos a revisar la acumulación de ceremonias, multiplicadas a lo largo de los siglos. ¿Qué vamos a pensar de esas ceremonias en las que el obispo gasta la mitad del tiempo en ponerse unos vestidos, quitarse otros, ponerse una mitra, quitársela, ponerse otra de otro color, primero vestidos blancos, luego morados? Son simplemente ceremonias mezcladas y llenas de repeticiones. ¿Y para qué andar cambiando el misal, primero a la derecha, luego a la izquierda, luego otra vez a la derecha? Nada de todo esto se hacía en la liturgia primitiva”
9ª El padre Massili pasa ahora a curiosas definiciones de “costumbre” y de “tradición” como si fueran del todo nuevas para la Iglesia y esta no hubiera sabido distinguir entre ambas durante el paso de los siglos. Sugiere que sea la Santa Sede y las comisiones de expertos los protagonistas de las reformas: en el fondo porque estas estaban ya decididas de antemano por ellos mismos y trata de validar la autoría. Sin embargo los más consecuentes con los principios instaurados serán absolutamente radicales: todo debe pasar por el tamiz de la propia comunidad a la que se sirve y debe ser adaptado “ad casum”. Este es el principio cimentador de la llamada “creatividad liturgica” instaurada en el posconcilio .
“Naturalmente, estas reformas no han de hacerse por el afán de reformar. Ni ha de hacerlas cualquier curita o cualquier grupo de seglares por su cuenta y riesgo. Dejar una costumbre para coger otra peor, sería un disparate. Sólo la Santa Sede y las comisiones de expertos decidirán cómo será el futuro. Habrá que distinguir bien las tradiciones de las costumbres, recordando siempre que la tradición no es tradición por la cantidad de años que haya durado, sino por la cantidad de espíritu que ha transmitido. El pasado venerable hay que respetarlo por lo que tiene de venerable, no por lo que tenga de pasado”
10º Al P. Massili más que reirle las gracias como se hizo en aquella conferencia lo que hubiera habido que hacer es sacarlo del mundo teórico de su monasterio y pasearlo por las parroquias católicas de todo el orbe terráqueo mostrándole así el maravilloso esfuerzo litúrgico de los últimos decenios, en el que parroquias rurales o de barriada con un auténtico e incansable esfuerzo litúrgico habían obtenido unos maravillosos frutos de arte y belleza litúrgica en una conjunción de gregoriano, música orgánica y canto popular digno de encomio y de admiración. Y explicarle además como no existe contraposición entre formas artísticas de alta categoría estética y valor apostólico: al contrario siendo el “pulchrum” (la belleza) uno de los valores universales a los que aspira el alma humana, este anhelo acaba erigiéndose junto a la aspiración a la verdad, a la justicia, a la bondad y a la unidad de todo lo creado, en un auténtico instrumento de evangelización. Además su discurso responde a un mal disimulado molde retórico.
“En cuanto al canto gregoriano, pensad que quien os habla es un benedictino que ha nacido prácticamente cantando gregoriano y que sueña que el gregoriano sea siempre celosamente conservado en nuestros monasterios. Pero todo esto no debe cegarme ni cegarnos. El gregoriano que hoy conservamos no nació del pueblo, sino en los monasterios. No es, por tanto en su conjunto, un canto popular, sino minoritario. Y toda su estructura es tal que nunca será popular en su mayoría. Hoy nadie discute la categoría artística del gregoriano, pero una cosa es una forma artísticamente válida y otra una forma litúrgicamente válida. La liturgia no es un arte y ha de juzgarse, sobre todo, por sus valores apostólicos, no por puras categorías estéticas. Por tanto, obsesionarse por mantener para el pueblo todo el canto gregoriano es tanto como resignarse a no tener canto litúrgico. El canto gregoriano debe ser seleccionado o sacrificado como canto de la colectividad. En mi opinión, debería mantenerse y fomentarse en los monasterios, Y para los fieles, conservar algunas de sus formas, las más sencillas, las más antiguas. Y buscar una nueva música popular, hecha quizá sobre bases gregorianas pero adaptada al pueblo.
En Cataluña por ejemplo, desde la decada de los 50, la Abadía de Montserrat y muy en concreto el P. Gregori Mª Estrada, había puesto al alcance de los fieles toda una producción de canto popular (por ejemplo, el llamado “Himnari del Fidels”) que rápidamente caló en el alma litúrgica del pueblo y que por su alta calidad musical, su entronque directo con el estilo gregoriano y su autoría, muchos con razón calificaron como de “paragregoriano”(por lo de Pare Gregori, para los que no lo hayan cogido…)
Como conclusión solo unas preguntas lanzadas al vuelo: ¿algún lector sabe que fue del benedictino P. Massili? ¿Produjo algún benéfico resultado su “divertida” conferencia?, ¿Dejó algún meritorio discipulado en el Pontifico Ateneo Anselmiano?, ¿Alguna aportación digna de mención y sujeta a examen? ¿O todo fue un “parlare per parlare” pero al fin y al cabo “senza sostanza? Más allá de las “gracietas”, las “valientes frases aún picaruelas”, ¿algo por lo que pasar a la historia de la liturgia o del pensamiento? Mucho me temo que nada de ello. Simplemente “flatus vocis”. 

Dom Gregori Maria

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