sábado, 26 de febrero de 2011

El Bautismo (II).

Ceremonias que acompañan a la administración del Bautismo.

Ante la pila bautismal, el catecúmeno interpelado por el sacerdote y contestado por boca del padrino, renuncia a Satanás, a sus pompas y a sus obras; renuncia que constituye lo que llamamos promesas del bautismo. El sacerdote le unge con el óleo santo en el pecho y en las espaldas porque como soldado de Cristo tendrá en adelante que sostener combates contra el mundo y el demonio. Acto continuo se le exige la profesión explícita de su fe, en cada uno de los artículos del símbolo, y hecha por boca del padrino la profesión de fe, el sacerdote administra el bautismo echando el agua y pronunciando las palabras sacramentales.

Ceremonias que siguen a la administración del Bautismo.

El sacerdote unge la coronilla del bautizado con el santo crisma para denotar que ya es cristiano y que ha recibido la unción invisible del Espíritu Santo. Se le impone después una vestidura blanca, símbolo de la inocencia bautismal alcanzada, que debe conservar inmaculada hasta la muerte, para presentarse ante el tribunal de Jesucristo con la inocencia tal como la recibió en el bautismo. Por último se le pone en las manos un cirio encendido para advertirle que desde ahora tiene la obligación de hacer brillar, delante de todo el mundo, la luz de su fe y buen ejemplo.

El nombre del bautizado es inscrito después en los registros parroquiales, quedando escrito en el libro de la vida allá en el cielo.

Ejemplos bíblicos:

Paso del Mar Rojo, figura del Bautismo (Éxodo XIV, 14-31).

Bautismo de Jesucristo (S. Mateo III, 15-17).

Bautismo conferido por el diácono Felipe al tesorero de la reina de Etiopía (Hechos VIII, 29-39).

(L. Ramírez Silva, S.J., Compendio de la Doctrina Cristiana, 1939).

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